martes, 11 de septiembre de 2012

11-S, el año undécimo


Dr. Kenneth Ramírez

Once años después de los asombrosos ataques terroristas al corazón económico y militar de la primera potencia mundial, vale preguntarnos ¿dónde nos encontramos?
 
Si la bipolaridad de la Guerra Fría cedió su paso a un interludio sustancialmente unipolar durante la Era de Clinton, el 11-S mostró al Mundo que la hegemonía estadounidense no era omnipotente ni duraría para siempre. No solamente habían sido atacados en su propio territorio, sino que su gobierno se encontraba incapaz de ejercer una estrategia coherente y recuperar la seguridad perdida. La “Era Unipolar” cantada por los bardos neoconservadores, parecía cada vez más un “Momento Unipolar” que se iba esfumando.
 
La falta de eficacia inmediata para encontrar y detener a Osama Bin Laden, y el fracaso en el que se convertirían las guerras de Afganistán e Irak, mostraron que no era suficiente con tener el presupuesto militar más importante a nivel mundial si ello no podía traducirse en poder efectivo. La economía estadounidense al mismo tiempo se iba resintiendo. Las interminables guerras tenían un alto costo económico mientras las potencias emergentes -especialmente China- se iban afirmando en la escena mundial. Luego sobrevino la bancarrota de Lehman Brothers el 15 de septiembre de 2008 -el segundo 11-S de la Administración Bush-, para terminar de aclarar que todo había cambiado.
 
Hoy por hoy, es ampliamente aceptado que nos dirigimos a un nuevo sistema multipolar, donde varias potencias globales y regionales ya están gozando en determinados momentos de mayor poder e influencia que Washington en ciertos asuntos. En efecto, EEUU se encuentra en un proceso de declive relativo que le está transformando en un primus inter pares respecto a las otras potencias, teniendo menos deseos de involucrarse en guerras exteriores, exhibiendo una recuperación económica aún anémica y con una fuerte división inter-partidista sobre los grandes temas nacionales.
 
Los realistas han estado intentando componer la vajilla destrozada por los neoconservadores. Han orientado el cambio de estrategia de la Administración Obama, sustituyendo la genérica “Guerra contra el Terrorismo” por la más acotada “Lucha contra Al-Qaeda y sus aliados”, empleando para ello los servicios de inteligencia, bombardeos selectivos con drones y la cooperación efectiva con aliados clave. Aunque, Al-Qaeda y sus organizaciones afiliadas aún no han desaparecido, y sus acciones violentas siguen materializándose desde Mali a Yemen, y desde Nigeria a Asia Central y el Cáucaso; lo cierto es que con la muerte de su líder Osama Bin Laden el 2 de mayo de 2011 en Abbottabad (Pakistán), podía constatarse su pérdida de fuerza y serio retroceso en el Mundo musulmán.
 
A partir de allí, la Administración Obama culminó la retirada de Irak y emprendió el mismo camino en Afganistán, aceptando incluso que antiguos enemigos como los Talibanes parecen destinados a recuperar al menos parte del poder. Ha tratado de gestionar los problemas en el Medio Oriente junto con aliados como la Unión Europea, Turquía, Arabia Saudita y Qatar, en una estrategia indirecta denominada por uno de sus colaboradores como Leading from Behind (“Liderando desde Atrás”). Además, ha procedido a redireccionar la política exterior de EEUU hacia Asia con el objetivo implícito de contener e intentar comprometer a una China cada vez más poderosa con el orden internacional existente: el “pivote al Pacífico”.
 
Ahora, la lucha en el Mundo musulmán se ha desplazado a los “corazones y las mentes” y se hace de manera indirecta, intentando matar el sueño de Bin Laden de construir un nuevo Califato a través de la yihad. Los jóvenes de Túnez y El Cairo dieron el primer paso al negarse a tomar partido en la confrontación aterradora entre dictadura o yihad, y procurar otra salida que busca la coexistencia entre democracia e islam moderno: la “Primavera Árabe”. Por ello, en este año undécimo, la hora decisiva se juega en las transiciones políticas abiertas en Túnez, Egipto y Libia, así como en la búsqueda de una solución a la guerra civil siria. Si estos procesos políticos complejos desembocan en la instauración y consolidación de democracias islámicas en el Mediterráneo musulmán que tengan como ejemplo a Turquía, su ola expansiva llevará a una modernización del Mundo islámico en general, y a la segunda y quizás más importante muerte de Bin Laden –la muerte de su sueño. Por el contrario, si estos procesos encallan, puede resurgir la oleada frustración y odio que alimentaría un resurgimiento de Al Qaeda en el futuro. De allí, el apoyo diplomático y financiero de la Administración Obama y sus aliados a estos procesos de transición política.
 
Por los momentos, Al-Qaeda está perdiendo la guerra y EEUU está obteniendo una amarga y costosa victoria. ¿Desaparecerá el primero y el segundo perderá definitivamente su supremacía dando paso a un sistema multipolar? Sólo el tiempo nos lo dirá

sábado, 8 de septiembre de 2012

Venezuela en MERCOSUR: ¿A dónde vamos?

Prof. Angel Castillo Siri

El prolongado y dificultoso proceso de ingreso de Venezuela como Miembro Pleno del MERCOSUR se concretó luego de que Argentina, Brasil y Uruguay decidieran la suspensión de Paraguay luego del juicio político y destitución de Fernando Lugo en junio pasado. Hace pocas semanas, el Senado de Paraguay discutió finalmente el Protocolo de Adhesión de Venezuela al bloque y lo rechazó por amplia mayoría, lo cual plantea la duda de qué sucederá en abril de 2013, cuando se elija un nuevo Presidente en Paraguay y el causal de la suspensión de ese país desaparezca, ya que la decisión de aceptar a Venezuela sin la venia paraguaya contradice lo establecido en el Tratado de Asunción que prevé la aceptación de nuevos miembros por unanimidad. Es por ello que la decisión pragmática de los Presidentes Fernández, Rouseff y Mujica lesiona gravemente la institucionalidad del MERCOSUR e indica que, al menos en esta etapa, la discrecionalidad política privará sobre las normas en dicho bloque.
 
Es innegable el peso de Brasil en adoptar esta decisión, al ser la mayor economía de Sudamérica y por los entretelones conocidos de la Cumbre de Mendoza. Su estrategia de consolidación como potencia regional tiene como punta de lanza la ampliación de MERCOSUR para garantizar su influencia económica mientras a nivel político emplea a la UNASUR como foro de concertación regional. De allí el surgimiento del Foro del Arco del Pacífico, el cual es un mecanismo de dialogo creado en 2007 que incluye a Chile, Colombia, Perú y México como propuesta de concertación que sirva, entre otros objetivos, de contrapeso a la “brasilerización” regional y que el Presidente Electo de México, Enrique Peña Nieto, parece considerar como uno de los ejes de su política exterior.
 
Analizar el ingreso de Venezuela implica vincular dos momentos clave: el primero es la destitución de Lugo, que brindó la oportunidad para implementar la estrategia; el segundo momento ocurrirá el 7 de octubre, con las elecciones en Venezuela. La estrategia expansiva de Brasil necesitaba formalizar la incorporación venezolana antes de este proceso para garantizar su influencia tanto en un escenario de continuidad como de cambio de gobierno. Venezuela no solo es atractiva por sus recursos energéticos, sino que a nivel geopolítico permite una ventana hacia el Caribe y a nivel económico, es un petroestado que padece los vicios de la Enfermedad Holandesa, es decir, un gran superávit comercial gracias a la exportación petrolera pero cuya industria y agricultura son muy poco competitivas, por lo que no son ninguna amenaza para el agresivo y diversificado sector exportador brasilero.
 
De este modo, de haber continuidad en el gobierno venezolano y su tendencia dirigista a nivel de comercio exterior, los exportadores brasileros solo tendrán que buscar acuerdos con los entes gubernamentales nacionales sin mayores barreras de entrada a nuestro mercado, reservándose la posibilidad de presionar a través de su gobierno y de los acuerdos de MERCOSUR en caso de que Venezuela decida frenar el comercio mediante el control cambiario u otras trabas, como ocurrió en 2009 con los retrasos venezolanos al pagar importaciones brasileras. Si se presenta un cambio de gobierno, sería erróneo adoptar un enfoque de mayor liberalización dada la gran debilidad del sector exportador venezolano y la falta de políticas de promoción de exportaciones bien articuladas.
 
Venezuela necesita ganar tiempo para adecuarse al reto, para lo cual puede aprovechar que actualmente se negocian diversos aspectos del ingreso (adopción del arancel externo común y programa de liberación) que deberían arrojar resultados en diciembre próximo pero cuyas comisiones de trabajo han sufrido retrasos. Esto permitirá delinear una estrategia de mediano plazo en donde podamos aprovechar efectivamente las potencialidades para nuestra economía, a la vez que se define si nuestro interés nacional queda mejor servido como bisagra de América o como avanzada brasilera.