jueves, 12 de diciembre de 2013

Panorama retador para la OPEP


Dr. Kenneth Ramírez
El pasado miércoles 4 de diciembre, el edificio blanco de estrechas ventanas que alberga la sede de la OPEP en la Helferstorferstrasse 17 del Distrito 1 de la ciudad de Viena, volvió a convertirse en centro de la atención mundial al albergar la 164° Reunión de Ministros del grupo. La OPEP aprobó mantener por cuarta vez consecutiva el techo de producción conjunto en 30 millones de barriles diarios (MMBD). Sin embargo, bajo este aparente clima apacible, fue discutido el complicado panorama que se plantea para la OPEP en 2014 y los próximos años.
 
El grupo encara un peligroso coctel de débil demanda petrolera mundial, revolución de esquistos en América del Norte, creciente oferta petrolera en otros Estados No-OPEP y dentro de la propia OPEP, debilitamiento de la cohesión del grupo producto de la rivalidad entre Riad y Teherán, todo ello junto al  rol de Arabia Saudita como productor de equilibrio o en lenguaje coloquial “el que pone lo que falta” (swing producer).
 
De hecho, el informe de pronóstico petrolero mundial publicado por la OPEP a principios de noviembre, señala que la demanda del crudo OPEP permanecerá invariable hasta 2020, considerando un crecimiento económico mundial en torno a 3,8% y un crecimiento de la economía china en torno a 8% para los años que restan de la presente década; lo cual es optimista al comparase con los pronósticos de otras agencias, que ya hablan de una desaceleración de China. Es decir, la demanda de crudo OPEP más allá de permanecer estable, podría reducirse en lo que resta de década. Dos premisas básicas para 2014, será una demanda petrolera mundial que aumentará solamente en +1,1 MMBD, e inventarios que cerrarán a finales de este año en aproximadamente +0,3 MMBD.
 
Por otra parte, la producción petrolera No-OPEP aumentará en 2014 en +1,8 MMBD, debido a EEUU y Canadá. La producción petrolera de EEUU ascendió a 7,7 MMBD en octubre de 2013 –su nivel más alto desde 1990-, de los cuales 2,6 MMBD fue petróleo de esquistos. Esto ha llevado a las importaciones petroleras de EEUU a descender desde 12 MMBD en 2007 hasta 7,6 MMBD en octubre –es decir, por primera vez en dos décadas EEUU produce más de lo que importa. Debido a esto, China desplazará a EEUU como primer importador de petróleo mundial en 2014. Además, el informe de pronóstico de la OPEP, señala que la producción de esquistos de América del Norte aumentará desde 2,5 MMBD en 2012 hasta 4,7 MMBD en 2020 para luego disminuir hasta 2,7 MMBD en 2035.
 
Además, debemos tomar en cuenta los pronósticos de mayor oferta en México y Brasil. México acaba de aprobar una Reforma Energética de corte neoliberal –mucho más amplia y aperturista a la inversión extranjera que la presentada por el Presidente Peña Nieto al Congreso-, con lo cual se espera que México aumente su producción desde 2,5 MMBD en la actualidad hasta alrededor de 3,5-4 MMBD en 2025. En el caso brasileño, la producción ha caído sorpresivamente en 2013 reflejando la creciente utilización de PETROBRAS por el gobierno brasileño para objetivos distintos a los petroleros, así como la complejidad de producir en aguas profundas, aumentará en los próximos años. El plan de negocios de PETROBRAS espera elevarla desde 2,4 MMBD en 2012 hasta 3,4 MMBD en 2017, apalancada en las áreas pre-sal.
 
Todo esto implica una reducción del espacio de mercado para la OPEP en aproximadamente -1 MMBD en 2014, ubicándose en aproximadamente 29 MMBD a partir del próximo año y hasta 2020. No obstante, los pronósticos apuntan a un crecimiento de la oferta del crudo OPEP en aproximadamente +1,5 MMBD en 2014, en medio de problemas de cohesión interna del grupo. Libia en 2013 ha experimentado la toma de sus terminales petroleros por milicias, lo cual ha llevado su producción a sólo 0,55 MMBD y ha reducido sus exportaciones a niveles ínfimos. Empero, con apoyo externo, el gobierno libio intenta formar nuevas fuerzas de seguridad para fortalecer su control sobre las instalaciones petroleras, por lo cual es probable que su producción aumente en +0,5 MMBD en 2014, intentando volver paulatinamente a los niveles de 1,6 MMBD que tenía antes de la guerra civil de 2011.
 
El reciente acuerdo provisional del G-5+1 con Irán permitirá a las aseguradoras europeas respaldar sus embarques, permitiendo a Teherán llevar sus exportaciones a niveles promedio de 2012, lo que implica un aumento entre +0,3 MMBD y +0,5 MMBD en los próximos meses. Si un acuerdo definitivo toma forma y las sanciones son levantadas en 2014, Irán podría recuperar paulatinamente sus niveles de producción y exportaciones pre-sanciones. Así, el Ministro de Petróleo iraní Zanganeh anunció a sus socios OPEP su firme propósito de llevar su producción hasta 4 MMBD –actualmente produce 2,7 MMBD niveles similares a 1990- a partir de 2014: “aunque el precio llegue a 20 $/Bl, es nuestro derecho” sentenció amenazante. Aunque Irán alcance un acuerdo definitivo bien sabe que no podrá recuperar esos niveles inmediatamente, lo cual ha reconocido en el borrador del presupuesto 2014; sin embargo, ya ha dejado claro su intención. Con un acuerdo definitivo en 2014, Irán podría elevar su producción en los siguientes seis meses hasta 3,5 MMBD, pero le tomará más tiempo alcanzar 4 MMBD.
 
Arabia Saudita ha cubierto el vacío dejado por Libia e Irán en los últimos años, y le será más digerible reducir producción para hacerle espacio al primero. En Riad sentó mal el acuerdo con Irán, ya que fortalece indirectamente la proyección geopolítica persa en Medio Oriente. Hacerle espacio a Teherán, significa para Riad darle más dinero para apoyar a Assad en Siria y el resto de sus aliados.
 
Por su parte, Irak podría aumentar en +0,5 MMBD su producción hasta alcanzar 3,5 MMBD en 2014, aunque el Ministro de Petróleo iraquí Luaibi anunció su propósito en la OPEP de alcanzar la meta de 4 MMBD y no ha aceptado regresar al sistema de cuotas. Irak ha desplazado a Irán como segundo productor OPEP, y las agencias esperan que alcance 6 MMBD para 2020. Esto implica un desafío para Irán que no quiere verse relegado. Sin embargo, las cuestiones para Irak siguen siendo la seguridad –este año fue el más violento desde 2008-, los déficits de infraestructura –sobre todo de terminales- que han llevado a las empresas a cortar entre 2,35 y 2,65 MMBD las metas de producción para los principales yacimientos, los problemas político-burocráticos que han impedido aprobar una ley de hidrocarburos y han generado desencuentros con el gobierno provincial del Kurdistán que desea explotar sus reservas por su cuenta.
 
En consecuencia, Arabia Saudita debe decidir si asumirá como swing producer recortes de aproximadamente -2 MMBD para defender el precio objetivo OPEP de 100 $/Bl a costa de su participación de mercado; o dejará caer el precio hasta el piso de 85-90 $/Bl marcado por el costo de producción de los esquistos para afectar indirectamente a Irán; o buscará negociar un complicado acuerdo colectivo en la próxima reunión OPEP en junio de 2014. Riad que ha inyectado más de 130 millardos de dólares a su economía en 2013 para contener cualquier revuelta, necesita un precio de 70 $/Bl para lograr equilibrio fiscal. Además, posee reservas de 700 millardos de dólares, lo cual le permitiría soportar precios más bajos.
 
Para Venezuela, todo esto implica que no existe espacio en el mercado para el plan de expansión de la Faja Petrolífera del Orinoco que llevaría nuestra producción hasta 4 MMBD en 2015 y 6 MMBD en 2019, más allá de las dudas sobre la capacidad de ejecución de PDVSA. Asimismo, apunta a que debemos prepararnos para vivir con menores ingresos petroleros bien por posibles recortes OPEP o por la reducción del precio apuntando al piso de 85-90 $/Bl en los años que restan de la presente década.

@kenopina

La negociación con Guyana


 

Embajador (r) Sadio Garavini di Turno


En el comunicado conjunto que firmaron en Trinidad los cancilleres Jaua y Rodriguez, el pasado 17 de octubre, después del incidente en el cual el buque Teknic Perdana fue apresado por la Armada venezolana en la Zona Económica Exclusiva (ZEE) que proyecta el Delta del Orinoco, se menciona el inicio de unas “negociaciones técnicas” entre Venezuela y Guyana. Al respecto es necesario subrayar lo siguiente:
 
Tomando en cuenta que Guyana  ha presentado unilateralmente a la comunidad internacional una línea de delimitación de áreas marinas y submarinas, entre la zona en reclamación y el estado Delta Amacuro orientada hacia occidente, que le cercena a Venezuela centenares de miles de kilómetros cuadrados de ZEE, cerrándole además la libre salida al Atlántico, Venezuela debe afirmar públicamente que la salida libre al Atlántico no es negociable y la Armada debe continuar su tradicional patrullaje en la zona. Por tanto al oeste de Punta Playa no hay nada que negociar, sólo hay que patrullar. Sin embargo, hay que aprovechar el interés de Guyana en ampliar su Plataforma Continental y en explorar el potencial de hidrocarburos en “su” fachada atlántica para reactivar el proceso de negociación sobre el Esequibo, en el marco del Acuerdo de Ginebra de 1966, único marco jurídico vigente entre las partes, empezando por nombrar un negociador-facilitador por Venezuela a tiempo completo, apoyado además por un pequeño equipo de apoyo que le permita hacer un adecuado “lobby” en la ONU y en la comunidad internacional, particularmente en el Caribe.  También hay que reiterar que, de acuerdo al artículo 5 del Acuerdo de Ginebra, Venezuela desconocerá toda actuación de transnacionales  en áreas terrestres, marinas y submarinas en la zona en reclamación.
 
La reclamación del Esequibo y la defensa de nuestros derechos en la fachada atlántica del delta del Orinoco son dos temas distintos pero íntimamente relacionados. Hay que  exigir que las negociaciones  deben darse en un ambiente de transparencia, los nombres de los negociadores por Venezuela deben ser conocidos y deberían ser escogidos entre los expertos en la materia.
 
Guyana buscará negociar una línea de delimitación marítima, dejando de lado la negociación sobre la zona en reclamación y aunque teóricamente no sería imposible delimitar, reservando nuestros derechos sobre la zona en reclamación, en la práctica entregaríamos uno de los pocos mecanismos de presión que Venezuela tiene sobre Guyana para que negocie un arreglo práctico a la controversia, porque una vez logrado un acuerdo sobre una línea de delimitación de áreas marinas y submarinas entre el estado Delta Amacuro y la Zona en Reclamación, aunque nos reservemos los derechos sobre la misma, Guyana se sentiría en libertad de reiniciar el otorgamiento de concesiones a transnacionales sobre la base de la delimitación acordada con Venezuela. Por tanto, obviamente, se haría mucho más difícil encontrar un arreglo práctico a la controversia.
 
Publicado originalmente en El Universal

Posconflicto y "refundación" del Estado en Colombia



Dr. Gustavo Palomares Lerma

La aplicación de los acuerdos de paz en un escenario de posconflicto en Colombia debe suponer una verdadera refundación del Estado y, por ende, de algunas de sus políticas públicas estratégicas para que este paso histórico cumpla el papel transformador en la sociedad colombiana que impida un “cierre en falso” del proceso de superación histórico de la violencia.
 
El éxito o fracaso en estas políticas transformadoras del Estado dependerá, en buena medida, de la capacidad para fortalecer la estructura territorial en una dinámica decidida descentralizadora y federalizante. La exigencia histórica de un nuevo “pacto” regional —mejor, federal—, acorde a la diversidad geográfica, con una nueva estructura administrativa moderna diversificada que instale capacidades humanas y materiales en las regiones. En resumen, construir Estado presente y activo en el territorio.
 
En Colombia, las políticas públicas se han desenvuelto en una especie de “esquizofrenia” entre el marco jurídico constitucional descentralizador y la práctica gubernamental del día a día, centralista y centralizadora. Sin embargo, las principales dinámicas presentes y futuras que afectan a las políticas públicas esenciales del Estado colombiano en ámbitos estratégicos de los acuerdos de paz y en la gestión del posconflicto, pero sobre todo en el desarrollo y la protección de los derechos fundamentales de la población —especialmente la más vulnerable—, pasan principalmente por la periferia territorial y no por el centro bogotano.
 
Se abre camino en este escenario futurible deseable, la posición de aquellos que defendemos un “Estado inteligente”, en donde la inteligencia radica en poner la ecuación social y la realidad descentralizadora como centros definidores de sus políticas públicas. La resolución de esta ecuación arroja siempre el mismo resultado: una sociedad más justa, igualitaria y avanzada.
 
Sin embargo, para que el Estado pueda realizar ese papel de motor transformador en Colombia en una realidad diaria en paz, es esencial introducir cambios profundos en su cultura democrática. La democracia no es sólo la única forma compatible con la libertad y la justicia; también es la única forma de participación política que basa su esencia en la igualdad y en la equidad. Estos dos principios no sólo son la esencia y el valor de la democracia —como decía Kelsen—, sino que son la base de una verdadera cultura de y para la paz.
 
La consecuencia inmediata de la aplicación de los acuerdos de paz tiene que ser la voluntad decidida para construir ese Estado transformador. Esta nueva forma “inteligente” de entender la realidad estatal y las políticas públicas, en una realidad desigual como la colombiana, es lo contrario de un “Estado bruto”, ese “Estado mínimo” que sólo llega a ser “suficiente” para unos pocos, ausente en gran parte de su estructura territorial, de acciones puntuales y sobre una base asistencial. El Estado que necesitamos para este nuevo tiempo, por el contrario, es aquel que se identifica por tener verdaderas políticas de Estado —no de partidos— en educación, salud, nutrición, cultura; orientado hacia la superación de las gruesas inequidades, capaz de impulsar la concertación entre lo económico y lo social; un gran promotor de la sociedad civil. El Estado de concertación que necesitamos para este escenario de recuperación de valores se opone a ese otro que conocemos bien después de sufrirlo tanto tiempo: el que planifica íntegramente de forma hermética las políticas públicas con una escasa participación de los territorios y ninguna de la ciudadanía.
 
En esta nueva fase histórica necesitamos superar la guerra para poder ocuparnos de los conflictos lógicos en cualquier sociedad democrática; para ello debemos partir de una perspectiva que considere la realidad estatal como un todo complejo en donde la visión descentralizada, a la hora de asegurar la presencia, el buen gobierno y efectividad del Estado colombiano, es una de las piezas fundamentales para el desarrollo y para hacer posible una sociedad colombiana en paz, más justa e igual, para nosotros y para nuestro hijos.
 
En conclusión, la necesaria reforma y “refundación” del Estado colombiano no puede plantearse como hacía el príncipe de Salina en la novela El Gatopardo, de Giuseppe Tomasi di Lampedusa, cuando decía “… cambiémoslo todo para que todo siga igual”.

miércoles, 27 de noviembre de 2013

Irán: La gran apuesta de Obama


Dr. Kenneth Ramírez

Domingo 24 de noviembre. La madrugada ginebrina fue interrumpida por los cancilleres del G-5+1 (EEUU, Reino Unido, Francia, Rusia, China y Alemania) e Irán para anunciar que habían alcanzado un acuerdo provisional sobre el programa nuclear iraní. El colofón de largas negociaciones y contactos secretos desde la llegada del Presidente reformista Rouhani al Palacio de Sadabad.
Muchos están anunciando el acuerdo como “un avance histórico” hacia “una nueva era”, y en efecto supone un capítulo nuevo e importante, pero aún es pronto para descorchar el champagne. Recordemos el pre-acuerdo de Ginebra de octubre de 2009 que quedó aparcado pocos meses después, o la fallida “Declaración de Teherán” alcanzada en mayo de 2010 por Brasil, Turquía e Irán. Lo alcanzado es un acuerdo temporal sobre algunos aspectos puntuales, ni más ni menos. En palabras del Secretario de Estado, John Kerry: “un buen primer paso”.
El acuerdo de Ginebra no obliga a Irán a cumplir de inmediato con las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU –que exigen la suspensión de su programa nuclear y le han impuesto cuatro rondas de sanciones. En cambio, le permite conservar la mitad de sus 200 kgrs de uranio enriquecido al 20%, y rebajar el resto hasta el 5%. También le compromete a no realizar ningún avance en sus instalaciones de Natanz y Fordow, y a no enriquecer más uranio al 5% en los próximos 6 meses -ya dispone de unas seis toneladas-; sin que esto comprometa su derecho a seguir haciéndolo más adelante. Para obtener esto, Irán aceptó proporcionar más información y permitir más inspecciones de la AIEA a todas sus instalaciones -incluyendo el reactor de agua pesada de Arak y la base militar de Parchin. Asimismo, aceptó no instalar ni fabricar más centrifugadoras.
A cambio, Irán verá aliviada su situación económica al poder recuperar parte de sus exportaciones petroleras –han caído en 1 millón de barriles o 40% desde 2011 por las sanciones- y ver desbloqueados algunos fondos retenidos en el exterior. Además, se suspenden las sanciones estadounidenses y europeas a los sectores petroquímico, automovilístico y aeronáutico. A esto debe añadirse el compromiso de no imponer nuevas sanciones en los próximos 6 meses y abrir un canal de comercio para necesidades humanitarias. Según Washington, este levantamiento de sanciones “limitado, temporal y reversible” equivale a 7 millardos de dólares.
En consecuencia, el acuerdo dejó la mayor parte de las sanciones vigentes y, si Teherán lo cumple, evitará que avance más hacia una total capacidad de construir armas nucleares mientras continúan las negociaciones. Pero todavía el asunto no ha concluido. Nada impide que Irán retome más adelante su programa nuclear si en los próximos 6 meses no se llega a un acuerdo “integral”. No obstante, siguen existiendo diferencias entre las partes sobre temas clave como el enriquecimiento; y el Presidente Obama se enfrenta a la dura oposición republicana en el Congreso y de sus grandes aliados en la región (Israel y Arabia Saudita). En otras palabras, aún falta un largo trecho, y podríamos observar tres resultados posibles en 2014:
a) Acuerdo Integral: las partes logran negociar con éxito un acuerdo integral que desmantela todos los aspectos críticos del programa nuclear iraní. A partir de allí, se levantarían las sanciones internacionales. Este sería el mejor resultado para el Presidente Obama que se apuntaría una victoria diplomática contundente, pero resulta poco probable que Irán haga todas estas concesiones.
b) Acuerdo parcial: el acuerdo provisional de 6 meses expira y las partes aceptan extenderlo. Con el tiempo, lo temporal se convierte en permanente. Una variante implica un nuevo acuerdo que apenas iría más allá del provisional. Al aplicarse estrictamente, se impide que Irán obtenga la bomba y se levantan sanciones adicionales, pero Teherán conserva una importante capacidad nuclear latente. Esto recibiría muchas críticas, pero la Casa Blanca lo defendería como un logro.
c) Fracaso: el acuerdo provisional comienza a desmoronarse después de 6 meses o incluso antes, e Irán reanuda con fuerza su programa nuclear. El Presidente Obama tendrá que impulsar más sanciones y considerar seriamente emprender una acción militar costosa, o ver hundida su credibilidad, ya que así como sucedió en Siria sus palabras se le tornarán en contra. Recordemos que siempre ha dicho que un Irán nuclear es “inaceptable”. Los republicanos le acusarán de haber socavado el prestigio y las alianzas de EEUU en Medio Oriente.
Más allá del programa nuclear iraní, el Presidente Obama parece estar apostando por generar una dinámica que le permita mejorar sus relaciones con Teherán y modelar el equilibrio de poder en Medio Oriente, lo cual podría intentar impulsar bien con un acuerdo integral o parcial. Desde la perspectiva del Presidente Obama, los intereses a largo plazo de EEUU se sirven mejor al reintegrar a Irán como potencia regional, expandir sus alianzas para incluirle y evitar que ningún Estado domine Medio Oriente: una suerte de reedición de la política de los “pilares gemelos” vigente hasta la caída del Sha en 1979. Esto además fortalecería teóricamente a los reformistas en Teherán y haría a Irán menos radical en el exterior (por ejemplo, en Líbano, Irak y Siria). Pero todo ello requerirá tranquilizar a Israel y Arabia Saudita que recelan del poder persa en la región; y gestionar la oposición republicana en el Congreso. Tal apuesta puede darle al Presidente Obama un triunfo similar al del Presidente Nixon con China; y llenaría de renovado sentido su errático curso de acción en Siria –que sería visto en retrospectiva como un gambito. Pero Irán, que ya fue la tumba del Presidente Carter, puede ser también la del Presidente Obama si su apuesta termina en un gran fracaso.
@kenopina

miércoles, 30 de octubre de 2013

El Esequibo y la fachada atlántica


Embajador (r) Sadio Garavini di Turno

La reclamación del Esequibo y la defensa de nuestros derechos en la fachada atlántica del Delta del Orinoco son dos temas relacionados pero distintos. El buque Teknic Perdana, contratado por Guyana para actividades de exploración petrolera, fue interceptado recientemente en la Zona Económica Exclusiva (ZEE) que proyecta el Delta del Orinoco y que ha sido tradicionalmente patrullada por la Armada. Guyana, por su parte, ha presentado unilateralmente a la comunidad internacional una línea de delimitación de áreas marinas y submarinas entre la zona en reclamación y el estado Delta Amacuro orientada hacia occidente, que le cercena a Venezuela centenares de miles de kilómetros cuadrados de ZEE, cerrándole además la libre salida al Atlántico.
 
Antes y durante las negociaciones que anunciaron recientemente los cancilleres Jaua y Rodrígues Birkett en Trinidad, Venezuela debe afirmar públicamente que la salida libre al Atlántico no es negociable y la Armada debe continuar su tradicional patrullaje en la zona. En cambio, hay que aprovechar el interés de Guyana en ampliar su Plataforma Continental y en explorar el potencial de hidrocarburos en "su" fachada atlántica para reactivar el proceso de negociación sobre el Esequibo, en el marco del Acuerdo de Ginebra de 1966, empezando por nombrar un negociador-facilitador por Venezuela a tiempo completo, apoyado además por un pequeño equipo de apoyo que le permita hacer un adecuado "lobby" en la ONU y en la comunidad internacional en general, particularmente en el Caribe.
 
El hecho que el actual negociador Roy Chaderton es también embajador en la OEA, representante de Venezuela en las negociaciones de paz entre las FARC y el gobierno colombiano, miembro del Consejo de Estado y diputado principal en el Parlamento Latinoamericano demuestra la falta de interés y la irresponsabilidad que el Gobierno ha tenido respecto a la reclamación. Es importante también aclarar que el representante del Secretario General de la ONU en el proceso de los "buenos oficios", Norman Girvan, debe limitarse a ayudar a las partes a buscar una solución satisfactoria para el arreglo práctico de la controversia sobre el Esequibo, en el marco del Acuerdo de Ginebra.
 
Por cierto, es importante resaltar que Guyana, en estos últimos tiempos, dado que el reglamento de la Comisión de Límites de la Convención del Mar de la ONU impide que la Comisión pueda analizar una solicitud de ampliación de Plataforma Continental en una zona en disputa, ha reiterado en varias ocasiones que no existe una controversia territorial con Venezuela, desconociendo la letra y el espíritu del Acuerdo de Ginebra. Un análisis de este delicado y grave tema escaparía a la economía de estas breves notas, sin embargo en esta materia la posición del gobierno venezolano debe ser muy firme y el buen oficiante Norman Girvan puede y debe intervenir.
 
Publicado originalmente en El Universal

viernes, 25 de octubre de 2013

6 meses de política exterior de Maduro


Dr. Kenneth Ramírez
 
Han pasado poco más de 6 meses desde que Nicolás Maduro juró el cargo como Presidente de Venezuela. Maduro ha empleado 33 de sus 190 días en el Palacio de Miraflores, para realizar 15 viajes al exterior por 19 países diferentes –visitando Cuba, Ecuador, Nicaragua, Bolivia y Uruguay en más  de  una  oportunidad-, ha participado en cumbres de la ALBA, MERCOSUR, UNASUR, PETROCARIBE, CARICOM y el FPEG, y ha recibido altos representantes de diferentes países.
 
Para efectos de análisis, podemos dividir su política exterior en dos etapas. La primera que se extiende desde su rauda asistencia a la Cumbre Extraordinaria de UNASUR celebrada en Lima el 18 de abril –horas antes de su juramentación- para discutir la situación política venezolana marcada por la tensión posterior a las elecciones del 14-A, hasta la Cumbre del MERCOSUR celebrada en Montevideo el 12 de julio; caracterizada por un gran activismo internacional de Maduro para lograr reconocimiento y legitimidad. Mientras la segunda etapa podemos identificarla desde la Cumbre Binacional con Juan Manuel Santos en Puerto Ayacucho el 22 de julio hasta el presente, caracterizada por un menor activismo, la reivindicación del legado internacional de Chávez y la crisis económica doméstica.

Debido a su ajustada y controvertida victoria en las elecciones del 14-A y la impugnación de la misma por la MUD a nivel interno y externo, Maduro no gozó de la luna de miel que acompaña a los mandatarios en sus primeros días. Después de la Cumbre Extraordinaria de Lima, UNASUR saludó a Nicolás Maduro como Presidente, hizo un llamado a que todo reclamo se realizase dentro del ordenamiento jurídico y tomó nota positiva de la decisión del CNE de implementar “una metodología” –sin ahondar en detalles- para auditar el total de las mesas electorales. Acto seguido los líderes de Argentina, Colombia, Brasil, Perú, Uruguay, Cuba, Honduras, República Dominicana, Nicaragua e Irán asistieron a la toma de posesión de Maduro. Esta fue, sin duda, una primera victoria diplomática.

A pesar de esto, en sus primeros días, Maduro acumuló varios desencuentros internacionales debido a la crisis electoral. Al canciller español, José García-Margallo, lo mandó a “sacar sus narices de Venezuela” cuando manifestó su disposición a ayudar. Al Ex-Canciller peruano, Rafael Roncagliolo, le dijo haber “cometido el error de su vida” al presentar un pedido a la UNASUR para evaluar una segunda declaración que solicitara “tolerancia y diálogo”. Tildó al Presidente Obama de ser “el jefe mayor de los diablos” y acusó al Ex-Presidente Uribe de encabezar un “complot” para derrocarlo, lo cual hizo extensivo al Presidente Santos cuando sostuvo una reunión privada con Henrique Capriles. Además, acusó al Secretario de la OEA de “cínico e injerencista”, por solicitar diálogo.

Maduro utilizó PETROCARIBE, ALBA y MERCOSUR para desactivar los intentos de la MUD de formar un bloque de parlamentos y gobiernos a nivel hemisférico para presionar a favor de la realización de una auditoría integral de todo el material electoral desde UNASUR y la OEA, así como toda posible activación de la Carta Interamericana Democrática.

Además, desplegó iniciativas diplomáticas de apertura –hoy vistas como meras tácticas tendientes a afianzar su reconocimiento-, como la Reunión Jaua-Kerry al margen de la Asamblea General de la OEA celebrada en Guatemala el 5 de junio y la gira europea realizada del 16 al 20 de junio por Italia, El Vaticano, Francia y Portugal, que incluyó la simbólica audiencia con el nuevo Papa Francisco. Esas dos reuniones, fueron nuevas victorias diplomáticas, ya que le dieron mayor legitimidad y cerraron la puerta a las denuncias que realizaba la MUD. Maduro coronó esta etapa con una gira por Rusia y Belarús, y su asunción de la Presidencia pro-témpore del MERCOSUR en la Cumbre de Montevideo -a pesar de las objeciones del nuevo Presidente de Paraguay, Horacio Cartes.

Una vez superada la crisis electoral y con amplio reconocimiento, Maduro ha disminuido la frecuencia de sus viajes al exterior y ha retomado el discurso anti-imperialista. Esto pudo observarse con la visita a Cuba en el 60° Aniversario del asalto al Cuartel Moncada el 26 de julio, la definitiva salida de la Convención Americana sobre DDHH, y las protestas de la ALBA por el espionaje denunciado por Snowden y la irrespetuosa retención del avión del Presidente Morales en Europa. No obstante, estos últimos eventos mostraron también que su liderazgo en una ALBA en declive, se encuentra disputado por Rafael Correa. Asimismo, en esta segunda etapa, Maduro ha buscado apoyos para paliar la crisis económica -al tiempo que intenta desviar la atención de la misma-, mediante la profundización de las relaciones con los socios considerados estratégicos, la reconciliación con el Presidente Santos y por nuevas puestas en escena frente a EEUU.

Cuando lucía inminente un ataque de EEUU a Siria a principios de septiembre, el Presidente Maduro le envió una carta –tan poco diplomática como intrascendente- al Presidente Obama para intentar liderar la opinión pública mundial contra EEUU, tratando de emular a Chávez en la antesala de Irak. No obstante, el Acuerdo de Ginebra entre EEUU y Rusia para destruir el programa químico sirio, le tomó con el pie cambiado y prefirió por ello no acudir a la Asamblea General de la ONU.

La crisis económica le obligó a viajar a China en septiembre para pedir un nuevo préstamo y ofrecer nuevos bloques de la Faja, así como solicitar nuevos préstamos a empresas petroleras a través de PDVSA. Asimismo, le llevó a cerrar el canal de diálogo con EEUU a finales de septiembre, mediante la expulsión de su Encargada de Negocios, Kelly Keiderling, para tratar de desviar la atención de los problemas económicos. En octubre, la agudización de la crisis y la cercanía de las elecciones municipales, han generado sendas ausencias de Maduro en una cita con Morales y Correa en Bolivia y en la XXIII Cumbre Iberoamericana en Panamá, y el ofrecimiento de ayuda de Brasil a través de Marco Aurelio García.

En definitiva, hemos visto a un Maduro que ha optado por retomar la política exterior de Chávez -incluyendo su falta de contundencia respecto al Esequibo. Sin embargo, la ausencia del líder carismático, las capacidades económicas y petroleras mermadas, y el cambio de la coyuntura internacional –marcada por el repliegue de EEUU y la transición a la multipolaridad- introducen varias incógnitas sobre la viabilidad del proyecto internacional del chavismo a largo plazo.

Irán: un nuevo camino

 
Embajador (r) Julio César Pineda
 
Arabia Saudita ha sorprendido al mundo con la renuncia al puesto en el Consejo de Seguridad, que recientemente había conquistado a pesar del interés que había manifestado para formar parte del más importante órgano de decisión de la ONU.

La molestia la justificaba por la necesaria reforma del actual sistema de Naciones Unidas y especialmente los cambios en el Consejo de Seguridad, para servir a la paz y la seguridad internacionales. Criticaba la ausencia de una solución justa y permanente a la causa palestina luego de 65 años de confrontaciones, como la ineficacia de este organismo frente al "gobierno de Siria" que "mata y quema a su pueblo con armas químicas"; y la incapacidad de la ONU para implementar una región libre de armas de destrucción masiva, seguramente refiriéndose a Israel e Irán. Esto ratifica la actitud asumida en la 68 Asamblea General, cuando el canciller de Arabia Saudita sin previo aviso retiró su derecho de palabra en el tradicional discurso que pronuncian los Jefes de Estado y los ministros de Relaciones Exteriores. Tratándose del mayor productor y exportador de petróleo y un cercano aliado de Washington, llama la atención y obliga a una explicación. La monarquía saudita está molesta con la diplomacia de Barack Obama en el Medio Oriente, especialmente con el acercamiento y el diálogo con el nuevo presidente iraní Hassan Rouhani. Irán es la expresión opuesta del Islam sunita que dirige la casi totalidad de Estados árabes, el arco chiíta manejado por Teherán tiene una fuerte presencia en Siria, pero también en Iraq y una importante representación en el Líbano con el Hezbolá, por eso las críticas de Riad, que hubiera preferido el ataque militar contra Siria y una línea más fuerte contra los Hermanos Musulmanes en Egipto.

El calentamiento de los vínculos diplomáticos entre Teherán y Washington no solo preocupa a Arabia Saudita y a otros gobiernos árabes que ven el régimen iraní como rival político-hegemónico y como factor religioso y etnocéntrico. En muchos de los gobiernos árabes sunitas, hay fuertes contestaciones chiítas que miran siempre hacia Teherán.

Paradójicamente la nueva política de Arabia Saudita la acerca a Israel, frente al deshielo diplomático de Washington y Moscú. El Primer Ministro Netanyahu ha advertido, que a diferencia de Ahmadinejad que era un lobo vestido de lobo, Rouhani se presenta como un lobo vestido de cordero, y que lo que está tratando al ofrecer el diálogo a Occidente, es ganar tiempo para su programa nuclear militar, Israel no olvida la amenaza de Ahmadinejad de borrar al Estado judío del mapa. Sin embargo el Ministro israelí de Finanzas Yair Lapid, recomendó a su pueblo estar abierto a todas las negociaciones, para soluciones pacíficas e incluso criticó la orden de Netanyahu de retirar sus diplomáticos de la sala de ONU cuando hablaba el presidente Rouhani. Siempre Israel ha afirmado la posibilidad de un golpe preventivo, para impedir el acceso de Irán al arma nuclear. Con Barack Obama ha habido discrepancias también en relación a su propuesta de un Estado Palestino independiente en Cisjordania, región ocupada por Israel.

Estuvimos presentes en Nueva York en esta Asamblea General que marca una nueva era en las relaciones internacionales, con un nuevo espíritu de diálogo y de cooperación. Todo producto del discurso del presidente Hassan Rouhani, cuando tendió su mano y ofreció el diálogo y la negociación al mundo occidental. Seguimos la respuesta favorable del presidente Barack Obama primero en los medios de comunicación y luego la llamada telefónica de 15 minutos al Presidente Rouhani, rompió el hielo de 34 años desde la última llamada del presidente Carter al Sha de Irán, días antes de su derrocamiento.

Un proyecto de paz entre Washington y Teherán ayuda como estamos viendo a resolver el caso sirio, con un primer paso en la destrucción de las armas químicas, donde Rusia y China en armonía con Irán, se han puesto de acuerdo con Francia, Inglaterra y EEUU. El 23 de noviembre será la Conferencia de Paz de Siria. Pero también puede ayudar a una solución definitiva del diferendo palestino-israelí y de otras confrontaciones en el Medio Oriente, donde es posible que ahora Irán no sea visto como una amenaza para Occidente, ni para sus vecinos árabes e Israel. El nuevo gobierno iraní debe dar garantía de uso pacífico del átomo y facilitar los controles internacionales de su industria nuclear, como lo hacen los 60 Estados que desarrollan la energía nuclear con fines pacíficos.

América Latina y particularmente Venezuela no puede estar ajena a estos cambios en el sistema internacional.
 
Publicado originalmente en El Universal

jueves, 19 de septiembre de 2013

El Acuerdo de Ginebra sobre Siria


Dr. Kenneth Ramírez

Lunes 9 de septiembre. Mañana fresca y parcialmente nublada en Londres. El Secretario Kerry se aprestaba a realizar la rueda de prensa con el Canciller británico Hague, en el palacio neo-renacentista italiano que alberga el Foreign Office en Whitehall. Las noticias en Washington resultaban preocupantes. Las últimas encuestas mostraban un aumento de la oposición de los estadounidenses a un ataque a Siria. En consecuencia, se estaba gestando una revuelta silenciosa en la Cámara de Representantes. El Presidente Obama había conseguido victorias tempranas con la aprobación de una Resolución en el Comité de Relaciones Exteriores del Senado el 4 de septiembre, y el respaldo de los líderes de los partidos en ambas cámaras. Empero, los representantes con la mente puesta en las elecciones de medio término a finales de 2014, estaban dispuestos a revelarse contra sus autoridades. El frente internacional volvía a cobrar fuerza.
 
Después de exponer su posición y subrayar el respaldo de 33 países a la declaración que pedía una “respuesta internacional firme en Siria”, le hicieron la pregunta de rigor sobre la posibilidad de evitar el ataque. En lugar de responder negativamente, el Secretario Kerry intentó desarmar al periodista: “Seguro que sí, si Assad entrega todas y cada una de sus armas químicas a la Comunidad Internacional la próxima semana -entregarlas todas y sin retraso. Pero no lo va a hacer y además no se puede hacer” dijo despreocupadamente. No sospechaba que su comentario activaría al ágil Canciller ruso Lavrov, quien en cuestión de horas, presentó una propuesta para colocar todas las armas químicas sirias bajo control internacional y logró el respaldo público de Assad. Acto seguido, el Presidente Putin se permitió publicar una columna en el New York Times dirigida al “pueblo estadounidense” -recurso muy manido por EEUU desde los tiempos de Wilson- donde hacía un llamado a la “cautela”, ya que atacar Siria traería como consecuencia “más víctimas inocentes y una escalada”, además “desataría una nueva ola de terrorismo”. EEUU había sido puesto contra las cuerdas.
 
La maestría de la jugada diplomática rusa estribaba en que ofrecía protección a su aliado Assad, al tiempo que una salida para un Presidente Obama que no quería atacar, que no tenía respaldo de la ONU ni de los estadounidenses y ahora corría el riesgo de una derrota en la Cámara de Representantes; pero que tampoco podía voltear hacia otro lado sin daño a su credibilidad y capacidad disuasiva. El Presidente Obama desde el Salón Este de la Casa Blanca el jueves 12 de septiembre, aceptó la propuesta rusa y la valoró como producto de su amenaza creíble de utilizar la fuerza. Le pidió al Congreso que retrasara la votación sobre Siria – sin descartar un ataque en caso de fracasar esta iniciativa diplomática.
 
El acuerdo final fue alcanzado el sábado 14 de septiembre en Ginebra, tras intensas negociaciones entre el Secretario Kerry y el Canciller Lavrov, el cual quedó compuesto por cuatro grandes aspectos: 1) Siria debe firmar la Convención de Prohibición de Armas Químicas, con el compromiso de EEUU y Rusia de asegurar la destrucción del programa de armas químicas sirio a través de una Resolución en el Consejo de Seguridad; 2) Siria debe presentar en una semana una lista completa de nombres, tipos y cantidades de sus agentes de armas químicas, municiones y sitios de almacenamiento, producción e investigación; 3) Siria debe proporcionar apoyo a los inspectores de la Organización para la Prohibición de Armas Químicas (OPCW) y la ONU, que deben culminar su verificación en noviembre de 2013; 4) Destruir todos los equipos de producción, mezcla y llenado para noviembre de 2013; y eliminar todas las armas químicas en el primer semestre de 2014.
 
Aún no sabemos si este acuerdo, difícil de implementar en medio de una guerra, tendrá éxito. Lo que sí sabemos es que el Presidente Putin se ha apuntado una victoria diplomática al erigirse como gran árbitro. Por otra parte, el Presidente Obama ha dejado claro que seguirá apoyando a los rebeldes sirios: los perdedores de este acuerdo. Todo esto nos remite a dos escenarios posibles:
 
a) Éxito diplomático: Assad accede a la entrada de los inspectores de la ONU y la OPCW, entrega las armas químicas y se ve forzado a abrir unas negociaciones de paz que le llevarán a ceder el poder a un gobierno provisional. La guerra civil termina y Assad se exilia en Moscú. La experiencia de Irak servirá para no cometer el error de desmontar las instituciones del Estado y el Ejército. Las minorías alawita, kurda, cristiana y drusa son incluidas junto a la mayoría sunita en un sistema de reparto de poder donde es necesario el consenso, siguiendo el modelo del Acuerdo de Taif de 1989 que cerró la guerra civil libanesa. EEUU y Rusia ejercen influencia compartida. Se genera una dinámica que permite incluir a Irán y entrar en negociaciones fiables sobre su programa nuclear. El Presidente Obama deja como legado la culminación de las guerras en el Medio Oriente y el “pivote al Pacífico” para encarar el ascenso de China.
 
b) Estratagema: Assad evita los bombardeos de EEUU gracias a un cumplimiento limitado del Acuerdo de Ginebra, y aprovecha la estratagema diplomática para afirmarse en el conflicto gracias al apoyo de Hezbollah y las armas que le suministran rusos e iraníes. Juega con los inspectores de la ONU y la OPCW y les entrega sólo una parte de su arsenal químico. EEUU y las monarquías del Golfo suministran armas y entrenamiento a los rebeldes. La cruenta guerra civil continúa y la credibilidad internacional de EEUU sufre un serio revés. Siria empaña el legado de Obama y los republicanos le acusan de haber debilitado a EEUU en el Mundo. Lamentablemente el escenario más probable, ya se observan dilaciones.

Escenarios de pos-conflicto: errores y recomendaciones

 
Dr. Gustavo Palomares Lerma
 
Las distintas experiencias internacionales en gestión del posconflicto, siendo todas radicalmente diferentes y no comparables —ni tan siquiera como hipótesis— parten de una evidencia que se convierte en axioma: lo fácil es firmar, lo difícil es cumplir.
 
Las dificultades para ejecutar y llevar a cabo los acuerdos en el nuevo escenario propicio de paz no sólo se encuentran en la acomodación de éstos a una realidad diversa, desigual y descentralizada, como es la colombiana, sino también en no cometer errores que provoquen “cierres en falso” que abran espacios a la frustración, al sentimiento de engaño, a la falta de justicia o a la insuficiente reparación.
 
Si revisamos situaciones tan dispares como pueden ser la española, derivada de una guerra civil —sin ser extensible a otra realidad española como la del conflicto vasco—, la de los enfrentamientos sangrientos en Centroamérica, por no hablar de las luchas tribales en el centro de África, los procesos de transición y consolidación democrática en el cono sur latinoamericano o, incluso, la nueva realidad interracial sudafricana; todos estos casos demuestran que, para que no exista vuelta atrás en estos procesos, es fundamental conocer la verdad; no “enterrar” la memoria histórica y resarcir económica y, sobre todo, moralmente a las verdaderas víctimas inocentes. La reconciliación no es posible si las víctimas sienten que existe impunidad.
 
Leyes de víctimas cortas y planes de reinserción mal orientados —origen de bacrim y maras— como ocurrió en Centroamérica; leyes de perdón y “punto final” que suponían claros ejercicios de impunidad —incluso con delitos graves de lesa humanidad— como ocurrió en el cono sur; o incluso, leyes de memoria histórica y de reparación insuficientes, o también amnistías y grandes silencios, como ocurre respectivamente en España y Chile, provocan que estos procesos superadores de la violencia se encuentren condenados a repetirla en sus distintos tipos y formas, reabriendo cada cierto tiempo esas heridas no cerradas.
 
Un error repetido y grave en estos escenarios posteriores a situaciones conflictivas en proceso de transición es la falta de un proceso de legitimación de “abajo arriba” que suponga una apropiación del mismo por parte de la ciudadanía implicada. Es el caso de acuerdos de paz firmados en la mesa de negociación, incluso con proceso constituyente en marcha, con gran despliegue mediático y gran cobertura internacional, que son rechazados electoralmente —como ocurrió en Guatemala— o que no logran una aceptación homogénea dentro de cada una de las filas de los contendientes y que provocan brotes de recrudecimiento de la violencia en escenarios de posconflicto, como ocurrió en el caso de Irlanda del Norte. Es imprescindible crear condiciones sociológicas, simbólicas e, incluso, míticas, capaces de propiciar un imaginario colectivo superador de la violencia, como ocurrió en Sudáfrica. Mandela y su Invictus es un ejemplo de refundación personal y nacional.
 
La pedagogía de la paz es un ejercicio imprescindible para preparar al tejido social en una dura labor de comprensión, aceptación y abandono de la violencia como un elemento de normalidad social. Este ejercicio debe partir de un reconocimiento responsable de los errores cometidos durante el conflicto para desde ahí, plantear nuevos compromisos éticos e, incluso, morales de protagonismo en la paz. Nuevos “pactos” individuales y colectivos transformadores de la violencia y, sobre todo, de las causas que la provocan. En conclusión, crear un nuevo escenario, de verdad; no cambiarlo todo —también la Constitución— para que todo siga igual.

martes, 17 de septiembre de 2013

Gibraltar: estrecho de la discordia


 
Rossa Charum
Luego de tres siglos de un disperso, pero latente conflicto entre Reino Unido y España por el pequeño territorio de Gibraltar, la tensión en las relaciones hispano-británicas no para de crecer desde que a finales del mes pasado el gobierno de Gibraltar decidió hacer uso de aguas territoriales, cuya posesión aún disputa España, y de las cuales obtiene ganancias.
Gibraltar fue cedido por España, al Reino Unido, como lo estableció el Tratado de Utrecht en 1713. Tiempo después, en 1969, Gibraltar pasó de ser una colonia británica, para convertirse en un Territorio de Ultramar, donde el gobierno de Reino Unido ejerce soberanía en materia de política exterior y asuntos económicos. La autodeterminación del pueblo de Gibraltar no ha sido oficialmente reconocida por la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas, sin embargo, a lo largo de la historia se han realizado varias consultas referendarias a la población de Gibraltar sobre si desean continuar bajo la soberanía británica -cuya respuesta siempre ha sido afirmativa.
España, históricamente, ha mantenido una política exterior de reclamo para obtener la re-cesión de este territorio a su poder; y en este conflicto en concreto, ha decidido radicalizar sus acciones en lo que se conoce como el Istmo o Verja de Gibraltar (barrera que divide Gibraltar de España) obstaculizando la actividad económica de los gibraltareños y generando retraso y pérdida para los que por allí circulen, alegando la intención de prevenir el contrabando en una zona de tanta importancia. Incluso, el Ministro de Asuntos Exteriores de España, manifestó la convicción española de dirimir esta controversia, bien en el Tribunal de la Haya o en el Consejo de Seguridad de la ONU, donde ha manifestado querer establecer una alianza con Argentina, quien será miembro pro-témpore de dicho órgano, y que mantiene un conflicto similar con Reino Unido por el territorio británico de ultramar conocido como islas Malvinas. Esta última expectativa ha sido foco de críticas por parte de la oposición creciente al gobierno español, quien califica de riesgoso establecer alianzas que podrían resultar perjudiciales a largo plazo, refiriéndose específicamente al gobierno argentino, y dejando claro, que a pesar de sus diferencias, España y Reino Unido mantienen una relación muy estrecha como miembros de la Unión Europea.
Reino Unido, arguye que España sólo quiere desviar la atención, debido a que ha sido uno de los más afectados por la crisis del Euro, y su situación interna tanto política como económica, es dificultosamente sostenible. Su alegato se resume a que la autodeterminación de Gibraltar es más importante que la integridad territorial de España, y que las recientes acciones de la primera, no afectan en lo absoluto a la segunda. Además, Londres ha calificado de ilegal las acciones que ha llevado a cabo Madrid, pues serían violatorias del marco normativo de quienes pertenecen a la Unión Europea, y ha manifestado la voluntad de ejercer acciones “sin precedentes” contra España.
Empero, ni Reino Unido, ni Gibraltar forman parte del Acuerdo de Schengen, que permite el libre tránsito de cualquier ciudadano en los países que forman parte de dicho instrumento jurídico internacional, lo que es usado por España, quien aún considera suyo parte del territorio de Gibraltar así como las aguas que fueron usadas para la pesca, por esta última. Gibraltar ha calificado de violentas, injustificadas y perjudiciales las acciones españolas, y apoya contundentemente la posición británica, que vela por la economía y estabilidad de las casi 35.000 personas que viven en este territorio.
Mientras España sugiere llevar esta controversia nuevamente a un plano internacional, Reino Unido ha exigido una respuesta contundente e inmediata de la Unión Europea como órgano de carácter regional. Esto ha resultado peculiar, ya que es bien sabido que Reino Unido ha asomado recientemente la posibilidad de abandonar la Unión Europea a largo plazo, además, su tradicional política exterior los ha proyectado como un Estado euroescéptico, lo cual se ha puesto aún más de manifiesto en el Parlamento británico con la grave crisis que atraviesa Europa.
No hay duda, hoy se encuentra más vivo que nunca un juego de intereses por uno de los territorios que controla la entrada y salida al Mar Mediterráneo, y por tanto, al Océano Atlántico, y que es muy cercano al Continente Africano. Los contrincantes, España y Reino Unido se encuentran en posiciones muy distintas, considerando que Reino Unido ha sido durante este tiempo de crisis, un sostén dentro la UE, mientras que España, una carga.
Se ha considerado como parte de una estrategia política de España el reavivar este conflicto, para distraer la atención de la crisis económica en la que se encuentra. Sin embargo, España ha decidido ir disminuyendo la agresividad con la que en un principio se enfrentó a Reino Unido, pues conoce las debilidades que tiene frente a este socio europeo, y ya hay voces que señalan como daño colateral de este conflicto bilateral, la derrota sufrida una vez más por la candidatura de Madrid –esta vez frente a Tokio- como sede de los Juegos Olímpicos de 2020. Por su parte, Gibraltar seguirá prefiriendo que su política exterior sea dirigida por Reino Unido mientras sus intereses económicos se vean satisfechos, no está demás recordar que muchos le tipifican como un paraíso fiscal. Es Reino Unido quien ha mantenido una posición tajante en este conflicto, pues más allá de mantener sus posesiones territoriales, desea seguirse proyectando como una potencia de alcance global, por más que sus años dorados hayan pasado.
La solución de este conflicto histórico resulta sin duda muy compleja, y requiere de una buena dosis de pragmatismo y creatividad. Quizás su europeización no sea una mala idea después de todo.

miércoles, 11 de septiembre de 2013

La denuncia del Pacto de San José: paradojas y alternativa


Dr. Kenneth Ramírez
Una falta no se convierte en un error hasta que te niegas a enmendarlo. Empero, el gobierno venezolano -a pesar de todas las críticas- decidió seguir adelante con la denuncia de la Convención Americana de Derechos Humanos o Pacto de San José, hasta hacerla efectiva. Esto plantea varias paradojas e invita a pensar en alternativas.
Una primera paradoja ha sido señalada por el Ex–Procurador y Ex-Fiscal General de la República, Javier Elechiguerra, quien recordó que el decreto que llamó a referéndum en 1999 para convocar una Asamblea Nacional Constituyente se realizó con base en una sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos que reconocía la participación política como derecho fundamental, habida cuenta que esto no estaba contemplado en la Constitución de 1961.
Una segunda paradoja es que la Constitución de 1999 otorga jerarquía constitucional en su artículo 23 a los tratados, pactos y convenciones relativos a Derechos Humanos. En consecuencia, el acto de denuncia del Ejecutivo ha violado el espíritu del constituyente, además de ser inconstitucional en tanto que no se ha activado ninguno de los mecanismos de reforma previstos en el artículo 341. Es decir, no se ha recurrido a la aprobación de la medida por la mayoría de los miembros de la Asamblea Nacional o a un referéndum para enmendar el bloque constitucional en materia de derechos humanos, cuestión que en su momento fue utilizada por el gobierno venezolano ante el Mundo para enfatizar lo avanzada de la Constitución de 1999 al respecto.
Una tercera paradoja es que la denuncia de la Convención se hizo buscando supuestamente una retirada de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), la cual ha sido atacada con ímpetu por Venezuela por su supuesto aval al golpe de Estado de 2002. De hecho, el 30 de abril de 2012, el Ex-Presidente Chávez, pidió instalar el Consejo de Estado para que proporcionara los argumentos –nunca conocidos- que avalaran la retirada de Venezuela “de la tristemente célebre CIDH (…) un mecanismo que usa EEUU contra el país”. El Presidente Maduro ratificó estos argumentos el pasado 9 de septiembre, agregando que la CIDH y la Corte “se creen un poder supranacional por encima de gobiernos legítimos  del continente”, y las acusó de querer respaldar la denuncia de fraude de la oposición en las elecciones del 14-A.
Sin embargo, la CIDH -creada en 1959- es parte tanto del Derecho Internacional Americano como del Sistema Interamericano de Protección de Derechos Humanos, porque fue incorporada tanto en la Carta de la OEA firmada en 1948 a través del Protocolo de Buenos Aires de 1967, como en la Convención Americana de Derechos Humanos de 1969. En consecuencia, la denuncia de la Convención, sólo tiene el efecto de retirarnos del Sistema Interamericano de Protección de Derechos Humanos –y su ente jurisdiccional que es la Corte- pero no de la CIDH. Ya que la Carta de la OEA no admite divisibilidad de sus disposiciones, la única forma de retirar a Venezuela de la CIDH sería retirarla de la organización. Lo que ha hecho Venezuela es unirse a algunas islas de El Caribe y sorprendentemente a EEUU, que forman parte de la OEA pero no de la Convención. En este sentido, la CIDH seguirá vigilando e impulsando el cumplimiento de los Derechos Humanos en Venezuela de conformidad a la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre de 1948; y sus medidas y recomendaciones aunque no serán vinculantes, constituirán un factor de ilegitimidad de no ser acatadas.
Una cuarta paradoja es que nos hemos retirado de la Convención sin haber participado activamente en el debate que se ha producido sobre su reforma, y sin haber podido crear una institucionalidad de protección de derechos humanos alternativa. Recordemos que una propuesta impulsada por Ecuador y Venezuela para crear un Consejo de Derechos Humanos en UNASUR fue derrotada en 2012, y por consiguiente, hacerlo en la CELAC será aún más cuesta arriba, ya que el resto de la región entiende que su propósito es debilitar el sistema interamericano. Esto demuestra además que la decisión no fue calculada suficientemente.
Una quinta paradoja es que la Convención Americana de Derechos Humanos de la cual nos estamos retirando, es base jurídica del Protocolo de Asunción sobre Compromiso con la Promoción y Protección de los Derechos Humanos del MERCOSUR de 2005, esquema de integración regional al cual estamos ingresando. En consecuencia, nuestra acción proporciona más argumentos a quienes califican la adhesión de Venezuela al MERCOSUR como problemática.
Mientras reflexionamos como país, y encontramos una solución que refleje un consenso nacional al respecto, existe –más allá del Sistema Universal de Protección de los Derechos Humanos de la ONU- una alternativa clara: el propio MERCOSUR. En este sentido, todos los actores políticos y sociales deben empezar a suscribir –con todo lo que haya que cambiar- el ingreso de Venezuela al MERCOSUR y ocupar sus espacios, ya que posee valiosas instancias para promover y proteger los Derechos Humanos: la Comisión de Derechos Humanos del Parlamento del MERCOSUR, la Reunión de Altas Autoridades sobre Derechos Humanos (RAADH) -órgano auxiliar del Consejo del Mercado Común-, y el Instituto de Políticas Públicas en Derechos Humanos. Asimismo, debe exigirse al gobierno venezolano que utilice la Presidencia pro témpore del MERCOSUR para fortalecer estas instancias e impulsar la transformación de la RAADH en un Consejo de Derechos Humanos del MERCOSUR que sea efectivo y creíble.

lunes, 9 de septiembre de 2013

Siria y la primacía de la Realpolitik

 
Victor Hugo Matos

En los últimos días el gobierno de EEUU, junto a otros países como Turquía o Francia, anunció que estaba preparándose ante la posibilidad de realizar un ataque limitado a estructuras del gobierno sirio como respuesta al supuesto uso de Gas Sarín contra población civil, cuya autoría aún es punto de discordia entre los actores interesados dentro del conflicto. En respuesta a esto, varios miembros de esa estructura abstracta que se hace llamar “Opinión Pública Internacional”, que clamaban anteriormente porque se hiciera algo con el caso de Siria, habiendo sido etiquetada esta como una grave crisis humanitaria, ahora rechazan cualquier tipo de intervención en contra de Al-Assad; para lo cual, se han usado argumentos respecto a la primacía del Derecho Internacional como sustento para criticar cualquier intervención, a pesar de que este es un concepto tan abstracto como difícil de aplicar efectivamente en el Mundo real, compuesto por un conjunto de países con una visión de la legalidad tan antagónica y con intereses tan disímiles que difícilmente puede hablarse de la existencia de una “Comunidad Internacional”.
Además, esta misma estructura, en conjunto con algunos actores interesados dentro del conflicto sirio como Rusia o China, ha pedido que haya una salida negociada, a pesar de que el ambiente actual parece haber destruido cualquier posibilidad de alcanzarla.
Esta situación es un reflejo de cómo se ha condicionado el sistema internacional después del 11-S y la Guerra de Irak, donde los gobiernos a pesar de criticar problemáticas internacionales por sus consecuencias humanitarias, recurren a acciones indirectas para lidiar con las mismas,  siendo el caso más claro el de la Unión Europea,  y donde hasta en EEUU, la idea de intervenir directamente  en cualquier tipo de conflicto trae consigo a los fantasmas de la Administración Bush, inmovilizando cualquier toma de decisiones  eficaz al respecto.
Otro punto interesante en este sentido es la situación de la ONU, cuyo papel como organización por excelencia para dirimir controversias y generar salidas pacificas se ha venido diluyendo durante los últimos tiempos, que ha pasado a ser poco más que un foro político.
Estas tendencias en su conjunto reflejan el cumplimiento de la predicción que hizo Ian Bremmer sobre el ingreso en un Mundo G-0, donde nadie estuviera dispuesto a asumir las responsabilidades y cargar con el peso del liderazgo, en un momento donde las crisis económicas, los problemas internos y las políticas nacionales, reduce la predisposición de los Estados a prevenir o detener conflictos de este tipo.
Este es el nuevo sistema internacional, no uno basado en estructuras internacionales donde los Estados dirimen sus problemáticas en grandes foros y las guerras son evitadas o limitadas por la capacidad de organizaciones y foros como la ONU o el G-20 de sumar voluntades de los Estados más capaces para lidiar con problemáticas internacionales como pretendían algunos estudiosos que sería el Mundo después de la caída de la URSS.
Estamos en un Mundo donde las crisis humanitarias o los conflictos, por más terribles que sean, no impulsarán actos altruistas por parte de grandes coaliciones, sino más bien participaciones puntuales motivadas por intereses nacionales. Un Mundo donde la Realpolitik se impone sobre cualquier otro planteamiento como se ha visto en el conflicto sirio, a pesar de que en los discursos ante la ONU se hable de “interés general” y “primacía del Derecho Internacional”. Bienvenidos al G-0. Venezuela debe tomar nota.

jueves, 5 de septiembre de 2013

Obama, el Congreso y Siria


Dr. Kenneth Ramírez
Todo estaba dispuesto. El Secretario Kerry había preparado el caso ante la opinión pública, los líderes mundiales estaban informados y los buques de guerra estaban en posición: pero el Presidente Obama seguía dudando… El sorpresivo voto contrario al ataque a Siria en el Parlamento británico el jueves 29 de agosto, trajo de vuelta su escepticismo… Salió a caminar en el Jardín Sur de la Casa Blanca por alrededor de 45 minutos con su Jefe de Gabinete, Denis McDonough. A su regreso, convocó una reunión en la Oficina Oval aquel viernes 30 de agosto a las 7 pm, donde comunicó a sus asesores una decisión inesperada: retrasaría el ataque, pediría autorización al Congreso, y lo anunciaría al día siguiente en el Rosedal de la Casa Blanca.
De esta manera, el Presidente Obama intentaba salirse del cul-de-sac en el que él mismo se había metido. Tras dos años y medio de conflicto sirio, el Presidente Obama ha vacilado entre la inacción y el cambio de régimen. En agosto de 2011 dijo que Bashar al-Assad debía marcharse, en agosto de 2012 fijó la utilización de armas químicas como “línea roja”, y en diciembre de 2012 afirmó que la Coalición Nacional Siria era el legítimo representante del pueblo sirio. Todo esto sin tener una estrategia delineada y una voluntad sólida para participar en una situación donde los intereses de EEUU no son evidentes. Si bien Assad es un dictador que ha provocado un sangriento conflicto, algunas facciones rebeldes tienen vínculos con Al-Qaeda, lo cual deja a EEUU sin un bando claro al cual apoyar y sin un desenlace que le sea conveniente. Empero, después del ataque con gas sarín en Damasco el 21 de agosto, el Presidente Obama quedó atrapado en su retórica.
No hacer nada implicaba a partir de ese momento poner en riesgo la credibilidad y el compromiso de EEUU con la prohibición en el uso de armas químicas. Por ello, el Presidente Obama optó por un ataque limitado sin el aval del Consejo de Seguridad –en parálisis por el veto ruso para proteger a Assad-; pero otra cosa era hacerlo en la práctica casi unilateralmente –contando sólo con Francia.
Con todas estas consideraciones en mente, Obama decidió acudir al Congreso, lo cual merece varias reflexiones. En primer lugar, el Presidente Obama ha buscado legitimidad interna y compartir el costo político: colocar tantas manos en la daga como sea posible. Hasta ahora, la Casa Blanca se ha mostrado convencida de obtener el respaldo del Congreso.  De hecho una Resolución ya fue aprobada este 4 de septiembre en el Comité de Relaciones Exteriores del Senado (10 a 7) para un ataque limitado a Siria en un plazo de 60 días, cuyo debate en el pleno de las cámaras se realizará la semana del 9 de septiembre. No obstante, aún existe el riesgo de un rechazo de los congresistas, habida cuenta de la oposición de la mayoría de los electores. Si se produce un voto contrario en al menos una de las cámaras, el Presidente Obama se va encontrar ante un terrible dilema: atacar sin la autorización del Consejo de Seguridad ni de su propio Congreso, o no hacerlo y perder credibilidad, lo cual invitaría a otros actores como Irán a desafiar a EEUU.
En segundo lugar, el Presidente Obama ha tratado de trasladar un mensaje claro a la opinión pública mundial: ni Siria es Irak, ni él es Bush. Si bien es cierto que quizás no haya tiempo suficiente para que los inspectores de la ONU presenten su informe –se ha hablado de unas excesivas 3 semanas-, el Presidente Obama ha demostrado su actitud reacia a la guerra y su talante democrático. No tiene dudas de la responsabilidad de Assad y ha presentado pruebas de inteligencia. Si la CIA y el MI6 perdieron confiabilidad por Irak, la DGSE francesa tiene un record distinto.
En tercer lugar, el Presidente Obama no estaba obligado a acudir al Congreso, ya que se trataba sólo de un bombardeo. La Constitución de EEUU proporciona margen de maniobra al Presidente para acciones militares limitadas, requiriendo la autorización del Congreso sólo en casos de participación en una guerra. Sin embargo, la Resolución de Poderes de Guerra aprobada en 1973, trató de limitar este aspecto, por lo que ha sido objetada por todos los mandatarios desde Nixon –incluso el propio Obama eludió al Congreso por Libia en 2011. En consecuencia, lo que ha hecho el Presidente Obama ha sentado un precedente que puede afectar a sus sucesores, ya que un Congreso que tiende cada vez más al aislacionismo en política exterior, podría exigir de ahora en adelante su aprobación para cualquier acción militar, haciendo a EEUU menos activista en el Mundo.
En cuarto lugar, la eficacia de los bombardeos ha sido comprometida. El Jefe de Estado Mayor Conjunto, General Martin Dempsey, le dijo al Presidente Obama el 24 de agosto, que una demora en los bombardeos no era relevante. Sin embargo, evidencia reciente le han obligado a retractarse. La utilidad de bombardeos como los planteados inicialmente ha sido puesta en entredicho, ya que si bien pueden mantener la credibilidad de EEUU y aliviar conciencias sin provocar una escalada militar; no solucionará el conflicto ni eliminará las armas químicas. Por ello, en la Sección 5 de la Resolución del Comité de Relaciones Exteriores se plasmaron como objetivos estratégicos: la necesidad de cambiar el curso de las hostilidades –que favorece por ahora a Assad-, “crear condiciones para una solución negociada”, y degradar la capacidad química de Assad. Algunas voces plantean que para lograr esto, resultan necesarios unos bombardeos de mayor envergadura a los previstos –que infrinjan grandes costos y provoquen disuasión-, proporcionar armas avanzadas a los rebeldes y aislar a los terroristas. Es decir, parece estar emergiendo en EEUU una estrategia hacia Siria: fomentar su “libanización”, es decir, el reparto de poder entre varias facciones y un condominio con Rusia.