lunes, 24 de noviembre de 2014

Todas las miradas puestas en Viena


Dr. Kenneth Ramírez

Esta semana, toda la atención mundial está puesta en la vieja capital imperial de los Habsburgo. Hoy, lunes 24 de noviembre, es la fecha límite donde el G-5+1 (EEUU, Rusia, China, Francia, Reino Unido y Alemania) e Irán anunciarán en el Palacio de Coburgo, si han alcanzado o no, un acuerdo nuclear definitivo. Mientras el jueves 27 de noviembre, se celebrará en el edificio sede de la OPEP ubicado en la Helferstorferstrasse 17 del Distrito 1, la 166° Reunión Ministerial del grupo, donde se dará a conocer su respuesta ante la caída de 30% de los precios del petróleo desde junio pasado – el crudo marcador Brent se ubicó recientemente en 78 $/Bl, el nivel más bajo desde septiembre de 2010.

Después de 10 rondas de negociaciones, existen señales de que se ha avanzado hacia un acuerdo nuclear definitivo. Empero, algunas diferencias subsisten y el reloj marcha implacablemente, lo cual explica el frenético esfuerzo diplomático que se está realizando. De hecho, en paralelo a los grupos negociadores en Viena, se ha abierto un canal de comunicación de alto nivel entre el Presidente Obama y el Ayatollah Khamenei, a través del Sultán Qaboos bin Said de Omán. De alcanzarse el acuerdo, le serán levantadas las sanciones a Irán, lo cual le permitiría colocar alrededor de 1 millón de barriles diarios (MMBD) en el mercado en 2015.

Bajo esta espada de Damocles, se desarrollará la Reunión Ministerial de la OPEP, la cual ya tiene que tomar en cuenta complicadas variables: Débil demanda petrolera, fortalecimiento del dólar y creciente suministro No-OPEP, y en concreto, el fuerte aumento de la producción de petróleo de esquistos en EEUU que ha originado un exceso de oferta de alrededor de 1,5 MMBD.

En este contexto, una respuesta común de la OPEP resulta difícil, ya que los partidarios de recortes no tienen capacidad para hacerlos, y los que tienen capacidad, no tienen ni voluntad ni incentivos de pagar los costos que implican. Arabia Saudita y las petromonarquías están produciendo y exportando cerca de sus niveles más altos y tienen grandes reservas internacionales que le permiten resistir un período de precios moderados. En contraste, Irán, Irak, Libia, Venezuela y Nigeria están afectadas por la guerra, las sanciones, los disturbios, las expropiaciones y la mala gestión. Además, no tienen importantes reservas internacionales y la caída de precios tendrá fuertes impactos financieros y fiscales.

La primera opción es no hacer nada, lo que permite precios más bajos para forzar un nuevo equilibrio oferta-demanda. Los precios podrían permanecer en los niveles actuales, o tal vez descender hasta alrededor de 70 $/Bl. Pero en 2 o 3 años, la demanda aumentaría, ya que la eficiencia energética pasa a un segundo plano en los países consumidores y recuperarían dinamismo las economías emergentes. Por otra parte, se frenaría el crecimiento de la oferta al no ser rentables nuevos proyectos de esquistos. Esta es la tesis de Arabia Saudita.

La segunda opción es la de recortar la producción para defender un “nivel de precios justo”, esto es 100 $/Bl, sacrificando cuota de mercado temporalmente para obtener mayores precios e ingresos, ya que la “revolución de esquistos” en EEUU no durará más allá de la presente década. Esta es la tesis de Venezuela.

El problema es que si los precios suben nuevamente hasta 100 $/Bl, continuará la expansión de los esquistos, y el reequilibrio necesario podría no generarse, dando lugar a la necesidad de nuevos recortes y a una espiral descendente para la cuota de mercado de la OPEP. Esta es la preocupación medular de Arabia Saudita.

No obstante, debido a los llamados de Venezuela y otros países de la OPEP a una reunión de emergencia, el Ministro de Petróleo saudita Alí Al-Naimi realizó una inusual visita a la isla de Margarita, en el marco de una reunión diplomática de segundo nivel. Allí explicó en privado que estaba dispuesto a respaldar recortes sólo si estos son colectivos, e incluso involucran a países No-OPEP (sobre todo Rusia), para evitar así una pérdida importante de cuota de mercado. Acto seguido, se produjo la gira del Canciller Ramírez por Argelia, Qatar, Irán y Rusia. Empero, el Ministro de Petróleo de Irán, Bijan Zanganeh -con la mente puesta en un acuerdo nuclear definitivo-, ha dejado claro que no está dispuesto a recortar “ni un solo barril”, agregando que algunos socios OPEP quieren fabricar “pretextos” para no recortar producción que aumentaron en detrimento de otros; esto en clara alusión al aumento de producción saudita para compensar la caída de producción persa tras las sanciones. Por su parte, el Ministro de Petróleo de Irak, Adil Abdul Mahdi, anunció a su Parlamento que el petróleo se ubicará en 80 $/Bl en 2015; mientras el Presidente Putin anunció que Rusia está preparada para una “caída catastrófica de precios”. Es decir, es una opción que no luce viable hoy por hoy.

La tercera opción es ratificar el compromiso con el techo de producción colectivo de 30 MMBD aprobado en 2011, lo que implicaría recortar alrededor de 0,5 MMBD. Esto tendría poco impacto sobre los precios, pero enviaría el mensaje de que la OPEP no se encuentra contra las cuerdas; y podría iniciar negociaciones para un regreso a las cuotas nacionales. Esta tesis intermedia tomaría fuerza en caso de un acuerdo nuclear, donde las petromonarquías tendrían que hacerle espacio al crudo persa; y aunque esto no llevaría los precios de vuelta a 100 $/Bl, al menos evitaría una severa descoordinación de la OPEP como en 1986 y 1997.

De manera que, no hay buenas opciones para los Ministros de la OPEP en Viena, sólo la esperanza de acordar la menos mala. En consecuencia, Venezuela debe empezar a prepararse para vivir con menores ingresos petroleros.

@kenopina

jueves, 13 de noviembre de 2014

Política exterior de Brasil: Año 2015


Dr. Jesús E. Mazzei Alfonzo

Tanto en los años de los gobiernos de Collor de Mello y Cardoso, como posteriormente en los gobiernos del PT, se le han dado un cariz más acorde a los nuevos temas del área internacional; Lula y la Presidente Dilma Rousseff con una visión más social de la democracia entre otros, pero que mantienen un hilo conductor. Estos serán los rasgos definidores de la política exterior en el segundo gobierno de Dilma Rousseff. Los debates entre los candidatos arrojaron oscilaciones y énfasis en temas como EEUU, China, Unión Europea, América Latina, MERCOSUR, los temas de la negociación de Doha entre otros, pero guardando un denominador común estos temas de la agenda internacional del Brasil, en estos ejes, a saber:

Pacifismo: Se fundamenta en la no-confrontación, la búsqueda de soluciones pacíficas negociadas de las controversias, la condena del uso de la fuerza para la obtención de resultados externos.

El universalismo: entendido éste como el todo el acervo de contactos bilaterales que constituyen el patrimonio del Brasil. También la diversidad de contactos bilaterales sirve para la realización de los intereses nacionales. Y finalmente esta vocación universal, encuentra sus raíces en el hecho que los brasileños consiguieron establecer relaciones pacíficas e instrumentalizadas con países situados en todas partes del Mundo.

Juridicismo: respeto a los tratados y convenciones, entendidas como manifestaciones sacrosantas del Derecho Internacional y que son asumidas por la voluntad nacional. Los tratados y convenios son vistos como instrumentos jurídicos que buscan acuerdos con factibilidad de cumplirse y que sean favorables a todas las partes intervinientes.

Realismo y pragmatismo: acciones vinculadas a los intereses nacionales. Se abandona la idea de construcción y el uso del papel de potencia del país, para ganancias internacionales, se despolitiza y desidiologiza la acción internacional.

Autodeterminación y no intervención: son alimentados por el carácter pacificista de la política exterior y sobre todo por el realismo que ilumina a su ejecutoria internacional.

Es decir, hay una tradición de la praxis diplomática, la cual es radicalmente contraria a la intervención, por el rechazo que podría dar, el legitimar eventuales intervenciones o acciones correctivas fuera del sistema o ambiente de poder internacional.

Si partimos desde los años noventa  hay un hilo conductor tanto en la agenda y los temas internacionales tendencia, la cual se acentúo durante los gobiernos de Lula y Dilma Rousseff y sobre todo en los años venideros, dentro de un contexto de mayor globalización representado por la elevación exponencial de las interconexiones entre países, donde Brasil ha buscado entre otras cosas:

Primero, buscar insertarse en una economía internacional altamente integrada y competitiva, hoy en día con un escenario distinto del precio de los commodities y el giro que está teniendo la política de EEUU, que repercutirá en la economía mundial.

En segundo lugar, mantiene los márgenes de maniobra, para no inviabilizar su histórico proyecto nacional, con base en los principios arriba enunciados. Busca construir un adecuado y perfil político y económico de acuerdo con la nueva configuración del poder mundial que va de la bipolaridad a la multiporalidad.

Ahora bien, la política exterior de Brasil, tiene tres interrogantes hacia el futuro:

En primer lugar, ¿qué es lo que Brasil desea obtener de su relación con el medio internacional? La respuesta evidente y con un claro objetivo, es conseguir el intercambio externo para la realización del desarrollo, tanto en su dimensión económica como social, para lograr profundizar los derechos humanos y un medio ambiente sustentable.

En segundo lugar, ¿cómo Brasil desea relacionarse con la comunidad internacional?, aquí están los principios que tradicionalmente han orientado su política exterior, tales como la no intervención, el respeto a la autodeterminación, la no injerencia en los asuntos internos y la solución pacífica de las controversias.

La tercera pregunta, ¿cuál es el Mundo que ellos desean?, puede estar resumida en algunas ideas fuerzas: paz, desarrollo, y participación amplia. Por ello es que el Brasil está trabajando en conjunto con otros países, para la reforma de los organismos multilaterales y ordenar y crear un mundo multipolar en un horizonte a mediano plazo.

En ese sentido, la política exterior del Brasil en los últimos años, busca la autonomía y la integración, en vez de una autonomía aislacionista, procura una autonomía de acción articulada con el medio internacional, buscando la realización de sus intereses.


Publicado originalmente en El Universal

El Mundo al instante


Dr. Carlos Romero

Se ha puesto de moda en la oposición venezolana internacionalizar la política. Ante el menguado panorama interno, no queda más remedio que recurrir a la ayuda de los amigos y amigas allende de los mares y fabricarles una caja de resonancia para que ellos puedan evaluar negativamente la gestión gubernamental, especialmente en los temas de petróleo y de derechos humanos y para que se conviertan en una avanzada eficaz, con el fin de sensibilizar de alguna forma a la opinión pública mundial.

Las declaraciones, comunicados, artículos y reportajes sobre estos temas y las giras mundiales de algunos miembros de la oposición también tienen como objetivo final llamar la atención sobre lo que está pasando por una vía externa, más abierta y más funcional y con menos amenazas y advertencias.

No es fácil lograr esta misión y ese cometido, dado el fraccionamiento del globo terráqueo, pero lo de afuera es un espacio útil en el momento en que en efecto los precios del barril de petróleo venezolano no arrojan los mejores resultados, la nación experimenta un deterioro económico y social y se restringen sin piedad y sin reservas la vida democrática y el debate de las ideas.

El Gobierno no se queda atrás en eso de recorrer el Mundo al instante. Lo vimos recientemente a raíz de la elección de Venezuela para ocupar un asiento como miembro no permanente y en representación de América Latina y El Caribe en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. El oropel alrededor de la noticia y la vuelta que se le dio a un acto rutinario y procedimental demuestra que también en el lado oficialista se aspira a competir en ultramar; eso sí, con bombas y platillos.

Pareciera entonces que estamos frente a un espacio importante y renovado en donde chocan dos narrativas diferentes sobre lo que está pasando en el país, que al formarse con base en unos cánones tan polarizados reflejan la testaruda realidad de una manera bastante simple y distorsionada. ¡Qué lástima! 


Publicado originalmente en El Universal