martes, 31 de mayo de 2016

Energía y petróleo en las primarias de EEUU


Dr. Kenneth Ramírez

El panorama energético ha cambiado desde que Barack Obama llegó a la Casa Blanca en 2009. La lenta recuperación económica tras la recesión de 2008 y el auge de la producción de esquistos, han redundado en una reducción de las importaciones energéticas –en su nivel más bajo en 30 años-, en una reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero –en su nivel más bajo en 27 años- y en una presión a la baja a los precios del petróleo –que ha beneficiado al consumidor estadounidense. En el caso concreto del petróleo, el porcentaje de las importaciones en el consumo total, pasó desde 50% en 2009 hasta 24,2% en 2015. Es decir, hoy por hoy, EEUU es más independiente energéticamente. No obstante, estos desarrollos están más asociados a las empresas petroleras estadounidenses, que a una política energética de Obama más orientada a fomentar las renovables y la eficiencia energética, la cual hasta ahora ha tenido un impacto mucho menor. El Presidente Obama sólo ayudó a los productores de esquistos levantando la prohibición a las exportaciones petroleras en 2015 -vigente durante 40 años- frente a la caída de precios provocada por la estrategia saudita destinada a defender su cuota de mercado. Sin embargo, los moderados precios actuales han impactando a estos productores, y por ello se estima que la producción de EEUU descenderá por primera vez en los últimos 8 años, desde 9,4 millones de barriles diarios (MMBD) en 2015 hasta 8,4 MMBD en 2016.

Por otra parte, cuando oteamos la situación actual de las primarias de EEUU, tenemos dos candidatos ya claramente ganadores: la experimentada Hillary Clinton, y el polémico Donald Trump. Clinton ha liderado las primarias demócratas desde el principio frente a la simbólica candidatura de Bernie Sanders. Por su parte, Trump apalancado en una retórica populista muy fuera de tono y en su manejo de los medios de comunicación, logró hacer lo impensable, batir a todos los candidatos y forzar a la élite del Partido Republicano a buscar un compromiso. En consecuencia, ya es hora de empezar a analizar sus propuestas energéticas.

Hillary Clinton tiene una dilatada trayectoria pública que le ha llevado a tratar ampliamente este tema. Clinton apoya el Plan de Energía Limpia delineado por el Presidente Obama en 2012 para reducir en 32% las emisiones de las centrales termoeléctricas para 2030 respecto a 2005 -mediante regulaciones de la Agencia de Protección Ambiental (EPA) para evitar al Congreso-, el cual está asociado a un sistema de comercio de emisiones y a un plan para aumentar las energías renovables desde 13% en el mix de generación eléctrica en 2015 hasta el 28% en 2030. Esto le permitió a EEUU participar en las negociaciones multilaterales que hicieron posible el Acuerdo de Paris contra el cambio climático, que ha sido señalado por el Presidente Obama como “la mayor amenaza para nuestro futuro”. Empero, la Corte Suprema de Justicia a principios de este año, decidió suspender cautelarmente este plan, mientras se resuelven una serie de juicios interpuestos.  

En consecuencia, Clinton seguiría la política de Obama, y ha manifestado que buscaría convertir a EEUU en una “superpotencia de energía limpia”. De hecho, ha propuesto que 33% del mix de generación eléctrica provenga de renovables en 2027, apostando por la instalación de 500 millones de paneles solares en 2020 y por hacer permanentes las exenciones fiscales para las renovables. Desea prohibir la perforación petrolera en áreas costa afuera y en el Ártico, implementar un impuesto a las ganancias súbitas a las petroleras, fortalecer las regulaciones para los oleoductos y gasoductos, invertir para hacer más eficientes las infraestructuras energéticas, y se ha opuesto al controversial proyecto de oleoducto Keystone XL que podría transportar 0,83 MMBD –monto superior a lo importado desde Venezuela- desde las arenas bituminosas de Canadá debido a la posible afectación de ecosistemas sensibles. Clinton ha propuesto un plan de 30 millardos de dólares para ayudar a la transición de las comunidades locales que dependan del carbón. Además, apoya la energía nuclear, afirmando que “un rápido cierre de las centrales nucleares de EEUU, antepone la ideología a la ciencia y los intereses nacionales”, en alusión a Sanders. Finalmente, considera que la fracturación hidráulica (fracking) ha sido un éxito, siendo más rentable que las renovables en el mediano plazo y menos contaminante que el carbón. No obstante, propone fortalecer las regulaciones ambientales para este sector.

Como en muchos otros temas, Donald Trump es el candidato cuyo programa energético resulta más desconocido. Ha causado revuelo por señalar que apoyaría el carbón y la energía nuclear, ya que generan empleo y fortalecen la seguridad energética. Está a favor de apoyar la producción petrolera doméstica –su principal asesor es Kevin Cramer, Representante por Dakota del Norte, estado líder en la producción de petróleo de esquistos. Se ha burlado de los que “creen” en el cambio climático y las energía renovables. Está a favor de la construcción del oleoducto Keystone XL. Considera que las regulaciones de la EPA son “una desgracia”, y ha señalado que eliminaría esta agencia creada por Nixon en 1971. A nivel internacional, ha señalado que revisaría la participación de EEUU en el Acuerdo de Paris, que dejaría de comprar petróleo a Arabia Saudita si no apoya más activamente la lucha contra el grupo terrorista Estado Islámico de Irak y Siria –por sus siglas en inglés, ISIS-, y que “tomaría” el petróleo de Irak y Libia si debe impulsar intervenciones para luchar contra el terrorismo y estabilizarlos. Su ignorancia sobre las consecuencias de sus propuestas en materia energética, como en muchos otros temas, resulta escandalosa. En definitiva, tenemos a Hillary Clinton con una aproximación más pragmática, cooperativa y cosmopolita; y un Trump más “fosilizado”, agresivo y nacionalista. ¿Y usted qué opina?

@kenopina

La OEA, el "síndrome del Estado Parte" y la fórmula Almagro


Carlos Pozzo

La Organización de los Estados Americanos (OEA), como toda institución internacional creada a semejanza de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), padece de lo que podría denominarse “Síndrome del Estado Parte”, condición que afecta o podría afectar el funcionamiento de los principales órganos de gobierno del cuerpo multilateral. El convenio constitutivo de la OEA, al igual que los de la mayoría de las organizaciones intergubernamentales, atribuye una importancia crucial al “Estado Parte” al convertirlo en el eje fundamental sobre el que giran las decisiones y las acciones de la institución multilateral en toda la dimensión interamericana.

El aspecto controversial de esa atribución es que el “Estado Parte” suele ser representado por un gobierno que, en determinadas circunstancias, asume intereses contrarios a los de la mayoría de sus gobernados, como quedó en evidencia con el caso de Venezuela y el ofrecimiento de la OEA para enviar una misión técnica de observación electoral en la víspera de los comicios parlamentarios realizados el pasado 6 de diciembre. Como se recordará, la reiterada exigencia de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) para que se aceptara el ofrecimiento de la OEA fue rechazada por el Consejo Nacional Electoral (CNE) que, actuando como apéndice del Poder Ejecutivo, se alineó con el sector oficialista y con la posición del gobierno que, en su condición de representante del “Estado Parte” y con base en una motivación más política que técnica, se opuso a la solicitud para que la OEA desplegara una misión de observación electoral como instrumento para generar confianza en los resultados de dichos comicios.  

Tomando en cuenta la incidencia jurídica y política del principio del “Estado Parte”, la postura asumida por el Secretario General de la OEA, antes y después de ese memorable suceso, reviste una incuestionable importancia. Almagro ha dedicado horas extras de trabajo al caso de Venezuela, en vista del empeño del gobierno de Maduro en desconocer la autoridad constitucional del Poder Legislativo derivada de la masiva voluntad popular que se expresó en diciembre. La constante violación del orden democrático venezolano por el Poder Ejecutivo obligó a Almagro a resolver el dilema que impidió a sus antecesores desempeñarse con el coraje que reclama la solución de una crisis política. Es decir, dilucidó el dilema que le impedía al funcionario internacional trabajar en consonancia con las decisiones y orientaciones de los “Estados Partes”, que a la postre son sus mandantes por haberlo elegido como Secretario General, y al mismo tiempo, desempeñarse honrando el compromiso de defender y promover los principios y valores fundamentales que están consustanciados con la existencia misma de la organización, es decir, con la democracia y los derechos humanos.

El significativo impacto que en el ámbito nacional e internacional ha producido la resuelta actitud de Almagro ensu condición de Secretario General de la OEA le ha elevado el costo político al gobierno de Venezuela, mientras que ha colocado en una posición de fortaleza a la oposición democrática. Los múltiples llamados a la solución de la crisis venezolana por parte de gobiernos, instituciones y personalidades con reconocida influencia en la política internacional se produjeron con mayor intensidad a raíz de la última e inusual carta remitida directamente a Maduro. La misiva de Almagro  proporciona, por su crudeza y determinación, un importante camino que puede conducir hacia la justa valoración jurídica y política de los instrumentos interamericanos que han sido adoptados para promover y proteger a la democracia y sus valores fundamentales,de los excesos y abusos del poder en los que, de manera autocrática, suelen incurrir los gobernantes latinoamericanos.

La iniciativa del Secretario General de la OEA de invocar la Carta Democrática Interamericana para examinar el caso venezolano ha sido desafiada por el gobierno de Maduro con base en el argumento de que para ello se requiere la autorización del “Estado Parte”, es decir, del mismo gobierno nacional. Sin embargo, Almagro ha resuelto ir adelante con apego a lo dispuesto en el artículo 21 de la propia Carta y con fundamento en el informe que, sustanciado por la Asamblea Nacional de Venezuela, expone crudamente las flagrantes violaciones del orden constitucional en las que ha incurrido el Poder Ejecutivo, en colusión con Tribunal Supremo de Justicia y el Poder Electoral.

El Consejo Permanente de la OEA puede admitir o desestimar la propuesta del Secretario General de examinar con ojo crítico el caso venezolano, de manera que el éxito o fracaso de su iniciativa depende, paradójicamente, de los “Estados Partes”. No obstante ello, en caso de que el principal órgano de la OEA decida respaldar la propuesta de Almagro, tal como se vislumbra, el sistema interamericano estará frente a un caso inédito en el cual, más allá del infame Fujimorazo contra el desprestigiado Congreso peruano, el Secretario General de la OEA se moviliza para contener la arremetida institucional del Poder Ejecutivo de un “Estado Parte” que, coludido con otros poderes públicos y en clara alteración del orden constitucional, desconoce y asedia al Poder Legislativo recién electo por una abrumadora mayoría de sus conciudadanos. Al aprobarse el planteamiento de Almagro, la OEA habrá abonado el terreno para instituir una suerte de fórmula que se orienta más a proteger la voluntad popular personificada en los parlamentos nacionales, que a los poderes ejecutivos que son amenazados por las típicas asonadas militares. 

lunes, 30 de mayo de 2016

El ascenso de la AfD en Alemania


Lic. Victor Hugo Matos

En política, es difícil predecir cuándo una tendencia política puede volver a aparecer. Muchas veces, simplemente se encuentran dormidas dentro de lo más profundo de las sociedades, esperando por un catalizador adecuado, como una crisis económica, para reaparecer con fuerza y lograr nuevamente cambiar el sistema político.

En el caso de la Unión Europea, el resurgimiento del nacionalismo y el populismo ha generado una enorme preocupación entre las fuerzas políticas tradicionales, en la medida en que estas fuerzas emergentes ya están reconfigurando el espectro político. Incluso, han venido superando  las etiquetas  de “ultra-derecha”, porque muchos de estos partidos presentan programas económicos de corte proteccionista que encuentran resonancia en sectores de la izquierda tradicional; siendo prueba de esto la extraña alianza contra el euro que se ha gestado a nivel del Parlamento Europeo entre el Frente Nacional (Francia), el Movimiento Cinco Estrellas (Italia) y Podemos (España).

De hecho, en estos días existen una miríada de partidos que representan esta tendencia, como es el caso del Frente Nacional o el Partido “Demócratas Suecos”; pero es la “Alternativa por Alemania” (Alternative für Deutschland, AfD) el que acapara más titulares, dado el potencial efecto de sus recientes resultados para la política del gigante alemán y la larga sombra del pasado Nazi.

Pero, ¿Qué es y de donde viene AfD?

La AfD es un movimiento político que surgió, como suele suceder con las nuevas agrupaciones nacionalistas en Europa, tras la crisis del Euro. Es decir, como una formación euro-escéptica, que se planteaba una salida ordenada de Alemania del euro y el retorno del marco alemán, bajo la idea de que Alemania no podía seguir manteniendo a gobiernos como el de Grecia a costa del dinero de los ciudadanos alemanes.  No obstante, pese a que estas declaraciones les ayudaron a reclamar titulares en sus comienzos, no les ayudó mucho en su primera participación en las elecciones estadales de Baja-Sajonia en 2013 donde obtuvieron apenas un 1,1% de los votos totales, generando una decepción entre sus filas que debilitó enormemente al movimiento.

Ante de este desastroso resultado, la AfD comenzó un período de reflexión y de cambio impulsado tanto por la dirección como por las bases, que forzó a la formación a abstenerse de participar en los procesos electorales por algunos meses,  un proceso que usualmente implica la desaparición en partidos pequeños, pero que en el caso de AfD se tradujo en una mejora en el funcionamiento de la maquinaria política y en la mensaje; permitiéndole obtener buenos resultados en las elecciones al Parlamento Europeo en mayo de 2014 (7,1%) y sobre todo en las regionales en septiembre de 2014, donde obtuvieron el 10% de los votos en Turingia, Brandeburgo y un resultado casi parecido en Sajonia.

Sin embargo, estos éxitos electorales no pudieron detener las fuertes luchas internas entre las figuras más importantes de la dirección del movimiento, viéndose enfrentados la actual Secretaria General, Frauke Petry, y uno de los fundadores de la AfD, Bernd Lucke, quien en ese entonces era considerado la cara visible del partido. Ambos individuos se enfrentaron continuamente aunque de forma soterrada en la medida en que Frauke aumentaba su influencia entre las bases del partido en zonas como Sajonia o Turingia. No obstante fue la aparición de la formación anti-inmigrante “Patriotas Europeos contra la Islamización de Occidente” (por sus siglas en alemán, PEGIDA) en octubre de 2014 y la tormenta mediática que trajo consigo, la que profundizó de forma irreversible la división entre ambos líderes, en la medida en que Bernd Lucke consideraba el movimiento muy alejado de lo que consideraba los valores del movimiento, mientras que Frauke veía en PEGIDA la clave para revitalizar la AfD.

En la medida en que PEGIDA empezó a acaparar titulares, la distancia entre ambos líderes creció más y más, hasta el punto en que cualquier posibilidad de integrar la posición euroescéptica de Lucke con la clara postura anti-inmigrante de Frauke resultó imposible; llevando a una lucha interna que culminaría con una primaria interna a finales de 2015, donde la clara victoria de Frauke con un 60% de los votos forzaría a Lucke a dejar de ser miembro de la AfD.

Desde entonces, AfD ha asumido como elemento fundamental de su marca las ideas de PEGIDA, introduciéndolas dentro de su manifiesto político en el último congreso del movimiento celebrado a finales de abril de 2016 en Stuttgart, donde declara que el Islam no es compatible con la Ley Fundamental de la República Federal de Alemania (constitución alemana). En efecto, Beatrix von Storch, Vicepresidenta de la AfD, ha pedido intervenciones armadas y letales en la frontera para “defenderse” de la oleada de refugiados musulmanes, los cuales golpean la puerta de Europa huyendo del conflicto sirio y el caos libio.

No obstante, lo que parecía una propuesta radical y sin mucho futuro en un país como Alemania, ha resultado ser exitosa. La AfD logró aumentar su base de apoyo, arañando votos de antiguos simpatizantes de la “Unión Demócrata Cristiana” (por sus siglas en alemán, CDU) descontentos con el centrismo de la Canciller Merkel y su política migratoria. Así, obtuvo excelentes resultados en las elecciones regionales en Baden-Wurtemberg (15,1%), Renania-Palatinado 12,6%) y Sajonia-Anhalt (24,3%) celebradas en marzo pasado, convirtiéndose este ultimo en el principal granero de votos del movimiento.

Esto implica que es momento de reconocer el ascenso de la AfD, que ya no puede ser tipificada como un partido minoritario. La AfD ya tiene 12% en la intención de votos a nivel nacional, lo cual le convierte en tercera fuerza política alemana por delante de los Verdes, los Liberales y los antiguos comunistas y socialdemócratas desengañados agrupados en La Izquierda; y principal partido opositor a la gran coalición (Große Koalition) de democristianos y socialdemócratas. La exitosa combinación populista de su nueva postura extremista anti-Islam, sumada a su natural euroescépticismo, abre la posibilidad de que a Frauke se le presente un escenario parecido al que experimentó el Partido Progresista noruego que gobierna con los conservadores en coalición.

No obstante, esto no implica que el resto de partidos se hayan quedado simplemente viendo crecer la hierba. De hecho, el crecimiento de la AfD ha obligado a acelerar el acuerdo entre la CDU de la Canciller Merkel y los Verdes en Baden-Wurtemberg; a lo que hay que sumarle el reconocimiento de Merkel a la AfD como partido y la invitación a debatir, lo cual podía exponer las divisiones que existen entre los sectores moderados y radicales de AfD en asuntos como economía o migración que quedaron reflejados en el último congreso.

Aunque las elecciones generales en Alemania todavía se antojan lejanas como para realizar una predicción adecuada, sobre todo porque el ambiente político está  muy marcado por la debilidad aparente del Partido Socialdemócrata de Alemania (por sus siglas en alemán, SPD) o la sensibilidad que ha suscitado el reciente ataque en una estación de tren en Múnich de un hombre armado con un cuchillo, es necesario introducir a la AfD en cualquier cálculo. De hecho, la AfD ya tiene la vista puesta en los comicios regionales de septiembre próximo en Berlín y Mecklenburgo-Antepomerania, como trampolín para las elecciones generales de 2017.

@ViktorRonin

lunes, 23 de mayo de 2016

Ceausescu como ejemplo de la historia


Prof. Eloy Torres

Hemos escrito en otras oportunidades sobre este individuo. Rafael Poleo, hombre inteligente, culto y agudo observador, sabiamente, en sus escritos, utiliza, como epígrafe, una frase de André Gide, a saber: “Todas las cosas son ya dichas; pero como nadie escucha, es preciso comenzar de nuevo”. No es nuestra intención extrapolar lo ocurrido en Rumania en 1989 a lo que acontece en esta tierra de gracia en 2016. ¡Por favor! Las realidades son muy distintas, incluso la personalidad de los principales actores, los de entonces y los de hoy.

También hemos escrito que Ceausescu fue un hombre que se encontró con una realidad ya construida y no ésta encontró a Ceausescu. Como todo individuo, formado en la escuela de la “modestia comunista”, se veía como un hombre cuya ambición, no era otra que servirle a su Partido y a su pueblo. Era la época del comunismo, donde no podía existir otro Dios, que no fuera Stalin. Al morir éste, esa gracia divina fue heredada o se la repartieron todos los líderes comunistas. Fue un encanto, llamarse “Secretario General del Partido”. Es el resultado del “culto a la personalidad”. En Venezuela se reproduce aceleradamente esa realidad, primero con el “Comandante eternamente muerto”, hoy con el “Presidente obrero”, esta última, ha sido una condición, la del “obrero”, exageradamente usada por los totalitarismos comunistas.

Ceausescu desde su “entronización” en 1965 paulatinamente eliminó, de los puestos claves  del Partido, a todos los miembros de la vieja guardia comunista. Inicialmente, el poder era compartido con otros dirigentes, hasta que el ladino líder lo concentró en su persona. Elena, su esposa, poco a poco, fue accediendo al poder, junto a Nico, su hijo. Seis de esos dirigentes rumanos defenestrados por Ceausescu tomaron su “revancha” en marzo de 1989, cuando la situación catastrófica amenazaba la paz interna de Rumania e hicieron pública una carta en la que pedían la renuncia del “líder de los Cárpatos”, como le llamaban en la exposición mediática del régimen.  

También hay que decirlo: Ceausescu continuó con la supuesta política independista como autonomista frente a Moscú de su predecesor, George Dej.  Rumania se distinguió, durante su mandato (1965-1989) por posturas un tanto “rebeldes” frente a las presiones del Kremlin. Fue el primer Estado socialista que reconoció a la entonces República Federal alemana; Ceausescu fue más allá y no rompió relaciones con Israel, tras la “Guerra de los Seis Días”. Todos los países socialistas, miembros del Pacto de Varsovia, lo hicieron, sólo Rumania no. Los motivos reales son otra discusión. Es el hecho político lo que importa.

Ceausescu experimentó su momento de gloria en agosto de 1968, cuando se produjo la intervención militar de la URSS y todos los países miembros del citado Pacto, en Checoslovaquia, para acabar con el ejemplo de la “Primavera de Praga”. Ceausescu protestó esa intervención y asumió su rol de líder y cumplió a cabalidad  lo que Winston Churchill llamó “the finest hour”, es decir, la hora más fina y aprovecharla al máximo. Él calculó que su país no sería invadido, siempre y cuando no se extralimitara en sus posturas reformistas, fundamentalmente en lo que se refiere a las reformas políticas y económicas. Sin embargo, fue astuto y hábil al vender al Occidente y al Mundo en general la imagen de ser el epitome de un liderazgo defensor de la soberanía rumana frente al expansionismo de la URSS.

Pero, como dice el filósofo Hegel, la razón y sus astucias, hicieron de Ceausescu, con el tiempo, un “desecho político”. No hay que olvidar que la astucia de la razón trabaja sordamente pero de manera imparable. Ya no había espacio para tanta habladuría de “soberanía” frente a una URSS que se desmoronaba. Era cuestión de tiempo. Gorbachov apareció y con sus decisiones políticas desmanteló el imperio soviético. Lo que vino después es otra discusión. Pero, el socialismo y comunismo se desmoronaban en Europa. Ceausescu era un estorbo. No lo quiso entender. En diciembre de 1989 pretendió reiniciar su gloria en el mismo punto donde la obtuvo en 1968; el balcón fue el escenario desde donde, esta vez, inició, junto con su esposa Elena, el corto viaje a la muerte.

En la mitología griega se dice que los dioses, cuando quieren que los hombres se pierdan,  primero le hurtan la mente. Hay hombres que pierden la mente, por voluntad propia. Ceausescu basó su liderazgo en la perspectiva de un particular populismo. Vendió la idea de haber iniciado un proceso modernizador. En pleno apogeo de su popularidad confirmó el aforismo señalado: perdió las perspectivas y se embarcó en un proceso grandilocuente y fantasioso. Ayudado por una incultura general, pero prisionero de un universo lingüístico: apenas 400 palabras, Ceausescu en forma muy zamarra y además falto de modestia creyó iniciar la historia de su país desde 1968. Repito: atrapó paulatinamente el poder en sus distintas esferas y se convirtió en el “Conducator”, líder de los Balcanes, el Titán de Rumania, el edificador de su época de oro, teórico fundamental del marxismo. Edificó en su país la idea que él, junto con Tito, el Mariscal de Yugoslavia, eran los gestores de un proceso nuevo y distinto.

Su mujer, fue elegida miembro del Comité Central en 1973; luego Vice-Primer Ministro. Los eternos aduladores: poetas, escritores, pintores, cantantes ofrecían sus obras a estos dos personajes. Ella se convirtió en la segunda de a bordo del régimen. Nada se movía sin su aprobación. Luego apareció Nico, el hijo. Todo se configuraba para convertir a Rumania en una “monarquía socialista”. Fin de Mundo o bien el realismo que no socialista, sino mágico en el socialismo.  

Para Ceausescu, un hombre de muy limitados horizontes, cuyo liderazgo surgió de las componendas al interior de ese partido comunista que llegó al poder con los tanques soviéticos, era suficiente la visión voluntarista para ver en la industria pesada el motor del desarrollo económico. Sin una clase obrera, sino campesinos desprovistos del saber técnico, se pretendió erigir un monumento al impulso automotriz. Los franceses ávidos de vender su “tecnología” se apostaron en la ciudad de Pitesti, cercana a Bucarest y con capital francés y del Estado rumano, instalaron una fábrica para ensamblar vehículos de marca Renault. Rumania se impuso como meta vender esos automóviles por doquier, incluso en Venezuela, pretendieron hacerlo, pero la cultura automotriz venezolana impregnada por la norteamericana lo impidió. Era un contrasentido. Se buscó industrializar forzosamente a un país agrario y cuya cultura estaba alejada de esos esquemas rígidos del orden obrerista. Un intento que no tomó en cuenta esos factores ni los elementos necesarios para la eficiencia productiva, como se desconoció la ausencia de materias primas, propias de una industria. Un caos total. El populismo venía trajeado con el nacionalismo y un sentimiento antisoviético. Un costoso proceso que requería de ingresos en dólares para comprar tecnología occidental que Rumania no producía y,  para lo cual recurría al Fondo Monetario Internacional y la Banca Comercial internacional para así mostrar el rostro de un progreso económico. El Partido Comunista Rumano era el representante de la clase obrera rumana y Nicolae Ceausescu era el “Conducator”.

Esta industrialización forzosa y forzada mostró un rostro triunfante en la década de los 70, pero, en los 80 observó la creciente crisis que aceleró el fin del sistema. Ceausescu desde 1982 buscó rígidamente, radicalizar sus relaciones con el sistema bancario internacional y con el FMI. Se propuso pagar toda la deuda externa (13.000.000.000 de dólares) cuestión que hizo en 1989. Cual campeón de boxeo que gana todos los rounds de un combate, gritó al Mundo para que Rumania escuchara: “ya no le debemos ni un solo dólar a los capitalistas occidentales”. Fue el periodo más negro de la historia de ese país. No había que comer, había frio. Las penurias eran inmensas y el odio almacenado en el alma de cada rumano fue suficiente como para presagiar un final tenebroso para Ceausescu y su clan familiar.

Fueron muchos los proyectos faraónicos y llenos de megalomanías. Por ejemplo, la edificación del complejo habitacional para que viviera la nomenclatura del Partido comunista rumano: la “Casa del Pueblo”. Ésta fue edificada a un costo enorme y sin control administrativo. El consumo eléctrico de ésta era enorme, mientras la población sufría los reiterados cortes de luz, especialmente en invierno y los rumanos eran penalizados por utilizar artefactos que generasen calor con electricidad. Desde 1966 fue prohibido el aborto. Con Ceausescu todo se magnificó, pues él pretendía obligar que cada familia procreara bastantes niños. El rumano se resistía, pues no quería que sus niños crecieran y se educaran como pescados que no hablan, ni como burros que trabajan sin sentido de vida.

Por otro lado y más grave, era el sistema represivo y vigilante. Más de 10.000 informantes. Cada uno de éstos tenía bajo su férula la cifra de 50 informantes. Una represión total. El sistema orwelliano en pleno desarrollo. Hay quienes dicen que ya no era lo mismo como en los años 50, cuando los soviéticos estaban en tierra rumana. Fuimos testigos de cuando ese “pueblo vegetal” como le llamare una extraordinaria poetisa rumana, en 1987, se levantó para protestar. Hubo huelgas de obreros sin conciencia de clase. Mas, todos esos movimientos marcaron el camino que desembocó en diciembre de 1989.

Internacionalmente se recuerdan sus encuentros con Nixon, Ford y Carter, luego el paseo en la carroza real de la Reina de Inglaterra, igual la visita a toda América Latina, especialmente a Venezuela que la visitó dos veces: una de Estado y otra, muy breve, para transmitir, personalmente un faraónico e irrealizable proyecto a Carlos Andrés Pérez. Una locura más. Luego, paulatinamente, esos contactos se fueron minimizando. Fueron intensos los encuentros con Bokassa, el dictador centroafricano que luego se hizo Emperador; con Mugabe, el depravado y corrupto dictador de Zimbabwe; con el delirante Kim Il Sung, para cerrar el círculo de los asiduos visitantes; queda el emblemático Yasser Arafat, quien siempre buscaba dinero en las arcas rumanas para financiar los proyectos palestinos.

Paradójicamente para el rumano de los últimos 150 años quien desarrolló un fuerte sentimiento anti ruso, sus esperanzas se dirigían hacia Gorbachov, el nuevo y joven líder soviético del Kremlin con su rostro reformador del sistema soviético y del socialismo. En un esfuerzo desesperado, Ceausescu intentaba resucitar su política antisoviética, realizó condenas al Pacto Ribbentrop- Molotov, en el XIV Congreso del Partido Comunista Rumano en noviembre de 1989. Fue todo un fracaso, los rumanos ya no compraban ese discurso “nacionalista” que utilizó durante 24 años. Ceausescu ya no era el mismo de 1968. El hombre que se opuso a la invasión soviética en Checoslovaquia ese año, esta vez le solicitó a Gorbachov intervenir en Polonia para frenar al Sindicato polaco Solidarnosc y a su líder Lech Walesa. Gorbachov se niega, explicando que los días de la Doctrina Brezhnev de la soberanía limitada, había pasado. Era tiempo de la era Sinatra, “My Way”.

En octubre de 1989, Gorbachov y Ceausescu de nuevo se reunieron en Berlín con motivo del 40 aniversario de la proclamación de R.D.G. Gorbachov le advierte a Erich Honecker, el líder alemán quien era poco proclive a los cambios en su país, al igual que Ceausescu. Gorbachov sentenció palabras más, palabras menos lo siguiente: “la historia no perdona a quienes se oponen a ella”. Fue tan cierto ese argumento que Ceausescu emblemáticamente y con elación se opuso a los cambios. Los resultados están a la vista y los recogió la historia. El líder rumano, 45 días después de ese encuentro con Gorbachov, se hizo reelegir en el XIV congreso del Partido Comunista rumano por unanimidad. Semanas después estalló la revuelta en Timisoara, ciudad cercana a Yugoslavia. Era cosa de días. Para  Ceausescu, comenzó la cuenta regresiva.

La ironía de la historia hizo que el penúltimo estalinista de Europa (el último está en Bielorrusia) terminase su vida en términos sangrientos. Fue un regalo que trajo la emblemática noche de navidad, la cual siempre fue rechazada por el comunismo.  Ceausescu fue fusilado junto a su esposa. Acabó rodeado de odio y rechazo general. Vishinski, de quien hemos escrito en otra oportunidad, habría estado orgulloso, al ver la imagen del anciano Ceausescu cuya sangre fue vertida en las paredes de una vieja casa de la ciudad de Tirgoviste, cercana a Bucarest. Fue muerto, junto a Elena, su esposa, por las balas que disparara un pelotón de soldados, al cumplir la orden de un tribunal dirigido por el Ministro de la Defensa de Rumania. Un acto que sirve de ejemplo a quien promete la ilusión de un paraíso, pero hacen que el pueblo viva un verdadero infierno. ¡Nicolás, hay que aprender a leer las enseñanzas de la historia!

@eloicito

miércoles, 18 de mayo de 2016

Grupo de Amigos para Venezuela


Embajador (r) Sadio Garavini di Turno

La situación socio-económica y política en Venezuela está deteriorándose aceleradamente. La escasez generalizada de bienes básicos viene acompañada ahora por el desabastecimiento casi total de algunos  productos, como la leche. Los saqueos a comercios y transportes de alimentos son cada día más numerosos. La inflación camina rápidamente hacia los cuatro dígitos. Mientras tanto el gobierno Maduro mantiene, con apenas algunos paliativos irrelevantes, el modelo  basado en las “ideas muertas” de un socialismo primitivo que, como decía Bronislaw Geremek: “no sólo no creó riqueza sino ni siquiera distribuyó con justicia la pobreza”. Además,después de la contundente derrota electoral en las elecciones parlamentarias, el gobierno ha optado por desconocer totalmente a la Asamblea Nacional, violando descaradamente la Constitución. El Tribunal Supremo de Justicia, electo inconstitucionalmente a toda prisa en los días de Navidad, sin respetar los procedimientos y los requisitos para los cargos, por una Asamblea Nacional en los estertores de su mandato, ha declarado inconstitucionales prácticamente  todas las leyes que la nueva Asamblea ha aprobado y le ha cercenado la mayor parte de sus atribuciones. El Ejecutivo ha decretado unilateralmente el estado de excepción y de emergencia económica desacatando el voto negativo de la Asamblea Nacional. Para colmo, a través de su control sobre el Consejo Nacional Electoral está tratando, con vulgares triquiñuelas, de impedir ilegítimamente el referéndum revocatorio presidencial que la oposición democrática ha iniciado.

El revocatorio es la única vía constitucional, democrática y electoral disponible para un cambio de gobierno en paz, salvo un teóricamente posible acuerdo para lograr un gobierno transitorio de Salvación Nacional, propuesto por personalidad es como el Padre Ugalde y Eduardo Fernández. Este gobierno utilizaría  los  dos años y medio del mandato de Maduro para enfrentar la gravísima crisis nacional, requeriría de un amplio apoyo político que incluiría además de la oposición democrática a sectores importantes del chavismo. Obviamente, este camino parece una quimera frente a la fuga insensata del gobierno hacia la radicalización del modelo neocomunista, el aumento de la represión y el mantenimiento de una estrategia comunicacional, cada día más menos creíble y ridícula, que culpabiliza a la oposición y al “Imperio” del desastre socioeconómico. Sin embargo, estoy seguro que hay sectores en el chavismo civil y militar que están sufriendo el desastre nacional yen función del Bien Común estarían dispuestos a encontrar, a través del diálogo, una salida pacífica a la crisis.

La tragedia venezolana está preocupando cada vez más a la Comunidad Internacional. Los socios comerciales de Venezuela están siendo afectados duramente por la creciente incapacidad de Venezuela de pagar sus deudas y de seguir  importando. Si la situación empeorase, los vecinos temen enfrentar las consecuencias de una crisis humanitaria y la consiguiente ola de refugiados. La Santa Sede también está preocupada y propiciando el diálogo. Por tanto, dada la exitosa experiencia centroamericana, que acabó con terribles guerras civiles, se está hablando de la conveniencia de formar un grupo de países amigos de Venezuela, para ayudar a encontrar una salida pacífica y democrática a la crisis. El Grupo de Amigos podría ser resultado de las gestiones diplomáticas previstas en el Artículo 20 de la Carta Democrática Interamericana: “En caso de que en un Estado Miembro se produzca una alteración del orden constitucional, que afecte gravemente su orden democrático”. A la comunidad democrática internacional le recuerdo: Vigilia pretium libertatis.

@sadiocaracas

martes, 17 de mayo de 2016

Trump y la refundación conservadora


Dr. Gustavo Palomares Lerma

Las primarias y caucus que están teniendo lugar durante estos meses en las filas republicanas con la confirmación indiscutible de Donald Trump como candidato controvertido del Partido del elefante probablemente sea el inicio de la esperada refundación conservadora pero también puede llegar a ser un desastre para el orden liberal.

Se equivocaban los que pensaban, después de los fracasos electorales sucesivos ante Obama, que la revolución conservadora -denominada así por los sectores más radicales del republicanismo histórico- vendría de la mano de Paul Ryan, Romney, Santorum, Gingrich o, incluso, de ese mal denominado idealismo conservador que encabeza el grupo de “Intelectuales de la Defensa” de la era Bush. Incluso el cambio generacional controlado que deseaba el establishment del Partido propiciando el ascenso de figuras latinas prometedoras –teniendo en cuenta que esta minoría ahora mayoritaria es la que estratégicamente pone o quita presidentes- también ha fracasado ante el torbellino que está suponiendo el “trumpismo” en la sociedad estadounidense.

Este es un populismo de nuevo cuño muy diferente del que supuso el empresario texano de éxito Ross Perot en los años noventa; surge en un escenario que encuentra en el desánimo generalizado y en el odio ideológico sembrado frente a esta Administración un buen caldo de cultivo para un nuevo estado de ánimo dentro de estas huestes que se expresa en esta idea: “lo que tenga que pasar en estas elecciones debe ser lo suficiente grande como para borrar de un plumazo todo los agravios anteriores cometidos contra las esencias de la nación”. De esta forma, en las filas republicanas que, desde hace más de dos décadas de fracasos o liderazgos mediocres, se fue forjando ese sueño y por fin un hombre próximo y de éxito, aunque un poco bocazas y demasiado excéntrico, lo encontró.

Trump ha demostrado que él conoce más que las élites del Partido lo que quieren las bases conservadoras. Y en justa correspondencia esas bases, votan por él, no votan por el Partido Republicano. Eso es así porque esa ciudadanía estadounidense soporte de los republicanos se encuentra sociológicamente a años luz de las estructuras esclerotizadas del Partido. Los aires de cambio que buscan el nuevo liderazgo que supone Trump, han roto esas leyes de hierro -que decía el gran teórico Robert Michells hablando de las estructuras partidarias- de la oligarquía republicana.

Un Partido que es víctima del monstruo que él mismo ha alimentado con iniciativas que suponían un “vale todo” para socavar la labor política y legislativa de Obama. Incluso propició y alentó el radicalismo reaccionario republicano fuera de las estructuras del Partido, de grupos como el Tea Party que nunca consiguió romper el corsé de las estructuras partidistas de los sectores tradicionales republicanos para que toda la familia conservadora pudiera compartir el Apple Pie, ese símbolo nacional en serio riesgo por los demócratas. Trump llegó sin ser invitado, él solo se comió el pastel y encima derramó el Tea.

La nueva estrella ascendente de la política estadounidense ha hecho una heterodoxa pero muy eficaz revisión del discurso nacionalista y de los conceptos clásicos de Dios, Providencia y Potencia; los sustituye por: éxito, éxito, éxito; dinero, dinero dinero. Todo, a fin de cuentas, se resume en lo mismo. Su discurso anacrónico es una combinación histriónica de esos chascarrillos reaccionarios que se sueltan en las sobremesas de los clanes familiares republicanos o en los corrillos más rancios a la hora del tea, elevados a la categoría de soflama electoral y programa político.

Y con todo este proceso ya irreversible respecto a un candidato alternativo factible, ante una Convención sin margen de maniobra ¿cómo ubicar al elefante Trump en la cacharrería de un Partido que debe combinar los jóvenes valores del establishment -Rubio- los maduros carismáticos -Cruz-, con los viejos y no tan viejos dinosaurios, tan proclives a seguir coqueteando de forma entusiasta con el Tea Party? El Partido Republicano está en una muy difícil tesitura porque si no empieza a apostar ya -meses antes de la Convención- de forma decidida por Trump en la carrera electoral para frenar a Clinton, puede quedarse descolgado, desubicado y el vendaval trumpiano ciudadano y de delegados comprometidos se lo puede llevar por delante.

La experiencia más remotamente parecida fue la de 1980 con Reagan: un candidato que presentaba un currículum radical, pero con poco peso político específico, distante de las raíces republicanas y que tampoco gozaba de los favores del aparato del Partido. Aun así, llegó a ser, a gran distancia, el candidato y Presidente de ese Partido de mayor popularidad, más amado y de mayor apoyo electoral desde Eisenhower. Por cierto, otro candidato, el General, que se alejaba de la tradición contemporánea que fijaran Presidentes como Teddy Roosevelt o Herbert Hoover.

¿Puede pasar algo parecido con Trump? Para ello, sería inevitable llegar a un acuerdo de todos estos sectores respecto a su candidatura que, con el apoyo electoral que presenta, es muy factible; la posibilidad de incorporar un Vicepresidente más institucionalizado y próximo al aparato dentro del ticket republicano, fruto de este consenso de mínimos de estos sectores, puede ser una solución. La duda es saber si una componenda de esa naturaleza, es capaz de resistir la primera embestida de los excesos verbales de Trump.

A tenor de los últimos sondeos (The Washington Post/ABC; CNN-ORC) la mayor parte de los segmentos y estratos, así como las comunidades influyentes en el proceso electoral: mujeres, jóvenes, latinos y, por supuesto afrodescendientes, repudian y odian a Trump en un porcentaje nada despreciable; entonces, si no es por el gran voto oculto no declarado y también por su capacidad de establecer y/o comprar apoyos influyentes, es difícil explicar cómo ha llegado a donde ha llegado con uno de los mayores apoyos populares tanto en las votaciones cerradas como abiertas. Y todo parece indicar que ha llegado para quedarse.

Esto es así, porque la recepción de su candidatura, pasa más por las percepciones emocionales que despierta entre los electores y simpatizantes, que por sus méritos, historial y experiencia. Todo ello, frente a una rival como Hillary Clinton que es todo lo contrario: su experiencia y figura política es la expresión más clara de los distintos itinerarios del poder.

Es necesario tener claro que el enfrentamiento entre Trump y Clinton se produce en uno de los momentos históricos de gran descontento y de mayor división en el electorado por la gran polarización entre los candidatos; un escenario propicio que encuentra en la desigualdad y el desencanto un buen caldo de cultivo para el éxito de las posiciones más distantes y provocadoras frente al poder político en Washington. El buen resultado de los candidatos más inesperados de ambos Partidos en las primarias es buena prueba de ello y puede tener continuidad –como demuestra su progresivo ascenso en las encuestas- incluso, con el éxito inesperado de un xenófobo, misógino y paranoico en la carrera a la Casa Blanca.

Publicado originalmente en El País

@GustaPalomares

Geopolítica y guerras en el Mundo


Prof. Eloy Torres

El siglo XXI se las trae. Se observa la diferencia con el XX, pues, entonces, ese fue ideológico, rico y complejo, en tanto que el XXI se muestra difuso, poco denso y se mueve con una grave y peligrosa simplicidad. Las cartas están sobre la mesa: hay un recorrido agresivo del populismo en el Mundo, la amenaza del fundamentalismo islámico y el debilitamiento del liderazgo político de la Unión Europea, concretamente: Merkel en Alemania y Hollande en Francia. El surgimiento de lo que llamó The Wall Street Journal, la Trumpery Tendency (la tendencia engañifa) un poco para parodiar y ridiculizar las “ideas” del candidato republicano Donald Trump. Según los conocedores, sus ideas tienen mucho en común con las de los seguidores del partido de los “know nothing” de los años 1840 y 1850, conocidos por su empeño anti-católico y anti-inmigrante. Fueron fuertes electoralmente en Chicago, Washington y San Francisco; llegaron a gobernar a Massachusetts.

Hoy vemos a Donald Trump moverse, en el terreno populista con facilidad y con un peligroso empeño de “prohibir” el ingreso de musulmanes a territorio estadounidense y en construir un muro (pagado, por México, según Trump) entre ese país y EEUU. El populismo, no es nuevo; siempre ha existido en la sociedad norteamericana, como en todo el Mundo. No es exclusivo de América Latina. En EEUU, aparecen y desaparecen, según la ocasión. Aprovechan los eventuales momentos de división de algunos de los partidos centrales de ese país. Igual ocurre en Europa. La retórica anti-migratoria se muestra amenazante y peligrosa en el Mundo. Por ejemplo, cada país miembro de la Unión Europea enfrenta el drama del populismo montado en la citada retórica anti-migratoria. La clase media de estos países es presa fácil del discurso populista. Apoyados en la impopularidad de ciertas decisiones políticas; estas fuerzas extienden sus tentáculos para reclamar la independencia de sus países de Bruselas. Ésta, conduce los destinos de todos los países insertos en la Unión Europea. Hay muchos ejemplos a tomar en consideración: la postura de algunos países de Europa Central frente a la migración (verbigracia, Hungría y Austria) y el ingreso de Gran Bretaña al euro túnel. Es todo un drama que debe encontrar su solución.

La realidad amenazante del “Estado Islámico” es grave. Son el breakfast de las noticias sorpresas todas las mañanas en el Mundo. Sorpresas, por demás, nada agradables y, que en su mayoría, tiene que ver con el Medio Oriente, lo que nos indica un recrudecimiento para lo que queda de este año 2016. Las noticias sobre los enfrentamientos sectarios entre shiítas y sunitas, esconden el entramado geopolítico de algunos países en la zona (Arabia Saudita, sunita ella, frente a Irán, shiíta él) y apuntan a una espiral de conflictos aún mayor. Patéticamente se  observa el apoyo de Rusia, aliada de Irán, a la gestión de Bashar al-Assad en Siria, aunado a ello, los riesgos por el debilitamiento de los precios de la materia prima que proviene de los subsuelos áridos del Medio Oriente: el petróleo. Para EEUU es prioritario acabar con las redes terroristas del “Estado Islámico”, para lo cual debe respetar lo específico de esa cultura. No confundir el Islam con el fundamentalismo islámico, representado por esas minorías violentas. Una política equivocada, como la inacción misma o una acción poco eficaz, fortalece a esos grupos y potencia la geopolítica de los factores que le adversan, entre ellos Rusia, China e Irán.

Otro elemento que adquiere relevancia, aunque en silencio, manifiesta pues su creciente presencia en el Mundo, como un factor decisor en materia de política internacional. Nos referimos a China y lo que ella implica para sus relaciones con EEUU. China es una realidad geográfica y poblacionalmente hablando significativa. Un verdadero gigante. Son muchas las discrepancias, las cuales pueden servir para un creciente enfrentamiento de grandes proporciones. Felizmente las discrepancias pueden ser atenuadas por la existencia de enemigos comunes: el terrorismo y el cambio climático, por ejemplo.

Para China, según la axiología de su política exterior, es vital el nivel de confianza entre los actores. Si la confianza no existe, entonces no hay posibilidades de paz. Ahora, la falta de confianza entre EEUU y China es mutua. Washington y Beijing se miran con suspicacia. Algunas decisiones políticas, de lado y lado, contribuyen al enrarecimiento del clima de desconfianza mutua. EEUU condena las decisiones de China en materia de ambiciones territoriales, luego desaprueban las excelentes relaciones chinas con Rusia.  Xi Jinping  y Vladimir Putin hacen esfuerzos por ampliar su poderío militar, particularmente el chino. Luego hay que sumar las graves y monumentales diferencias en los sistemas políticos dominantes en ambos países, como toda la axiología que mueve a sus pueblos. Decíamos que hay un elemento que ayuda a ser optimistas. Las diferencias pueden atenuarse en este complejo tablero de ajedrez, pues los intereses nacionales de ambos países coinciden en algunas áreas. Los Presidentes Barack Obama y Xi Jinping dejaron entrever sus coincidencias a propósito de la firma del Acuerdo de Paris sobre Cambio Climático y sobre el cual, recientemente, el Consejo Venezolano de Relaciones Internacionales (COVRI) desatacó, en un documento, como un hecho muy positivo.

La Unión Europea confronta amenazas políticas al interior de ciertos países: Francia y Alemania. La popularidad de sus líderes: François Hollande y Angela Merkel está en baja. Ellos ya sienten los rayos del sol un tanto más abajo de la espalda, por debajo de su cintura. No obstante, gracias a problemas urgentes a resolver, su realidad se muestra como un salvavidas. Las tensiones generadas por ciertos elementos les ayudan a mantenerse en el poder hasta el 2017. En consecuencia los ataques terroristas en Francia como el flujo de inmigrantes en Alemania, representan una serie de provocaciones para estos países y para los valores de la Unión Europea. Como también existe la posibilidad que su gravedad pudiere afectar su permanencia en el poder hasta 2017, fecha cuando expiran sus mandatos. Sin embargo, la mayor parte de las opiniones apuntan, que estos líderes podrán resistir la crisis al bloquear las tendencias “revoltosas” en ciertas zonas de sus poblaciones.

Por otra parte hay una tendencia a mantener vivo el conflicto por Ucrania. Continúan las tensiones. Rusia no acepta dejarse encerrar, y no querer, de repente, despertar sin una salida segura al Mar Mediterráneo: es una constante en su política exterior. No se trata de que Putin sea malo o bueno, bonito o no, carismático o no. Es el interés nacional ruso. El mismo existe desde varios siglos: No permitir ser encerrados, como dicen ellos, sin salidas a las aguas cálidas. Es un punto de honor para ese país, como podría serlo para cualquiera. Kissinger y otros analistas lo han recalcado en varias ocasiones, además es explicable desde el punto de vista de Rusia. Hay que colocarse en sus zapatos; así no nos guste.

Otras tensiones en el mundo: el Asia y el Pacífico no observan grandes cambios. El ISIS mantiene al mundo con una zozobra bélica. Siria, un escenario sangriento; como tampoco, Iraq muestra señal alguna de ser “una verdadera primavera árabe”, sino, como hemos dicho en otrasocasiones, es: un infierno árabe, bombeado, en su propagación, con el petróleo que subyace en sus desérticas arenas. Muchos dicen: estamos sentados en un barril de pólvora. Ello muestra destellos de veracidad, por la indiferencia que hay para encontrar la solución. Crudamente pensamos en la inminente posibilidad de un conflicto generalizado que podría destruir al Mundo.

Corea del Norte es un peligro. Ya sabemos que Kim Jong–Un, es un dictador, heredero del poder de su padre y abuelo, quien juega a ser un factor decisivo en las relaciones internacionales. Esperemos sea eso: un juego. Mas, algunas cosas nos inducen a concluir que ello no así. Es realmente un peligro. China, su principal sostén geopolítico en la zona, acusa cansancio, gracias a esas peligrosas “tremenduras” de Pyongyang, por lo que es posible de un paso para intervenir en ese país. Nada está descartado. Es la geopolítica china que apunta a resolver esa realidad, pues Corea del Norte es realmente un creciente peligro no sólo para Corea del Sur o Japón, sino directamente para Beijing. Una decisión de esa magnitud, contaría con la colaboración de Moscú y el aplauso de Occidente.

Entre China y la India, a pesar de existir un permanente estado de tensión, no menos cierto es que ambos buscan una situación de equilibrio. Entre los dos suman más de tres mil millones de seres humanos, por lo que es comprensible que ellos prefieran encontrarse más en las coincidencias, que en los conflictos generados por las diferencias. En tanto que  Pakistán exuda serias contradicciones. Tanto China como la India, aunque esta última prisionera de un esquema de confrontación con Islamabad, prefieren un entendimiento global en la zona. Pakistán en procura de aumentar su estatura estratégica ha hecho ciertos movimientos en el Océano Índico que generan inquietud en la geopolítica de la India. En tanto que China no quiere ver una alianza entre Vietnam y Japón. Este tipo de situaciones aumenta los niveles de tensión en el Mundo.

Por su parte, el Medio Oriente muestra más que petróleo. No sólo hay que hablar sobre el “Estado Islámico”, Irak, Gaza, Siria o Irán, Israel o el Líbano. Son muchos otros, los factores presentes en esa zona. Todo es  confuso y muy complejo, como peligroso. Israel tiene el arma nuclear, Irán tiene tecnología nuclear sensible. Hay que agregar la especulación sobre si el reino saudita dispone de un sistema balístico actualizado. Teherán ayuda al régimen de Assad, mientras que Israel fortalece sus sistemas de defensa anti-misiles. Están las “bravuconadas” y actos de terror del  irregular ejército del “Estado islámico”. En tanto que EEUU han procurado por la vía diplomática impedir que Teherán desarrolle una bomba nuclear. Todo, repetimos, es muy complejo y difícil de controlar.

Rusia y la OTAN se enfrentan. La realidad es superada por la sin razón geopolítica. Ucrania puede ser convertida en la excusa para la guerra. Rusia amenaza en ampliar la capacidad de sus fuerzas armadas para enfrentar a la alianza atlántica. Se reedita la vieja y tenebrosa pesadilla de encerrar a Rusia y amenazar a China: ¡Mahan y Mackinder vivant!

La acción del Atlantismo para minimizar la estatura estratégica de Rusia, de conformidad con el viejo sueño de los citados Mahan y Mackinder, forzó la anexión de Crimea; ello obligó a reevaluar esas relaciones y estamos frente a un estado de tensión, más grave desde el final de la Guerra Fría. De todos modos la reacción de la OTAN es y puede ser limitada. Son muchos los escenarios que los EEUU confrontan: Rusia, China e Irán. Por lo que hay que evaluarla realidad. Rusia se opone a permitir el posicionamiento de bases alrededor de su territorio. Ello la colocaría a tiro de cañón de la OTAN. Estudiar la historia es conveniente para ponderar la difícil y compleja realidad que ha normado las relaciones del Atlantismo con Rusia.

Las relaciones internacionales en el siglo XXI nos ofrecen una simplicidad de respuestas. No hay ideologías, ni comunismo ni imperialismo. Lo que mueve a los actores es la potenciación y promoción de su interés nacional. Éste, no puede ser sino salvaguardar su territorio; no enajenarlo a otros y evitar situaciones peligrosas a sus pueblos. El Mundo en esta centuria XXI permite que cada actor fije una política exterior, no ideologizada, sino centrada en todos los miembros de cada sociedad; jamás fijarlo en un gobernante. Éstos mueren, desaparecen y tras ellos no queda nada. Lo que importa es salvaguardar al país, sus recursos, soberanía y dignidad.

Lamentablemente, Venezuela se encuentra desde hace 17 años un abandono generalizado. Ahora, en materia internacional es gravísimo. Los gestores del gobierno en esa materia no comprenden o no quieren comprender que el Mundo se mueve hacia la consecución del interés de cada actor; éste se expresa, repito, en promover al país, evitarle conflictos imprudentes y disputas territoriales y marítimas, ganar mercados para sus productos, dignificar al país y no a un grupúsculo político, entre otros. Se debe observar al Mundo globalmente, pues es un sistema y confronta muchos problemas, cuyas respuestas no pueden reducirse al discurso simplista y maniqueo del “imperio y dignidad de los pueblos”. Venezuela, es huérfana de una política exterior seria y acorde con esta compleja realidad y de defensa del interés nacional. Pero, en su lugar estamos perdidos y actuamos cual carrito chocón, con insultos fáciles de pronunciar y difíciles de olvidar o borrar de los anales de la historia de las relaciones internacionales.Todo aquel que observe una postura crítica con el gobierno, es víctima de ellos, gracias a esta agresiva diplomacia, por demás, virulenta e irracionalmente ideologizada, mientras al interior, padecemos una dolorosa crisis económica y humanitaria.

@eloicito