sábado, 30 de marzo de 2013

Belicosidad y locura: la estrategia de Corea del Norte


 
Dr. Kenneth Ramírez
La estrategia de Corea del Norte es una combinación de belicosidad y locura calculada. En 2013, dos eventos han ejemplificado cada faceta de esa estrategia. Pyongyang mostró su belicosidad el 12 de febrero de 2013, cuando detonó un dispositivo nuclear subterráneo por tercera vez –las primeras dos ocasiones fueron en 2006 y 2009. Días antes, el 7 de marzo de 2013, el único aliado importante del país, China, votó a favor de imponerle nuevas sanciones a Pyongyang en el Consejo de Seguridad de la ONU, lo que demostró el aislamiento internacional de Corea del Norte. En respuesta, Pyongyang anunció recientemente la suspensión del armisticio que puso fin a la Guerra de Corea en 1953 y se declaró en “estado de guerra” con Seúl; una muestra del citado elemento de locura en su estrategia.

Estos dos elementos belicosidad y locura - forman una estrategia racional coherente. El objetivo principal de Corea del Norte es la preservación del régimen comunista.

Demostrando belicosidad –por ejemplo, pareciendo estar cerca de tener capacidad nuclear militar completa- invita a otros países a la prudencia. Recordemos que Corea del Norte tiene suficiente plutonio para construir entre 6 y 8 ojivas nucleares, y centrifugadoras operativas para enriquecer uranio. A pesar de ello, los informes señalan que Pyongyang no tiene aún un arma nuclear construida que pueda lanzarse y detonarse, sino únicamente dispositivos nucleares de baja intensidad que no pueden utilizarse en un conflicto. No sabemos con certeza por qué Pyongyang no ha dado el paso de construir al menos un arma nuclear. Lo que si sabemos con seguridad por las últimas pruebas realizadas, es que sus misiles no son confiables; además, puede que haya problemas con la construcción de sus ojivas nucleares.

Asimismo, pretendiendo locura por ejemplo, amenazando con convertir en un “mar de fuego” a las ciudades de EEUU y Corea del Sur-, Corea del Norte intenta parecer completamente impredecible, lo que obliga a todos a ser cautos. Los dos elementos, belicosidad y locura, trabajan juntos para limitar las acciones de otros Estados.

Hasta ahora, Corea del Norte ha actuado dentro de los parámetros de esta estrategia. Ha realizado pruebas nucleares y misilísticas, y ha amenazado con desencadenar las hostilidades en la Península Coreana en más de una ocasión. Incluso, las más graves y provocadoras acciones pasadas, como el hundimiento de la fragata surcoreana “Cheonan” en marzo de 2010 y el bombardeo de la isla surcoreana de Yeonpyeong en noviembre del mismo año, fueron compatibles con su estrategia.

Esta vez, la razón de Corea del Norte para instigar una nueva crisis es el joven líder Kim Jong-un, el cual busca fortalecerse, demostrar que tiene el poder en sus manos y que continuará con la estrategia de su padre Kim Jong-il.

Kim Jong-un tiene sólo 30 años de edad, y muchos fuera de Corea del Norte dudan de su capacidad para liderar el régimen –quizás también algunos lo hacen secretamente dentro del país-. Una manera de demostrar su autoridad es orquestar una crisis internacional como la actual, que involucra a EEUU, Corea del Sur, Japón, China y en menor medida a Rusia; la cual busca afirmar a Kim Jong-un en el escenario internacional, así como conducir a la apertura de negociaciones para levantar al menos parte de las sanciones impuestas a Corea del Norte y obtener cooperación económica internacional.

El régimen de Corea del Norte comprende las potencialidades y límites de su estrategia de belicosidad y locura; y por ello, ha sido muy firme y consecuente en el ejercicio de la misma. A pesar del hecho de que el joven Kim Jong-un formalmente gobierna el país, el régimen norcoreano es un conjunto complejo de instituciones e individuos -el Partido de los Trabajadores, los militares y la familia Kim- que tienen la capacidad de dar forma y controlar el comportamiento del joven líder. De hecho, algunos consideran una suerte de regente al tío político de Kim Jong-un, Jang Sung-taek –casado con la General Kim Kyong-hui, hermana del finado líder Kim Jong-il-, quien ocupa actualmente los cargos de Vicepresidente de la Comisión de Defensa Nacional y Jefe del Departamento Administrativo Central, teniendo por tanto fuerte ascendencia sobre las Fuerzas Armadas y la Policía Secreta.

En consecuencia, todo parece indicar que poco va a cambiar. EEUU hará hincapié en la ferocidad potencial de Pyongyang, reforzará sus alianzas asiáticas y enfatizará la necesidad de una vigilancia extrema. China entenderá que los norcoreanos son agresivos pero débiles, y seguirá jugando un rol diplomático central en esta cuestión como principal aliado del régimen norcoreano, intentando reafirmar su control sobre el mismo. Rusia buscará aprovechar el asunto para obtener prestigio como potencia global en el marco del diálogo a “seis bandas”. Y la mayoría de la Comunidad Internacional, no tendrá en cuenta realmente la amenaza de Pyongyang de reanudar la guerra en la Península Coreana, pero hará votos por una salida diplomática.

No obstante, China se encuentra cada vez más frente a un dilema estratégico: tolerar las acciones de Pyongyang en contra de sus intereses como potencia en ascenso; o retirar su ayuda económica al régimen norcoreano lo que implicaría su final. China como potencia en ascenso busca consolidar Asia Oriental como su esfera de influencia exclusiva, y por tanto, desea que EEUU preste poca atención a la región y se retire a largo plazo de la misma. Empero, las acciones de Corea del Norte logran justamente lo contrario: justificando el “pivote al Pacífico” de la Administración Obama. Por ello, el pasado 7 de marzo, China escogió enviar una clara advertencia a Corea del Norte, cuando su Ex-Ministro de Relaciones Exteriores y actual Consejero de Estado, Yang Jiechi, votó como señalamos a favor de imponerle nuevas sanciones en las Naciones Unidas, pero afirmó que su país seguía comprometido con la supervivencia de Pyongyang.

Como vemos, la reanudación de la Guerra de Corea, no es algo que ninguna potencia global o actor regional realmente quiera. En el peor de los casos, esta vez puede haber un nuevo ataque menor fronterizo a Corea del Sur, lo cual implicaría dar continuidad a la estrategia de belicosidad y locura desplegada por Corea del Norte en los últimos años.

Afortunadamente, una vez más, no habrá guerra en la Península Coreana; a pesar de la retórica belicista de Pyongyang y el alarmismo de algunos analistas.