martes, 17 de mayo de 2016

Trump y la refundación conservadora


Dr. Gustavo Palomares Lerma

Las primarias y caucus que están teniendo lugar durante estos meses en las filas republicanas con la confirmación indiscutible de Donald Trump como candidato controvertido del Partido del elefante probablemente sea el inicio de la esperada refundación conservadora pero también puede llegar a ser un desastre para el orden liberal.

Se equivocaban los que pensaban, después de los fracasos electorales sucesivos ante Obama, que la revolución conservadora -denominada así por los sectores más radicales del republicanismo histórico- vendría de la mano de Paul Ryan, Romney, Santorum, Gingrich o, incluso, de ese mal denominado idealismo conservador que encabeza el grupo de “Intelectuales de la Defensa” de la era Bush. Incluso el cambio generacional controlado que deseaba el establishment del Partido propiciando el ascenso de figuras latinas prometedoras –teniendo en cuenta que esta minoría ahora mayoritaria es la que estratégicamente pone o quita presidentes- también ha fracasado ante el torbellino que está suponiendo el “trumpismo” en la sociedad estadounidense.

Este es un populismo de nuevo cuño muy diferente del que supuso el empresario texano de éxito Ross Perot en los años noventa; surge en un escenario que encuentra en el desánimo generalizado y en el odio ideológico sembrado frente a esta Administración un buen caldo de cultivo para un nuevo estado de ánimo dentro de estas huestes que se expresa en esta idea: “lo que tenga que pasar en estas elecciones debe ser lo suficiente grande como para borrar de un plumazo todo los agravios anteriores cometidos contra las esencias de la nación”. De esta forma, en las filas republicanas que, desde hace más de dos décadas de fracasos o liderazgos mediocres, se fue forjando ese sueño y por fin un hombre próximo y de éxito, aunque un poco bocazas y demasiado excéntrico, lo encontró.

Trump ha demostrado que él conoce más que las élites del Partido lo que quieren las bases conservadoras. Y en justa correspondencia esas bases, votan por él, no votan por el Partido Republicano. Eso es así porque esa ciudadanía estadounidense soporte de los republicanos se encuentra sociológicamente a años luz de las estructuras esclerotizadas del Partido. Los aires de cambio que buscan el nuevo liderazgo que supone Trump, han roto esas leyes de hierro -que decía el gran teórico Robert Michells hablando de las estructuras partidarias- de la oligarquía republicana.

Un Partido que es víctima del monstruo que él mismo ha alimentado con iniciativas que suponían un “vale todo” para socavar la labor política y legislativa de Obama. Incluso propició y alentó el radicalismo reaccionario republicano fuera de las estructuras del Partido, de grupos como el Tea Party que nunca consiguió romper el corsé de las estructuras partidistas de los sectores tradicionales republicanos para que toda la familia conservadora pudiera compartir el Apple Pie, ese símbolo nacional en serio riesgo por los demócratas. Trump llegó sin ser invitado, él solo se comió el pastel y encima derramó el Tea.

La nueva estrella ascendente de la política estadounidense ha hecho una heterodoxa pero muy eficaz revisión del discurso nacionalista y de los conceptos clásicos de Dios, Providencia y Potencia; los sustituye por: éxito, éxito, éxito; dinero, dinero dinero. Todo, a fin de cuentas, se resume en lo mismo. Su discurso anacrónico es una combinación histriónica de esos chascarrillos reaccionarios que se sueltan en las sobremesas de los clanes familiares republicanos o en los corrillos más rancios a la hora del tea, elevados a la categoría de soflama electoral y programa político.

Y con todo este proceso ya irreversible respecto a un candidato alternativo factible, ante una Convención sin margen de maniobra ¿cómo ubicar al elefante Trump en la cacharrería de un Partido que debe combinar los jóvenes valores del establishment -Rubio- los maduros carismáticos -Cruz-, con los viejos y no tan viejos dinosaurios, tan proclives a seguir coqueteando de forma entusiasta con el Tea Party? El Partido Republicano está en una muy difícil tesitura porque si no empieza a apostar ya -meses antes de la Convención- de forma decidida por Trump en la carrera electoral para frenar a Clinton, puede quedarse descolgado, desubicado y el vendaval trumpiano ciudadano y de delegados comprometidos se lo puede llevar por delante.

La experiencia más remotamente parecida fue la de 1980 con Reagan: un candidato que presentaba un currículum radical, pero con poco peso político específico, distante de las raíces republicanas y que tampoco gozaba de los favores del aparato del Partido. Aun así, llegó a ser, a gran distancia, el candidato y Presidente de ese Partido de mayor popularidad, más amado y de mayor apoyo electoral desde Eisenhower. Por cierto, otro candidato, el General, que se alejaba de la tradición contemporánea que fijaran Presidentes como Teddy Roosevelt o Herbert Hoover.

¿Puede pasar algo parecido con Trump? Para ello, sería inevitable llegar a un acuerdo de todos estos sectores respecto a su candidatura que, con el apoyo electoral que presenta, es muy factible; la posibilidad de incorporar un Vicepresidente más institucionalizado y próximo al aparato dentro del ticket republicano, fruto de este consenso de mínimos de estos sectores, puede ser una solución. La duda es saber si una componenda de esa naturaleza, es capaz de resistir la primera embestida de los excesos verbales de Trump.

A tenor de los últimos sondeos (The Washington Post/ABC; CNN-ORC) la mayor parte de los segmentos y estratos, así como las comunidades influyentes en el proceso electoral: mujeres, jóvenes, latinos y, por supuesto afrodescendientes, repudian y odian a Trump en un porcentaje nada despreciable; entonces, si no es por el gran voto oculto no declarado y también por su capacidad de establecer y/o comprar apoyos influyentes, es difícil explicar cómo ha llegado a donde ha llegado con uno de los mayores apoyos populares tanto en las votaciones cerradas como abiertas. Y todo parece indicar que ha llegado para quedarse.

Esto es así, porque la recepción de su candidatura, pasa más por las percepciones emocionales que despierta entre los electores y simpatizantes, que por sus méritos, historial y experiencia. Todo ello, frente a una rival como Hillary Clinton que es todo lo contrario: su experiencia y figura política es la expresión más clara de los distintos itinerarios del poder.

Es necesario tener claro que el enfrentamiento entre Trump y Clinton se produce en uno de los momentos históricos de gran descontento y de mayor división en el electorado por la gran polarización entre los candidatos; un escenario propicio que encuentra en la desigualdad y el desencanto un buen caldo de cultivo para el éxito de las posiciones más distantes y provocadoras frente al poder político en Washington. El buen resultado de los candidatos más inesperados de ambos Partidos en las primarias es buena prueba de ello y puede tener continuidad –como demuestra su progresivo ascenso en las encuestas- incluso, con el éxito inesperado de un xenófobo, misógino y paranoico en la carrera a la Casa Blanca.

Publicado originalmente en El País

@GustaPalomares

Geopolítica y guerras en el Mundo


Prof. Eloy Torres

El siglo XXI se las trae. Se observa la diferencia con el XX, pues, entonces, ese fue ideológico, rico y complejo, en tanto que el XXI se muestra difuso, poco denso y se mueve con una grave y peligrosa simplicidad. Las cartas están sobre la mesa: hay un recorrido agresivo del populismo en el Mundo, la amenaza del fundamentalismo islámico y el debilitamiento del liderazgo político de la Unión Europea, concretamente: Merkel en Alemania y Hollande en Francia. El surgimiento de lo que llamó The Wall Street Journal, la Trumpery Tendency (la tendencia engañifa) un poco para parodiar y ridiculizar las “ideas” del candidato republicano Donald Trump. Según los conocedores, sus ideas tienen mucho en común con las de los seguidores del partido de los “know nothing” de los años 1840 y 1850, conocidos por su empeño anti-católico y anti-inmigrante. Fueron fuertes electoralmente en Chicago, Washington y San Francisco; llegaron a gobernar a Massachusetts.

Hoy vemos a Donald Trump moverse, en el terreno populista con facilidad y con un peligroso empeño de “prohibir” el ingreso de musulmanes a territorio estadounidense y en construir un muro (pagado, por México, según Trump) entre ese país y EEUU. El populismo, no es nuevo; siempre ha existido en la sociedad norteamericana, como en todo el Mundo. No es exclusivo de América Latina. En EEUU, aparecen y desaparecen, según la ocasión. Aprovechan los eventuales momentos de división de algunos de los partidos centrales de ese país. Igual ocurre en Europa. La retórica anti-migratoria se muestra amenazante y peligrosa en el Mundo. Por ejemplo, cada país miembro de la Unión Europea enfrenta el drama del populismo montado en la citada retórica anti-migratoria. La clase media de estos países es presa fácil del discurso populista. Apoyados en la impopularidad de ciertas decisiones políticas; estas fuerzas extienden sus tentáculos para reclamar la independencia de sus países de Bruselas. Ésta, conduce los destinos de todos los países insertos en la Unión Europea. Hay muchos ejemplos a tomar en consideración: la postura de algunos países de Europa Central frente a la migración (verbigracia, Hungría y Austria) y el ingreso de Gran Bretaña al euro túnel. Es todo un drama que debe encontrar su solución.

La realidad amenazante del “Estado Islámico” es grave. Son el breakfast de las noticias sorpresas todas las mañanas en el Mundo. Sorpresas, por demás, nada agradables y, que en su mayoría, tiene que ver con el Medio Oriente, lo que nos indica un recrudecimiento para lo que queda de este año 2016. Las noticias sobre los enfrentamientos sectarios entre shiítas y sunitas, esconden el entramado geopolítico de algunos países en la zona (Arabia Saudita, sunita ella, frente a Irán, shiíta él) y apuntan a una espiral de conflictos aún mayor. Patéticamente se  observa el apoyo de Rusia, aliada de Irán, a la gestión de Bashar al-Assad en Siria, aunado a ello, los riesgos por el debilitamiento de los precios de la materia prima que proviene de los subsuelos áridos del Medio Oriente: el petróleo. Para EEUU es prioritario acabar con las redes terroristas del “Estado Islámico”, para lo cual debe respetar lo específico de esa cultura. No confundir el Islam con el fundamentalismo islámico, representado por esas minorías violentas. Una política equivocada, como la inacción misma o una acción poco eficaz, fortalece a esos grupos y potencia la geopolítica de los factores que le adversan, entre ellos Rusia, China e Irán.

Otro elemento que adquiere relevancia, aunque en silencio, manifiesta pues su creciente presencia en el Mundo, como un factor decisor en materia de política internacional. Nos referimos a China y lo que ella implica para sus relaciones con EEUU. China es una realidad geográfica y poblacionalmente hablando significativa. Un verdadero gigante. Son muchas las discrepancias, las cuales pueden servir para un creciente enfrentamiento de grandes proporciones. Felizmente las discrepancias pueden ser atenuadas por la existencia de enemigos comunes: el terrorismo y el cambio climático, por ejemplo.

Para China, según la axiología de su política exterior, es vital el nivel de confianza entre los actores. Si la confianza no existe, entonces no hay posibilidades de paz. Ahora, la falta de confianza entre EEUU y China es mutua. Washington y Beijing se miran con suspicacia. Algunas decisiones políticas, de lado y lado, contribuyen al enrarecimiento del clima de desconfianza mutua. EEUU condena las decisiones de China en materia de ambiciones territoriales, luego desaprueban las excelentes relaciones chinas con Rusia.  Xi Jinping  y Vladimir Putin hacen esfuerzos por ampliar su poderío militar, particularmente el chino. Luego hay que sumar las graves y monumentales diferencias en los sistemas políticos dominantes en ambos países, como toda la axiología que mueve a sus pueblos. Decíamos que hay un elemento que ayuda a ser optimistas. Las diferencias pueden atenuarse en este complejo tablero de ajedrez, pues los intereses nacionales de ambos países coinciden en algunas áreas. Los Presidentes Barack Obama y Xi Jinping dejaron entrever sus coincidencias a propósito de la firma del Acuerdo de Paris sobre Cambio Climático y sobre el cual, recientemente, el Consejo Venezolano de Relaciones Internacionales (COVRI) desatacó, en un documento, como un hecho muy positivo.

La Unión Europea confronta amenazas políticas al interior de ciertos países: Francia y Alemania. La popularidad de sus líderes: François Hollande y Angela Merkel está en baja. Ellos ya sienten los rayos del sol un tanto más abajo de la espalda, por debajo de su cintura. No obstante, gracias a problemas urgentes a resolver, su realidad se muestra como un salvavidas. Las tensiones generadas por ciertos elementos les ayudan a mantenerse en el poder hasta el 2017. En consecuencia los ataques terroristas en Francia como el flujo de inmigrantes en Alemania, representan una serie de provocaciones para estos países y para los valores de la Unión Europea. Como también existe la posibilidad que su gravedad pudiere afectar su permanencia en el poder hasta 2017, fecha cuando expiran sus mandatos. Sin embargo, la mayor parte de las opiniones apuntan, que estos líderes podrán resistir la crisis al bloquear las tendencias “revoltosas” en ciertas zonas de sus poblaciones.

Por otra parte hay una tendencia a mantener vivo el conflicto por Ucrania. Continúan las tensiones. Rusia no acepta dejarse encerrar, y no querer, de repente, despertar sin una salida segura al Mar Mediterráneo: es una constante en su política exterior. No se trata de que Putin sea malo o bueno, bonito o no, carismático o no. Es el interés nacional ruso. El mismo existe desde varios siglos: No permitir ser encerrados, como dicen ellos, sin salidas a las aguas cálidas. Es un punto de honor para ese país, como podría serlo para cualquiera. Kissinger y otros analistas lo han recalcado en varias ocasiones, además es explicable desde el punto de vista de Rusia. Hay que colocarse en sus zapatos; así no nos guste.

Otras tensiones en el mundo: el Asia y el Pacífico no observan grandes cambios. El ISIS mantiene al mundo con una zozobra bélica. Siria, un escenario sangriento; como tampoco, Iraq muestra señal alguna de ser “una verdadera primavera árabe”, sino, como hemos dicho en otrasocasiones, es: un infierno árabe, bombeado, en su propagación, con el petróleo que subyace en sus desérticas arenas. Muchos dicen: estamos sentados en un barril de pólvora. Ello muestra destellos de veracidad, por la indiferencia que hay para encontrar la solución. Crudamente pensamos en la inminente posibilidad de un conflicto generalizado que podría destruir al Mundo.

Corea del Norte es un peligro. Ya sabemos que Kim Jong–Un, es un dictador, heredero del poder de su padre y abuelo, quien juega a ser un factor decisivo en las relaciones internacionales. Esperemos sea eso: un juego. Mas, algunas cosas nos inducen a concluir que ello no así. Es realmente un peligro. China, su principal sostén geopolítico en la zona, acusa cansancio, gracias a esas peligrosas “tremenduras” de Pyongyang, por lo que es posible de un paso para intervenir en ese país. Nada está descartado. Es la geopolítica china que apunta a resolver esa realidad, pues Corea del Norte es realmente un creciente peligro no sólo para Corea del Sur o Japón, sino directamente para Beijing. Una decisión de esa magnitud, contaría con la colaboración de Moscú y el aplauso de Occidente.

Entre China y la India, a pesar de existir un permanente estado de tensión, no menos cierto es que ambos buscan una situación de equilibrio. Entre los dos suman más de tres mil millones de seres humanos, por lo que es comprensible que ellos prefieran encontrarse más en las coincidencias, que en los conflictos generados por las diferencias. En tanto que  Pakistán exuda serias contradicciones. Tanto China como la India, aunque esta última prisionera de un esquema de confrontación con Islamabad, prefieren un entendimiento global en la zona. Pakistán en procura de aumentar su estatura estratégica ha hecho ciertos movimientos en el Océano Índico que generan inquietud en la geopolítica de la India. En tanto que China no quiere ver una alianza entre Vietnam y Japón. Este tipo de situaciones aumenta los niveles de tensión en el Mundo.

Por su parte, el Medio Oriente muestra más que petróleo. No sólo hay que hablar sobre el “Estado Islámico”, Irak, Gaza, Siria o Irán, Israel o el Líbano. Son muchos otros, los factores presentes en esa zona. Todo es  confuso y muy complejo, como peligroso. Israel tiene el arma nuclear, Irán tiene tecnología nuclear sensible. Hay que agregar la especulación sobre si el reino saudita dispone de un sistema balístico actualizado. Teherán ayuda al régimen de Assad, mientras que Israel fortalece sus sistemas de defensa anti-misiles. Están las “bravuconadas” y actos de terror del  irregular ejército del “Estado islámico”. En tanto que EEUU han procurado por la vía diplomática impedir que Teherán desarrolle una bomba nuclear. Todo, repetimos, es muy complejo y difícil de controlar.

Rusia y la OTAN se enfrentan. La realidad es superada por la sin razón geopolítica. Ucrania puede ser convertida en la excusa para la guerra. Rusia amenaza en ampliar la capacidad de sus fuerzas armadas para enfrentar a la alianza atlántica. Se reedita la vieja y tenebrosa pesadilla de encerrar a Rusia y amenazar a China: ¡Mahan y Mackinder vivant!

La acción del Atlantismo para minimizar la estatura estratégica de Rusia, de conformidad con el viejo sueño de los citados Mahan y Mackinder, forzó la anexión de Crimea; ello obligó a reevaluar esas relaciones y estamos frente a un estado de tensión, más grave desde el final de la Guerra Fría. De todos modos la reacción de la OTAN es y puede ser limitada. Son muchos los escenarios que los EEUU confrontan: Rusia, China e Irán. Por lo que hay que evaluarla realidad. Rusia se opone a permitir el posicionamiento de bases alrededor de su territorio. Ello la colocaría a tiro de cañón de la OTAN. Estudiar la historia es conveniente para ponderar la difícil y compleja realidad que ha normado las relaciones del Atlantismo con Rusia.

Las relaciones internacionales en el siglo XXI nos ofrecen una simplicidad de respuestas. No hay ideologías, ni comunismo ni imperialismo. Lo que mueve a los actores es la potenciación y promoción de su interés nacional. Éste, no puede ser sino salvaguardar su territorio; no enajenarlo a otros y evitar situaciones peligrosas a sus pueblos. El Mundo en esta centuria XXI permite que cada actor fije una política exterior, no ideologizada, sino centrada en todos los miembros de cada sociedad; jamás fijarlo en un gobernante. Éstos mueren, desaparecen y tras ellos no queda nada. Lo que importa es salvaguardar al país, sus recursos, soberanía y dignidad.

Lamentablemente, Venezuela se encuentra desde hace 17 años un abandono generalizado. Ahora, en materia internacional es gravísimo. Los gestores del gobierno en esa materia no comprenden o no quieren comprender que el Mundo se mueve hacia la consecución del interés de cada actor; éste se expresa, repito, en promover al país, evitarle conflictos imprudentes y disputas territoriales y marítimas, ganar mercados para sus productos, dignificar al país y no a un grupúsculo político, entre otros. Se debe observar al Mundo globalmente, pues es un sistema y confronta muchos problemas, cuyas respuestas no pueden reducirse al discurso simplista y maniqueo del “imperio y dignidad de los pueblos”. Venezuela, es huérfana de una política exterior seria y acorde con esta compleja realidad y de defensa del interés nacional. Pero, en su lugar estamos perdidos y actuamos cual carrito chocón, con insultos fáciles de pronunciar y difíciles de olvidar o borrar de los anales de la historia de las relaciones internacionales.Todo aquel que observe una postura crítica con el gobierno, es víctima de ellos, gracias a esta agresiva diplomacia, por demás, virulenta e irracionalmente ideologizada, mientras al interior, padecemos una dolorosa crisis económica y humanitaria.

@eloicito