sábado, 15 de junio de 2013

La nueva ofensiva diplomática de EEUU en América Latina


Victor Hugo Matos

La Administración Obama ha venido recalibrando sus prioridades en materia de política exterior. Uno de sus puntos cambio pasa por fortalecer a EEUU como eje importante del comercio internacional y por darle un poco más de atención a América Latina. Esto queda demostrado en el hecho de que ha comenzado a negociar acuerdos que le permiten aumentar su peso comercial,  como el proyecto Acuerdo de Asociación Trans-pacífico –por sus siglas en inglés, TPP- con sus países aliados en la Cuenca del Pacífico o el proyecto Acuerdo Trasatlántico de Libre Comercio –por sus siglas en inglés, TAFTA- con la Unión Europea.

Estas nuevas iniciativas han llevado a EEUU  a reactivar su presencia en la región latinoamericana –a través del TPP donde se encuentran insertados los países de la llamada Alianza del Pacífico, con quienes EEUU tiene acuerdos de libre comercio-, que después del fracaso del proyecto del ALCA se ha caracterizado por la firma de acuerdos de libre comercio bilaterales con países como Colombia y Panamá acompañadas de otras iniciativas simbólicas como la ayuda en ocasión del terremoto de Haití,  con la excepción del caso de México -con el cual las relaciones siempre han sido cercanas en el marco del TLCAN/NAFTA.  Este nuevo ímpetu en recuperar su presencia en la zona viene motivado primeramente por la nueva estrategia de EEUU de fortalecer sus relaciones con los miembros de la Alianza del Pacífico, que se ha hecho efectiva en las últimas giras del Presidente Obama y el Vicepresidente Biden por América Latina, los contactos entre el Presidente Obama y el nuevo Presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, así como las visitas del Presidente Humala y el Presidente Piñera a Washington.

No obstante, la diplomacia estadounidense también se ha enfocado en reducir la conflictividad existente con algunos Estados en la región, por lo cual ha intentado aproximarse  a Venezuela, con la cual ha tenido relaciones tirantes en los últimos años para así asegurar unas relaciones comerciales más tranquilas e influencia en la transición política a través del diálogo. Estos intentos de reducir las tensiones se hacen efectivos después de la reunión Jaua-Kerry que se produjo en Guatemala recientemente y los contactos anteriores entre el Encargado de Negocios venezolano Calixto Ortega con la Subsecretaria de Estado, Roberta Jacobson.

Asimismo, debemos agregar gestos hacia El Caribe como la visita del Vicepresidente Biden a Trinidad y Tobago; y los contactos permanentes que se hacen con Brasil, siendo el último de ellos la visita del Vicepresidente Biden a la Presidenta Rousseff. Desde la visita de Bush a Brasil en 2007, EEUU ha reconocido a Brasil como un actor importante en la región y ha manifestado su interés en una mayor profundización de la cooperación bilateral.  Esto se ha visto beneficiado recientemente en parte por el mayor pragmatismo del actual gobierno en comparación al de Lula da Silva, y en parte por la voluntad de la Administración Obama de eliminar los obstáculos materiales y simbólicos en las relaciones. Brasilia considera que Washington no le da la suficiente importancia que merece como potencia emergente, como ocurrió con la visita de la Presidenta Rousseff en abril de 2012, la cual careció del carácter de “visita de Estado” que tuvieron la del Presidente de China, el Primer Ministro del Reino Unido y el Primer Ministro de India, el mismo año. Por ello, durante la visita del Vicepresidente Biden a Brasil fue anunciada con grandilocuencia la próxima visita de Estado de la Presidenta Rousseff a EEUU, la única que tendrá ese carácter este año.

Es visible entonces, que la nueva ofensiva diplomática de EEUU en América Latina aunque gravita en torno a los países latinoamericanos ribereños del Océano Pacífico como nueva área de interés, también implica renovar la forma en la que se han manejado los asuntos hemisféricos hasta ahora, en parte por el beneficio que traería el fortalecimiento de estructuras como la Alianza del Pacifico, renovados vínculos con El Caribe y Brasil, así como relaciones más constructivas con la Venezuela pos-Chávez; y en parte por el hecho de que la falta de contacto de EEUU con la región ha venido creando un vacío que ha pasado a ser llenado lentamente por China.