miércoles, 20 de abril de 2016

Tributo a Patricio Aylwin, 1918-2016


Dr. Abraham Lowenthal
Dr. Sergio Bitar

Patricio Aylwin, abogado constitucionalista y dirigente político, fue una figura fundamental en la recuperación de la democracia en Chile. Jugó roles decisivos ante tres encrucijadas: la militar (1973), la lucha contra la dictadura (1974-88), y la recuperación de la democracia (1989-1994). En cada fase, reveló una postura firme, sustentada en principios, argumentó sus razones y buscó el entendimiento.

Durante el gobierno de Salvador Allende (1970-73), Aylwin fue un duro opositor, encabezando la frontal disputa entre la Democracia Cristiana y la Unidad Popular al final de ese periodo. Pero también participó en las últimas conversaciones en casa del presidente Allende para buscar una salida democrática, las cuales no resultaron exitosas. Aylwin pensaba que la tragedia de 1973 fue la consecuencia de una estructura política formada por tres tercios ideológicamente distintos y no dialogantes. Chile terminó siendo gobernado en minoría, sin el sustento necesario para acometer los cambios que se proponían. Su lección principal fue que para realizar transformaciones importantes, tales como profundizar la democracia, reducir la desigualdad, alentar una cultura de derechos e impulsar una economía con equidad, era indispensable contar con un respaldo mayoritario.

Contra la dictadura, Aylwin reaccionó temprano. Se opuso con firmeza y promovió la convergencia política de los demócratas, creando el llamado Grupo de los 24 es 1979, juristas democráticos de distintos pensamientos políticos, para preparar un proyecto de Constitución alternativo al que finalmente impuso Pinochet en 1980. Como opositor a la dictadura estuvo inspirado en la convicción de sumar y conformar una mayoría. Buscó la unidad de las fuerzas democráticas.

Como Presidente de la República (1990-94), dio inicio a los gobiernos democráticos. Durante su mandato quedaron configurados los contornos estratégicos que encauzarían los 20 años de la Concertación (1990-2010) y en parte también los de la Nueva Mayoría (2014-18). Supo elegir y confiar en personas de alta competencia política y técnica, hábiles para enfrentar situaciones complejas. Fue capaz de interpretar los anhelos del pueblo chileno y animar a los partidos políticos a actuar con responsabilidad y unidad, con ello concitando fuerte apoyo ciudadano.

Aylwin debió conducir el reinicio de la democracia conviviendo con el ex- dictador Pinochet, todavía en la comandancia en jefe del ejército. Esa fase inicial requirió un liderazgo firme en el objetivo y prudente en la forma. La coalición se inspiró en convicciones sólidas, en los derechos humanos, la justicia y en la subordinación de los militares a la autoridad civil.

Para sustentar ese proceso, el gobierno de Aylwin contribuyó a afianzar la unidad de las fuerzas democráticas y progresistas y alentar el “reencuentro de los chilenos”. Aún contra la recomendación de sus asesores políticos, dio un paso decisivo al crear la Comisión de Verdad y Reconciliación en 1990, para dar a conocer la realidad de los desaparecidos y asesinados por la dictadura. Esta iniciativa ayudó a que los familiares de las víctimas a encontrar un camino de justicia en democracia, y provocó un prolongado periodo de procesos judiciales contra los culpables de violación a los derechos humanos. Posteriormente, muchos países han creado semejantes Comisiones de Verdad y Reconciliación para esclarecer los hechos, mitigar el dolor y abrir pasó al reencuentro basado en la verdad y la justicia.

En el ámbito político, Aylwin realizó una afirmación que ha sido motivo de debate: avanzar "en la medida de lo posible". Fue un contrapunto con la afirmación "avanzar sin transar" de sectores partidarios de la Unidad Popular en el periodo final de aquel gobierno. Algunos de los críticos le asignaron, y siguen asignando, a esa expresión de Aylwin un ánimo restrictivo. Para quienes participaron en esa etapa se trataba de conseguir un avance progresivo, aprovechando cada oportunidad.

En el plano económico, desde 1990 se afianzó el concepto de "crecimiento con equidad ", que reemplazó al modelo económico de la dictadura y consiguió simultáneamente crecimiento rápido, fortalecimiento de las organizaciones sociales y una reducción significativa de la pobreza, que a la sazón superaba el 40%.

Hoy, Chile y otros países democráticos encaran nuevos desafíos: alcanzar mayor igualdad y participación, y a la vez superar el desprestigio de la política y la corrupción, el consumismo y el interés personal, el predominio del dinero y la pérdida de sentido colectivo. El antídoto es reafirmar con el ejemplo valores superiores: el humanismo y la austeridad. Aylwin ejemplificó ambas cualidades.

Tuvimos el honor de realizar una entrevista extensa al Presidente Aylwin en 2012 sobre la transición hacia la democracia en Chile, solicitando su consejo para otros países que buscan construir la democracia. Su consejo fue sabio y pertinente: “buscar más lo que une que lo que divide… No hay que partir de cero. Es mejor hacer los cambios a partir de lo que hay… Lo posible va cambiando con el tiempo; no se puede hacer todo a la vez”.

Publicado originalmente en El País