miércoles, 7 de septiembre de 2016

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lunes, 5 de septiembre de 2016

Diplomacia del hielo


Embajador (r) Oscar Hernández Bernalette

Una nueva terminología tendrá que ser incluida en The Diplomat’s Dictionary de Chase Freeman, Jr., y es el de “relaciones congeladas”. Su origen no es de un oscuro cubículo académico anglosajón, sino de nuestra misma Cancillería que la establece como la nueva forma de no relacionarnos con Brasil. Venezuela –dice el texto oficial– “ha decidido retirar definitivamente a su embajador en la República Federativa de Brasil, y congelar las relaciones políticas y diplomáticas con el gobierno surgido de este golpe parlamentario.”

Ahora bien, en aras de la precisión, deberíamos entender qué significa este mandato. Por ejemplo, el gobierno rechaza la injerencia extranjera pero cuestiona la Constitución de Brasil y sus mecanismos, como lo es el “impeachment” tal como lo aplicaron en esta oportunidad el Tribunal Supremo de Brasil y el Parlamento. Aquí en Venezuela cuando se aplique el RR, y si desfavorece a Maduro, se podría entonces hacer la misma lectura de “golpe institucional” como lo refiere el presidente Correa de Ecuador.

Por otra parte, en términos diplomáticos no existe la figura de congelar relaciones. Si usted retira su embajador, como lo hizo Venezuela, entonces deberá designar un encargado de negocios a.i. Si le quiere bajar permanentemente el nivel, deja las relaciones a través de un encargado ad hoc. Aún nada está congelado. Si quiere que esas relaciones estén a un nivel más bajo, puede romper relaciones diplomáticas y todavía no están congeladas. Quedan las relaciones consulares y las comerciales, y así hasta que llega a un rompimiento total y, sin embargo, aún no se congelan, pues dejará a un tercer país manejando sus intereses. Además, Venezuela con Brasil, al formar parte de Mercosur, tiene un acervo normativo que debe igualmente honrar. Hay una frontera abierta, y acreedores brasileños que tienen cuantiosas cuentas por cobrar todavía.

En otras palabras, la Cancillería sigue sin entender los códigos. Pide respeto, pero no respeta. Nos guste o no, la salida de la señora Dilma Rousseff se basó en preceptos constitucionales. Juzgar la estructura política y las maniobras que se aplicaron le pertenece al dictamen que concluyan los ciudadanos de ese país.

@bernalette1

martes, 30 de agosto de 2016

La paz y sus perspectivas


Prof. Félix Gerardo Arellano

Es muy factible que el próximo 02 de octubre gane el SI en el plebiscito que consulta al pueblo colombiano sobre el acuerdo de paz con las FARC-EP, el bajo nivel del umbral establecido, el 13% del padrón electoral, es una garantía de confianza para el gobierno. Y todos compartimos que, luego de más de cincuenta años de guerra, con unos costos humanos impactantes, la paz es necesaria. Además, la paz en Colombia beneficia a toda la región; empero, existe legítima preocupación sobre las perspectivas de las paz, tanto para Colombia, como para sus vecinos. Varias de las dudas que han presentado los críticos no han sido atendidas y el gobierno moviliza su maquinaria con aires triunfalistas y con la rigidez que le caracteriza.

La paz es necesaria y la negociación ha sido compleja, técnicamente detallada y exhaustiva, un gran esfuerzo; empero, desde sus inicios ha presentado debilidades, que fueron alertadas y no resueltas. La agenda inicial de la negociación representó un triunfo para las FARC, la presentaban como un beligerante, calificación que fue permanentemente rechazada por el gobierno colombiano. Sentarse con un grupo, ayer considerado terrorista y narco guerrilla, a negociar políticas públicas que son competencia de los órganos legislativos, resultaba desproporcionado. Iniciar el proceso de negociación sin el desarme de la guerrilla fortaleció sus posiciones. Adicionalmente, que el Presidente Santos presente la negociación como su proyecto personal, le ha restado confianza y participación nacional.
Cuando el gobierno promueve el acuerdo de 297 páginas, a muchos colombianos preocupa que el tecnicismo de la justicia transicional, se convierta en la práctica en la impunidad de los delitos atroces, crímenes de guerra y de lesa humanidad. El procurador del país lo ha alertado, sin mayores resultados. Los diez curules garantizados en el Congreso para el 2018 y 2022, pueden parecer insignificantes, pero afectan a pequeños grupos políticos colombianos que les resulta difícil lograr representación por la vía democrática, en el rígido juego político colombiano.

También inquieta como el hábil discurso gubernamental ha eliminado las vinculaciones de las FARC con el rentable negocio del narcotráfico y los secuestros. Un marketing subliminal que pareciera promover la “pureza ideológica” de las FARC, ha dejado anonadado al país. En este momento pareciera que el gobierno también trata de ocultar el tema de los disidentes de las FARC que no apoyan las negociaciones, que seguramente aspiran mantener su negocio de guerrilla vinculado al narcotráfico.

Por otra parte, el discurso gubernamental presenta el plebiscito en una polarización maniqueista, entre paz y guerra, lo que es falso y manipulador. Nadie rechaza la paz, pero en democracia se pueden cuestionar algunos de las estrategias y tácticas de negociación y del texto del acuerdo. Dividir el país puede dar resultados a corto plazo, para garantizar el triunfo del plebiscito, por el bajo nivel del umbral del 13%, pero puede dejar una población resentida para las elecciones del 2018.

Las lecturas pedagógicas de algunos puntos débiles de la negociación y del acuerdo resultan delicadas. Una de ellas es que pareciera conveniente promover la guerrilla, para garantizar beneficios procesales en la justicia transicional, subvenciones personales y cargos seguros en el Congreso.

En otro orden de ideas, también preocupa que las FARC no evidencien haber comprendido sus colosales errores, ni superado su anacrónico y falso discurso. Esperemos que el pueblo colombiano, que conoce muy bien lo duro que es prosperar, no se deje engañar con los cantos de sirena que prometen la riqueza fácil, distribuida por un todo poderoso, que aspira llegar al poder por la vía democrática, para luego destruir las instituciones y perpetuarse.

Para los vecinos de Colombia, es preocupante, entre otros, el silencio sobre los disidentes de las FARC, que podrían buscar refugio en las fronteras quienes, armados y con mentalidad guerrera y subversiva, pueden agravar los problemas ya existentes.

El encuentro Putin-Erdogan: implicaciones geopolíticas


Lic. Jonás Estrada Aguilera

El encuentro entre el Presidente de la República de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, y el Presidente de la Federación de Rusia, Vladimir Putin, el pasado 9 de agosto en San Petersburgo, puso fin a 7 meses de congelamiento de las relaciones bilaterales tras el incidente en el que las fuerzas militares turcas derribaron un Su-24 el 24 de noviembre de 2015. Como retaliación, Moscú impuso duras sanciones económicas a Ankara.

Unas de las razones de la reanudación de las relaciones turco-ruso, es que el Estado turco ha estado revisando su política exterior, teniendo en cuenta que Turquía se encuentra ante una situación de distanciamiento con Washington, por el caso del clérigo y multimillonario musulmán e intelectual turco Fethullah Gülen, quien ha sido acusado por Erdogan de apoyar e influenciar desde EEUU donde se encuentra auto-exiliado el intento de golpe de Estado contra el gobierno de Erdogan; y sus complejas relaciones con Bruselas desde la gestión de la crisis de los refugiados y el affaire con el humorista alemán Jan Böhmermann hasta el dilatado y accidentado proceso de adhesión a la UE, por no mencionar el conflicto kurdo. El Presidente Erdogan ha señalado que ya no está interesado en formar parte de la UE, ni la UE no ha tenido real interés en aprobar el ingreso de Turquía dado su peso demográfico, su cultura musulmana y su posición geográfica que arrastraría a Bruselas a involucrarse de manera directa con conflictos del Medio Oriente. Todo esto, ha llevado a Turquía a sopesar un posible pivote hacia el Este, es decir, un “giro euroasiático” en su política exterior.

También vale acotar que Rusia fue uno de los pocos países que se pronunció más claramente en contra del fallido golpe de Estado en contra de Erdogan el pasado 15 de julio, y eso también permite al Estado turco revisar su política exterior que ha sido considerada muy ambivalente e incierta en algunos temas como su lucha contra el grupo terrorista Dáesh y la aceptación de los refugiados del conflicto en Siria e Irak.

Otras de las razones reales del restablecimiento de las relaciones ruso-turcas es que desde el congelamiento de las relaciones ha perjudicado a ambos países, pero más a Turquía, ya que el mismo gobierno turco ha reconocido que pierde 9 millardos de dólares al año a causa de las sanciones económicas, lo que supone 1,2% de su PIB. Las mayores pérdidas se deben a los ingresos procedentes del turismo, más de 5 millardos de dólares, seguidas por el sector textil que suponen 1,2 millardos al año.

Desde la óptica rusa, debemos considerar en primer lugar, que Turquía es el segundo mayor consumidor de gas ruso. En 2015 Gazprom suministró 26.900 millones de metros cúbicos de gas natural a Turquía, solo por detrás de Alemania, y supone el 55% de las necesidades del país. Es más, en diciembre de 2014, Gazprom y la turca Botas firmaron un memorándum para la construcción de un segundo gasoducto por el lecho del Mar Negro, el Turkish Stream, con una capacidad de sesenta y tres millardos de metros cúbicos anuales. Tras la ruptura de relaciones el proyecto quedó aplazado indefinidamente. Sin embargo Turquía fue incapaz de encontrar fuentes de suministro alternativas y continuó comprando gas de los gasoductos existentes. Ahora Turquía va a impulsar junto con Rusia la construcción del gasoducto el Turkish Stream.

En segundo lugar, la parte más significativa de los activos extranjeros del mayor banco de Rusia, el estatal Sberbank, se encuentra en Turquía. En junio de 2012 adquirió el turco Denizbank por 3,5 millardos de dólares. Aunque no ha sido una operación muy exitosa ya que la capitalización del banco turco ha caído de manera constante desde entonces, hasta llegar a los 2,6 millardos en junio de este año. Según el diario ruso Védemosti, Sberbank tenía la intención de vender estos activos, algo que ha sido negado oficialmente.

En tercer lugar, los rusos necesitan los resorts turcos. A pesar del desarrollo del turismo doméstico los agentes turísticos rusos han sido incapaces de encontrar alternativas a los hoteles turcos, uno de los países más visitados. En mayo de 2016, la búsqueda de viajes se redujo en un 15,5% comparado con el mismo período de 2015. Además, muchas personas deciden no viajar tras el cierre de un de los destinos más populares.

En cuarto lugar, tras la ruptura de las relaciones, Moscú impuso un veto a la exportación de productos alimenticios turcos. Durante largo tiempo el país fue uno de los principales suministradores, y esto aumentó tras las sanciones impuestas por EEUU y la UE tras el conflicto en Ucrania. Según datos del Ministerio de Desarrollo Económico ruso, en los primeros cuatro meses del año en comparación con el mismo período del año anterior, se produjo un descenso de 274,6 millones de dólares y se pasó a no importar nada. Por ejemplo, antes de las sanciones, el 53% de todas las importaciones de tomate a Rusia procedían de Turquía, y esto ha encarecido los precios para el consumidor ruso.

En quinto lugar, los constructores turcos han realizado algunos de los proyectos  de construcción más importantes de Moscú. Por ejemplo, la empresa Enka renovó el edificio de la Duma Estatal, mientras que Renaissance Construction construyó la oficina principal de Gazprom en San Petersburgo. Según datos del diario ruso Kommersant, los beneficios anuales de las constructoras turcas en Rusia ascienden a 773 millones de dólares anuales. Tras el deterioro de las relaciones, las empresas solo podían terminar los proyectos que estaban en marcha, afectando proyectos de infraestructura de interés para el Kremlin.

No obstante, vale la pena circunscribir que la reconciliación y reanudación de las relaciones entre Rusia y Turquía alcanzada en la reunión de San Petersburgo, no debe estimular expectativas infundadas ni demasiadas esperanzas. En las relaciones entre Moscú y Ankara aún existen demasiados problemas e importantes contradicciones como para afirmar que se ha puesto la primera piedra de una nueva “alianza estratégica”, porque aún hay temas difíciles que se tienen que tratar entre ambos Estados, aunque la reconciliación actual supone un progreso considerable. Dichos temas son:

1. Las posturas diametralmente opuestas de los dos países en el conflicto sirio. Vladimir Putin apuesta por Bashar el-Assad, mientras que Recep Tayyip Erdogan intenta derrocarlo. Aunque el gobierno turco parece estar revisando su postura respecto al tema sirio, tras la operación “Escudo del Éufrates”.

2. Existe un segundo problema relacionado también con la guerra de Siria: la relación con los kurdos. Para Ankara los guerrilleros kurdos que luchan en Siria contra los radicales islamistas son sus enemigos, separatistas y aliados de los “terroristas” del Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK), en guerra contra el Presidente Erdogan. Para Moscú, los kurdos sirios son sus aliados potenciales. Y sus relaciones con los kurdos turcos siempre han sido especiales, de ningún modo hostiles.

3. El tercer problema está relacionado con el conflicto armenio-azerí. Moscú, pese al tono moderado de sus declaraciones y a su postura equidistante, es considerada por todo el Mundo como un potencial aliado de Armenia, su socio en la OTSC. En lo que respecta a Turquía, este país ni siquiera intenta mostrar objetividad ni imparcialidad. Ankara está del lado de Bakú.

4. El cuarto problema consiste en el hecho de que en Turquía operan sin limitaciones varias organizaciones abiertamente opuestas a Moscú, algunas de ellas procedentes del Cáucaso Norte y otras formadas por tártaros de Crimea. Estas organizaciones cuentan con el apoyo de diásporas influyentes, hasta el punto de que incluso si Erdogan quisiera eliminar este elemento en las relaciones con Rusia, encontraría una firme resistencia dentro del país.

5. El quinto problema es la crisis de confianza. En Moscú ya no se habla en público del incidente del avión, pero no lo han olvidado. Como tampoco han olvidado las declaraciones que hicieron “en caliente” varios políticos turcos, entre ellos el propio Erdogan, cuyas palabras al respecto no fueron nada pacíficas. Sería extraño que después del derribo del Su-24 Moscú no sacara sus propias conclusiones acerca de la fiabilidad y de la previsibilidad de las acciones del gobierno turco.

6. El sexto problema: el actual acercamiento es en cierto modo obligado. Occidente trata con cautela tanto a Moscú como, desde hace un tiempo, a la propia Ankara, y tiende a distanciarse de ellos. En este contexto, el intento de encontrar un socio alternativo, de romper el aislamiento internacional, resulta del todo natural. Al mismo tiempo, no existe ninguna garantía de que, si Turquía logra normalizar sus relaciones con EEUU y la UE, este país siga apostando por Rusia y desarrollando proyectos como el Turkish Stream. La idea de este proyecto es llevar gas ruso por el lecho del Mar Negro y el territorio turco hasta la frontera con Grecia. Para Rusia este proyecto es estratégico para suministrar gas a Europa evitando a Ucrania.

En conclusión, Erdogan está reposicionando internacionalmente a Turquía, posiblemente hacia una suerte de equidistancia entre los intereses del Atlantismo y los intereses de otras potencias vecinas, pero de seguir sus desencuentros con EEUU y la UE puede realizar un “pivote eurasiático” estrechando con lazos con Rusia y fortaleciendo vínculos políticos y culturales con los países del Asia Central y sus pueblos túrquicos. Aunque aún es prematuro, no podemos descartar esto último, teniendo en cuenta que el Presidente Erdogan está implementando de manera progresiva un nacionalismo islamizado turco y por ende desplazando el nacionalismo laico kemalista europeizante y su concomitante alineamiento atlantista.

@jonaspatriota

India: un elefante sediento de petróleo


Dr. Kenneth Ramírez

En medio de una economía mundial que crece moderadamente al 3,1% en 2015 y 2016, y 3,4% en 2017 según el FMI, debido al mal desempeño de las economías avanzadas –ahora con mayor incertidumbre debido al “Brexit”-, la crisis de Brasil y Rusia, y la desaceleración de China, destaca un punto brillante: India. El PIB indio avanzó 7,6% 2015, y lo hará en 7,4% tanto en 2016 como en 2017, siendo la economía más dinámica del G-20. Muchos analistas se refieren a este fenómeno como el “efecto Modi” en referencia al Primer Ministro indio, Narendra Modi, elegido hace dos años con la promesa de revitalizar el crecimiento mediante la reducción de la burocracia, el combate de la corrupción, la mejora del clima de negocios y la inversión en infraestructura. Esto ha disparado el consumo energético de este país de casi 1,3 millardos de habitantes.

Durante la última década, la demanda petrolera india -aunque significativa- fue muy por detrás de la demanda china. Una más lenta expansión industrial y una infraestructura colapsada, así como menores ingresos per cápita, explican este rezago. Pero ahora su economía y población están creciendo más rápido que las de China; y el gobierno de Modi está fomentando una mayor industrialización bajo la iniciativa “Hazlo en India” y construyendo 30 kilómetros de carretera por día para mejorar su red vial. Cabe destacar, que sólo 20 indios por cada mil tienen un automóvil, en comparación con 90 chinos y 800 estadounidenses. Empero, con el aumento de los ingresos, los vehículos que transitan las carreteras se duplicaron entre 2007 y 2014. Maruti Suzuki y Hyundai tuvieron las mejores ventas de su historia en India en 2015. Más de 600 millones de indios tienen menos de 25 años, lo cual significa que India se convertirá en el tercer mercado de automóviles para 2020. Asimismo, en 2030, las 5 ciudades más grandes (Mumbai, Nueva Delhi, Bangalore, Ahmedabad y Hyderabad) tendrán economías del tamaño de países de renta media como Malasia, Filipinas, Vietnam, Marruecos y Eslovaquia.

Por todo esto, India pronto superará a Japón como el segundo mayor consumidor petrolero de Asia, y el tercero más grande del Mundo (después de China y EEUU). La demanda petrolera se situó en 4,1 millones de barriles diarios (MMBD) en 2015, y tendrá un crecimiento de 0,4 MMBD este año –el 30% del crecimiento de la demanda mundial. Además, la demanda de India crecerá más rápido que en cualquier otro país en las próximas décadas, ascendiendo a 10 MMBD en 2040; mientras la dependencia de las importaciones que saltó desde 43% en 1990 hasta 76% en 2015, alcanzará 90% en 2040 según la Agencia Internacional de Energía.

En consecuencia, no es sorprendente que India se haya convertido en un objetivo cada vez más importante para los países exportadores. Dada su proximidad geográfica, más de la mitad de los 3,1 MMBD de petróleo que importa India provienen del Medio Oriente. Saudi ARAMCO ha abierto una oficina de ventas en Nueva Delhi, y ADNOC se ha comprometido a proveer las instalaciones de almacenamiento estratégico en Mangalore. Las importaciones de crudo persa se han triplicado desde el levantamiento de las sanciones a Irán, y la empresa estatal NIOC espera recuperar su posición como segundo proveedor de India. Después de fallidas conversaciones con Saudi ARAMCO, Essar Oil podría vender 49% de su negocio a Rosneft a cambio de 5,5 millardos de dólares y un acuerdo de suministro de 200 mil barriles diarios (MBD) a 10 años. Parte de ese crudo ahora podría venir de las empresas mixtas en las que participa Rosneft en Venezuela.

Por otra parte, el gobierno indio ha animado a las empresas petroleras públicas y privadas a adquirir activos petroleros en el extranjero –desde Rusia y Sudán hasta Venezuela- como una forma de garantizar su seguridad energética. Después de un período de cierto retraimiento tras la crisis económica mundial, las empresas petroleras indias parecen estar mirando de nuevo al extranjero, con ONGC, Indian Oil, Oil India y Bharat Petroleum pagando 4,2 millardos de dólares para adquirir participaciones en campos de Siberia Oriental de Rosneft. Además, estas empresas indias están haciendo una oferta por 22% de ADCO en Abu Dhabi.

Venezuela fue el cuarto proveedor de India (12,9% de las importaciones indias; después de Arabia Saudita, Irak y Nigeria) en 2015. Casi la totalidad de los envíos –alrededor de 400 MBD- se hacen a la empresa privada Reliance en el marco del acuerdo de suministro firmado por PDVSA en 2012 por 15 años. La empresa estatal ONGC tiene 40% en la empresa mixta Petrolera Indovenezolana que opera el campo San Cristóbal desde 2008, y las empresas ONGC, Oil India Limited e Indian Oil, tienen 17% en la empresa mixta PetroCarabobo que opera el bloque Carabobo-1 de la Faja Petrolífera del Orinoco desde 2010. Sin embargo, ONGC señaló en 2014 que “los proyectos de la India en Venezuela enfrentan riesgos operativos, fiscales y legales”, por el impago de dividendos aprobados y retraso de los proyectos. Recientemente, ONGC y PDVSA alcanzaron un acuerdo para buscar crédito por 1 millardo de dólares para pagar dividendos y aumentar la producción de Petrolera Indovenezolana que ha caído desde 38 MBD a 28 MBD. Desde 2014, se ha conversado sobre el interés de Reliance en PetroCarabobo –el 11% que Petronas abandonó en 2013- y otros bloques de la Faja, pero nada de esto se ha concretado. Seguramente pesó lo dicho por ONGC. En junio de 2015, el Ministro Eulogio del Pino se reunió con los Presidentes de Essar Oil y Reliance, mencionando la posibilidad de duplicar el suministro de crudo a sus refinerías.

La India de Modi parece encaminada a un renovado ascenso económico; y con ella, el conductor de Mumbai emerge como factor clave del mercado petrolero mundial. PDVSA deber ir más allá de la ofensiva de encanto y la retórica florida, y precisar sus oportunidades de negocio con el elefante indio. ¿Y usted qué opina?

@kenopina

lunes, 8 de agosto de 2016

Diplomacia e interés nacional


Prof. Eloy Torres

No quisiéramos parecer fastidiosos con el tema de Lenin y la política exterior soviética. Felizmente, viene en nuestra ayuda Rafael Poleo, el agudo articulista y a quien respetuosamente cito, pues, reiteradamente, utiliza, para sus trabajos, como epígrafe, una frase de André Gide: “Todas las cosas son ya dichas; pero como nadie escucha, es preciso comenzar de nuevo”. El caso es que hay que observar los éxitos de los otros y no solamente aprender de nuestros errores, como quien dice. Lenin llegó al poder en Rusia en 1917, convencido de su cruzada anticapitalista para lo cual proclamaba “ingenuamente” la abolición de la diplomacia secreta. Lo más seguro fue una “trampa caza bobos” para cazar incautos, pero le resultó. Su país era, axiológicamente, muy desvinculado de los centros democráticos y culturales occidentales, mientras nadaba, a placer, en el autoritarismo zarista de los Romanov. Según indica la historia, Lenin -el hombre de rasgos asiáticos, como le llamare Allan Dulles, a la sazón funcionario del Departamento de Estado de los EEUU, acreditado ante el gobierno suizo, para seguir de cerca los pasos de los rusos durante la Primera Guerra Mundial en la tierra de Guillermo Tell-  fue exitoso pues sabía lo que quería y no actuaba con desconocimiento de las cosas. 

Lenin, pronto comprendió que no es lo mismo “pedir agua que dar agua”. Él cambió su postura inicial, enmarcada en el más puro idealismo político por el realismo político, y así construir una conducta exterior coherente. Su primer acto de política exterior fue un contradictorio decreto: “Una paz sin anexiones ni indemnizaciones”. La Triple Entente lo rechazó. Rusia lo firmó, con Alemania; fue la Paz de Brest–Litovsk en marzo de 1918 y cedió casi 1.000.000 de kms2. Lenin abandonó la fraseología hueca de la “guerra revolucionaria” e impuso su tesis: “ceder espacio para ganar tiempo”. Una demostración racional ante la posibilidad de perderlo todo. Luego de firmada la Paz, Rusia enfrentó otros conflictos: tropas extranjeras intervinieron en la guerra civil rusa, para ayudar a los enemigos de los bolcheviques; Polonia ocupó Ucrania, mas fue rechazada. La incoherencia de ésta en sus objetivos, permitió que Rusia la derrotase y llegase a Varsovia. Luego surgió la URSS que duró hasta 1991. Ella cayó sin disparar un tiro. Se “auto disolvió”.

Después de finalizada la “Gran Guerra” en 1918, Rusia y Alemania, países firmantes de esa paz, fueron considerados Estados proscritos: Rusia, catalogada como un experimento finito y aquellos que argumentaron esa idea, tuvieron razón; la URSS, se agotó pero, en 1991. Luego, Alemania, derrotada ella, sobre la cual privó un conjunto de mecanismos coercitivos que la dejaron exhausta y sin posibilidad de rearmarse. Hitler, mientras consumía acontecimientos para mostrar luego, gracias a la URSS, los deseos revanchistas. El caso es que Europa nos tomó en cuenta la peligrosidad de ambos países. Grave error. 

Chicherin, el fundador de la diplomacia soviética, mostró habilidades, por ser dueño de  valencias que todo negociador debe tener. Entre ellas, y la más significativa, dominar el idioma del recato y la prudencia, jamás la procacidad ni la insolencia. Él, aparte de hablar, ruso, inglés, alemán, francés, italiano y español; cuando hablaba con los representantes de los gobiernos, abiertamente enemigos del suyo y de la revolución bolchevique, jamás despotricó de ellos. El caso es que gracias a sus habilidades, este diplomático logró que los EEUU anularan las restricciones comerciales a Rusia en 1920, a pesar que el Tratado de Paris no le confirió la importancia que ella disfrutó cuando los Romanov. Lo mismo pasó con Gran Bretaña en 1921. Ésta reconoció a la URSS, lo que evidenció su consolidación internacional. No había cabida para los insultos. 

La realidad cambió considerablemente. Alemania y Rusia, inicialmente enemigos, luego se aliaron, como la URSS y Alemania. La ceguera del idealismo político europeo los hermanó. Entre ambos construyeron una alianza que fue rota por el mesianismo hitleriano. Ellos se acordaron militarmente en secreto e impulsaron la cooperación económica. Lo que ocurrió después de 1941 es otra discusión. La URSS y Alemania vivían una contradicción interna. Inexplicablemente construyeron esa alianza, a pesar de que ninguno creía en ella. Para Alemania, era en cierto modo, inconcebible esa alianza. Para la URSS igual, se trataba de coexistir con un Estado burgués. Esa postura la mantuvieron, por ser realistas. “El capitalismo existe y había que coexistir con él”, decía Chicherin, quien había adoptado su visión sobre el Mundo a la realidad. 

Esa fue la diplomacia soviética: cuidar de la URSS y para lograrlo había que “entenderse”. Se impuso una diplomacia coherente y de conformidad con su interés nacional. Lenin, al principio, con los comunistas soviéticos, apostó por la revolución mundial, pero, jamás se sentaron en una mesa a jugar, al sacrificio de su soberanía, en aras de la ideología comunista. Su diplomacia siempre se guió por objetivos permanentes, entre ellos, superar la difícil realidad económica que la acechaba. Venezuela debe verse en ese espejo y procurar defender su interés nacional. No obstante, la política exterior de estos 17 años se ha aferrado a un muy dañino esquema ideológico. El mismo se resume exclusivamente, y a toda costa, a la defensa de un régimen perverso y no del país. 

Éste, mientras tanto, sufre las consecuencias. No hay leche para los niños, azúcar, café, papel toilette, carne, ni jabón. Se insiste dogmáticamente en una guerra económica. Internacionalmente, el país se ve, como el cuento “El Rey está desnudo”. El régimen exuda ausencia de prácticas democráticas al boicotear lo que indica el texto constitucional. Éste también exhala ausencia en la observación de los objetivos permanentes del Estado en materia de política exterior. La obligación de éste, por ejemplo, debe ser, entre otros: velar por las fronteras del país frente al entorno vecinal. Todos los países lo hacen. Éste no. Hoy, observamos atónitos la falta de respuestas serias y acordes con una política firme y  responsable frente a Guyana. 

Ésta, prácticamente nos saca la lengua, para hablar en criollo, mientras el gobierno orquesta toda una batería de insultos a la comunidad internacional, en lugar de preparar, con expertos, los escenarios y trabajar en ellos, con la finalidad de minimizar las posibles situaciones embarazosas que pudieren derivar del “asunto del Esequibo”. Nada, la política exterior y nuestra diplomacia se mueven con facilidad, aparte de la procacidad, para la difusión de la idea acerca de un “Comandante Eterno” y un “presidente obrero”. No nos imaginamos cuando Guyana avance exitosamente en esa materia y Venezuela, una vez más, “pierda” territorios, sin disparar un tiro; esta vez el Esequibo, y en consecuencia, nos veamos trancados, en nuestra salida al Atlántico, gracias a esa absurda verborrea ideologizada en lo que se transformó la política exterior. Me atrevo a recordar que otros factores vecinales buscarían aprovechar esta debilidad bolivariana para “despertar” pretensiones territoriales. La historia de las relaciones internacionales es un reservorio de ejemplos. 

La política exterior no puede limitarse sólo a la defensa del régimen; pues, el país es mucho más importante. Las energías del Estado no se pueden volcar en un sólo individuo. Tampoco la política exterior debe promover enfrentamientos en la región, so pretexto de que si algún gobierno no está de acuerdo con el venezolano, el venezolano, automáticamente, viste el traje de carro chocón para insultar y amenazar a esos gobiernos, luego generar crisis políticas en las organizaciones hemisféricas. Ésta, ha sido constante, durante los 17 años de la Revolución Bolivariana. Hoy, es patéticamente más visible esa actuación. Hay que cambiar el gobierno, la política exterior, como también hay que hacerlo con su instrumento principal: la diplomacia.

@eloicito

El Sandinismo de hoy es peor que el Somocismo de ayer


Embajador (r) Milos Alcalay

La Comunidad  internacional ha condenado de manera enfática  el  brutal atropello que las autoridades Sandinistas  le propinaron a los diputados de la Asamblea Nacional en su frustrado  viaje a Managua. La expulsión de  Luis Florido, Presidente de la Comisión de Política Exterior y otros miembros de su Comisión Internacional: Ángel Medina, quien además es Vicepresidente del PARLATINO y de EUROLAT;  William Dávila, quien además es miembro de PARLASUR, y Manuel Avendaño, Asesor de la Comisión de Política Exterior, constituyen una cachetada a la cortesía parlamentaria que se da en el resto del Mundo.  Este atropello contra demócratas venezolanos no es nuevo.  Lo mismo ocurrió anteriormente con Henrique Salas Feo, y luego con el Diputado Carlos Berrizbeitia, y algunos meses después con Carlos Ponce, quien representaba a una ONG dedicada a la promoción de la Democracia. Lo mismo ocurrió en mi caso hace un año que referí -en esta misma columna- en mi artículo “Yo Acuso a Nicaragua”  cuando fui expulsado con el mismo procedimiento abusivo  a pesar de haber recibido una invitación oficial para participar en un evento del Foro Mundial sobre Democracia y Libertad. Fui el único expulsado  por  ser venezolano, porque los otros asistentes  si ingresaron.

Destacaba  en ese artículo, y valdría la pena recogerlo nuevamente que por increíble que parezca, el Sandinismo actúa hoy peor que actuaba ayer la despiadada dictadura de Somoza.   Recordaba que como joven diplomático acompañé al Canciller Arístides Calvani en su viaje a Centroamérica  en 1969 cuando  en Nicaragua le exigió al Presidente Somoza entrevistarse con los dirigentes de oposición y en especial con dirigentes en clandestinidad y perseguidos por la dictadura.

La diferencia es que Somoza a regañadientes aceptó esta exigencia y nos pudimos reunir con los disidentes. Eso  no sucede hoy con el Gobierno del FSN quien tiene al frente de la Jefatura de Estado a Ortega, que utiliza el mismo procedimiento de su actual  colega Venezolano, al manipular a un Poder Judicial sumiso al Ejecutivo que recientemente eliminó el mandato parlamentario de 28 diputados opositores electos en el 2011 – hecho que fue condenado mundialmente y que constituye un irrespeto a la separación de poderes. La reciente expulsión de los parlamentarios venezolanos muestra que no solo ataca a los Nicaraguenses, sino también a dirigentes políticos de otros países que desean transmitir su solidaridad con los principios de democracia y libertad.

Los defensores de la falsa “democracia” reunidos en torno al llamado “Socialismo del Siglo XXI” finalmente han mostrado  su verdadero rostro totalitario, por lo que no tienen el temor de reprimir y pisotear las libertades y la democracia. Se han quitado la máscara. Tienen razón los  25 Ex-Jefes de Estado de América Latina reunidos en IDEA quienes al tratar el tema  afirmaron: “La deriva autoritaria de los Gobiernos de Nicaragua y Venezuela es creciente y preocupante”  a lo que se suma una creciente represión, que en el caso de Nicaragua  es peor hoy que en la nefasta  época de Somoza ayer, violando de esta manera los Acuerdos de Contadora y los compromisos de Esquipulas I y II y por supuesto en claro desacato a la Carta Democrática Interamericana.

@milosalcalay

viernes, 5 de agosto de 2016

Papelón diplomático


Embajador (r) Oscar Hernández Bernalette

Confieso que no me alegra por respeto al país y por haber dedicado mi vida profesional a la diplomacia, observar a este gobierno dando trastazos por el mundo con su política exterior errática y la falta de buen criterio diplomático para enfrentar diferentes escenarios internacionales.

Si algo demuestran los últimos episodios vergonzosos de nuestra política exterior es que falta criterio y profesionalismo en la casa amarilla .La OEA y MERCOSUR son buenos ejemplos.

De los pocos diplomáticos de carrera y con experiencia que quedan en nuestra cancillería han salido recomendaciones para actuar debidamente en los distintos escenarios. Sin embargo, no los escuchan.

Por el contrario, como diría Milos Alcalay, prefieren la diplomacia del carrito chocón.

El caso de MERCOSUR es patético. Resulta que la cancillería no evaluó debidamente el escenario de confrontación que se les avecinaba con la presidencia del organismo.

En primer lugar, hay un patrimonio normativo que no se han cumplido y los lapsos se vencieron, lo que genera una debida interpretación en el caso de Brasil. Un país puede no aceptar la norma de rotación alfabética por razones de fuerza mayor y es totalmente legítimo. Pasa constantemente en los organismos internacionales. Con una situación de crisis política el gobierno debió ser más honesto con sus socios.

Venezuela no está en condiciones de asumir tamaña responsabilidad en una situación de crisis política como la que atraviesa. Pensó, por el contrario, que esa responsabilidad sería una máscara de oxígeno.

Además, Venezuela al retirarse de la CAN y entrar por la puerta de atrás a MERCOSUR basada en alianzas estratégicas ideológicas, ya anunciaba que temprano o más tarde, se sumergiría en una crisis.

Un país que no cree en el libre comercio no tenía nada que buscar en esa alianza comercial.

@bernalette1

martes, 2 de agosto de 2016

Dos años del “Califato del Terror”


Dr. Kenneth Ramírez

A dos años de haber proclamado su “Califato del Terror” tras la toma de Mosul –segunda ciudad de Irak–, el grupo terrorista Estado Islámico de Irak y Siria (por su acrónimo en árabe, Dáesh) presenta un balance ambiguo. Por un lado, como demuestran los ataques más recientes en Niza (14 de julio, 84 muertos), Bagdad (3 de julio, más de 200 muertos), Daca (1 de julio, casi 30 muertos), Estambul (28 de junio, más de 40 muertos), Bruselas (22 de marzo, 35 muertos), París (13 de noviembre, 137 muertos) y Beirut (12 de noviembre, 43 muertos), Dáesh retiene una considerable capacidad para atacar a sus enemigos cercanos y lejanos. Además de su emirato central -localizado en Siria e Irak-, mantiene provincias virtuales (wilayas) sostenidas por grupos asociados en Afganistán, Chechenia, Daguestán, Sinaí, Libia, Filipinas, Nigeria, Somalia y Yemen. Y a esto debe sumarse células encubiertas por todo el Mundo, y una red de propaganda 2.0 que ha logrado radicalizar a individuos (los “lobos solitarios”) llevándolos a cometer atentados como el de Orlando (12 de junio, 50 muertos). Una multinacional del terror que ha desbancado a Al-Qaeda como líder de la yihad global.

Por otro lado, Dáesh ha sido expulsado de Kobani y Palmira (Siria), Tikrit, Ramadi y Faluya (Irak), con lo cual ha perdido el 20% del territorio que controlaba en Siria y el 47% del territorio que controlaba en Irak. Un franco repliegue territorial fruto de las campañas militares en su contra. Además, ha tenido una merma en su número de combatientes, desde 33.000 en 2014 hasta entre 18.000 y 22.000 en 2016. Y una caída de su producción petrolera, desde 70 mil barriles diarios en 2014 hasta 20 mil barriles diarios en 2016, que le ha causado una fuerte crisis económica.

Recordemos, que a diferencia de Al-Qaeda, Dáesh busca la construcción de un Califato en todo el Mundo musulmán (según las fronteras que tenía en el siglo VII) como entidad concreta y tangible (gobierno, moneda, ejército, e identidad) para satisfacer el deseo de “pertenecer a algo grande” bajo el principio Baqiya wa tatamaddad (“permanecer y expandirse”). No obstante, aferrarse a un territorio implica un error estratégico para un grupo terrorista, ya que ofrece objetivos fijos para una campaña militar, y esto explica la erosión de sus capacidades expuesta anteriormente. La estrategia de la Administración Obama contra Dáesh ha tenido cierto éxito en el tablero iraquí, mediante una ofensiva área que ha contado con el apoyo sobre el terreno del ejército iraquí, las milicias shiítas y fuerzas de Irán (aunque resulte sorprendente, comparten intereses), por lo cual se estima que la captura de Mosul ocurrirá en los próximos meses. Empero, en el tablero sirio, la cuestión es más complicada. Las ofensivas aéreas de EEUU y de Rusia contra Dáesh no han estado coordinadas, y la guerra civil impide contar con apoyos sólidos sobre el terreno. Los rebeldes sirios siguen siendo muy débiles sin el apoyo del exterior que sólo ofrecen las petro-monarquías, y las milicias kurdas han logrado hacer retroceder a Dáesh pero sufren los ataques de Turquía; por otra parte, la campaña aérea de Rusia junto al Ejército de Assad y el apoyo de Hezbollah e Irán se concentran más en golpear a los rebeldes sirios en la batalla de Alepo, que en avanzar contra la capital de Dáesh en Raqqa. Qatar parece haber maniobrado para que el Frente al-Nusra haya roto recientemente con Al-Qaeda, para unificar a las milicias islámicas en contra de Dáesh y Assad a la vez.

Estas realidades dibujan un cuadro complejo, que de ser tomadas por separado por ojos inexpertos, llevan a dos posibles falsas conclusiones: pensar que nos enfrentamos a una amenaza existencial o que la derrota de Dáesh está a la vuelta de la esquina. En consecuencia, más allá de que se pueda pronosticar un desmantelamiento progresivo del emirato central de Dáesh y la eliminación de su líder, el autoproclamado “Califa Ibrahim”, Abubaker al-Bagadadi; lo cierto es que resulta difícil que este grupo yihadista desaparezca por completo en el corto plazo, como muestra el ejemplo de Al-Qaeda tras la muerte de Bin Laden.

Mientras tanto, el Mundo sigue perdiendo la batalla contra el yihadismo, ya que a pesar que se cumplan los pronósticos más halagüeños respecto a la campaña militar contra Dáesh, se siguen reproduciendo las mismas ideas y políticas equivocadas. Se ha popularizado en las democracias más avanzadas la idea de choque de civilizaciones, con un concomitante rechazo a los musulmanes a la vez aprovechado y atizado por emergentes líderes populistas -de Marine Le Pen y Frauke Petry a Donald Trump-; y ha empezado a defenderse un modelo neo-autoritario (verbigracia, Abdel Fatah al-Sissi en Egipto) como solución. Al tiempo, se sigue desatendiendo la causa profunda que origina el yihadismo: las ansias de cambio de los jóvenes árabes (60% de la población tiene menos de 25 años y más de la mitad no tiene empleo), a los que se coloca a elegir entre regímenes despóticos que no ofrecen oportunidades e imanes radicales que con una versión torcida del Islam ofrecen una “vida placentera” en el cielo (Firdaws) tras el martirio.

EEUU y la UE deben replantear su política exterior y de seguridad con un enfoque multidimensional que promueva el cambio pacífico y la prosperidad del Medio Oriente (relanzando proyectos como la Unión para el Mediterráneo), y revisar sus políticas migratorias y de integración a sus sociedades de emigrantes musulmanes. Por su parte, América del Sur debe entender que no está exenta de la amenaza, ya no sólo por las bajas que los ataques de Dáesh han producido en su diáspora -donde debemos mencionar con dolor a los venezolanos Sven Silva que murió en París y Simón Carrillo que murió en Orlando-, sino por el desmantelamiento de una célula en Brasil que planificaba ataques contra los Juegos Olímpicos de Rio. Ergo, América del Sur en general y Venezuela en particular, deben contribuir más activamente en la lucha contra Dáesh, mediante más cooperación regional e internacional –entre otras cosas, para asegurarse que las redes de apoyo yihadistas no estén utilizando el espacio suramericano ni los sistemas financieros de los Estados-, promoviendo la paz en Siria, y llevando soluciones inteligentes a las discusiones multilaterales. ¿Y usted qué opina?

@kenopina

China en el COVRI


Prof. Eloy Torres

Recientemente el Consejo Venezolano de Relaciones Internacionales (COVRI) realizó un curso sobre ese milenario país. La estructura del curso abarcó elementos de su historia, cultura y civilización, economía y geopolítica. El temario organizado, y dictado, por los profesores Kenneth Ramírez y Eloy Torres, buscó navegar por los diversos, como polémicos momentos que conforman a la China de hoy.

Se trató sobre los aspectos fundamentales: ¿Qué es China?, luego,  las guerras del  opio y su efecto en la mentalidad china para explicar su actual realidad, los modelos enfrentados: el nacionalista de Chiang Kai-shek y el comunista de Mao Tse Tung. El triunfo de este último y su posterior enfrentamiento con la URSS. El difícil camino para las reformas en el comunismo chino y los liderazgos tras la muerte de Mao TseTung: desde Deng Xiaoping hasta Xi Jinping, el petróleo como elemento estratégico y las materias primas, el “sueño chino” y el “socialismo de mercado”; la política exterior y su diplomacia; la incorporación a la ONU y sus relaciones con los EEUU. La visita de Kissinger y Nixon a China y sus consecuencias para la guerra de Vietnam: el ascenso al rango de gran potencia; su gran estrategia y la nueva ruta de la seda; sus relaciones con América Latina en general y con Venezuela en particular.

Hay que tomar en consideración que este curso fue un esfuerzo del COVRI para actualizar su agenda epistemológica en el sentido de ser fieles a su filosofía central: ser un instrumento para la reflexión. Vale decir, un eje que combine los elementos académicos, políticos y burocráticos (profesionales del oficio diplomático) a fin de producir una creciente síntesis que ayude a la aproximación a los temas que agendan al Mundo. Hoy China es una realidad y más que eso es, la gran potencia del siglo XXI: por lo menos ella muestra esas intenciones. ¿Lo logrará? Es un asunto que las tendencias históricas responderán. No todo está escrito, falta mucha tela que cortar. Sin embargo, había necesidad de desafiar el inmovilismo académico, político y burocrático, y el COVRI lo hizo. China debe ser estudiada en todas su dimensiones. Venezuela tiene una relación con ella que debe ser estimulada y basada en una perspectiva que base su filosofía en lo que los propios chinos sostienen: beneficio mutuo y ganar-ganar.

Esto viene a cuento, pues nuestro país y nuestra política exterior, salvo honrosas excepciones, jamás se plantearon una relación con ese país en los términos que ella hoy se expresa. Siempre fuimos unidireccionales. Nunca tuvimos el olfato para observar el Mundo en forma global. Los párvulos funcionarios que se llenaban la boca con sentencias e informes sobre la política internacional, nunca miraron a China, como tampoco miraban a Cuba. Posiblemente, y es lo más seguro, el “chip” del anticomunismo y de la Guerra Fría, no permitieron un acercamiento real a ese país. No se trata de reproducir momentos polémicos, sino reconocer los errores cometidos y por los cuales hoy sufrimos con esta administración política en la Venezuela del siglo XXI.

El COVRI hizo lo que  otros, en diversos momentos y con mayores recursos jamás se plantearon hacer: observar la política exterior, no como una práctica exclusivamente diplomática, sino como un hecho político, a fin de traer beneficios al país. Hoy, Chávez y Maduro se han beneficiado en lo personal de esa relación con China, en nombre del país; cuando hemos debido, hace rato, hacer que fuera todo el país el que se beneficiare de la relación con China. A ella, como a ningún país, le importa Venezuela; le importa lo que ella tiene en su subsuelo, montañas y tierras. Venezuela debe aprovechar inteligentemente esa circunstancia para salir gananciosa. Requiere de una política exterior decente, no escatológica ni procaz, sino muy seria, proactiva  y cónsona con los  intereses nacionales.

El curso “China en el siglo XXI” es un intento por llamar la atención para que otros asuman, con audacia, la reflexión sobre China, como sobre otros actores que no son observados por la lente de esos “otros”. Mientras, el COVRI seguirá en lo suyo: promover la reflexión, la discusión, el pensamiento y la oferta académica, profesional y política que contribuya a la construcción de la nueva política exterior que tanto requiere nuestro país.

@eloicito

miércoles, 27 de julio de 2016

El desafío de las empresas petroleras transnacionales


Dr. Kenneth Ramírez

La caída de los precios del petróleo ha generado un gran desafío para las empresas petroleras transnacionales, las cuales se habían concentrado en la última década en grandes proyectos de alto costo y complejidad en las llamadas “nuevas fronteras del petróleo” desde el Ártico hasta las arenas bituminosas y aguas profundas. Ahora muchos de estos proyectos han sido cancelados o diferidos (por un total de 380 millardos de dólares según Wood Mackenzie), ya que han dejado de ser rentables en un entorno de precios bajos, pero esto constriñe su capacidad de reemplazar reservas para mantener producción y generar dividendos futuros. Hoy por hoy, 58% de la producción petrolera mundial y 90% de las reservas están en manos de empresas petroleras nacionales.

Por otra parte, su modelo de negocios surgido en la década de 1990 (maximizar el valor para los accionistas, maximizar la incorporación de reservas y minimizar los costos mediante la subcontratación) luce agotado. Incluso mientras que los precios del petróleo eran altos, luchaban por crecer de manera rentable, con una producción cayendo y los costos creciendo de manera incontrolable. En comparación con otros negocios su tasa de retorno financiero es mucho menor, la cual ha descendido desde 21% en 2000 hasta 8% en 2014. La exploración para incorporar reservas frescas ha sido pésima en general, y se perdieron el mejor momento de la llamada “revolución de esquistos” en EEUU. Mientras la subcontratación les llevó a dejar de desarrollar tecnología propia, dejando que caiga en manos de las empresas de servicios como Schlumberger y Halliburton. Su reputación para la gestión de proyectos se vio mermada por notorios fracasos, tales como el desastre de Macondo por parte de BP en el Golfo de México, la infructífera campaña exploratoria de Shell en Alaska, y el aumento de los costos y retrasos continuos de ENI en el campo de Kashagan en Kazajstán.

Estos problemas tal vez pueden ser tenidos como temporales y solucionables, frente a la amenaza que proviene de la lucha contra el cambio climático. La Agencia Internacional de Energía ha señalado que para alcanzar el objetivo del Acuerdo de París, la demanda petrolera mundial debe crecer desde 90,6 millones de barriles diarios (MMBD) en 2014 hasta 93,7 MMBD en 2020, y a partir de allí debe ser abatida hasta 74,1 MMBD en 2040. Esto significa que en 2040 la demanda sería 16,5 MMBD menor a la de 2014, y 29 MMBD menor respecto a la demanda que se proyectaba para ese mismo año sin restricciones (esto es, el caso base de 103,5 MMBD). En consecuencia, retomar totalmente los grandes proyectos no tendría sentido ni siquiera con un aumento de precios del petróleo.

Además, las energías renovables están haciendo avances más rápidos en materia de reducción de costos, pero las empresas petroleras transnacionales no han tenido mucho éxito en este campo en el pasado. Por lo tanto, algunas voces han sugerido que a las empresas petroleras transnacionales sólo les queda actuar como la industria tabacalera: olvidar el crecimiento, lentamente disolverse y pagar dividendos a los accionistas. Un declive gradual y benigno hasta su extinción.

Empero, las empresas petroleras transnacionales sobrevivieron a la nacionalización de sus reservas en los países OPEP en la década de 1970, y después a una década y media de bajos precios hasta 2000. Tienen fortalezas y experiencia que no pueden soslayarse. Hasta ahora todas han optado por la reducción costos (250 mil trabajadores petroleros despedidos a nivel mundial) y la citada paralización de proyectos, pero exhiben diferencias en sus estrategias.

Exxon y Chevron han tornado su mirada hacia los esquistos en EEUU, convirtiéndose en líderes en la Cuenca Pérmica al oeste de Texas. La apuesta más grande la hizo Exxon con la compra de XTO en 2010. Chevron espera que su producción de esquistos ascienda desde 125 mil barriles diarios hasta 350 mil barriles diarios, con 25% de su producción total proveniente de esquistos para 2025 -incluso con presencia en el yacimiento de Vaca Muerta en Argentina.

ENI a partir de sus buenos resultados exploratorios con el hallazgo de yacimientos gasíferos gigantes en Egipto y Mozambique, ha escogido la exposición al riesgo político y renovado su estrecha cooperación con el Estado italiano. Total ha apostado por las renovables con la compra de 63% de SunPower -una de las mayores empresas solares en EEUU-, y el fabricante de baterías Saft. Al mismo tiempo, ha ofertado por activos petroleros estratégicos en Medio Oriente, pagando 2,2 millardos de dólares por 10% de la empresa ADCO de Abu Dhabi en 2015, y por 30% del campo petrolífero más grande de Qatar, Al Shaheen, el mes pasado.

Shell también está apostando duro en renovables con su nueva división de energías, y aprovechando oportunidades en esquistos -centrando esfuerzos en pocas áreas de alta calidad. Además, es la única de las majors que ha hecho una gran adquisición, la británica BG; lo cual revela su visión de una “edad de oro del gas” ante las crecientes exigencias de la lucha contra el cambio climático. BP, aún afectada por Macondo, parece apostar por decrecer siguiendo el mantra “lo grande no es necesariamente bello” de su Presidente Bob Dudley. Conoco hizo lo propio en 2012, cuando dejó de ser una empresa integrada verticalmente.

Las empresas petroleras transnacionales no se conforman con deslizarse silenciosamente hacia la extinción. Están adoptando diferentes estrategias para sobrevivir. Sus críticos pueden descubrirse en unos años siendo protagonistas del cuento breve de Augusto Monterroso: “Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”. ¿Y usted qué opina?

@kenopina