jueves, 16 de mayo de 2013

Conflicto en Siria: más que dos facciones



Oswaldo Uria

Un conflicto de múltiples facciones

El reciente video en el cual aparece un líder rebelde de la ciudad siria de Homs mutilando el cadáver de un soldado sirio viene a confirmar que la violencia en el antiguo Califato de Damasco- que ha albergado y alberga a cristianos, ortodoxos, musulmanes, tanto sunitas, drusos, alawitas como shiítas-, proviene de todas las facciones tanto oficial como rebeldes, siendo la población civil otra facción que en defensa propia ha tenido que involucrarse en la violencia para defenderse de cualquier amenaza.

Lo que se creyó iba a ser una crisis política de meses como en todos los países inmersos en la Primavera Árabe, se ha convertido en una prolongada pesadilla que cobra casi cien mil muertes. Se ha desatado un conflicto complejo, en cuyo inicio los disidentes del cuasi monárquico régimen de Bashar al-Assad, confiaron en que los sucesos se iban a desarrollar al igual que en Libia, con relativa rapidez y de manera drástica, con una intervención internacional contundente. Sin embargo, no previeron que Siria es un país totalmente diferente tanto al interior, con una mayor población y más heterogénea, como en su contexto exterior, con una realidad peligrosa que la circunda (Líbano, Israel, Palestina, los pueblos kurdos, Irak) y con el apoyo de un Irán que busca desarrollar capacidad nuclear.

Estas condiciones específicas ha estirado por más de dos años el conflicto, sin una solución en el horizonte, y cuyo desarrollo ha generado no dos polos antagónicos fácilmente identificables (gobierno y rebeldes), sino que han surgido aparte del gobierno opresor, distintas facciones rebeldes, a saber: el Ejército Libre de Siria (ELS) en sus distintas brigadas -que se ha deslindado de la acción de la brigada de Homs- de corte moderado y financiado por Estados occidentales y árabes; el Frente Sirio de Liberación (FSL) –cuyas brigadas más importantes son Farouq en Homs, Suqur al Sham en Idlib y Al Tawhid en Alepo- de corte islámico moderado y financiado principalmente por Arabia Saudita; el Frente Sirio Islámico (FSI) –cuyo grupo más importante es el Movimiento Islámico Ahrar al Sham- de corte salafista y financiado principalmente por el Estado de Qatar; el Frente Al-Nusra afiliado recientemente a Al-Qaeda; y las Unidades Kurdas de Protección Popular (YPG) vinculadas al Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) que opera desde Turquía. Por otra parte, no se puede dejar de mencionar, la delincuencia común que se aprovecha de la anomia, los secuestradores libaneses que incursionan desde sus fronteras con Siria, así como la milicia Hezbollah.

En este sentido, ningún grupo o facción controla la situación: apenas controlan áreas y realizan demostraciones puntuales que no ponen en peligro de derrota al enemigo, pero que ha creado un estado de anarquía y paranoia generalizado, en donde nadie confía en su vecino, ni el alawita en su familiar sunita, ni el armenio con su colega iraquí.

Rusia, actor clave

Fuera del teatro de operaciones sirio, la situación también se muestra estática y sin solución global cercana. El Consejo de Seguridad no pudo ejercer una acción alla Libia por solicitud de la Liga Árabe durante el 2012, debido al veto de Rusia y China.

La posición de la Federación Rusa se explica por el hecho de que esa potencia ha sido un proveedor de armamento al gobierno del partido izquierdista nacionalista Baaz desde la época soviética y tiene presencia militar en ese país. Además, Moscú siempre negará apoyos a causas que le pudiera dar un precedente a su conflicto interno con la musulmana Chechenia, sobre todo porque los rebeldes sirios integran a grupos islamistas radicales. No obstante, la posición rusa se ha venido suavizando a favor del fin de la violencia, siendo su reunión con el premier británico, David Cameron, el pasado 9 de mayo de 2013, una señal de que Rusia no es incondicional al gobierno sirio. Destaca en esa reunión la declaración de que el gobierno ruso está por completar el suministro de misiles a Siria según los contratos actuales, con lo cual queda la interrogante sobre si firmarán nuevos contratos: los inciertos resultados de la visita de Netanyahu a Moscú podrían ser esbozar las intenciones rusas respecto a la solicitud que le hizo el premier hebreo a Putin de detener la venta de los misiles antiaéreos S-300 a Siria.

También fue sorprendente la aceptación rusa de una segunda ronda de negociaciones en Ginebra como seguimiento de la llevada a cabo en junio de 2012, triunfo diplomático de John Kerry durante una visita a Moscú a principios de este mes.

Esto le daría un mayor impulso a la iniciativa de la anterior Secretaria de Estado Hillary Clinton del Grupo de Amigos de Siria, la cual no ha tenido el éxito esperado, ya que no ha incorporado a todos los sectores de Siria, ni a las potencias que apoyan al gobierno de Bashar al-Assad; esto ha llevado a Moscú, tal como se refleja en las declaraciones del canciller ruso el pasado abril de 2013, a considerarlo como un grupo unilateral, cuyos planteos basados en los puntos del Plan de Ginebra son muy militaristas.

Dejando la parte reactiva, Rusia ha pedido a Irán, como también a Arabia Saudita, a involucrarse más con el proceso de paz en Siria. Irán, por su parte, ha apoyado a Bashar al-Assad, pero sin planes de iniciar una tercera guerra mundial, como algunos apocalípticos analistas pensaron, y se ha limitado repudiar la rebelión como una dirigida por las potencias occidentales y a facilitarle efectivos y suministros.

Perspectivas del conflicto

Como se puede ver, el conflicto de Siria ha desgastado y debilitado al único Estado que daba equilibrio a la zona del Cercano Oriente, dejando a Israel en una posición de supremacía que pudiese adormecer las demandas de una débil Palestina, constreñir las acciones de un Hezbollah que ya no se encuentra cómodo en el campo de batalla sirio, y reducir el peligro de una agresión iraní.

La transición que seguro se planteará en Ginebra II se llevará a cabo si Assad da demostraciones del cese a la represión, pero no lo hará mientras siga habiendo demostraciones de las otras facciones sumergidas en la violencia. Irán y Hezbollah, principales aliados de Assad, harán lo posible para lograr que el líder del Baaz sirio quede fortalecido como triunfador absoluto de esta luenga confrontación.

Una acción militar occidental contundente, podría derrocar al gobierno de Assad, pero no acabaría con el conflicto entre los múltiples grupos étnicos-religiosos, ni con el hampa común ni con la violencia en general; como tampoco lo ha podido hacer EEUU en Afganistán ni en Irak, ni las potencias occidentales en la misma Libia, cuyos nuevos brotes de violencia en Bengasi ha llevado a Gran Bretaña a retirar el personal de su representación diplomática y a recomendar  a sus ciudadanos no viajar a ese país africano. 

Se necesitarán décadas para reconstruir a la nación Siria, y las contradicciones étnicas-religiosas controladas por el férreo régimen de Assad con un Estado policial favorable al nacionalismo secular, permanecerán y podrán desatar los demonios que alguna vez se desataron en Yugoslavia cuando Tito ya no estaba.

Rusia abogará por la unidad, pero Israel y EEUU se sentirán más cómodos con una Siria debilitada o quizás fragmentada en un puñado de repúblicas que estén concentradas en su propio sustento y en atraer las posibles inversiones privadas provenientes de Occidente, de los países del Golfo Pérsico y por qué no, del propio Israel.