martes, 6 de octubre de 2015

Agenda 2030: Energía y Venezuela


Dr. Kenneth Ramírez

El Septuagésimo Aniversario de la ONU será recordado por la aprobación el pasado 25 de septiembre, de la llamada Agenda 2030 (“Transformar nuestro Mundo: La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible”, Resolución A/RES/70/1), después de tres años de amplias consultas. Tras un cumplimiento parcial de los 8 “Objetivos del Desarrollo del Milenio” adoptados hace tres lustros, resulta importante que se haya podido establecer un compromiso global para atender a cuestiones tan urgentes como el cambio climático, la pobreza extrema, trabajo decente y crecimiento económico, salud, el acceso universal a la energía, la educación de calidad, entre otros, en los 17 “Objetivos de Desarrollo Sostenible”.

No obstante, han sido múltiples las críticas, ya sea por la proliferación de los nuevos objetivos respecto a sus antecesores; la variedad temática debido a la confluencia de las agendas de pobreza y cambio climático que puede llevar a una dispersión de esfuerzos y dilución de compromisos; la especificación de 169 metas que no siempre son tales debido a su vaguedad y distintos niveles de exigencia, dificultando así su gestión; y la ausencia de un debate sobre la reforma de la ONU como institución que pueda implementar y dar seguimiento efectivo.

En materia de energía, el séptimo Objetivo de Desarrollo Sostenible pide “asegurar el acceso a una energía asequible, fiable, sostenible y moderna para todos” en 2030, con cinco metas: 1) Asegurar el acceso universal a los servicios de energía asequibles, fiables y modernos; 2) Aumentar la participación de las energía renovables en la matriz energética mundial; 3) Duplicar la tasa global de mejora de la eficiencia energética; 4) Aumentar la cooperación internacional para facilitar el acceso a las tecnologías de energía limpia y su investigación, incluida las renovables, la eficiencia energética y tecnologías limpias de combustibles fósiles; 5) Ampliar la infraestructura y mejorar la tecnología para el suministro de servicios de energía modernos y sostenibles para los países en desarrollo, en especial, los pequeños Estados insulares y sin litoral.

Como vemos este objetivo plantea la búsqueda de un modelo energético sostenible, que aumente el número de personas con acceso a formar modernas y asequibles de energía, y eleve el porcentaje de energía consumida que procede de energías renovables. En este sentido, se propone abatir los dos desafíos globales más urgentes relacionados con la energía, a saber: la pobreza energética ocasionada por la falta de acceso a servicios modernos de energía en los países en desarrollo –una de cada cinco personas en el planeta no tiene acceso a la electricidad; y casi la mitad de la Humanidad depende de la quema de madera, estiércol y carbón para cocina y calefacción-, y el altísimo despilfarro y polución en los países desarrollados que ocasionan el cambio climático.

En la III Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de la OPEP celebrada en Riad en noviembre de 2007, los Estados miembros se comprometieron a la erradicación de la pobreza energética a escala global, y encomendaron al Fondo OPEP para el Desarrollo Internacional (por sus siglas en inglés, OFID) movilizar un fondo rotativo de más de 1 millardo de dólares para tal fin; el cual ha permitido financiar proyectos de electrificación rural, generación eléctrica renovable, construcción de infraestructuras energéticas, y donaciones de cocinas modernas en más de 120 países en desarrollo. Además, el OFID forma parte de la plataforma “Energía Sostenible para Todos” (por su acrónimo en inglés, SE4ALL) impulsada por el Secretario General de la ONU, Ban Ki-moon, desde 2011, la cual preparó desde la “Conferencia Rio+20” la dimensión energética de la Agenda 2030. Asimismo, los Estados miembros de la OPEP han desplegado mecanismos de cooperación que han mejorado el acceso a la energía, como Venezuela con PETROCARIBE que fundó en junio de 2005 –garantizando en promedio un 32% de la demanda petrolera de los 18 beneficiarios y financiando 50% de la factura que ascendió a 28 millardos de dólares en este período de 10 años, lo que tuvo un impacto positivo en sus economías de 2,5% del PIB/año, según el SELA y el FMI-, y Arabia Saudita con la “Iniciativa de Energía para los Pobres” que lanzó en junio de 2008.

No obstante, lejos de la complacencia, Venezuela tiene mucho por hacer en relación a la Agenda 2030 y su objetivo séptimo. El nuevo Plan Estratégico de PDVSA 2016-2025 debe considerar como prioridad la reducción del venteo y quemado de gas natural en sus operaciones (Venezuela se ubica en el octavo lugar a nivel mundial), la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero en todas sus instalaciones –sobre todo refinerías y mejoradores-, mejora de la eficiencia energética en todos sus instalaciones y procesos, considerar el impacto ambiental en el desarrollo de la Faja Petrolífera del Orinoco, la aceleración de los muy retrasados proyectos de gas natural, y el impulso a la investigación del INTEVEP de tecnologías para el uso y consumo limpio de los hidrocarburos como el secuestro y captura de carbono. Asimismo, los Ministerios de Petróleo, Energía Eléctrica y Eco-socialismo deben desarrollar un plan de energías renovables y eficiencia energética que se beneficie pragmáticamente de la cooperación internacional, reactive proyectos renovables como los parques eólicos en Paraguaná y la Guajira y las plantas de bioetanol proveniente de caña de azúcar, mejore la eficiencia de las infraestructuras energéticas, asegure el servicio eléctrico fiable en zonas rurales, fomente la educación y la investigación para la eficiencia y el ahorro energético, y tome en consideración iniciativas como el Plan de Energía Solar de Arabia Saudita –que se fijó como meta satisfacer 20% de su demanda eléctrica con energía solar para 2032- y el Plan de Energías Renovables de Brasil –que se fijó como meta satisfacer 20% de su consumo con renovables para 2030, sin considerar las hidroeléctricas. ¿Y usted qué opina?

Publicado originalmente en El Mundo Economía y Negocios

@kenopina

Diplomacia Vaticana


Embajador (r) J. Gerson Revanales

Las pasadas semanas han sido especialmente noticiosas en materia internacional por diferentes acontecimientos como fueron: la gira papal, la Asamblea General de la ONU y los discurso de los Jefes de Estado; las reuniones bilaterales dentro del marco de la Asamblea y fuera de ella; y algunos acuerdos alcanzados, donde la Diplomacia Vaticana jugó un papel clave en su definición.
La Diplomacia Papal en términos históricos podría remontarse mas allá de las luchas calvinistas, luteranas y de los Borgia donde la Iglesia como poder espiritual, tuvo sus intereses terrenales; sin embargo, El Vaticano, como Estado obtiene su reconocimiento internacional con personalidad jurídica y responsabilidad internacional con el Tratado de Letrán de 1929 firmado por Benito Mussolini en representación del Rey de Italia, y el Cardenal Gasparri en nombre de Pio XI. Durante el período de Pio XI se caracteriza por un mutismo, posiblemente por sus acuerdos para tratar de apaciguar al nazi-fascismo.
Pio XII enmendó los pasos de su antecesor, oponiéndose en forma cauta al nazi-fascismo y protegiendo a miles de judíos ante la persecución. No obstante, fue el primer político en pronunciarse en contra de las decisiones alcanzadas en Potsdam: No apoya la creación de la ONU y manifiesta en una pastoral que “El edificio de la paz se apoyará en bases débiles que amenazan derrumbarse, cuando se establecen las fronteras con una sola plomada”.
Es a partir de la entrada en vigencia de la nueva constitución del Vaticano, 15 de agosto de 1967, Regimini Ecclesiae universae, que el Secretariado de Estado es reorganizado y encargado de llevar las relaciones con el extranjero.
Con esta reforma, y con la elección del Nuncio Apostólico ante Paris y primer observador de El Vaticano ante la UNESCO, de Angelo Giuseppe Roncalli -quien sería más tarde electo Papa con el nombre de Juan XXIII-, se produce un cambio radical en el Estado eclesiástico. El Papa Juan XXIII al convocar al Concilio Ecuménico bajo el nombre de Vaticano II y pronunciar su encíclica Pacem in Terris, 11 de abril de 1963; por primera vez apoya, en nombre del Estado eclesiástico, los trabajos de la ONU y la coexistencia pacifica. A partir de Juan XXIII comienza el resurgimiento moderno de la Diplomacia Vaticana. En el momento de su muerte, el 3 de junio de 1963, las Naciones Unidas baja la bandera a media asta en su reconocimiento como Jefe de Estado y a los pocos meses de ese mismo año el Secretario General de la ONU,  U. Thant, hace una visita de cortesía al nuevo Papa Pablo VI  quien nombró su observador permanente ante las Naciones Unidas. Pero la mayor prueba de eficiencia de la Diplomacia Papal es su participación en el derrumbamiento del Muro de Berlín bajo el liderazgo del Papa polaco.
Sin dejar la historia de lado; el Papa Francisco le ha dado a la Diplomacia Papal un vuelco público al salirse de los cánones tradicionales y recurrir a una diplomacia de contacto con los ciudadanos, incluso con el uso de las redes publicas que lo ponen a competir en popularidad con las estrellas del Pop y la alfombra roja.
El Papa Francisco en su primer desafío logró sentar a israelíes y palestinos. Hoy en su agenda contabiliza su contribución al restablecimiento de las relaciones EEUU-Cuba, el encuentro del Presidente Santos y las FARC, sus visitas a Paraguay, Bolivia, Ecuador, Cuba y EEUU, su discurso en las Naciones Unidas; todas muestras de una nueva Diplomacia Vaticana en acción.
Durante la Segunda Guerra Mundial, Stalin preguntó “con cuantas divisiones contaba el Papa”. Hoy vemos que ni con Sukhoi ni fragatas, con sólo la palabra y las “sandalias del pescador”, ha llamado a poner orden en la Casa con su exhortación apostólica “La Alegría del Evangelio” y su extraordinaria encíclica “Laudato si”.
La Diplomacia Papal tiene que ser un ejemplo para los Jefes de Estado; en particular para Nicolás Maduro. El Estado de confrontación, la carrera armamentista y la compra de vetusto armamento ruso, no son la solución a los problemas de los venezolanos.

@grevanales

Guyana y Venezuela en Nueva York


Prof. Mirna Yonis

La Asamblea General de las Naciones Unidas, este año 2015, celebró su septuagésimo aniversario. La agenda de trabajo del período de sesiones ordinario se suma a eventos especiales y encuentros paralelos entre muchas otras manifestaciones de la dinámica diplomática multilateral. Entre esos eventos destaca un encuentro trilateral, en la cual el Secretario General de la ONU logra reunir en una misma sala del Cuartel General de la ONU y sentarse en una mesa de trabajo con los Presidentes de Guyana y Venezuela. 

Las fotografías y videos registraron este encuentro que sigue rodeado de un clima de tensión en la relación bilateral debido fundamentalmente, por una parte, al desacuerdo evidente que ha mostrado el gobierno de Guyana frente a la controversia que mantiene Venezuela y respecto a la “metodología” acordada a partir del Acuerdo de Ginebra de 1966 con la figura del Buen Oficiante. Por la otra, a los reclamos y notas de protesta que ha formulado Venezuela respecto a las concesiones exploratorias y de explotación minera que ha otorgado el gobierno guyanés a empresas transnacionales en distintas zonas del territorio objeto de la controversia (Esequibo). A esto se suman de manera general, los decretos que ambos gobiernos emitieron (en momentos distintos) respecto a la definición de sus zonas marítimas nacionales, el ejercicio de una altisonante diplomacia del micrófono por parte de los mandatarios, cancilleres y otras personalidades gubernamentales de ambos países; llegando a un punto álgido de tensión diplomática con el llamado a consultas del Embajador venezolano en Guyana y el retraso en otorgar el placet  diplomático a la nueva Embajadora designada en Venezuela.

Aunque es una controversia fronteriza de carácter bilateral, el marco regional y global no ha escapado de las acciones de información y presión por lograr posicionamiento. Si bien los movimientos diplomáticos de Guyana han sido para denunciar agresión y limitaciones a sus planes de desarrollo y la amenaza a la soberanía que representa el reclamo venezolano, a veces de manera velada y otras de manera explícita, ha sido para cuestionar la eficiencia del método bilateral con apoyo de la ONU y dando argumentos para preferir la solución judicial. 

De parte de Venezuela, el retraso y en ocasiones poco contundente reclamo diplomático frente a las muestras de ejercicio de soberanía en territorio objeto de la controversia, el Esequibo, ha pasado a afirmar, confirmar y reiterar que su preferencia es el marco bilateral con los buenos oficios del Secretario General de la ONU. 

Evidentemente, esto es mucho más complejo que las breves líneas que preceden pero muestran un cambio en la dinámica de la relación bilateral y el uso de los espacios multilaterales para ganar adeptos o declaraciones preferenciales. Están registradas de manera oficial y a través de los distintos medios de comunicación, los discursos y declaraciones en escenarios de CARICOM, Commonwealth, UNASUR y  CELAC, entre otros.

El escenario natural de Guyana ha sido la CARICOM, organismo que ha marcado una tradición en sus declaraciones finales de las Cumbres de Mandatarios y Reuniones de Cancilleres apoyando la solución pacífica de controversias y la defensa de la integridad territorial de Guyana. En el caso de Venezuela, su reclamo ha estado en el marco del Acuerdo de Ginebra, pero durante casi una década en una etapa de parálisis o congelamiento, privilegió una agenda de cooperación y un muy bajo perfil a la agenda de la controversia.

Si bien en lo sustantivo los argumentos de Guyana sobre la controversia se mantienen, con el gobierno que toma posesión en mayo de este año, hay un giro táctico pero también estratégico en la defensa de su soberanía e integridad territorial.  Una muestra que puede pasar como anecdótica, pero revela acciones concretas distintas es el reclamo del gobierno guyanés ante la empresa Google respecto a los nombres “hispanos” de calles y otros lugares cartografía de la región del Esequibo.

La ciudad de Nueva York y el ambiente de las Naciones Unidas son testigos de dos eventos: 

El encuentro Trilateral en el Cuartel General de las Naciones Unidas, del domingo 27 de septiembre, en el cual:

1.     Se valoran los pasos para recibir de nuevo sus respectivos embajadores 
2.  Aprecian la buena voluntad para mantener la tradición de diálogo de sus países mientras se resuelve la controversia de una manera que resulte beneficiosa para ambos.
3.  Resalta la descripción de la tensión y desacuerdos para retomar ese diálogo: “El Acuerdo de Ginebra estableció ciertos mecanismos para resolver la disputa, sin mucho éxito, porque continúa hasta hoy”.

La reunión del Consejo de Relaciones Exteriores (COFCOR) de la CARICOM con una Declaración que resume y confirma posición de los países miembros:

1.    Subraya necesidad que El Caribe se mantenga como Zona de Paz.
2.    Beneplácito por la celebración de la reunión trilateral.
3. Celebraron decisiones para que cada país cuenta con Embajadores en sus respectivos países, Venezuela y Guyana
4.  Complacida de que Venezuela reciba Misión técnica del Secretario General de la ONU
5.    Informe de Misión Técnica acelerará los esfuerzos para poner fin a la controversia
6.    Anotó la petición de Guyana de una solución jurídica por divergencia de opiniones
7.    Refirma apoyo a mantenimiento de la integridad territorial y soberanía de Guyana 

El Acuerdo de Ginebra sigue siendo el marco jurídico que marca pautas y metodología, por lo que es conveniente referir un aspecto que se explica de manera más amplia en el portal de la Cancillería de Venezuela, en una sección especializada denominada Los Derechos Venezolanos de Soberanía en el Esequibo:

El Acuerdo de Ginebra está registrado en la Secretaría General de la Organización de las Naciones Unidas bajo el Nº 8192 (1966), fue distribuido como documento de la Asamblea General el 03MAY1966 bajo las siglas A/6325; y el Secretario General aceptó las funciones derivadas de él, mediante comunicación del 04 de abril de 1966: “He tomado nota de las obligaciones que eventualmente pueden recaer en el Secretario General de las Naciones Unidas en virtud del párrafo 2 del artículo IV del Acuerdo, y me complace informarle que dichas funciones son de tal naturaleza que pueden ser desempeñadas apropiadamente por el Secretario General de las Naciones Unidas”.

La diplomacia bilateral y multilateral en torno a la controversia por el Esequibo sigue con sus altibajos. Es necesario dar seguimiento a los involucrados, sus posiciones, intereses y estrategias pero también otros actores con afectos geopolíticos. Si bien la normalización de las relaciones con la presencia efectiva de los Embajadores de ambos países en el vecino es un rasgo formal significativo, un próximo paso a observar será la visita a Caracas de la Misión Técnica del Secretario General de la ONU, para recabar y verificar procedimientos y documentación de Venezuela. 

@mirnayonis