miércoles, 14 de agosto de 2013

Japón vs. China: Redefiniendo el equilibrio político en Asia


 
Victor Hugo Matos
El sureste asiático siempre ha sido un escenario constante de conflictos políticos y militares, que se remontan a las luchas entre la antigua China imperial y Corea, los intentos del Japón feudal de expandirse más allá de las islas o las guerras al sur de Asia. De estos constantes  terminaron por surgir dos actores importantes en la región como son China y Japón, cuya rivalidad influyó en la estructuración del escenario geopolítico actual de la zona, dado el empuje de sus intereses y liderazgos.
 
La rivalidad sino-japonesa se ha caracterizado por una fuerte competencia entre ambos Estados que además de las usuales diferencias en los aspectos comerciales o políticos, se exacerba debido a las disputas territoriales como las de las islas Sensaku / Diaoyu, que abren viejas heridas históricas entre ambos países, que se remontan a la participación del imperio japonés en la rebelión de los Bóxers en China y a las dos guerras sino-japonesas. Esta rivalidad, que había estado latente pero era controlada por la interdependencia económica que existía entre ambos países, empezó a tomar fuerza durante la Administración de Juinichiro Koizumi cuya posición abiertamente nacionalista y su revisionismo sobre el estatus de las autodefensas japonesas generó fricciones con el gigante asiático, situación que  parece  repetirse de forma más pronunciada con el sucesor de Koizumi al frente del Partido Democrático Liberal, Shinzo Abe.
 
No obstante, a primera vista esta no parece ser razón suficiente para que los gobiernos de ambos países permitan o hasta favorezcan la aparición de una retorica agresiva con visos nacionalistas, muy propios del siglo XIX; lo cual, lleva a pensar que la verdadera causa de esta conflictividad se encuentra en un choque entre las visión de Japón y China respecto al futuro del sureste asiático y del continente en general.
 
Vemos de un lado que la imagen de “ascenso pacífico” que siempre intentó vender China al resto del Mundo resulta cada vez más difícil de mantener, sobre todo cuando el gigante asiático asume actitudes agresivas a la hora de lidiar con problemas territoriales con vecinos grandes y pequeños, a la vez que la presencia de EEUU y su nueva visión estratégica del “pivote al Pacífico”, la cual se apoya en su relación con varios países de la región como Japón, genera mucha suspicacia en Beijing, cuyas autoridades consideran cada vez más importante el poder duro como herramienta para lidiar con amenazas y para imponer intereses en la zona, aún a costa de aumentar su percepción como amenaza para el resto de los países de la región.
 
Del otro lado, la Administración Abe en Japón está liderando un cambio en la visión estratégica sobre el papel de Japón para la región,  permitiendo así romper el letargo en el que había estado sumido este país desde la década perdida de los años 80 y que sólo Koizumi pudo quebrar brevemente. Esta nueva visión, pasa por un renovado esfuerzo de Tokio por redefinir el papel de las autodefensas japonesas para ampliar su margen de acción frente a cualquier posible conflicto y permitir un apoyo más efectivo a cualquier operación que realicen los EEUU en la zona; lo cual coincidiría, con el hecho de que en mayor o menor medida Japón ha intentado mejorar sus relaciones y resolver sus diferencias con algunos Estados en la región, que también se sienten amenazados por las intenciones del gigante asiático, como la India, Vietnam o las Filipinas.
 
En conclusión, nos encontramos con que se están produciendo cambios geopolíticos interesantes en el sureste asiático, impulsados en gran medida por esta competencia entre China y Japón, la cual va redefiniendo poco a poco el equilibrio político en la región, obligando a los países a alinearse, muchas veces y de forma muy sutil, en contra de China.