martes, 12 de abril de 2016

Los hermanos Castro y el arte de gobernar


Dr. Kenneth Ramírez

En 1952, Isaiah Berlin escribió en la revista Foreign Affairs, un artículo brillante “El Generalísimo Stalin y el arte de gobernar”. En este texto señala que el principal problema práctico para quienes han logrado realizar una revolución es evitar que sucumba en los extremismos del cansancio y oportunismo post-revolucionario (Caribdis) o el fanatismo ideológico auto-destructivo (Escila). Para evitar esos extremos ruinosos y conservar el poder, Stalin inventó –según Berlin- la llamada “dialéctica artificial”, lo cual permitía explicar los cambios bruscos en la línea oficial del Partido Comunista de la URSS –experiencia bien conocida por los Castro. El gobierno revolucionario, en cuanto observa indicios de anhelo fatídico de una vida tranquila, debe apretar las riendas, intensificar la propaganda, exhortar e intimidar. Los que evadan las responsabilidades, los amantes de la comodidad, los que dudan y los herejes se eliminan. Esta es la “tesis”. El resto de la población, debidamente aleccionada y dominada por el temor, se lanza a las labores requeridas y todo avanza durante un tiempo. Pero los puristas revolucionarios van demasiado lejos. Entonces llega el momento en que la población, demasiado atemorizada o hambrienta, se torna apática; ha llegado la hora de la clemencia. Se acusa a los fanáticos de oprimir al pueblo, se les castiga y purga. Se permite un pequeño aumento de la libertad. Esta es la “antítesis”. El pueblo vuelve a respirar, hay optimismo, y sigue un período relativamente más feliz. Esto conduce de nuevo a la indisciplina; y una vez más a la necesaria vuelta del rigor ideológico.

“Se trata de un instrumento mecánicamente poderoso y exhaustivo para la sumisión de seres humanos, para quebrar sus voluntades al tiempo que éstos desarrollan sus máximas habilidades para la producción material organizada, el sueño de los explotadores capitalistas más despiadados y megalomaníacos. Pues emerge de una represión aún mayor de la libertad y los ideales de la Humanidad de la que Dostoyevski otorgó a su Gran Inquisidor”.

Este zigzag dialéctico constante en la línea oficial del Partido Comunista, también ayuda a dar sensación de debate interno y permite responder a las necesidades de política exterior según los períodos históricos. “En situaciones revolucionarias (picos), liquida a los aliados inservibles, avanza y lucha; en situaciones no revolucionarias (valles), acumula fuerza mediante alianzas ad hoc, construye frentes populares, adopta disfraces liberales y humanitarios, y cita textos antiguos que impliquen la posibilidad, casi la conveniencia, de una coexistencia pacífica y tolerancia mutua. Esto último tendrá la doble ventaja de comprometer rivales potenciales, al tiempo que avergüenza a las oposiciones de derecha porque van contra los mejores y más sinceros defensores de la libertad y de la Humanidad”.

Tras la muerte de Chávez y la crisis económica en Venezuela –su principal socio comercial e impulsor de la ALBA-, los hermanos Castro detectaron que América Latina entraba en una fase de valle. Además, ya estaban en cuenta de la apatía y malestar del pueblo cubano. Así, con la ayuda del Papa Francisco y Canadá, Raúl Castró sostuvo por año y medio conversaciones secretas para el deshielo con EEUU, que -no olvidemos- el Presidente Obama ofreció desde la campaña de 2008. En diciembre de 2014, fue anunciado públicamente la oscilación dialéctica que sorprendió a propios y extraños, y descolocó a una Caracas desinformada.

Después de quince meses se han reabierto las Embajadas, se ha flexibilizado el embargo, y se produjo la visita de Obama a Cuba en marzo pasado –la primera de un Presidente de EEUU en 88 años. Esto último marcó el cénit del restablecimiento de las relaciones, mientras Raúl Castro reiteró que para normalizarlas debe finalizar el embargo –lo cual compete al Congreso de EEUU. En todo caso, los hermanos Castro han obtenido legitimidad y una victoria simbólica con la aceptación de Obama del fracaso de la política de aislamiento de EEUU a la Revolución Cubana. Por otra parte, han conseguido una alternativa al menguante financiamiento de Venezuela –se estima que las remesas, viajes y comercio con EEUU pueden significar entre 5 y 7 mil millones anuales-, y apoyo a las reformas económicas para alcanzar un “socialismo próspero y sostenible”.

Naturalmente, el Presidente Obama ha pedido apertura política y respeto a los derechos humanos, pero también ha subrayado que los cambios dependerán del pueblo cubano, como lo manifestó en el Gran Teatro de La Habana. Por su parte, los Castro han respondido con una vieja táctica de negociación: el policía bueno (Raúl) y el policía malo (Fidel). El segundo encargado de defender los principios socialistas y el anti-imperialismo como supuesta crítica al acercamiento a Washington del primero. Esto explica la visita del Presidente Maduro a La Habana a pocos días del arribo de Obama, y el artículo “El hermano Obama” de Fidel en el Granma respondiendo a sus “palabras almibaradas” a pocos días de su partida.

De esta forma, los Castro intentan manejar las demandas de EEUU, minar las esperanzas de la disidencia y mitigar riesgos, mientras replican el modelo chino en Cuba y hacen del Mariel un “Shanghái caribeño”: apertura económica sin cambios políticos pero con relevo de liderazgo en 2018, que permita insuflar optimismo al pueblo cubano y preservar el poder en manos del Partido Comunista. Paralelamente, respaldan al Presidente Maduro frente a la Orden Ejecutiva de Obama y le aconsejan un equívoco inmovilismo, para seguir beneficiándose del crudo venezolano y utilizar su influencia en Caracas como baza con Washington. A nivel regional, optan por el antifaz humanitario albergando las negociaciones de paz de Colombia y colaborando en la lucha contra pandemias –del ébola al zika-, para avergonzar a los críticos de la política de compromiso de Obama hacia Cuba. Si algo cambia –verbigracia, un triunfo republicano en las elecciones de EEUU que trabe el proceso o un rebote del petróleo que fortalezca a Venezuela-, pueden hacer que la tesis fidelista pase a ser otra vez la línea oficial del Partido –nuevo zigzag-, y defenestrar a los exaltados con la antítesis raulista. He aquí la estrategia de “dialéctica artificial” y la táctica teatral de los Castro, que ha confundido a no pocos colegas que creen observar una incipiente lucha por el poder en La Habana, incluso con toques de comedia clásica. El Presidente Maduro debe entender el juego cubano y dar su propio golpe de timón. ¿Y usted qué opina?

@kenopina 

Obama en Cuba (II): Sobre Revoluciones, Democracia y Cambio


Prof. Carlos Luna

Terminamos nuestro último artículo sobre la visita de Barack Obama a La Habana diciendo que “lo que sí es seguro, es que estamos en un momento de “Ruptura Histórica, Turbulencia y Transición”, donde los cambios se producen a un ritmo y a una intensidad, que si bien no sea con la prontitud que muchos quieren, son indetenibles y abren una nueva era para Washington, para La Habana, para la región y para el Mundo entero”; y sin duda alguna los hechos nos dieron la razón.

Al partir de ahora, la historia de la relación bilateral EEUU-Cuba, así como la geopolítica regional quedó dividida en un antes y un después. Definitivamente Obama con su visita echó abajo los últimos vestigios de la Guerra Fría en América Latina y dejó “a más de uno” -y no me refiero precisamente a Raúl Castro-, descolocados y obligándolos a estar a la altura de los tiempos: O se adaptan o perecerán.

Obama fue a La Habana con una estrategia bien clara: la Guerra Fría ya acabó, por ende los embargos y atacar las amenazas por la fuerza de las balas, de las invasiones y del enfoque de seguridad tradicional ya quedó caduca. Ahora estamos en la Era de la Globalización, de la Interdependencia Compleja, del Internet y del papel protagónico del Individuo como actor de las Relaciones Internacionales, por consiguiente, la forma de derrocar una autocracia no es aislándola, -ya que ello hace que el único discurso que existe y que la gente escucha es el de los autócratas-, sino muy por el contrario es integrándolas más a la “red o tela de araña de Nye y Keohane”; para de ese modo competir en el terreno de las ideas y por ende, la gente pueda elegir y solventar soberanamente su futuro.

Esa es la Revolución que fue a llevar Obama a La Habana. Habló de Martí, de hablar y decir la verdad con honestidad; habló de Martin Luther King –su gran inspiración- al decir que “no debemos ser presa ni estar atrapados por el pasado, sino avanzar al futuro con creatividad”. Más importante aún Obama le habló a quienes constantemente están insatisfechos con el statu quo, es decir, le habló a los jóvenes, quienes quieren un futuro mejor, para que fueran irreverentes como él lo está siendo frente al establishment en EEUU, un país que en estos momentos dijo: “tienen a un Presidente Negro, y en la carrera a la Casa Blanca por los Republicanos hay dos Cubano-Americanos y por los Demócratas una Mujer y un Demócrata Socialista… Algo impensable en los años 50 del siglo XX, pero que sólo es posible por el espacio que deja al cambio una Democracia”.

Sin duda, un discurso revolucionario. Una revolución “pasiva” con Soft Power, y el desarrollo de una percepción benevolente y humilde, del Presidente de la mayor potencia global.

Obama vendió –aunque sin expresamente pretender imponerlo- liberalismo en La Habana, mostrando la necesidad de realizar elecciones, de permitir la libertad de expresión, información y pensamiento; de no generarse ningún tipo de detención arbitraria, y mucho menos si es por expresarse en contra del gobierno de turno, sino más bien abogó por los avances que se pueden lograr en una sociedad democrática producto de las protestas, del debate permanente de ideas, y hasta citó a Nelson Mandela y su lucha contra el Apartheid en Sudáfrica.

En fin, el Presidente de EEUU nos dio, junto a Raúl Castro una demostración de lo que es “Negociar desde el método de Spill Over” –cascada-; donde ambos hicieron referencia a ver, no lo que los separaba –que es mucho por cierto- sino más bien hacer énfasis en lo que los unía. Así, se llegó a acuerdos en términos de inversiones, de interconexiones de internet, marítimas y de correo, y hasta hubo un juego de beisbol entre los Rays de Tampa Bay y la Selección de Cuba; no sin antes poner en una situación incómoda a Castro con el tema de los Presos Políticos y los Derechos Humanos, en vivo y en directo frente al mundo entero; ya que “Si hay presos políticos y se me dan los nombres… Esta misma noche están libres”… Y todo, sin tiros, sin Bahía de Cochinos. Simplemente con la fuerza de la opinión pública global y el poder de los compromisos…

Si Castro quiere que el proceso continúe, debe cumplir su palabra, si no, someterse al escarnio global. Obama nos ha demostrado que para lograr cambios a veces es necesario ceder para que la contraparte ceda.

Hay que hacer dos reflexiones finales de este viaje. Uno respecto al tema de las falencias estructurales del Sistema Internacional actual y uno respecto a Venezuela y su situación interna.

Respecto al Sistema Internacional actual, más allá de que la Anarquía fenezca producto de la Interdependencia compleja, muy por el contrario, pareciera que se afirma, dándole la razón a aquellos que indican que estamos en “un regreso a las tendencias del Realismo Político Clásico”. Eso lo pudimos ver cuando en la rueda de prensa Castro-Obama se tocó el tema del cumplimiento de los Derechos Humanos, y como los Estados los cumplen o hacen énfasis en algunos de ellos de acuerdo a su cosmovisión y a sus intereses.

Todo esto reafirma la idea de la necesidad de que para su respeto cabal y el de otros valores universales, hoy más que nunca es necesario desarrollar “Regímenes Internacionales” (definidos estos como normas, principios y valores) para fomentar el cambio en paz, que ya que no existe una estructura coercitiva centralizada que los haga cumplir y respetar a semejanza del Estado; ello sólo puede ser posible conectándolos con los intereses más sentidos por gobiernos y pueblos, para de ese modo, elevarles el costo de evadirlos.

Y respecto al tema Venezuela, creemos que junto al proceso de Paz en Colombia, fueron los temas de “Alta densidad” de la reunión, y que de manera conjunta, ambos Presidentes decidieron no darle salida pública para no incrementar el nivel de ruido que pueda entorpecer su evolución. No obstante, reafirmamos nuestra opinión de que estamos en un “Ajedrez Geopolítico” entre EEUU y Cuba, y la moneda de cambio sea la Revolución Bolivariana venezolana, en pos de que el gobierno de la isla interceda a propiciar una transición pacífica, democrática y constitucional en nuestro país –ya que Raúl es un interlocutor válido y confiable para Maduro y la élite gobernante de la Revolución Bolivariana-, como muestra de “Buena Voluntad” que abone la cooperación entre Washington y La Habana.

Lo que si podemos agregar es que si creemos que la estrategia para generar un cambio geopolítico en la región por parte de Obama contra las “Autocracias Competitivas”, no será precisamente las de los bloqueos o los aislamientos, muy por el contrario, estamos convencidos que la estrategia será la de mayor interconexión y presión internacional respecto de lo que pasa dentro de dichos regímenes.

Por ello Obama habló con Castro, y luego con Macri, para sacudir geopolíticamente la región, primero por El Caribe y luego América del Sur en una suerte de “Revolución en pinzas”. Mientras tanto, Maduro debiera, si quiere el bien de Venezuela y su supervivencia en el poder y por encima de eso, del Socialismo del Siglo XXI como legado de Chávez; generar para si un repliegue estratégico y adaptarse a los nuevos vientos. Amanecerá y veremos.  

@carlosjrlunar