lunes, 7 de septiembre de 2015

La Historia sí enseña


Prof. Eloy Torres

Citamos ocasionalmente al pensador alemán Hegel quien inexplicablemente dice: “la Historia nos enseña que no enseña nada”. No lo creo. Hay demasiados elementos que instruyen. Entre ellos, los errores políticos. Hay que estudiar y usarlos como referencia. Un buen amigo y contertulio de la panadería Royal, me señala de abusar del isomorfismo en la historia. Lo asumo. Voy a recurrir a tres episodios que se entrelazan, a pesar de responder a realidades distintas.

1) Napoleón III (sobrino de Napoleón, el grande) quiso imitarle. Fue una farsa, bañada de irresponsabilidad geoestratégica. Colocó a Francia bajo la férula germana. Ésta se elevó al rango de gran potencia en Europa, gracias a los  desplantes de Napoleón III contra Bismarck, al crear las condiciones para el estallido del conflicto entre Francia y Prusia. Francia fue derrotada y humillada; él fue hecho prisionero por los prusianos. Las elites políticas francesas enamoradas de ese diletante traicionaron a Francia al permitir que sus tropas bañasen con sangre las calles de un Paris descontento con la derrota; ese Paris promovió un experimento inaceptable para esas elites: La Comuna de Paris.

2) Hitler, hambriento de petróleo y convencido de ser invencible desconoció una regla elemental de la guerra: no puedes enfrentar a dos poderosos enemigos al mismo tiempo. Una guerra contra Europa Occidental y contra la URSS, fue  ejemplo de lo que no se debe hacer. Alemania perdió y fue dividida en dos, hasta que los tiempos cerraron todas sus heridas y ella resurgió como la poderosa Alemania actual, reunificada, pero en paz.

3) Argentina y Las Malvinas. Un grupo de militares acusados de violar los Derechos Humanos en su país, osadamente invadió Las Malvinas y buscó un conflicto con el Reino Unido. Sobredimensionó su papel y no calculó que en las relaciones internacionales lo que priva es el interés. EEUU se plegó al Reino Unido, aliado estratégico de la OTAN en plena Guerra Fría. Y Argentina, a pesar de la justeza de su reclamo por esas islas, fue humillada por Londres.

Hoy, Miraflores, desesperado por la inminente derrota electoral, busca ralentizarla  con el fantasma de conflictos internacionales. Primero fue Guyana, hoy es Colombia, o los dos a la vez. El gobierno  no pondera su escasa capacidad para un conflicto. El Esequibo hay que recuperarlo, pero no como pretenden: vestir, a última hora, el traje nacionalista y jugar a la conflictividad. Lo mismo pasa con Colombia. Los problemas son mucho más que el “bachaqueo” y contrabando. Las relaciones con ese país deben observarse con ponderación y jamás bajo la perspectiva del conflicto. Jugar la carta bélica sin tener con que, es una irresponsabilidad. Los citados ejemplos enseñan lo que pasa cuando se juega irresponsablemente al conflicto.

@eloicito

Un largo viaje


Dr. Carlos Romero

Vi llorar a Wayne S. Smith en la televisión. Y no es para menos. Este ex-diplomático y profesor universitario estadounidense es testigo de grandes acontecimientos en la historia de las relaciones entre EEUU y Cuba. A Smith le tocó cerrar la puerta principal de la embajada de su país a raíz del rompimiento de las relaciones en 1961. A él le tocó también abrir esa puerta cuando regresó a La Habana como miembro de la Sección de Intereses de EEUU en 1977. Y ahora él asistió como invitado especial a la ceremonia de su reapertura. Un gran momento, un largo viaje.

Pensar lo impensable, es un vieja frase que la hizo popular el afamado estratega Hermann Kahn. Y esa frase es útil para recordar que la vinculación de EEUU y Cuba fue desde 1959 un manojo de problemas que llevó a un conflicto existencial entre los dos países y a la humanidad al borde de una guerra nuclear. La testarudez de Fidel Castro de implantar un socialismo tropical en medio de la Guerra Fría y la reacción contradictoria de EEUU a ese acontecimiento, llevó a muchos a una encrucijada: ose estaba a favor o se estaba en contra de la Revolución. 

Wayne S. Smith, al igual que otros de sus colegas estadounidenses y sus colegas cubanos en el exilio, tales como Carmelo Mesa-Lago y Jorge I. Domínguez trataron por muchos años de abrir un camino intermedio para que no se juzgara de antemano ese fenómeno, pero que tampoco se ocultaran sus contradictorios resultados. El mismo régimen castrista y el Partido Comunista de Cuba oscilaron entre el compromiso ideológico que los llevó a promover la lucha armada y el acomodo diplomático. 

Ahora se abre una nueva etapa en la historia de esos dos países. Algunos se sentirán contentos de esta iniciativa y apostarán por el diálogo. Otros exigirán un ajuste de cuentas antes de dar otro paso en la normalización. Mientras tanto el pueblo cubano espera pacientemente los cambios ofrecidos, entre ellos su libertad.