lunes, 1 de abril de 2013

Los recortes fiscales y su impacto en el uso del poder duro de EEUU


Victor Hugo Matos
El poder duro (en inglés, Hard Power) es un concepto de uso común en las relaciones internacionales que describe la capacidad de un Estado de imponer sus necesidades estratégicas a otro mediante el uso de una diplomacia de carácter ofensivo y de su propio poder militar. Es un hecho en sí mismo, que el poder duro ha sido la base de la política exterior estadounidense desde finales de la Guerra Fría, alcanzando su mayor auge durante el período conocido como “Guerra contra el Terrorismo”.
 
No obstante, la crisis económica del 2009 ha terminado por poner en duda la viabilidad del poder duro como elemento predominante en la política exterior de EEUU, como ya ha hecho con las perspectivas positivas que rodeaban la integración europea. La necesidad de revitalizar la economía, ha llevado a las elites políticas estadounidenses a repensar como lidiar con los conflictos internacionales de forma más selectiva, sobre todo en un momento donde los recortes presupuestarios acordados en el Congreso estadounidense reducen el margen de maniobra del gobierno de EEUU en el exterior.
 
Recordemos que el Presupuesto de 2013 estipula un gasto de defensa de 633 MMM$, una reducción importante desde los 728 MMM$ contenidos en el Presupuesto de 2012. Además, la Administración Obama ha planeado reducir en 487 MMM$ el gasto de defensa en la próxima década. Todo ello, reflejando el final de la “Década de Guerras” y dando prioridad a la región Asia-Pacífico. A todo esto debe sumarse, el impacto de los recortes automáticos de gastos (en inglés, sequester) han generado un impacto adicional de 47 MMM$, el mayor recorte del gasto de defensa en la historia de EEUU.
 
La necesaria adaptación que tales circunstancias exigen, no ha tardado en darse en la forma como se enfoca la utilización de los instrumentos diplomático y militar, lo que ha sido favorecido por la Administración Obama. En el aspecto diplomático, EEUU ha decidido cambiar el unilateralismo como principio de su comportamiento internacional que había mantenido desde el 11-S, por una aproximación conjunta, fortaleciendo sus relaciones con países aliados y buscando que la nueva arquitectura internacional sea construida no por EEUU en solitario sino en conjunto con otros Estados para poder repartir la carga que esto implica; una aproximación, que es compatible con el concepto del “gobierno de los más capaces” -en vez del gobierno de un Hegemón- propio defendido por el Neo-liberalismo en el marco de la Teoría de las Relaciones Internacionales.
 
En la perspectiva de la seguridad,  también se observa un cambio importante, dado que por un lado el concepto de conflicto se ha transformado, generando la necesidad de operaciones quirúrgicas y encubiertas para cumplir con un objetivo especifico, por encima del despliegue convencional de grandes contingentes de tropas; y por el otro lado han variado los criterios sobre los elementos que se consideran amenazas para la seguridad nacional dentro de la comunidad militar y de inteligencia de EEUU. Ambos factores, han obrado en tal sentido, que el Pentágono en conjunto con el Consejo de Seguridad Nacional, han comenzando a estudiar cómo adaptar los 5 componentes de las Fuerzas Armadas estadounidenses y las agencias de inteligencia para los conflictos de las próximas décadas.
 
Lo destacable de todo esto, es que el giro en la política exterior estadounidense ha tenido replicas en la forma en que las alianzas se forman o actúan, como el caso del reacomodo dentro de la OTAN para reequilibrar la distribución de fuerzas, y el renovado Acuerdo Estratégico Trans-Pacífico, que si bien es una alianza economica, tiene ramificaciones politicas y de seguridad; todo lo cual se acopla bien a  esta nueva visión sobre el papel de EEUU en el Mundo.