jueves, 12 de diciembre de 2013

Panorama retador para la OPEP


Dr. Kenneth Ramírez
El pasado miércoles 4 de diciembre, el edificio blanco de estrechas ventanas que alberga la sede de la OPEP en la Helferstorferstrasse 17 del Distrito 1 de la ciudad de Viena, volvió a convertirse en centro de la atención mundial al albergar la 164° Reunión de Ministros del grupo. La OPEP aprobó mantener por cuarta vez consecutiva el techo de producción conjunto en 30 millones de barriles diarios (MMBD). Sin embargo, bajo este aparente clima apacible, fue discutido el complicado panorama que se plantea para la OPEP en 2014 y los próximos años.
 
El grupo encara un peligroso coctel de débil demanda petrolera mundial, revolución de esquistos en América del Norte, creciente oferta petrolera en otros Estados No-OPEP y dentro de la propia OPEP, debilitamiento de la cohesión del grupo producto de la rivalidad entre Riad y Teherán, todo ello junto al  rol de Arabia Saudita como productor de equilibrio o en lenguaje coloquial “el que pone lo que falta” (swing producer).
 
De hecho, el informe de pronóstico petrolero mundial publicado por la OPEP a principios de noviembre, señala que la demanda del crudo OPEP permanecerá invariable hasta 2020, considerando un crecimiento económico mundial en torno a 3,8% y un crecimiento de la economía china en torno a 8% para los años que restan de la presente década; lo cual es optimista al comparase con los pronósticos de otras agencias, que ya hablan de una desaceleración de China. Es decir, la demanda de crudo OPEP más allá de permanecer estable, podría reducirse en lo que resta de década. Dos premisas básicas para 2014, será una demanda petrolera mundial que aumentará solamente en +1,1 MMBD, e inventarios que cerrarán a finales de este año en aproximadamente +0,3 MMBD.
 
Por otra parte, la producción petrolera No-OPEP aumentará en 2014 en +1,8 MMBD, debido a EEUU y Canadá. La producción petrolera de EEUU ascendió a 7,7 MMBD en octubre de 2013 –su nivel más alto desde 1990-, de los cuales 2,6 MMBD fue petróleo de esquistos. Esto ha llevado a las importaciones petroleras de EEUU a descender desde 12 MMBD en 2007 hasta 7,6 MMBD en octubre –es decir, por primera vez en dos décadas EEUU produce más de lo que importa. Debido a esto, China desplazará a EEUU como primer importador de petróleo mundial en 2014. Además, el informe de pronóstico de la OPEP, señala que la producción de esquistos de América del Norte aumentará desde 2,5 MMBD en 2012 hasta 4,7 MMBD en 2020 para luego disminuir hasta 2,7 MMBD en 2035.
 
Además, debemos tomar en cuenta los pronósticos de mayor oferta en México y Brasil. México acaba de aprobar una Reforma Energética de corte neoliberal –mucho más amplia y aperturista a la inversión extranjera que la presentada por el Presidente Peña Nieto al Congreso-, con lo cual se espera que México aumente su producción desde 2,5 MMBD en la actualidad hasta alrededor de 3,5-4 MMBD en 2025. En el caso brasileño, la producción ha caído sorpresivamente en 2013 reflejando la creciente utilización de PETROBRAS por el gobierno brasileño para objetivos distintos a los petroleros, así como la complejidad de producir en aguas profundas, aumentará en los próximos años. El plan de negocios de PETROBRAS espera elevarla desde 2,4 MMBD en 2012 hasta 3,4 MMBD en 2017, apalancada en las áreas pre-sal.
 
Todo esto implica una reducción del espacio de mercado para la OPEP en aproximadamente -1 MMBD en 2014, ubicándose en aproximadamente 29 MMBD a partir del próximo año y hasta 2020. No obstante, los pronósticos apuntan a un crecimiento de la oferta del crudo OPEP en aproximadamente +1,5 MMBD en 2014, en medio de problemas de cohesión interna del grupo. Libia en 2013 ha experimentado la toma de sus terminales petroleros por milicias, lo cual ha llevado su producción a sólo 0,55 MMBD y ha reducido sus exportaciones a niveles ínfimos. Empero, con apoyo externo, el gobierno libio intenta formar nuevas fuerzas de seguridad para fortalecer su control sobre las instalaciones petroleras, por lo cual es probable que su producción aumente en +0,5 MMBD en 2014, intentando volver paulatinamente a los niveles de 1,6 MMBD que tenía antes de la guerra civil de 2011.
 
El reciente acuerdo provisional del G-5+1 con Irán permitirá a las aseguradoras europeas respaldar sus embarques, permitiendo a Teherán llevar sus exportaciones a niveles promedio de 2012, lo que implica un aumento entre +0,3 MMBD y +0,5 MMBD en los próximos meses. Si un acuerdo definitivo toma forma y las sanciones son levantadas en 2014, Irán podría recuperar paulatinamente sus niveles de producción y exportaciones pre-sanciones. Así, el Ministro de Petróleo iraní Zanganeh anunció a sus socios OPEP su firme propósito de llevar su producción hasta 4 MMBD –actualmente produce 2,7 MMBD niveles similares a 1990- a partir de 2014: “aunque el precio llegue a 20 $/Bl, es nuestro derecho” sentenció amenazante. Aunque Irán alcance un acuerdo definitivo bien sabe que no podrá recuperar esos niveles inmediatamente, lo cual ha reconocido en el borrador del presupuesto 2014; sin embargo, ya ha dejado claro su intención. Con un acuerdo definitivo en 2014, Irán podría elevar su producción en los siguientes seis meses hasta 3,5 MMBD, pero le tomará más tiempo alcanzar 4 MMBD.
 
Arabia Saudita ha cubierto el vacío dejado por Libia e Irán en los últimos años, y le será más digerible reducir producción para hacerle espacio al primero. En Riad sentó mal el acuerdo con Irán, ya que fortalece indirectamente la proyección geopolítica persa en Medio Oriente. Hacerle espacio a Teherán, significa para Riad darle más dinero para apoyar a Assad en Siria y el resto de sus aliados.
 
Por su parte, Irak podría aumentar en +0,5 MMBD su producción hasta alcanzar 3,5 MMBD en 2014, aunque el Ministro de Petróleo iraquí Luaibi anunció su propósito en la OPEP de alcanzar la meta de 4 MMBD y no ha aceptado regresar al sistema de cuotas. Irak ha desplazado a Irán como segundo productor OPEP, y las agencias esperan que alcance 6 MMBD para 2020. Esto implica un desafío para Irán que no quiere verse relegado. Sin embargo, las cuestiones para Irak siguen siendo la seguridad –este año fue el más violento desde 2008-, los déficits de infraestructura –sobre todo de terminales- que han llevado a las empresas a cortar entre 2,35 y 2,65 MMBD las metas de producción para los principales yacimientos, los problemas político-burocráticos que han impedido aprobar una ley de hidrocarburos y han generado desencuentros con el gobierno provincial del Kurdistán que desea explotar sus reservas por su cuenta.
 
En consecuencia, Arabia Saudita debe decidir si asumirá como swing producer recortes de aproximadamente -2 MMBD para defender el precio objetivo OPEP de 100 $/Bl a costa de su participación de mercado; o dejará caer el precio hasta el piso de 85-90 $/Bl marcado por el costo de producción de los esquistos para afectar indirectamente a Irán; o buscará negociar un complicado acuerdo colectivo en la próxima reunión OPEP en junio de 2014. Riad que ha inyectado más de 130 millardos de dólares a su economía en 2013 para contener cualquier revuelta, necesita un precio de 70 $/Bl para lograr equilibrio fiscal. Además, posee reservas de 700 millardos de dólares, lo cual le permitiría soportar precios más bajos.
 
Para Venezuela, todo esto implica que no existe espacio en el mercado para el plan de expansión de la Faja Petrolífera del Orinoco que llevaría nuestra producción hasta 4 MMBD en 2015 y 6 MMBD en 2019, más allá de las dudas sobre la capacidad de ejecución de PDVSA. Asimismo, apunta a que debemos prepararnos para vivir con menores ingresos petroleros bien por posibles recortes OPEP o por la reducción del precio apuntando al piso de 85-90 $/Bl en los años que restan de la presente década.

@kenopina

La negociación con Guyana


 

Embajador (r) Sadio Garavini di Turno


En el comunicado conjunto que firmaron en Trinidad los cancilleres Jaua y Rodriguez, el pasado 17 de octubre, después del incidente en el cual el buque Teknic Perdana fue apresado por la Armada venezolana en la Zona Económica Exclusiva (ZEE) que proyecta el Delta del Orinoco, se menciona el inicio de unas “negociaciones técnicas” entre Venezuela y Guyana. Al respecto es necesario subrayar lo siguiente:
 
Tomando en cuenta que Guyana  ha presentado unilateralmente a la comunidad internacional una línea de delimitación de áreas marinas y submarinas, entre la zona en reclamación y el estado Delta Amacuro orientada hacia occidente, que le cercena a Venezuela centenares de miles de kilómetros cuadrados de ZEE, cerrándole además la libre salida al Atlántico, Venezuela debe afirmar públicamente que la salida libre al Atlántico no es negociable y la Armada debe continuar su tradicional patrullaje en la zona. Por tanto al oeste de Punta Playa no hay nada que negociar, sólo hay que patrullar. Sin embargo, hay que aprovechar el interés de Guyana en ampliar su Plataforma Continental y en explorar el potencial de hidrocarburos en “su” fachada atlántica para reactivar el proceso de negociación sobre el Esequibo, en el marco del Acuerdo de Ginebra de 1966, único marco jurídico vigente entre las partes, empezando por nombrar un negociador-facilitador por Venezuela a tiempo completo, apoyado además por un pequeño equipo de apoyo que le permita hacer un adecuado “lobby” en la ONU y en la comunidad internacional, particularmente en el Caribe.  También hay que reiterar que, de acuerdo al artículo 5 del Acuerdo de Ginebra, Venezuela desconocerá toda actuación de transnacionales  en áreas terrestres, marinas y submarinas en la zona en reclamación.
 
La reclamación del Esequibo y la defensa de nuestros derechos en la fachada atlántica del delta del Orinoco son dos temas distintos pero íntimamente relacionados. Hay que  exigir que las negociaciones  deben darse en un ambiente de transparencia, los nombres de los negociadores por Venezuela deben ser conocidos y deberían ser escogidos entre los expertos en la materia.
 
Guyana buscará negociar una línea de delimitación marítima, dejando de lado la negociación sobre la zona en reclamación y aunque teóricamente no sería imposible delimitar, reservando nuestros derechos sobre la zona en reclamación, en la práctica entregaríamos uno de los pocos mecanismos de presión que Venezuela tiene sobre Guyana para que negocie un arreglo práctico a la controversia, porque una vez logrado un acuerdo sobre una línea de delimitación de áreas marinas y submarinas entre el estado Delta Amacuro y la Zona en Reclamación, aunque nos reservemos los derechos sobre la misma, Guyana se sentiría en libertad de reiniciar el otorgamiento de concesiones a transnacionales sobre la base de la delimitación acordada con Venezuela. Por tanto, obviamente, se haría mucho más difícil encontrar un arreglo práctico a la controversia.
 
Publicado originalmente en El Universal

Posconflicto y "refundación" del Estado en Colombia



Dr. Gustavo Palomares Lerma

La aplicación de los acuerdos de paz en un escenario de posconflicto en Colombia debe suponer una verdadera refundación del Estado y, por ende, de algunas de sus políticas públicas estratégicas para que este paso histórico cumpla el papel transformador en la sociedad colombiana que impida un “cierre en falso” del proceso de superación histórico de la violencia.
 
El éxito o fracaso en estas políticas transformadoras del Estado dependerá, en buena medida, de la capacidad para fortalecer la estructura territorial en una dinámica decidida descentralizadora y federalizante. La exigencia histórica de un nuevo “pacto” regional —mejor, federal—, acorde a la diversidad geográfica, con una nueva estructura administrativa moderna diversificada que instale capacidades humanas y materiales en las regiones. En resumen, construir Estado presente y activo en el territorio.
 
En Colombia, las políticas públicas se han desenvuelto en una especie de “esquizofrenia” entre el marco jurídico constitucional descentralizador y la práctica gubernamental del día a día, centralista y centralizadora. Sin embargo, las principales dinámicas presentes y futuras que afectan a las políticas públicas esenciales del Estado colombiano en ámbitos estratégicos de los acuerdos de paz y en la gestión del posconflicto, pero sobre todo en el desarrollo y la protección de los derechos fundamentales de la población —especialmente la más vulnerable—, pasan principalmente por la periferia territorial y no por el centro bogotano.
 
Se abre camino en este escenario futurible deseable, la posición de aquellos que defendemos un “Estado inteligente”, en donde la inteligencia radica en poner la ecuación social y la realidad descentralizadora como centros definidores de sus políticas públicas. La resolución de esta ecuación arroja siempre el mismo resultado: una sociedad más justa, igualitaria y avanzada.
 
Sin embargo, para que el Estado pueda realizar ese papel de motor transformador en Colombia en una realidad diaria en paz, es esencial introducir cambios profundos en su cultura democrática. La democracia no es sólo la única forma compatible con la libertad y la justicia; también es la única forma de participación política que basa su esencia en la igualdad y en la equidad. Estos dos principios no sólo son la esencia y el valor de la democracia —como decía Kelsen—, sino que son la base de una verdadera cultura de y para la paz.
 
La consecuencia inmediata de la aplicación de los acuerdos de paz tiene que ser la voluntad decidida para construir ese Estado transformador. Esta nueva forma “inteligente” de entender la realidad estatal y las políticas públicas, en una realidad desigual como la colombiana, es lo contrario de un “Estado bruto”, ese “Estado mínimo” que sólo llega a ser “suficiente” para unos pocos, ausente en gran parte de su estructura territorial, de acciones puntuales y sobre una base asistencial. El Estado que necesitamos para este nuevo tiempo, por el contrario, es aquel que se identifica por tener verdaderas políticas de Estado —no de partidos— en educación, salud, nutrición, cultura; orientado hacia la superación de las gruesas inequidades, capaz de impulsar la concertación entre lo económico y lo social; un gran promotor de la sociedad civil. El Estado de concertación que necesitamos para este escenario de recuperación de valores se opone a ese otro que conocemos bien después de sufrirlo tanto tiempo: el que planifica íntegramente de forma hermética las políticas públicas con una escasa participación de los territorios y ninguna de la ciudadanía.
 
En esta nueva fase histórica necesitamos superar la guerra para poder ocuparnos de los conflictos lógicos en cualquier sociedad democrática; para ello debemos partir de una perspectiva que considere la realidad estatal como un todo complejo en donde la visión descentralizada, a la hora de asegurar la presencia, el buen gobierno y efectividad del Estado colombiano, es una de las piezas fundamentales para el desarrollo y para hacer posible una sociedad colombiana en paz, más justa e igual, para nosotros y para nuestro hijos.
 
En conclusión, la necesaria reforma y “refundación” del Estado colombiano no puede plantearse como hacía el príncipe de Salina en la novela El Gatopardo, de Giuseppe Tomasi di Lampedusa, cuando decía “… cambiémoslo todo para que todo siga igual”.