domingo, 3 de julio de 2016

Brexit, las relaciones internacionales y Venezuela


Prof. Eloy Torres
El pasado miércoles 29 de junio de 2016, el Consejo Venezolano de Relaciones Internacionales (COVRI) realizó una mesa redonda para discutir las consecuencias del Brexit. Fue un éxito. Lo confirmó la muy seria presencia de expertos quienes hicieron un alto a sus compromisos personales y se lanzaron al ruedo para demostrarcon sus opiniones que la velocidad de los acontecimientos no podía ser un impedimento para analizar el tema. Ciertamente, el caso del Brexit aún reserva elementos a descifrar. No todo está escrito. Mientras, la desgracia crece. Había que hacer algo y el COVRI lo hizo. El Dr. Kenneth Ramírez, Presidente de éste, luego de la reunión, palabras más, palabras menos, comentó en términos llenos de asombro y regocijo: “parecíamos a los músicos del Titanic; tocamos una bella melodía, mientras el barco se hunde”. Esto viene a cuento, pues el Mundo observa con una pasmosa tranquilidad el desarrollo de un desastre que se avecina y éste, no hace nada.
El Brexit tiene implicaciones lúdicas muy interesantes. Es una jugada que resume la tesis de Hegel, sobre la astucia de la razón. La Unión Europea (UE) confirmó que la racionalidad es el arma o el instrumento con el que interpretamos la historia, pero, ésta no prestó atención a los hechos. La UE no observó que el Brexit pudiera ser uno de esos “hechos” señalado por Hegel; lo decimos para poder comprender el proceso racional de la historia, en este caso de la UE. Hay siempre que ponderar la posibilidad que las cosas no tienen el resultado deseado por los actores en las relaciones internacionales. Siempre surge un ocurrente jugador que descuadra el juego. El Brexit pintaba como el punto débil de la UE y se confirmó: el Brexit está aquí.
No fue suficiente la dogmática visión según la cual la UE expresaba la racionalidad y su existencia articulaba cabalmente los deseos de sus miembros. Europa sin la UE no existe, pues sólo en ella se puede conciliar la individualidad de cada Estado y los elementos universales de la UE. Esto, se pensaba dogmáticamente y ocurrió lo que sentenciase, en alguna ocasión, Cheo Feliciano: “de cualquier malla, sale un ratón”. Pues, el Brexit descuadró el juego y sus consecuencias son impredecibles.
Gran Bretaña, como conglomerado de naciones expresa, la condición de ser un Estado insular. Por lo que no es difícil extender esa condición a otros Estados de nuestro hemisferio que tienen una situación geográfica similar, y no me refiero a las viejas colonias caribeñas, que también, sino a las de origen español, como es el caso de Cuba. Ella ejerce una política exterior muy distante de los Estados continentales. Está el caso absurdo de Venezuela que ha estado hablando durante un poco más de 17 años sobre una supuesta conjunción fraternal con Cuba. Bien lejos, dirían los cubanos. El caso es que la UE jamás debió contar con la anuencia de la pérfida Albión, como llamaban a Gran Bretaña, durante el siglo XIX. En primer lugar, nunca se asoció a la unión monetaria y al mecanismo migratorio de Schengen, luego su población siempre observó- desde la perspectiva económica y política- con suspicacias su integración real a la Unión europea. Más allá de los elementos formales que siempre han diferenciado a Gran Bretaña de la Europa continental, entre ellos, los geográficos; ella está más asociada a los EEUU que al continente europeo. Ella es axiológicamente hablando, mitad europea, mitad estadounidense y el  Atlantismo es su máxima expresión. 
Ciertamente la Gran Bretaña nunca ha estado verdaderamente inserta en la UE, por lo que, entonces, ella no se marcha; simplemente se consuma un hecho. Las implicaciones, como todas aquellas que afectan las relaciones internacionales, se observarán y ya los estamos haciendo. La pasada y reciente, como señalada Mesa Redonda del COVRI, lo confirma. Algunos analistas consideran que no deben verse, en términos catastróficos, los resultados de ese referéndum; entre ellos este escribidor. La UE no observa riesgos de disolución, por ahora. Lo que si es cierto es que este resultado obliga a repensar en términos, también lúdicos, a jugar con otras reglas de juego. Para ello se requiere de una visión realista de estas relaciones internacionales del siglo XXI.
Alemania y Francia no deben temer. La primera, es de hecho la UE; en tanto que la segunda se beneficia de una importancia estratégica muy grande. Los países más pequeños, con serios problemas económicos se amparan en esta realidad que les socorre y que aceptan ser socorridos por la UE. Por ejemplo, Grecia, la díscola y eternamente dionisíaca, busca navegar entre dos aguas: la de su condición de ser una nación históricamente hablando europea y la que se nutre de populismo por esa condición histórica. Hoy Tsipras ha actuado, más con el cerebro que con el fatuo recuerdo del pasado. Asumió como suyo lo que diría el filósofo del tiempo, el pensador mexicano Doménico Cieri Estrada: “Trae el pasado, sólo para construir”.
La UE se podría redefinir sobre la base de una nueva realidad. Sus vulnerabilidades le ofrecen campo para fortalecerse. Escocia, Suecia e Irlanda, con sus problemas permanecerían. Europa encontraría un escenario para revitalizarse. Lo que es posible es el declive de la Commonwealth. Me permito repetir a mi buen amigo, el Dr. Kenneth Ramírez, quien adelantó una tesis en términos muy coloquiales: “El asunto del Brexit, beneficiaría a Venezuela en su tensión con Guyana”. Ese contencioso, agrego yo, mostraría un elemento dinamizador favorable para nuestro país, pero (como siempre esa conjunción adversativa) necesitamos una política exterior acorde con estas circunstancias. Se requiere de inteligencia, audacia, decisión y sobre todo de una política exterior que no tenemos. Hoy lo que exhibimos es una desfachatada postura defensiva,en términos muy agresivos, alejados de lo que verdaderamente Venezuela requiere.
La actual política exterior venezolana y su diplomacia apuntan su accionar a proteger el adefesio chavista- madurista institucionalizado, y en mala hora en el país, desde hace 17 años. El gobierno desesperado resguarda su gestión arrinconada en el Hemisferio. Éste, no atina a comprender que el mundo cambia y que el petróleo ya no es una carta para jugar duro. Ellos deberían estudiar los imponderables de los que hablaba Hegel a la hora de explicar la astucia de la razón y la racionalidad de la historia. Deben comprender que su proyecto chavista- madurista ha fracasado, justamente por estar fuera de la historia y por no ponderar que las relaciones internacionales no son un juego para improvisados enfermos de dogmatismo trasnochado. Aprendan lo que el Brexit indica.

@eloicito

El Brexit: un error histórico y costoso



Embajador (r) Luis Xavier Grisanti

La Unión Europea ha aportado al Mundo dos conquistas esenciales para el progreso de la humanidad: casi siete décadas de paz en Europa y el modelo de integración económica y cooperación política más avanzado de la historia, preservando la unidad nacional y la diversidad de los países miembros conforme a valores universales de libertad, democracia, derechos humanos y economía social de mercado.

La Unión Europea ha sido un triunfo de la solidaridad y la fraternidad frente a los nacionalismos extremos que causaron la II Guerra Mundial. El surgimiento del supranacionalismo comunitario sobre los nacionalismos exacerbados es un avance civilizatorio. Estos logros quedan en entredicho con la decisión mayoritaria (51,9% vs. 48,1%) de los británicos (mas no de los escoceses ni de los irlandeses del norte) de retirarse de la Unión Europea.

No es de poca monta que 28 naciones soberanas con más de 20 idiomas diferentes hayan alcanzado un mercado único, sustentado en la libre circulación de personas, bienes, servicios y capitales. No es tampoco insignificante que la Comunidad Europea haya logrado una Unión Económica y Monetaria en 18 de sus países miembros, adoptando el euro como moneda única y delegando la política monetaria en un banco central supranacional (el MERCOSUR y la Comunidad Andina, por ejemplo, no han pasado de la fase más primaria de integración: zona de libre comercio y unión aduanera; a todas luces perforadas).

Los beneficios de la integración económica no son puestos en duda por ningún estadista ni economista serio en el Mundo: empleo, crecimiento, inversión, comercio, productividad, eficiencia, solidaridad, bienestar, ingresos, prosperidad, desarrollo. Sólo los demagogos populistas y la ultraderecha xenófoba cuestionan las ventajas de la integración.

Los electores británicos, aupados por políticos irresponsables, le han propinado un grave daño de consecuencias todavía impredecibles a Europa y a la economía mundial; pero principalmente al propio Reino Unido, que depende en casi un 50% de sus exportaciones a la Unión Europea y el grueso de sus inversiones extranjeras en capital fijo proviene de las naciones que integran el ente comunitario.

La UE es el bloque económico más grande e integrado del Mundo, con un producto interno bruto (PIB) comunitario de US$ 16,2 billones (2015; FMI). Si bien el Reino Unido es la quinta economía del planeta (US$ 2,8 billones, 2015), su PIB es 3,9% del total mundial. Los ingleses muchas veces olvidan que la Reina Victoria, tan ponderosa en el siglo XIX como Carlos V en el XVI, está muerta y enterrada. En el siglo XXI, el Mundo profundizará su globalización en medio de la vertiginosa III y IV Revolución Industrial, con sus maravillosas innovaciones científicas y tecnológicas.

La UE ha celebrado tratados de asociación, cooperación y libre comercio con 32 países y comunidades del mundo, desde Ucrania, Corea del Sur, Egipto y la Autoridad Palestina, a México, Chile, Perú y Colombia, y desde Israel, Suráfrica, Madagascar e Irak, al Mercado Común Centroamericano y CARICOM. Además, ha suscrito uniones aduaneras con Turquía, San Merino y Andorra.

La Unión Europea negocia con Estados Unidos la creación de la zona de libre comercio más grande del Mundo (The Trasatlantic Trade and Investment Parnership / TTIP), en la cual participarían cerca de 850 millones de personas. El Presidente Barack Obama advirtió antes del referéndum que la negociación de su país es con la Unión Europea, no con Estados individuales.

¿Piensan los ultranacionalistas ingleses que Gran Bretaña puede negociar por si sola 32 tratados de asociación más los que están en proceso? ¿Cómo y cuándo? Al salirse de la UE, el Reino Unido quedaría en un limbo jurídico y económico pues perdería los beneficios de los acuerdos de asociación suscritos por la Europa comunitaria.

La Comisión Europea estima que al concretarse los tratados de asociación, inversión y libre comercio actualmente en negociación, se crearían 2,2 millones de nuevos empleos y el PIB comunitario aumentaría 2,2% (275 mil millones de euros, equivalente al PIB de Austria o Dinamarca).

A corto plazo, los economistas alertan no sólo sobre una posible recesión en Gran Bretaña, sino sobre repercusiones más profundas como la pérdida de inversiones extranjeras y de empleos permanentes. A largo plazo, la economía mundial, Europa y el Reino Unido crecerán menos, crearán menos empleos y disminuirán sus ingresos, incrementando las tensiones sociales que de ello se derivan. Y ni hablemos de las repercusiones políticas, la principal de las cuales es el replanteamiento de la independencia de Escocia e Irlanda del Norte.

El telón de fondo de la errónea decisión británica radica en la pretensión de detener o restringir a los migrantes, de los cuales el Reino Unido se ha beneficiado, como apunta la prestigiosa revista The Economist. Los demagogos pretenden mantener las ventajas del mercado único europeo y a su vez restringir la inmigración.

Noruega no es miembro de la UE; pero se beneficia del mercado único porque permite la libre circulación de personas. El Reino Unido no podrá mantener las ventajas económicas de la Unión Europea sin permitir la libre circulación. Una Inglaterra aislada económicamente de Europa y del Mundo no beneficia a nadie, y mucho menos a los propios ingleses.


@lxgrisanti

¿Qué viene después del Brexit?


Lic. Victor Hugo Matos

El Brexit ha llegado.

Aun cuando las encuestas y las casas de apuestas nos decían que al final se impondría Remain por la mínima, la realidad ha terminado por dirigirse a un escenario lleno de preguntas e incertidumbre.

¿Cómo Afecta a la Política británica?

La primera víctima del resultado del Brexit ha sido el propio David Cameron, que ha declarado su renuncia en los próximos tres meses y abierto una lucha entre los conservadores por el sillón de Downing Street que parece será digna del sangriento drama político escrito por Michael Dobbs, House of Cards.  Entre los favoritos para ocuparlo se encuentran los dos líderes Tories del campo Euroescéptico como Michael Gove –quien traicionó a Boris Johnson y lo sacó de la carrera por la sucesión- que tendrá que enfrentarse a la Torie eurofila Theresa May, una de las favoritas dentro del Parlamento británico.

¿Y qué pasa con el Laborismo? ¿No es esta la ocasión perfecta para que vuelvan al poder?

Uno pensaría que si, sin embargo, después del anuncio de los resultados ya habían parlamentarios laboristas y miembros del Partido planteando una moción de confianza sobre el liderazgo de Jeremy Corbyn; al que le achacan en parte este resultado, dado la baja intensidad de su campaña a la hora de promover el voto laborista en favor de mantenerse en la Unión europea. En este sentido, es en extremo probable que veamos un enfrentamiento entre el liderazgo laborista y aquellos contrarios a Corbyn, como el recién electo alcalde de Londres, Sadiq Khan.

No obstante, el impacto político no se limita a un cambio en los liderazgos, sino que además vuelve a traer al escenario dos cuestiones relacionadas con la unidad nacional: Un nuevo plebiscito escocés y la reunificación de Irlanda.

Sobre Escocia, la presidenta del Partido Nacionalista Escocés, Nicola Sturgeon, ha visto en los resultados del referéndum una enorme posibilidad de reactivar un proceso independentistas que de otra manera se encontraba en sus horas más bajas, llegando a declarar recientemente que se estaban dado los pasos necesarios para un nuevo referéndum y que el gobierno escocés empezaría a contactar con representantes de la Unión Europea.

Mientras tanto en Irlanda del Norte, el Brexit ha insuflado de energía a los grupos republicanos como el Sinn Fein que abogan por la reunificación con Irlanda y ha despertado las alarmas entre muchos analistas, frente a la posibilidad de una reactivación del conflicto entre republicanos y unionistas en la nueva frontera “oficial”.

¿Cómo Afectara el Brexit a la economía británica y a Europa?

A lo largo de la campaña, el tema económico fue una fuente de peleas y argumentos entre ambos sectores, con Remain planteando un futuro muy negativo (con cierto apoyo del Banco de Inglaterra y la City de Londres), mientras que los que apoyaban el Brexit criticaban estos datos y la campaña del miedo.

Al menos en el corto plazo parece que el sector Remain tenía razón, ya que tras indicarse la victoria del Brexit la libra esterlina registró una caída en su valor del 11%, lo que significa que volvió a valer lo mismo que en 1985 cuando la Unión Europea todavía era un pequeño club. Obviamente, una caída de este tipo generó una cascada de resultados negativos en los mercados bursátiles, primero en Asia (Nikkei -7.9%, Hang seng -4,3%) y luego en Europa (el peor de ellos el -12,35% del IBEX español) lo que llevó a Mario Draghi y otros gobernadores de bancos centrales a salir en grupo para tratar desesperadamente de parar la caída en los mercados.

Un golpe de realidad económica que reveló el temor de los mercados frente a la potencial inestabilidad dentro de la economía británica y, sobre todo, la fragilidad que aun existe en la zona euro frente a las crisis políticas tanto internas como exteriores.

La pregunta que se hacen muchos economistas es ¿Seguirá así en el largo plazo?

Toda dependerá, en primer lugar, de quien suceda a David Cameron en Downing Street; ya que sea quien sea, tendrá que capitanear a Reino Unido por dos años de difíciles negociaciones con la UE y además, lidiar con las consecuencias económicas inmediatas como la caída del valor de la libra o las expectativas negativas de las agencias de riesgo.

¿El mejor escenario para Reino Unido y Europa? Que ambos logren alcanzar un acuerdo parecido al que tiene la UE con Noruega. ¿El peor? Que se impongan limitaciones arancelarias y al movimiento a lo largo de las fronteras: Londres fuera del Mercado Único.

¿Cómo afecta el Brexit al resto de Europa?

El triunfo del Brexit ha llenado de alegría a los líderes euroescépticos como Marie Le Pen (Frente Nacional francés), Geert Wilders (Partido de la Libertad holandés, PVV) o Nebert Hofer (Partido de la Libertad de Austria, FPO) quienes ya han emplazado a sus propios gobiernos a seguir el ejemplo del Reino Unido. Estas son ciertamente malas noticias para Europa, puesto que agregan un elemento de inestabilidad adicional a Grecia, la crisis de los refugiados y unas elecciones españolas que aunque evitaron el sorpasso de PODEMOS al PSOE han dejado un Parlamento español fragmentado y complicado de cara a los pactos para formar nuevo gobierno –aunque con el PP un poco más fortalecido que en las pasadas elecciones de diciembre.

Sabedores de esto, los líderes europeos no han tardado mucho en reunirse, primero en un reunión entre Alemania, Francia y Italia, seguida por una reunión más amplia que involucra al resto de Estados fundadores. Tras esto y sus posteriores declaraciones, queda claro que el resultado ha tenido efecto en entre las elites europeas, las cuales muestran una prisa inédita para que se declaré cuanto antes la salida y empiece a rodar el proceso establecido en el artículo 50 del Tratado de Lisboa.

Las perspectivas de que ambas partes de este divorcio logren acordar un acuerdo semejante al que tiene Oslo se antoja complicado, no solo porque el mismo debe ser ratificado por cada uno de los 27 estados europeos, sino porque además, no queda claro si este será el objetivo del próximo premier británico. Los brexiters preferirían un acuerdo similar al que tiene la UE con Suiza, pero Bruselas no se lo pondrá fácil a Londres para no alentar a otros.

Una breve reflexión sobre el Brexit y los referéndums

El Brexit ha sido sin duda un experimento político interesante, puesto que el ejercicio “democrático” dentro de un país soberano ha dictaminado no sólo el futuro de sus ciudadanos sino el de muchos extranjeros que viven en el Reino Unido, dejando abierto además la posibilidad a que nuevos Estados surjan en Europa mientras que otras intenten salirse de esta y ha generado dudas en la economía mundial que pueden tener efectos en las próximas décadas. Cabría por lo tanto preguntarse, ante tales efectos, si el referéndum es una herramienta realmente democrática para la toma de decisiones políticas de esta magnitud, toda vez que la pequeña mayoría del 51,9% de los ingleses ha definido el futuro del 48,1% restante.

Lo que si queda claro es que estas elecciones se han convertido en el caso práctico por referencia de ese gran debate político moderno entre los grupos que favorecen la globalización y aquellos que la temen.

@ViktorRonin

Brexit


Dr. Eduardo Fernández

Raro el título. Se trata de una simplificación idiomática que significa Britain Exit. Traducida liberalmente, se refiere a la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea. El tema merece algunas reflexiones. Alguien me preguntó cómo habría votado yo en caso de ser ciudadano británico. Por supuesto, yo habría votado a favor de permanecer en Europa. Para eso tengo tres razones: Creo que permanecer era bueno para Gran Bretaña y para todos sus ciudadanos. Creo que además habría sido bueno para Europa, y finalmente habría sido bueno para el Mundo.

Me parece que fue un error del Primer Ministro convocar un referéndum para decidir sobre un asunto tan complejo y tan delicado. El referéndum es un instrumento muy democrático pero no siempre apropiado para resolver todos los asuntos. La permanencia de Gran Bretaña en la Unión Europea era una materia para ser debatida y resuelta en el Parlamento, donde se supone que están los representantes del pueblo y donde existe la posibilidad de ponderar los elementos de juicio para decidir acerca de temas tan complicados.

Una decisión binaria: quedarse o salirse, puede ser influenciada, como en efecto lo fue, por factores emocionales que poco tienen que ver con el interés superior de permanecer o de salirse. El análisis de quienes votaron a favor y quienes en contra pone en evidencia que, al final de cuentas, los argumentos que prevalecieron fueron los más subalternos: xenofobia, egoísmo, aislacionismo y que quienes aplauden el resultado son personas como Donald Trump en Estados Unidos o la familia Lepen en Francia. Es decir, los líderes más reaccionarios y más extremistas de la derecha política.

El Mundo marcha inexorablemente hacia la integración. El sueño europeísta de aquellos grandes estadistas como Adenauer en Alemania, De Gásperi en Italia y Schumann en Francia, aparte de la gran figura de Jean Monet, no se detendrá por el tropiezo del referéndum inglés. Es más, Gran Bretaña se ha comprado un problema adicional, porque en dos de las cuatro naciones que la integran, Escocia e Irlanda del Norte, el voto mayoritario fue a favor de permanecer en la Unión Europea, y esas naciones ya han comenzado a plantear una política independiente de la que pauta el resultado del referéndum.

Los líderes no pueden renunciar al ejercicio de la responsabilidad que supone el liderazgo y delegar esa responsabilidad en decisiones colectivas. La democracia directa pudo funcionar en Grecia por las circunstancias muy particulares que prevalecían en aquella civilización. Creo que ni Winston Churchill ni Franklin Roosevelt hubieran delegado sus obligaciones en el colectivo.

Al contrario, hubieran asumido con carácter y con firmeza la tarea que les habían confiado sus propios ciudadanos. Seguiremos conversando.

Publicado originalmente en Últimas Noticias

@efernandezVE