miércoles, 4 de septiembre de 2013

El peligroso “romance” de América Latina con China


Kevin Utrera
En una continuación de la lucha por un crecimiento sostenido y una ampliación de su esfera de influencia, China ha estado durante los últimos años llevando su “siembra” a tierras donde espera conseguir una cosecha verdaderamente provechosa: América Latina.
La  consolidación en la última década de gobiernos de tendencias ideológicas afines en la región, ha llevado progresivamente a un acercamiento entre los países latinoamericanos y China, lo cual le ha permitido al gigante asiático incrementar cada vez más una marcada influencia en lo que, en palabras del propio Secretario de Estado, John Kerry, sigue siendo considerado “el patio trasero de EEUU”. Esta influencia es reflejada en la expansión sostenida no sólo en las inversiones chinas en la región, sino también en las cifras en términos de importaciones de la región desde China (considerablemente mayores a las exportaciones), y en el gran número de préstamos que le ha otorgado la potencia asiática a países como Venezuela y Argentina.
Ahora cabe preguntarse, ¿hasta dónde llega la influencia China en América Latina? Esta es la pregunta que muchos se hacen hoy en día, al ver que cada vez es más evidente. Si bien es cierto que hay un nivel de afinidad política entre los países de la ALBA específicamente con China, el nivel de influencia en el ámbito político en la región no ha pasado de ser una mera cooperación pragmática en asuntos de interés compartido, la cual aún no ha desplazado la influencia estadounidense en la región contrario a lo que puedan señalar algunos actores políticos.
Ahora, en términos económicos, la historia es otra totalmente distinta. En la última década, las inversiones chinas en la región han crecido de forma tan acelerada que ya, en países como Brasil y Chile, la nación asiática ha desplazado a los EEUU como principal socio comercial. Casos como el argentino son también importantes de destacar, cuando en 2011 a través del China Development Bank, Beijing le otorgó un préstamo a Argentina de 10 millardos de dólares para ayudar a subsanar la precaria situación económica, cuando otros prestamistas le habían dado la espalda por el gran nivel de endeudamiento de dicho país.
Cuando revisamos las cifras de la CEPAL en términos de inversiones, encontramos que China ha escalado posiciones en los últimos 10 años, de forma que para 2012, pasó a ser el segundo socio de la región, desplazando a la UE, y para 2013 se estiman ya inversiones presentes en más de 65 millardos de dólares.
Lo interesante cuando vemos el nivel de endeudamiento de países como Venezuela ante China, así como también los rubros en los cuales se han incrementado las relaciones comerciales, es que nos encontramos con un refuerzo en la primarización de las economías latinoamericanas, al enfocarse las exportaciones latinoamericanas hacia China en los sectores energético y alimenticio, mientras que las exportaciones chinas hacia América Latina, se enfocan en manufacturas, construcción e importantes préstamos.
Aquí es donde radica el riesgo de la relación América Latina-China, y de la cual surge la interrogante: ¿está siendo América Latina cada vez más dependiente de China? ¿Está China convirtiendo a la región en su periferia, su “patio trasero”?
Al revisar opiniones desde el punto de vista chino, como la del Profesor del Instituto de Estudios Latinoamericanos de la Academia China de Ciencias Sociales, Sun Hongbo, encontramos que la perspectiva que ellos plantean hacia la región es de “complementariedad y competencia”. Sin embargo, la débil posición de la industria latinoamericana en rubros manufacturados en comparación al gigante asiático, hace prácticamente imposible -al menos bajo las actuales condiciones- una competencia importante. Esta relación, parece más bien responder a una búsqueda de un progresivo desplazamiento parcial de socios comerciales y una ampliación de posibilidades como respuesta al debilitamiento económico que han sufrido los principales socios comerciales de China (EEUU, Japón y la UE) tras las crisis económica de 2008.
Parece ser que la afinidad ideológica, y el relanzamiento de un discurso “anti-imperialista” en la región contra EEUU, aunado a un alto nivel de endeudamiento en países como Argentina, que llevaron a un distanciamiento de otras posibilidades de préstamos, han actuado como factores claves en el acercamiento entre América Latina y China. No obstante, al analizar los distintos factores que subyacen detrás de las superficiales opiniones mediáticas, ésta parece ser una peligrosa relación de creciente dependencia que se espera incluso se profundice en el próximo lustro.