lunes, 28 de abril de 2014

Los “nuevos” petróleos



Prof. Rafael Quiroz Serrano

El punto de partida de cualquier valoración o análisis es definir el objeto o tema a tratar.

Esquisto es el nombre común de un crudo fósil no convencional, al que también se le conoce como lutitas, o llamado en el lenguaje sajón “shale oil” y/o “shale gas”. Lutitas es una roca sedimentaria abundante donde se forma el petróleo, y por ello a lutitas (shales) se le llama también la roca madre, capaz de generar y expulsar suficientes hidrocarburos para formar una acumulación de petróleo o gas, que van a migrar hacia las rocas recipientes (que son las areniscas por excelencia) o reservorios. De modo que esquisto (lutitas) es el petróleo que no nació, es aquel petróleo que se quedó en feto o embrión porque no fertilizó, y por ello permaneció en la roca madre para siempre.

La revolución de los “nuevos” petróleos es posible gracias a nuevas tecnologías que EEUU ha desarrollado, hasta lograr un método de fracturación hidráulica (fracking), que consiste en fracturar la roca en el sustrato rocoso, mediante la inyección de agua y fluidos químicos a altas presiones de agua, con el objeto de recuperar los hidrocarburos (petróleo o gas) que se quedaron depositados en las rocas madres (lutitas).

Reservas mundiales

Esparcidos mundialmente los recursos in-situ del petróleo de esquisto se estiman en 1.200 millardos de barriles (MMMB), de los cuales 345 MMMB son de “shale oil” y el resto es de “shale gas”; todos estos localizados en 41 países que encabeza Rusia, EEUU, China, Argentina, Libia y Venezuela, que ocupa el sexto lugar, ubicados en la Cuenca de Maracaibo y Faja del Orinoco; después siguen Sudáfrica, Polonia, Jordania, Francia, México, Argelia, Brasil, Alemania, Pakistán, Suecia, Paraguay, Canadá, Australia, Chile, India e Indonesia. Lo cierto es que solamente Rusia y China se equiparan con EEUU para materializar una producción significativa de petróleo de esquisto.

Costos y precios

Uno de los factores limitantes con que se encuentran estos “nuevos” petróleos, no convencionales, para la expansión de su producción, son los costos de producción; ya que el precio necesario para que estos desarrollos sean rentables se encuentran muy por encima de aquellos necesarios para la producción de otros crudos, tanto convencionales como no convencionales.

Según especialistas en el tema, el costo de producción de un barril de esquisto se encuentra entre 50 y 85 U$/B; lo cual resulta muy elevado al comparársele con los 10 a 20 U$/B de la Faja del Orinoco, sin incluir mejoramiento, claro está. De allí que los yacimientos de crudos de esquisto requieren mayor actividad de perforación que los crudos convencionales, para alcanzar y mantenerse en un rango de producción debido a las altas tasas de declinación estimadas en 50% en 5 años, pues los factores de recuperación de petróleo de este “nuevo” crudo son muy bajos, ubicándose entre 5% y 8%.

Esta es la razón por la que los yacimientos de esquisto necesitan niveles de precios altos y regímenes fiscales flexibles pro explotación petrolera, para así garantizar la rentabilidad de los proyectos. Esto es lo que hace, entre otras cosas, que el perfil de inversiones de los yacimientos de esquisto sea mucho mayor y prolongado en el tiempo que los yacimientos convencionales. Por esta causa es que esquisto solo empezó a ser rentable, en términos comerciales, una vez que el precio del petróleo cruzó el techo de los 90 dólares el barril; por consiguiente, a EEUU es el país a quien menos le conviene la baja de los precios del crudo por debajo de dicho nivel.

Dificultades y repercusiones

Sin embargo, entre los factores asociados al petróleo de esquisto, debemos señalar que existe gran incertidumbre respecto al nivel de reservas estimadas, impacto ambiental, y disponibilidad de recursos; implicando ello gran margen de variabilidad en las estimaciones de producción futura, que algunos analistas tanto en Venezuela como en el exterior han magnificado.

Una de las múltiples y variadas dificultades para hacer factible y rentable este“descubrimiento” es la alta demanda de agua dulce que ello comporta; por lo que se corre el temible riesgo de contaminación de acuíferos. Algo similar sucede en China, país al cual algunas agencias le asignan más petróleo y gas de esquisto que EEUU, donde la mayor parte de sus yacimientos de esquisto se encuentra en zonas áridas o densamente pobladas, lejanas de la orilla de la mar, carentes de la suficiente gran cantidad de agua para llevar adelante este proyecto; amén de problemas de formación geológica.

También las razones ambientales por el gran riesgo de dañar suelos y subsuelos se encuentran entre las repercusiones, pues el empleo de químicos dañinos que contaminan el medio ambiente no es baladí para los gobiernos y organizaciones protectoras del ambiente. Y qué decir de los efectos telúricos, que debilita el terreno dejando espacios y cavidades vacías, debido a la fracturación de la roca, que posteriormente producirán movimientos sísmicos.

Igualmente, la contaminación de esquisto, es el fósil más contaminante por encima de los crudos convencionales, deja una huella ecológica bastante marcada, que a su vez aumenta la deuda ecológica. Esto, ya justifica las presiones de las múltiples ONG ambientalistas y ecologistas para impedir que se lleve adelante este tipo de desarrollos energéticos. Estos elementos, son razones más que suficientes para entender por qué Europa toda se opone al petróleo de esquisto.

Sin embargo, hay efectos e impactos inmediatos, y a largo plazo, que indubitablemente podrían hacerse sentir, sobre todo cuando consideramos los crecientes volúmenes que de petróleo de esquisto, condensados y productos líquidos del gas natural, matizadamente en los tres últimos años, han tenido cierto impacto debido a la producción y consumo del mercado estadounidense; lo que podría seguir representando algunas reducciones de las importaciones de EEUU del crudo Opep (Arabia Saudita, Venezuela, Nigeria, Argelia, Libia y Angola).

Finalmente, no hay duda que la aparición de estos “nuevos” petróleos amenaza con cambiar el tablero energético mundial, dado que podrían realinearse los mercados y las naciones que nunca han tenido disponibilidad de energía. No obstante, y debemos de afirmarlo con absoluta convicción, los “nuevos” petróleos (esquisto), definitivamente, nos las tienen todas consigo, las “ventajas” que promete esta “revolución” de esquisto no son tan halagadoras como mucha gente desea y ha creído, y entre ellas algunos venezolanos. Se sugiere aun no hacer fiesta.

Publicado originalmente en El Mundo Economía y Negocios