jueves, 19 de febrero de 2015

Rusia, Ucrania y el snooker de la historia


Prof. Eloy Torres

La política no es un juego, sentenció Wiston Churchill (“Politics is not a game”) No obstante, en el juego, como en la política, encontramos a los contrincantes en la situación de maximizar sus ganancias. Por ejemplo, el snooker (juego de billar inglés que consiste en ganar puntos, mediante la introducción de 15bolas rojas y otras 6de otros colores, en los sacosde la mesa con una bola blanca; también se gana al dificultarleal contrincante su turno de golpear con la bola blanca) es comparable - y no es exagerado decirlo - con la política. Estudiemos a Richelieu, Cromwell, Mazarino, Bismarck, Churchill para encontrar respuestas. Todos ellos fueron exitosos jugadores en la historia. En 1654 concluyó el Tratado de Pereyáslav, el cual, según destaca Potemkim (Historia de la Diplomacia, pág. 256) serviría: “para que, por siglos, Rusia y Ucrania permanezcan unidas” Ese tratado confirmó la muy reducida capacidad “independentista” de ésta frente a Rusia. Basta con leer a Taras Bulba de Gogol y su descripción de ese drama.

La geopolítica desde 1917 y todo el siglo XX observó como algo natural esa “unión”. Hoy, quien se alimente de las noticias que sacuden al mundo, las digiere con una idea mal concebida. Rusia y Ucrania están unidas en los sufrimientos y en los buenos momentos. Ellas experimentaron el yugo zarista de los Romanov, de los comunistas bajo Lenin y Stalin y comparten un pasado. La literatura rusa, nace en Kiev. Cuando se produjo “el más grande desastre geopolítico del siglo XX”, palabras de Vladimir Putin, es decir, la desmembración de la URSS, ambos pueblos se vieron las caras y no atinaron a comprender que ese divorcio impuesto, generase una nefasta consecuencia. Hoy, los combates entre ambos lo explican.

De las costumbres es difícil desprenderse. Para todo ruso, más allá de la ideología, credo e incluso apego al circunstancial líder que les conduzca, Ucrania es “su hermana”. La noción de “nación ucraniana” resulta odiosa a sus oídos. La paz westfaliana de 1648 y sus efectos no alcanzaron a esa comunidad de pueblos: Rusia, Bielorrusia y Ucrania. No hay que leer sólo noticias pues, enturbian el conocimiento histórico. Éste, a su vez condiciona a la política. Por lo que la percepción de que Ucrania es un “anexo ruso” no ayuda a comprender ese drama; más bien lo complica, sobre todo cuando se pretende ver una cruzada “democratizadora” al estilo occidental, particularmente el norteamericano.

Esos pueblos son hermanos. El desarrollo de así llamada “cultura ucraniana” se debe a la influencia austro- húngara, durante el siglo XIX. Los rusos consideraron como anti-ruso todo intento de invocar “la cultura ucraniana”. Hoy no es de extrañar se invoque también ese argumento. Cuando el Zar fue derrocado por Kerensky y la colación de demócratas rusos, algunos líderes ucranianos se aliaron a Alemania, contra Rusia. Poco duró ese intento, pues los comunistas tomaron el poder y el Ejército Rojo conducido por Trotsky los pulverizó, anexando definitivamente a Kiev a los dictados de la Rusia bajo el mando de Lenin. Luego, en la Segunda Guerra Mundial, algunos ucranianos se plegaron y colaboraron con la Gestapo. No es casual que los rusos en su memoria mantengan fresco ese momento contra ellos. En 1939 fueron anexadas a la URSS, las regiones de Galicia, Volania y Bucovina del norte de Rumania, gracias al Pacto Ribbentrop- Molotov. De este modo se sacrificó la territorialidad de ésta y de Polonia. Importante que Ucrania en 1945 apareciese, como miembro fundador de la ONU, al lado de la URSS. Ello facilitó el juego geoestratégico. Ganó un voto adicional.

Los límites entre ambos fueron definidos desde 1700. Pero, la geopolítica rusa iba ampliando sus pretensiones de convertir el Mar Negro en su Mare Nostrum, una especie de lago ruso e incluso con la intención de alcanzar a Estambul. El imperio otomano se debilitaba y Ucrania se beneficiaba, integrándose cada vez más al Imperio zarista ruso. Era su granero además su ruta natural al Mediterráneo. Ese incomprensible divorcio viene precedido de momentos de tensión entre Kiev y Moscú. En 1954, Jrushov, en el marco de la misma URSS, transfirió la península de Crimea a Ucrania. Se cumplían 300 años del citado Tratado de Pereyáslav. Nadie imaginó que un límite interno en la URSS se convertiría en uno internacional. Como nadie imaginó que Yeltsin en un ataque de dipsomanía,en la repartición de bienes, cediera en 1991 la península de Crimea a Ucrania. Gesto irresponsable, típico en aquellos circunstanciales líderes políticos que se cubren con el manto de la titularidad de un país y juegan a ser dioses. No importa si ellos son considerados “eternos” o herederos delegados de éstos. Crimea se convirtió en la manzana de la discordia entre Rusia y Ucrania. Ésta última mal aconsejada por factores exógenos a ella. Los ucranianos no quieren ver su propia historia y ella es la memoria de los pueblos, Kissinger dixit.

Por supuesto, la preocupación histórica no debe estimular al revisionismo internacional. La versión, según la cual Crimea era puramente rusa, falsifica también los hechos. Esa península fue conformada por una población musulmana, como tártara, los cuales fueron deportados, violentamente, por Stalin. Crimen reconocido por Jrushov en 1956. Un cuadro que permite ver que la versión rusa sobre esa realidad histórica está enmarcada en el auge y decadencia del Imperio ruso como del soviético. Esa versión rusa acrecienta un sentimiento, más que una razón objetiva. Sorokin, el sociólogo y filósofo ruso, para nada comunista o socialista, en un estudio sobre Walter Schubart dice: “El alma occidental es egoísta, centrada en si misma e individualista; la rusa es fraternal, concentrada en el nosotros”. Este mismo autor destaca: “la idea nacional de Cromwell ha sido la de una nación elegida; la francesa la idea de la dirección intelectual, y la de Alemania algo intermedio a ambas ideas; la idea nacional de Rusia ha sido la de la liberación y unificación de la humanidad” (La filosofías sociales de  nuestra época de crisis, Pitirim A. Sorokim, pág. 180).

Estos momentos históricos son vitales para las relaciones entre rusos y ucranianos. Mientras los primeros ven en los 360 años del Tratado de Pereyáslav la oportunidad para su reunificación; los segundos, o una parte de ellos, lo ven como la ocasión que les sirvió para que ambos enfrentaran sus problemas. Ya ello se agotó. Los tiempos cambiaron. El ruso no lo acepta y por ello la creciente tensión política y militar, además estimulada por el exterior. ¿Hasta cuándo?

Ucrania sufrió una hambruna en los años 30. Rusia también. La causa: el sistema y el modelo socialista, comunista, centralista y confiscador. Creer que fue sólo Ucrania la que sufrió el hambre es falsificar la historia. Ambos pueblos, ya lo dijimos, sufrieron el comunismo por igual. Hoy el Mundo se rompe los sesos y busca una solución. Se habla de diversos escenarios. Uno es su división y creación de una federación que no es otra cosa que la “finlandización”. Léase, un factor neutral en la zona. Ello beneficiaría a Rusia. Otro escenario: que Ucrania se convirtiera en bisagra entre  Rusia y Occidente. Este último argumento fue utilizado en varias ocasiones, por varios analistas. No se trata de un debate académico o intelectual, sino de mensajes cuya finalidad consiste en preparar la psicología social para una situación conflictiva. Hoy vemos esta realidad. El conflicto está en las puertas de ambos pueblos y amenaza a Europa y al Mundo. De hecho, esos varios escenarios geoestratégicos nos conducen a proyectos muy viejos: El desplazamiento occidental hacia el Mar Negro e incluso hacia el Mar Caspio, para controlar esa parte de Asia. El tema es petróleo y la preponderancia sobre esos territorios. Hay un elemento vital en toda esta ecuación. Todas las discusiones de los países miembros de la OTAN sobre el conflicto ruso ucraniano, al parecer llaman la atención sobre la parte sur del Mar Negro: Turquía. Ella es clave en toda esta situación. El sur del Mar Negro y el Cáucaso,son elementos vitales. La gran pregunta que se hacen algunos analistas europeos: ¿por qué contra Rusia, no se ha activado a Turquía en esta complicada jugada?

Los que practican la geopolítica deben jugar snooker. En una partida si alguien golpea bien sus bolas sabe que tarde o temprano ellas llegarán a los sacos y ganará. Es importante también, entorpecer al adversario para que éste no pueda jugar, para lo cual debe hacérsele un snooker; es decir encerrarlo. Eso es lo que los rusos no quieren. Por ello Ucrania es clave.

@eloicito

La fallida mediación de UNASUR


Embajador (r) J. Gerson Revanales

La mediación es uno de los medios de solución pacífica de controversias entre Estados establecidos en la Carta de la ONU; sin embargo, históricamente con muy pocas excepciones como pudiera ser la reclamación contra Guyana, Venezuela ha privilegiado la negociación directa con otros Estados como el método más eficaz y conveniente a nuestros intereses como país soberano. Por estas razones, la recomendación que le dio el “pajarito” al Sr. Maduro para que UNASUR sirva de mediador ante EEUU además de morir en el primer intento, representa una nueva trastada por parte de lo que hoy se llama o queda de la Cancillería. La primera reacción en contrario fue del Departamento de Estado quien manifestó que Venezuela no requería de terceros para arreglar sus diferencias con los EEUU. En este sentido, un funcionario estadounidense recordó que “mantenemos relaciones diplomáticas con el gobierno de Venezuela y el gobierno de Venezuela será bienvenido a comunicar sus puntos de vista directamente a través de estos canales”. Asimismo, durante la reunión de cancilleres celebrada a solicitud de Venezuela, el canciller argentino, Héctor Timerman, descartó un papel de mediación de UNASUR y añadió que “serán los propios venezolanos quienes resuelvan” la crisis política de su país.

La posición asumida dentro de UNASUR por Argentina junto a otros cancilleres de llamar al diálogo directo entre EEUU y Venezuela, hay que verla en lenguaje diplomático como una discreta “sacudida” antes de dar la “patada histórica”.

La mediación claro que es válida, pero UNASUR no nació como mecanismo de solución de conflictos. Su objetivo fundamental Art. 2 es construir un espacio de integración y en ninguno de los 21 aparte de los objetivos específicos contenidos en el Art. 3 se plantea dicha misión. En consecuencia, su recomendación hay que entenderla como un mandato muy claro para la negociación directa con EEUU.

La cuestión está en que el conflicto no es con EEUU sino consecuencia de la violación los derechos humanos y de las libertades fundamentales, la corrupción, la impunidad, la inseguridad, la falta de libertad de prensa, la transparencia, la probidad, el Estado de Derecho y la separación e independencia de los poderes públicos consagrados en la Carta Democrática Interamericana. Mientras el gobierno venezolano viole estos elementos de la democracia, no habrá negociación posible y menos con un mediador como Ernesto Samper quien su gobierno no olio a azufre como George W. Bush, sino a droga según la propia fiscalía colombiana.

@grevanales

Cuidado con el tremedal


Dr. Luis Daniel Álvarez V.

Lorenzo Barquero yacía en una hamaca en medio de la selva viendo cómo la cotidianidad lo consumía. Alcoholizado y despojado de toda propiedad observaba los atropellos que se cometían en su contra sin siquiera alzar la voz para reprocharlos.

Hace algunos años, en el 2008 para ser exactos, manifestábamos con cierta preocupación que la sociedad venezolana parecía empezar a sufrir el síntoma de Lorenzo Barquero. En esta oportunidad el tremedal no era el inmenso llano que engullía a un inerte Barquero, sino la indiferencia ciudadana para enfrentar una realidad que se mostraba perversa.

Barquero se definía como un espectro de un hombre, una piltrafa humana, una carroña que se desvanecía por la llamada de la devoradora de hombres, por esa llanura inmensa en la que supervivía. En ese escenario transcurría su cotidianidad, sin esperar nada, sólo revivir la historia y verla con desdén.

La visión de un patético Lorenzo Barquero, magistralmente plasmada por la pluma del maestro Rómulo Gallegos, es la imagen de la entrega y del claudicar ante la asfixiante realidad, esperando simplemente que la vida pase sin entenderla ni tratar de cambiarla.

Lamentablemente, el tremedal que veíamos aproximándose en el año 2008 parece haber llegado. Se guarda silencio ante los abusos, y los atropellos no son combatidos con el ahínco que se debería. La apatía, el miedo y la manipulación parecen irrumpir.

Queda en la sociedad tomar el camino justo. Ante el tremedal pueden elegirse dos caminos: el de un Lorenzo Barquero disminuido o entregado que no enfrenta la cruel realidad que lo arropa, o el de un Santos Luzardo que pese a las adversidades logró que se impusiera la justicia, la civilización y la ley. Yo escogí al que voy a seguir, sin duda a Santos Luzardo. ¿Y usted?

Publicado originalmente en El Universal

@luisdalvarezva