jueves, 19 de febrero de 2015

Cuidado con el tremedal


Dr. Luis Daniel Álvarez V.

Lorenzo Barquero yacía en una hamaca en medio de la selva viendo cómo la cotidianidad lo consumía. Alcoholizado y despojado de toda propiedad observaba los atropellos que se cometían en su contra sin siquiera alzar la voz para reprocharlos.

Hace algunos años, en el 2008 para ser exactos, manifestábamos con cierta preocupación que la sociedad venezolana parecía empezar a sufrir el síntoma de Lorenzo Barquero. En esta oportunidad el tremedal no era el inmenso llano que engullía a un inerte Barquero, sino la indiferencia ciudadana para enfrentar una realidad que se mostraba perversa.

Barquero se definía como un espectro de un hombre, una piltrafa humana, una carroña que se desvanecía por la llamada de la devoradora de hombres, por esa llanura inmensa en la que supervivía. En ese escenario transcurría su cotidianidad, sin esperar nada, sólo revivir la historia y verla con desdén.

La visión de un patético Lorenzo Barquero, magistralmente plasmada por la pluma del maestro Rómulo Gallegos, es la imagen de la entrega y del claudicar ante la asfixiante realidad, esperando simplemente que la vida pase sin entenderla ni tratar de cambiarla.

Lamentablemente, el tremedal que veíamos aproximándose en el año 2008 parece haber llegado. Se guarda silencio ante los abusos, y los atropellos no son combatidos con el ahínco que se debería. La apatía, el miedo y la manipulación parecen irrumpir.

Queda en la sociedad tomar el camino justo. Ante el tremedal pueden elegirse dos caminos: el de un Lorenzo Barquero disminuido o entregado que no enfrenta la cruel realidad que lo arropa, o el de un Santos Luzardo que pese a las adversidades logró que se impusiera la justicia, la civilización y la ley. Yo escogí al que voy a seguir, sin duda a Santos Luzardo. ¿Y usted?

Publicado originalmente en El Universal

@luisdalvarezva

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