miércoles, 25 de marzo de 2015

Elecciones 2016


Dr. Carlos A. Romero
Los estadounidenses están aceptando que en el lado demócrata habrá una sola opción en la carrera presidencial de 2016. Se trata de Hillary Clinton quien va derechito a ser la candidata de ese partido y que arranca con bien pie. Solo algo de naturaleza personal la detendrá en ese camino.

¿Cómo encuentra la Ex-Senadora y Ex-Primera dama la vida política de su país? EEUU está en franca recuperación de su economía, retomando la dirección mundial y consolidando su vida social. El legado de Obama es una herencia controversial, pero nadie puede negar que con él, hay un antes y un después.

En este marco, cabe resaltar que el Partido Republicano carece de un figura que aglutine tanto como la Ex-Senadora Clinton. En dicha organización sobran los precandidatos, las fórmulas electorales y las diferencia ideológicas. Para el votante fiel de esa tendencia el panorama electoral es incierto y lo es aún más para el independiente que se guía por las características personales de los aspirantes.

Dentro de los republicanos destacan -entre otras- las opciones de Sarah Palin, Marco Rubio, Jeb Bush, Chris Christie, Ted Cruz, Mike Huckabee, Bobby Pindal y Ron Paul. Todos ellos representan un arco iris de ofertas, muchas de ellas no compatibles entre sí.

De cumplirse los pronósticos, la candidatura republicana caería en manos de Jeb Bush y así estaríamos en presencia de un singular duelo electoral. La esposa de un Ex-Presidente versus el hijo y hermano de dos Ex-Presidentes de EEUU. Algo que cuestiona fuertemente el principio de la igualdad de oportunidades.

La gran incógnita es la de cómo responderá el elector no politizado. ¿Estará convencido que los demócratas deben seguir gobernando?; ¿empleará la famosa tesis del voto castigo a favor del candidato republicano? O simplemente no irá a votar generando así una alta abstención. Por los momentos, se organizan los comandos y se mueven las piezas en esta temprana y prometedora campaña electoral.

EEUU, Guyana y la soberanía Nacional


Luis Peche 

El 5 de marzo -ignórese lo peculiar de la fecha- la trasnacional Exxon Mobil inició labores de exploración petrolera en aguas de lo que todos conocemos como “zona en reclamación”, territorio que a fecha de hoy se mantiene en disputa entre los gobiernos de Guyana y Venezuela. No conformes con esta acción abusiva a las condiciones a las que debe someterse este tema, el Ministerio de Asuntos Exteriores de la república guyanesa le solicitó al gobierno venezolano que “no interfiera” con estas exploraciones, una declaración que podría calificarse como “soberbia” ante la cual solo hemos visto timidez por parte de los portavoces de nuestro país.
Mientras tanto, decía Maduro hace un par de días en una “concentración antiimperialista”, que “éste es el momento de estar con la patria o estar con los traidores”. Con mucha vehemencia ha calificado su persona y el resto del gabinete de gobierno las sanciones aplicadas por el gobierno de los Estados Unidos, importantes per sé, pero que parecen haber monopolizado la agenda temática del país, opacando la grave situación que se suscita en nuestra frontera.

Es entendible y digno de apoyar que el Presidente de la República encabece la lucha por la soberanía nacional y el posicionamiento de nuestro país como uno autónomo dentro de la región y del contexto actual. Sin embargo, lo que es cuanto menos criticable es actuar con doble moral. ¿Por qué mostrar tanta contundencia ante un comunicado de los Estados Unidos y no asumir una posición clara y firme sobre nuestro territorio en discusión? De igual forma, soy de los que cree que la planificación es la base de la acción eficiente. ¿Ha planificado nuestro gobierno un accionar para buscar el mejor arreglo posible sobre esta disputa territorial desde antes que explotaran los problemas bilaterales con el gobierno estadounidense? Las respuestas, vistas las acciones de los últimos días, parecen claras.

Mientras peleamos con Estados Unidos, hacemos exigencias al gobierno español de que controle los medios de comunicación de su país por ser críticos a nuestro país o acusamos al gobierno colombiano de propiciar un golpe de Estado, nuestra nación vecina informó a la Comunidad del Caribe (CARICOM), a UNASUR, a la OEA, a la Mancomunidad de Naciones y la Secretaría General de Naciones Unidas sobre sus intenciones de exploración petrolera en una zona que ni siquiera debería tener controversia, pues forma parte de la soberanía que nos concede la plataforma continental del estado Delta Amacuro y de las salidas del río Orinoco.

Es momento de que este gobierno deje a un lado el nacionalismo de micrófono y comience a aplicar la diplomacia para solventar las disputas que nos urgen. Nos jugamos lo que se presume que es una de las reservas petroleras más grandes del planeta y pareciese que Venezuela prefiriese mantener la fidelidad de Guyana en los organismos internacionales que exigirle un trato justo con relación al reclamo que nos compete. Con temas como el Esequibo es donde realmente los venezolanos debemos apreciar el valor que le otorga el gobierno al rol de nuestro país en el mundo. Señor Nicolás Maduro, señora Delcy Rodríguez, ¿Observamos cómo perdemos territorio o buscamos el arreglo que mejor nos favorezca en este caso y respete nuestra integridad territorial? La defensa de la soberanía empieza por casa.

Chicherin y la diplomacia


Prof. Eloy Torres
La diplomacia es pasión y requiere, como ejercicio, de la prudencia. El diplomático debe serlo siempre. Hay algunos de éstos que han sido muy prudentes en su actividad y no son narrados por la historia. Ejemplo: George Vasilievich Chicherin, el Comisario del Pueblo para Asuntos Exteriores de la Rusia Bolchevique y luego de Ministro de Exteriores de la URSS hasta 1930. Murió en 1936. Su origen era aristócrata, que no proletario; e incluso su padre trabajópara el Zar.
Fue un conocedor de la historia, clave para ese desempeño y un políglota, pero, sobre todo, dominaba, el lenguaje del silencio. Adhirió al proceso bolchevique en 1918. Trabajó con Trotsky a quien sustituyó por estar éste contra la firma de la Paz de Brest Litovsk con Alemania. Ese tratado marcó la salida de Rusia de la guerra y un respiro a su gobierno. Se acordó intercambiar espacios territoriales del viejo imperio por paz. Chicherin fue quien, con tino y prudencia, logró ese acuerdo.
La historia nos habla de los tradicionales vínculos de Rusia con Alemania. Chicherin fue un exponente de esa alianza contra Inglaterra. No escatimó esfuerzos en procurar la paz con los enemigos de su Revolución. Buscó, con lenguaje sereno y respetuoso, el reconocimiento internacional de la Rusia bolchevique. La conflictividad con ella por una multiplicidad de países y la misma guerra civil no fueron escusas para el lenguaje procaz, escatológico y vulgar. Por el contario. Su objetivo y el de Lenin era la consolidación del poder soviético. La Conferencia de Ginebra en 1922 acordó el Tratado de Rapallo con Alemania. Éste fue muy importante para Rusia. Se materializó su reconocimiento internacional y rompió el encierro. Chicherin inició un complejo y seguro proceso de reconciliación con Irán y Turquía. El aislacionismo se minimizaba.

Chicherin un aristócrata, prestado al comunismo. Lo hizo por amor a su misteriosa Rusia. Un virtuoso del oficio que supo conciliar diplomacia con revolución, pero, sin caer en el lenguaje rastaquouère tan en boga en ciertos procesos similares, por lo menos por el nombre. Esto último debido a lo que señala Timothy Edward O’Connor, en su libro “Diplomacy and Revolution”. Este habla de la imposibilidad de compatibilizar ambos conceptos. Hoy, lamentablemente en Venezuela, vemos como se degrada el lenguaje y este oficio, incluso por quienes, alguna vez, fueron unos fanáticos social-cristianos y mostraban, entonces, una finura y exquisitez, propia de la diplomacia versallesca; hoy visten el traje revolucionario perfumado con esencias poco agradables al olfato. Olvidan que este oficio requiere ser dueño de lo que se piensa y esclavo de lo que se dice. La historia no perdona, ni siquiera por la revolución.