viernes, 31 de mayo de 2013

La Alianza del Pacífico y la reedición del Tratado de Tordesillas


 
Victor Hugo Matos

El Tratado de Tordesillas fue un acuerdo firmado entre España y Portugal en 1494  que en parte planteaba la división de la América colonial en 2 partes, una española y otra portuguesa, las cuales desde entonces estarían separadas por una barrera cultural que impediría un acercamiento efectivo entre los habitantes de ambas zonas hasta la segunda etapa del siglo XIX.
 
En la actualidad, el proceso de integración regional en América Latina parece haber generado una réplica de la división que se generó el citado tratado, ya que ahora América Latina se encuentra dividida en dos partes nuevamente: los miembros del MERCOSUR bajo la égida de Brasil y los Estados que forman parte de la Alianza del Pacífico; cada una  con  sus propias dinámicas de  cooperación e integración, sus propios valores y modelos institucionales.
 
Respecto a la Alianza del Pacífico, que ya va por su séptima cumbre presidencial,  se trata de un mecanismo de liberalización comercial que surge  entre un conjunto de países con costa en el Océano Pacífico con afinidades políticas y con un peso importante en la economía latinoamericana, capaz de rivalizar en fuerza económica con Brasil y el MERCOSUR. Esto se vislumbra a partir de la forma en que se han comportado económicamente ambas organizaciones durante el último año, en el cual la Alianza del Pacífico consiguió un crecimiento combinado del 5%, que contrasta con el 2,9% que alcanzó MERCOSUR; esto sin contar que existe un mayor comercio intra-bloque en la Alianza del Pacífico.
 
No obstante, la competencia entre los dos bloques no se limita simplemente a los indicadores macroeconómicos, sino que se da también en una suerte de competencia por expandir la zona de influencia propia, las cuales a la larga pueden buscar integrar a otros actores regionales, que en este momento, o sienten la sensación de estar en orfandad por el declive de organizaciones como los miembros de la CAN (caso de Bolivia y Ecuador), o, están decepcionados por el comportamiento de los actores a lo interno de su propio mecanismo de integración, donde encontramos los casos de Paraguay y Uruguay en MERCOSUR.
 
Uruguay ha esbozado desde hace algunos años una posición crítica en el MERCOSUR –debido al desequilibrio existente entre los actores pequeños respecto a Argentina y Brasil, así como el estancamiento del mecanismo debido al proteccionismo-, y tiene actualmente una participación cada vez más activa como observador en la Alianza del Pacífico. De hecho, el Vicepresidente Astori expresó en la VII Cumbre de la Alianza del Pacífico celebrada recientemente en Cali (Colombia), el deseo de Montevideo de convertirse en miembro pleno del nuevo mecanismo.
 
Frente a esto, el Alto Representante del  MERCOSUR, Ivan Ramalho, respondió que cualquier entrada de un Estado miembro a otro acuerdo de integración debe darse en bloque y no de forma separada, evidenciando así cierta preocupación de que alguno de los actuales miembros del MERCOSUR decida unirse a la Alianza del Pacífico. Además, señaló que cualquier oportunidad de relacionamiento con los países de Asia puede buscarse en conjunto, subrayando como ejemplo el Diálogo MERCOSUR-CER (Australia y Nueva Zelanda) para promover el comercio bilateral, las inversiones y la convergencia de posiciones en materia de negociones comerciales multilaterales.
 
Asimismo, la diplomacia brasileña se esforzó para bloquear los intentos de Paraguay de convertirse en miembro observador de la Alianza del Pacífico, invocando el párrafo cinco de la Decisión 26/2012 de los Jefes de Estado de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), que obliga a “Promover la suspensión de la República del Paraguay en los foros y mecanismos de diálogo y concertación” originada tras la destitución de Fernando Lugo. Asimismo, fue postergada la próxima Cumbre de MERCOSUR –que estaba prevista celebrase en Montevideo el próximo 28 de junio- hasta la toma de posesión el 15 de agosto del nuevo Presidente paraguayo, Horacio Cartes, para propiciar en este período el levantamiento de la suspensión de Paraguay en MERCOSUR/UNASUR y su aceptación del ingreso de Venezuela como hecho consumado, conjurando así cualquier intento de reacomodo de Asunción en el tablero de la integración regional.
 
La pregunta que queda sin respuesta, es la siguiente: ¿Se mantendrán ambos esquemas de integración dentro de sus zonas de influencia comercial y política, o decidirán expandirse más allá de los límites que ha establecido el acuerdo tácito entre ambos bloques en una suerte de reedición del Tratado de Tordesillas?

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