miércoles, 8 de abril de 2015

Glasnot caribeño



Embajador (r) J. Gerson Revanales

Está a punto de comenzar la VII Cumbre de las Américas de la cual se espera mucho y poco dependiendo de si se apegan a la agenda establecida o se desvía hacia lo coyuntural como son las negociaciones EEUU-Cuba.

Si este encuentro si se dan en términos de la alta diplomacia sería el escenario del "glasnost caribeño", el derrumbe de las 90 millas, comparables con el que se dio en la Rusia de Gorbachov entre 1981 y 1991 al liberalizar el sistema político con la excarcelación de los presos y la libertad de información: El gran dilema está en las condiciones de cómo Cuba se “incorpora” al Sistema Interamericano. Si se parte de las declaraciones de Raúl Castro al advertir que “Cuba no claudicará en sus principios ni aceptará presiones sobre sus asuntos internos para normalizar relaciones con EEUU”, y condicionó el restablecimiento de los vínculos diplomáticos con Washington a la “eliminación del embargo contra la isla”, podemos decir que ambos habrán ganado. Cuba en un mundo globalizado, sin el carisma de Fidel, sin la referencia ideológica de la Unión Soviética y sin el subsidio de Venezuela, está obligada a llegar hasta el final y no le conviene un fracaso en la Cumbre de Panamá.
           
EEUU, igualmente juega a ganar con un cambio radical de estrategia al infiltrar un “Caballo de Troya” inocula el germen de la democracia. Este hará el trabajo por si sólo y Washington no tendrá que ejercer las presiones que tanto teme Raúl Castro.

Los gobiernos participantes se encuentran en el dilema de avanzar hacia los objetivos de la Cumbre como es buscar la vías para alcanzar la “Prosperidad con equidad: desafío de la cooperación en Las Américas” o caer en la trampa de una falsa solidaridad regional desconociendo los compromisos adquiridos en la Carta Democrática Interamericana en materia de los transparencia, corrupción y DDHH.

Hay diferencia cuando se empodera al pueblo, se le crean ilusiones y se desconocen los derechos de los individuos. El concepto de independencia de los libertadores y de los pueblos coloniales de los años 50 y 60, es diferente a la independencia de hoy.

Los compromisos adquiridos por medio de la voluntad colectiva de los gobiernos crean deberes y derechos en los firmantes. Así como existe el deber de cumplir con los compromisos adquiridos, los firmantes deben exigir al infractor el cumplimiento de los compromisos y esto no se debe llamar injerencia.

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