miércoles, 3 de junio de 2015

Eurasia y el Atlantismo en el siglo XXI


Prof. Eloy Torres

Barry Buzan y Richard Little en su trabajo International Systems in World History. Remaking the Study of International Relations, analizan el desarrollo de la idea de la supremacía, por ejemplo, del poder marítimo en la historia de la Humanidad. El trabajo destaca el llamado de atención que hiciera Alfred Mahan, sobre el peligro que representa, para la “civilización marítima”, países como Alemania, China y Rusia. Por lo que era necesaria una victoria sobre Rusia, esa masa continental “sin interrupción” que se extiende desde Europa hasta tocar la nariz del país del sol naciente. Había que evitar su fortalecimiento. Ahora bien, según los autores citados, una estrategia bien asentada era el bloqueo de los territorios enemigos en el mar y a lo largo de las líneas costeras, hasta agotarlos. Se ha estudiado la aportación del geógrafo Mackinder quien ha mostrado la importancia de la geopolítica de la zona geográfica. Eurasia es clave en el análisis del Mundo y Rusia su exponente.

Eurasia, un modelo de civilización que no se inscribe en los ideales de democracia y libertad occidentales (el Atlantismo). Éstos no se corresponden con los de los euroasiáticos y difícilmente lo aceptan en sus zonas geográficas. Halford Mackinder fue visionario cuando argumentó que había que considerar a China con sus implicaciones. Los rusos, tras una pausa de 74 años de socialismo sangriento, como confiscador lo comprendieron y hoy vuelcan su mirada hacia ese gigante; hoy  mantienen,  en común, con los chinos, elementos axiológicos, entre ellos la animadversión hacia el Atlantismo; ambos “ninguneados” por éste y Crimea es una respuesta.

El drama ucraniano se inscribe en la preocupación de Mackinder. Crimea es el resultado de una lógica evolutiva. Europa y los EEUU no tienen razón por lo de Ucrania. La historia lo afirma. Ella es rusa, fue ucraniana durante 60 años; gracias a un obsequio del Jrushov. Rusia la perdió sin disparar un tiro y la reconquistó de la misma forma, pacíficamente; por lo menos el conflicto fue mediático, no real. Lo mediático, al principio fue ruido y punto. Luego ciertos movimientos casi llevan a una guerra generalizada. Hubo amagos sangrientos, es verdad, pero las cosas no fueron más allá. Todavía el peligro se mueve a “lo ruso” en la zona. A pesar de todo creemos que los representantes del pensamiento atlantista, contrario a lo apuntaban Mahan y Mackinder, no se salieron con la suya. Algo se mueve. Decíamos en otros contextos que el paradigma del constructivismo liberal en las Relaciones internacionales había fracasado en el caso de Ucrania y Rusia; es decir esa corriente de pensamiento de moda que se opone a las teorías realistas. Esta tesis no contempla lo que Renouvin, llamó: las fuerzas profundas de la historia. Para no hablar sobre aquellos que optan por privilegiar el discurso económico y olvidan el político, o bien osadamente, hablan del fin de las fronteras entre los Estados y que la economía lo resuelve todo. Luego critican a todo aquel que toque la historia. Éstos son acusados de cultores del “isomorfismo histórico”. Veremos más adelante.

Eurasianismo es una corriente de pensamiento, una doctrina que imperceptiblemente se fue difundiendo entre las dos guerras que sacudieron al Mundo durante el siglo XX. Elaborada por la intelectualidad rusa sacrificada sanguinariamente por Lenin y luego por Stalin. Solzhenitsin en su literatura apuntaba esa dirección. Rusia debe buscar su redefinición en el Mundo. Los eurasianistas, enemigos de las tesis marxistas, por el “internacionalismo comunista” que, según ellos, emanan de las corrientes europeístas, particularmente de la intelectualidad de los grupos judíos, cuyas brillantes mentes arroparon a Europa. No es casual el odio de Hitler y Stalin contra esa comunidad. Un germano, no alemán y un paneslavo no ruso, sino georgiano. Hoy los eurasianistas ven florecer las condiciones que habían prefigurado. Putin –con su proyecto de Unión Euroasiática- es hoy su máximo exponente.

Es toda una discusión en la intelectualidad de ese país, que no “inteligentza” rusa. Esta última es  otra cosa, pues siempre manifestaron su apego a la cultura europea, en tanto que la intelectualidad rusa con Berdiaeff, Vernadsky, entre otros, alimentados con la savia dostoievskiana según la cual, Rusia no es europea ni asiática; ella es una etnia separada cuyo fundamento axiológico se inscribe en la ortodoxia cristiana. Es decir en algo que no es ni lo uno ni lo otro; en referencia a Europa y a Asia. Para los eurasianistas, el concepto o ideal de democracia europea no es válido para Rusia, tampoco el marxismo leninismo. La forma política de éstos debe ser la “ideocracia”. Vale decir  la  unidad basada en la ortodoxia cristiana. Esa unidad según los euroasiáticos, fue la clave de Lenin, pero su error: substituir la ortodoxia cristiana con esas ideas paganas del bolchevismo. Era una arbitraria substitución por parte de ese régimen. La idea de Eurasia fue adormida por los tiempos.

Hoy Rusia, con Putin a la cabeza, observa la posibilidad de reconstruir el concepto de Eurasia. Crimea es un hecho cuya razón es innegable y sirve de catalizador para el reacomodo  internacional de Rusia. Tras la desaparición del imperio zarista y luego de la URSS, Rusia con el concepto de Eurasia, busca una redefinición frente a Occidente. Se observa un  nacionalismo imperial. Eurasia es un concepto que moldea una actitud. Ella substituye a la ideología comunista, pero cumple el mismo papel. Dicen los expertos que así como el marxismo leninismo substituyó la idea imperial del carácter misionero de la religión ortodoxa de Rusia, es decir como idea civilizatoria, el concepto de Eurasia substituye al internacionalismo soviético. Rusia va por sus fueros y Crimea es apenas la punta del iceberg; ella en conjunción con otros factores dinamizadores de las relaciones internacionales, como China, por ejemplo, constituye un elemento que Occidente debe ponderar. 

@eloicito

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