viernes, 1 de abril de 2016

Bruselas: La dudas europeas frente a la amenaza del yihadismo


Lic. Victor Hugo Matos

El pasado 22 de marzo se produjo otro ataque terrorista en Europa. Esta vez ha sucedido en el mismísimo corazón de la Unión Europea y la OTAN, consiguiendo detener al menos por unas horas la maquinaria burocrática europea y atlantista. Mientras se realizan operaciones anti-terroristas que parecen ecos de las realizadas posterior a los ataques en París de finales del año pasado, cabe preguntarse si este ataque que ha tomado por sorpresa a las autoridades belgas es del todo inesperado, en la medida en que se produjo apenas días después de la captura del Saleh Abdesalam en el barrio belga de Molenbeek, que ha devenido en epicentro del yihadismo europeo.

Dado el impacto de este nuevo ataque, y considerando los efectos de los anteriores dentro de la sociedad europea, resulta increíble que la estructura  de la Unión Europea se vea incapaz de coordinar esfuerzos para intercambiar información e inteligencia, mucho menos coordinar operaciones conjuntas en capitales europeas destinadas a enfrentarse al yihadismo. Uno de los primeros problemas es que la acusada inefectividad dentro de la seguridad belga sigue estando presente, sin que se observe algún cambio positivo desde los ataques en París e incluso se han revelado nuevas fallas; como la acusación del Ministro de Interior belga hacia la policía belga de negligencia, por haber obviado avisos de la inteligencia turca sobre las intenciones de uno de los terroristas que fue deportado desde la frontera sirio-turca a los Países Bajos y que no fue detenido.

Esta abierta y clara negligencia es un factor de riesgo de nuevos ataques en el futuro dada la cantidad de objetivos potenciales dentro de Bruselas. Esto ha llevado a muchos analistas a plantearse si, ante la clara y repetida inoperancia, no debería la Unión Europea plantearse en conjunto intervenir y asumir la seguridad dentro de la ciudad. No obstante, esto no parece más que un ejercicio intelectual de periodistas europeos, dado que no ha sido sino hasta hace poco, y sólo después de los ataques en Bruselas, que el Presidente de la Comisión Europea Jean-Claude Juncker, ha traído a la palestra el concepto de  “unión de la seguridad”, la cual llega muy tarde si consideramos que los antecedentes del terrorismo yihadista en Europa se puede rastrear hasta los años 70 desde la operación de Septiembre Negro en Munich o la cooperación entre la OLP y el RAF (Ejército Rojo Alemán).

Otro factor que pone en duda la efectividad de cualquier intento unificado de lucha contra el terrorismo yihadista es el de la percepción sobre este fenómeno transnacional y su relación con otros como el desplazamiento de refugiados. En el contexto actual de la política europea, existen dos demostraciones de lo divisivo que se ha vuelto el tema del terrorismo e indirectamente el de los refugiados, dado que algunos de los atacantes o alguno de los miembros de las redes de apoyo de estos gozaban de esta condición especial.

En primer lugar, el surgimiento y éxito  político de partidos populistas emergentes en países como Francia (Frente Nacional), Alemania (AfD) o Reino Unido (Partido de la Indepencia, UKIP), cuyos programas de gobierno tienen como elemento principal el bloqueo a la entrada de nuevos refugiados  y que han recogido un apoyo incipiente de una parte de la población europea, la cual consideran forzada la solidaridad que plantean los líderes europeos. Este fenómeno se complejiza aún más si consideramos que estos partidos populistas tienen una presencia no sólo a nivel nacional sino también dentro del Parlamento Europeo, y la coordinación de políticas entre los grupos de izquierda y derecha se ha estancado en infructuosas batallas conceptuales, dado que los primeros se atrincheran en sus posiciones idealistas, y los segundos, o no quieren ser catalogados como racistas o bien dependen de complicadas alianzas con los populistas emergentes para seguir gobernando en sus respectivos países o endurecen sus posiciones para frenar el trasvase de parte de su electorado hacia estos partidos populistas.

Sumado a esto, también está claro que sobre la Unión Europea todavía pesan los sucesos históricos que llevaron a su creación y que actúan como una atadura sobre muchos políticos europeos a la hora de lidiar con temas de seguridad, sobre todo aquellos que puedan generar dudas sobre el modelo “multicultural” o “solidario”, escudándose muchas veces en declaraciones o discursos que cumplen con las reglas de lo políticamente correcto pero vacios de toda propuesta o que no son correspondidos por acciones prácticas contra la amenaza del terrorismo.

Es difícil saber cómo impactará el terrorismo a la Unión Europea como estructura política y como concepto en el mediano plazo dado los diversos factores que entran en juego. No obstante, al menos las estructuras de integración latinoamericana pueden sacar algunas lecciones de esta situación para lidiar con sus propias amenazas trasnacionales como el crimen organizado o el narcotráfico.

@ViktorRonin

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