domingo, 7 de junio de 2015

Elecciones en Turquía: El fin de la hegemonía de Erdoğan


Iván Rojas Álvarez

Después de una jornada electoral seguida muy de cerca por la Sociedad Internacional, y ya con casi la totalidad de las papeletas escrutadas -99,94% cuando se escribe este artículo-, podemos decir que la hegemonía que detentaba el Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) desde 2002 ha terminado, en lo que puede significar un giro realmente importante no solo para Turquía sino para toda la región. Porque a pesar de haber ganado la contienda electoral con 40,8% de los votos, el AKP ha perdido la capacidad de formar un gobierno sin necesidad de hacer coaliciones con los otros partidos, es decir, no ha logrado ganar suficientes sillas como para formar una mayoría tal y como había hecho en la última década durante tres elecciones consecutivas.

El principal partido de oposición, el Partido Republicano del Pueblo (CHP) obtuvo el 25% de los votos, el Partido de Acción Nacionalista (MHP) obtuvo el 16,3% y el Partido Democrático del Pueblo (HDP) obtuvo el 13,1%. Esto tendría como consecuencia que estos partidos obtuvieran alrededor de 132, 81 y 79 escaños respectivamente, en la Gran Asamblea Nacional Turca, mientras que el antes mencionado AKP obtendría 258. Es importante recordar que el sistema electoral turco tiene el umbral electoral, porcentaje mínimo de votos para obtener representación, más alto del Mundo, el cual se ubica en 10%, lo cual hace en general que partidos pequeños encuentren muchas dificultades obteniendo escaños.

Un elemento que puede considerarse importante en el desenlace de esta contienda, la cual era considerada por muchos como trascendental para el futuro de Turquía y de todo el Medio Oriente, eran las ambiciones del actual Presidente Recep Tayyip Erdoğan y su partido AKP de transformar el sistema de gobierno turco, de parlamentario a presidencialista, aumentando así los poderes del Presidente Erdoğan, quien ya de por sí ha sido acusado durante la última década tanto dentro como fuera de las fronteras de su país, de tener un talante autoritario, y de socavar parte de la institucionalidad del país concentrando más poder en su persona y su partido.

Tanto el líder del HDP, partido pro-kurdo y abierto a todas las etnias y sectores del país, Selahathin Demirtas, como el líder del CHP,  Murat Karayalcin, coincidieron en declaraciones hechas durante este domingo, en que se había demostrado a través de los votos que el pueblo turco no quería un sistema presidencial de gobierno. Para hacer los cambios constitucionales necesarios para este cometido, el AKP hubiese necesitado dos tercios de los escaños, es decir, 367 de los 550 del Parlamento o, en su defecto, 330 escaños para lograr tres quintos y tratar de lograr esos cambios a través de un referéndum.
En los próximos días se exploraran las opciones que tiene el AKP para formar gobierno; el HDP ya ha descartado públicamente la posibilidad de hacer una coalición con el hasta ahora partido dominante, al igual que lo hizo el líder del CHP Kemal Kılıçdaroğlu cuando fue preguntado sobre este asunto antes de las elecciones. Y aunque hay varias combinaciones que matemáticamente le darían un gobierno de mayoría, lo más probable es que el AKP busque formar un gobierno de minoría, lo cual tendría, como en todos los Estados de corte parlamentario, una estabilidad mucho menor que un gobierno de mayoría, fuese este de un solo partido o de coalición. Este escenario le daría a los partidos de opción bastante capacidad de bloquear las acciones gubernamentales cuando así lo consideraran necesario.

Por otra parte hay que decir que la “derrota” del AKP podría ser achacada no solo a la intención del cambio de sistema de gobierno y al proceso de centralización del poder, sino además al carácter cada vez más represivo que el gobierno había tomado, tanto con Erdoğan como Primer Ministro como durante su más reciente ejercicio como Presidente. A nivel de la prensa internacional fue bastante seguido el caso de las protestas en el Taksim Gezi Park de Estambul, las cuales aunque iniciaron a partir del descontento por un plan de rediseño urbano evolucionaron, en parte debido a la represión, en protestas con una agenda mucho más amplia, que incluía la contrariedad hacia múltiples temas políticos y sociales. Otros casos polémicos han sido los constantes ataques contra la libertad de expresión en el país, siendo el más conocida la censura a la red social Twitter hecha en marzo del año pasado, a raíz de acusaciones de corrupción hechas en dicha red social hacia el circulo interno del entonces Primer Ministro Erdoğan.

Esta derrota entonces se puede entender como una repuesta sobre todo de los grupos minoritarios como lo son las mujeres, los kurdos, los activistas LGTB y otros muchos grupos étnicos, políticos, religiosos y sociales que podían sentir que un gobierno más autoritario podría acabar con sus ya limitadas libertades, razón sobre todo por la cual la oferta del HDP, el cual incluyó en su lista de candidatos a miembros de todos estos grupos, por ejemplo armenios, azeríes, asirios y muchos otros, además de 268 mujeres, resultó especialmente atractiva para muchos. Este partido, a pesar de su inclinación anti-sistema y anti-liberal, lo cual ha traído comparaciones con el partido español Podemos, representaba para muchos observadores externos un contra peso necesario para el AKP, que había convertido a la República laica por excelencia en el Medio Oriente en un Estado de corte bastante más religioso y bastante más conservador.

Finalmente, es interesante recordar que esta coyuntura electoral se ha dado a pesar de que Turquía en la última década y media ha experimentado un importante crecimiento y desarrollo económico, siendo la prosperidad alcanzada por muchas zonas antes deprimidas la base de la popularidad del AKP. Esto se ve reflejado en cifras como la disminución de la pobreza de 16,4% en 2005 a 2,3% en 2012 según cifras del Banco Mundial (la misma fuente ubica la pobreza de Venezuela en 25,4% en ese año); un ascenso en el PIB per cápita de 2.850 a 10.790 dólares entre 1995 y 2013 según la fuente antes citada.  Además, Turquía ha sido incluido en varios grupos de países considerados por analistas como de las economías emergentes más importantes como los “Next Eleven” y los “MINT” (México, Indonesia, Nigeria y Turquía) o los “MIKTA” (México, Indonesia, Corea del Sur, Turquía y Australia); aparte de ser junto con Arabia Saudita el único Estado de Medio Oriente que es parte del G-20.

Entonces queda esperar la formación de un gobierno y el intercambio inicial entre los ahora bloques parlamentarios para poder vislumbrar el futuro de la agenda política turca, la cual por lo estratégico del país afectará la política internacional de lo que queda de década, especialmente en Europa, el Medio Oriente y los EEUU. 

@IvanRojas92

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