sábado, 8 de septiembre de 2012

Venezuela en MERCOSUR: ¿A dónde vamos?

Prof. Angel Castillo Siri

El prolongado y dificultoso proceso de ingreso de Venezuela como Miembro Pleno del MERCOSUR se concretó luego de que Argentina, Brasil y Uruguay decidieran la suspensión de Paraguay luego del juicio político y destitución de Fernando Lugo en junio pasado. Hace pocas semanas, el Senado de Paraguay discutió finalmente el Protocolo de Adhesión de Venezuela al bloque y lo rechazó por amplia mayoría, lo cual plantea la duda de qué sucederá en abril de 2013, cuando se elija un nuevo Presidente en Paraguay y el causal de la suspensión de ese país desaparezca, ya que la decisión de aceptar a Venezuela sin la venia paraguaya contradice lo establecido en el Tratado de Asunción que prevé la aceptación de nuevos miembros por unanimidad. Es por ello que la decisión pragmática de los Presidentes Fernández, Rouseff y Mujica lesiona gravemente la institucionalidad del MERCOSUR e indica que, al menos en esta etapa, la discrecionalidad política privará sobre las normas en dicho bloque.
 
Es innegable el peso de Brasil en adoptar esta decisión, al ser la mayor economía de Sudamérica y por los entretelones conocidos de la Cumbre de Mendoza. Su estrategia de consolidación como potencia regional tiene como punta de lanza la ampliación de MERCOSUR para garantizar su influencia económica mientras a nivel político emplea a la UNASUR como foro de concertación regional. De allí el surgimiento del Foro del Arco del Pacífico, el cual es un mecanismo de dialogo creado en 2007 que incluye a Chile, Colombia, Perú y México como propuesta de concertación que sirva, entre otros objetivos, de contrapeso a la “brasilerización” regional y que el Presidente Electo de México, Enrique Peña Nieto, parece considerar como uno de los ejes de su política exterior.
 
Analizar el ingreso de Venezuela implica vincular dos momentos clave: el primero es la destitución de Lugo, que brindó la oportunidad para implementar la estrategia; el segundo momento ocurrirá el 7 de octubre, con las elecciones en Venezuela. La estrategia expansiva de Brasil necesitaba formalizar la incorporación venezolana antes de este proceso para garantizar su influencia tanto en un escenario de continuidad como de cambio de gobierno. Venezuela no solo es atractiva por sus recursos energéticos, sino que a nivel geopolítico permite una ventana hacia el Caribe y a nivel económico, es un petroestado que padece los vicios de la Enfermedad Holandesa, es decir, un gran superávit comercial gracias a la exportación petrolera pero cuya industria y agricultura son muy poco competitivas, por lo que no son ninguna amenaza para el agresivo y diversificado sector exportador brasilero.
 
De este modo, de haber continuidad en el gobierno venezolano y su tendencia dirigista a nivel de comercio exterior, los exportadores brasileros solo tendrán que buscar acuerdos con los entes gubernamentales nacionales sin mayores barreras de entrada a nuestro mercado, reservándose la posibilidad de presionar a través de su gobierno y de los acuerdos de MERCOSUR en caso de que Venezuela decida frenar el comercio mediante el control cambiario u otras trabas, como ocurrió en 2009 con los retrasos venezolanos al pagar importaciones brasileras. Si se presenta un cambio de gobierno, sería erróneo adoptar un enfoque de mayor liberalización dada la gran debilidad del sector exportador venezolano y la falta de políticas de promoción de exportaciones bien articuladas.
 
Venezuela necesita ganar tiempo para adecuarse al reto, para lo cual puede aprovechar que actualmente se negocian diversos aspectos del ingreso (adopción del arancel externo común y programa de liberación) que deberían arrojar resultados en diciembre próximo pero cuyas comisiones de trabajo han sufrido retrasos. Esto permitirá delinear una estrategia de mediano plazo en donde podamos aprovechar efectivamente las potencialidades para nuestra economía, a la vez que se define si nuestro interés nacional queda mejor servido como bisagra de América o como avanzada brasilera.