Victor Hugo Matos
El
poder duro (en inglés, Hard Power) es un concepto de uso común en las
relaciones internacionales que describe la capacidad de un Estado de imponer
sus necesidades estratégicas a otro mediante el uso de una diplomacia de
carácter ofensivo y de su propio poder militar. Es un hecho en sí mismo, que el
poder duro ha sido la base de la política exterior estadounidense desde finales
de la Guerra Fría, alcanzando su mayor auge durante el período conocido como
“Guerra contra el Terrorismo”.
No
obstante, la crisis económica del 2009 ha terminado por poner en duda la
viabilidad del poder duro como elemento predominante en la política exterior de
EEUU, como ya ha hecho con las perspectivas positivas que rodeaban la
integración europea. La necesidad de revitalizar la economía, ha llevado a las
elites políticas estadounidenses a repensar como lidiar con los conflictos
internacionales de forma más selectiva, sobre todo en un momento donde los
recortes presupuestarios acordados en el Congreso estadounidense reducen el
margen de maniobra del gobierno de EEUU en el exterior.
Recordemos
que el Presupuesto de 2013 estipula un gasto de defensa de 633 MMM$, una
reducción importante desde los 728 MMM$ contenidos en el Presupuesto de 2012.
Además, la Administración Obama ha planeado reducir en 487 MMM$ el gasto de
defensa en la próxima década. Todo ello, reflejando el final de la “Década de
Guerras” y dando prioridad a la región Asia-Pacífico. A todo esto debe sumarse,
el impacto de los recortes automáticos de gastos (en inglés, sequester) han generado un impacto
adicional de 47 MMM$, el mayor recorte del gasto de defensa en la historia de
EEUU.
La
necesaria adaptación que tales circunstancias exigen, no ha tardado en darse en
la forma como se enfoca la utilización de los instrumentos diplomático y
militar, lo que ha sido favorecido por la Administración Obama. En el aspecto
diplomático, EEUU ha decidido cambiar el unilateralismo como principio de su
comportamiento internacional que había mantenido desde el 11-S, por una
aproximación conjunta, fortaleciendo sus relaciones con países aliados y
buscando que la nueva arquitectura internacional sea construida no por EEUU en
solitario sino en conjunto con otros Estados para poder repartir la carga que
esto implica; una aproximación, que es compatible con el concepto del “gobierno
de los más capaces” -en vez del gobierno de un Hegemón- propio defendido por el
Neo-liberalismo en el marco de la Teoría de las Relaciones Internacionales.
En
la perspectiva de la seguridad, también
se observa un cambio importante, dado que por un lado el concepto de conflicto
se ha transformado, generando la necesidad de operaciones quirúrgicas y
encubiertas para cumplir con un objetivo especifico, por encima del despliegue
convencional de grandes contingentes de tropas; y por el otro lado han variado
los criterios sobre los elementos que se consideran amenazas para la seguridad
nacional dentro de la comunidad militar y de inteligencia de EEUU. Ambos
factores, han obrado en tal sentido, que el Pentágono en conjunto con el
Consejo de Seguridad Nacional, han comenzando a estudiar cómo adaptar los 5
componentes de las Fuerzas Armadas estadounidenses y las agencias de
inteligencia para los conflictos de las próximas décadas.
Lo
destacable de todo esto, es que el giro en la política exterior estadounidense
ha tenido replicas en la forma en que las alianzas se forman o actúan, como el
caso del reacomodo dentro de la OTAN para reequilibrar la distribución de
fuerzas, y el renovado Acuerdo Estratégico Trans-Pacífico, que si bien es una
alianza economica, tiene ramificaciones politicas y de seguridad; todo lo cual
se acopla bien a esta nueva visión sobre
el papel de EEUU en el Mundo.