domingo, 19 de octubre de 2014

Seísmo petrolero


Dr. Kenneth Ramírez

Desde mediados del mes de junio de 2014 -cuando el precio del crudo marcador Brent se ubicó en 115 $/Bl debido a los temores de una posible interrupción del flujo petrolero iraquí ante el avance del Estado Islámico de Irak y Siria-, el precio del petróleo ha caído 27%, hasta ubicarse en 84 $/Bl a mediados de octubre de 2014 -su nivel más bajo desde noviembre de 2010.

Una serie de factores están detrás de este descenso del petróleo. La desaceleración de las economías emergentes –sobre todo China, Rusia y Brasil- y la frágil recuperación de Europa, que se han traducido en una débil demanda petrolera mundial. Además, tenemos una fuerte expansión de la producción de petróleo de esquistos (shale oil) en EEUU –70% en los últimos 6 años, hasta alcanzar 8,6 millones de barriles diarios (MMBD), el nivel más alto desde 1986-, lo cual ha generado una sobreoferta de alrededor de 1,5 MMBD. Finalmente, tenemos un mercado que ha asumido que el complicado panorama geopolítico -de Ucrania a Irak- no afectará el suministro; y la apreciación del dólar.

EEUU ha reducido considerablemente su importación de crudos desde Nigeria y Angola, los cuales se han dirigido al mercado asiático donde los productores del Medio Oriente han concentrado su apuesta en los últimos años. Asimismo, el crudo de Alaska -exceptuado de la prohibición de exportaciones vigente en EEUU- no encuentra espacio en las refinerías de la Costa Oeste satisfechas con esquistos, y por ello también ha empezado a fluir a Asia -se produjo un despacho a Corea del Sur por primera vez desde 2000. Y, por si fuera poco, tenemos la espada de Damocles de un eventual levantamiento de sanciones a Irán.

Esto llevó a Arabia Saudita a enviar un mensaje contundente: Defenderá su cuota de mercado incluso si esto significa precios más bajos. De hecho, aumentó su producción en septiembre hasta alcanzar 9,7 MMBD y ha establecido descuentos en sus ventas a Asia, lo cual ha generado una incipiente guerra de precios.

Venezuela ha señalado que esto no conviene a nadie y ha llamado a una reunión de emergencia de la OPEP para tratar el problema, ya que la próxima reunión ordinaria de la organización -el 27 de noviembre en Viena- luce lejana. No obstante, funcionarios sauditas realizaron una declaración que ha supuesto un auténtico seísmo en el mercado petrolero: “nadie debería sorprenderse de precios del petróleo por debajo de los 90 $/Bl, incluso por debajo de 80 $/Bl” en los próximos años. Es decir, Arabia Saudita ha decidido cambiar su política de precios y buscar niveles de 80 $/Bl para expulsar a los productores marginales del mercado, y más concretamente, frenar la “revolución de esquistos” en EEUU. Esto le permitirá a Riad recuperar su centralidad en el mercado petrolero.

Arabia Saudita y las petromonarquías del Golfo Pérsico tienen ingentes reservas en fondos soberanos que pueden permitirle resistir varios años con precios más bajos. Sin embargo, otros países petroleros como Irán, Irak, Rusia y Venezuela sentirán un fuerte impacto económico. Venezuela necesita al menos 90 $/Bl para poder equilibrar su presupuesto y no tiene reservas cuantiosas, lo cual implica que se tendrán que realizar dolorosos ajustes en plena crisis económica: El tiempo de las vacas flacas parece haber llegado.

Publicado originalmente en Últimas Noticias

@kenopina

Un sueño imposible


Dr. Carlos A. Romero

Las relaciones con EEUU han experimentado un cambio importante desde el año 2013. Luego de considerar a Venezuela como un problema geopolítico, la actual prioridad de EEUU ha sido el seguimiento, el análisis y la denuncia de los aspectos domésticos venezolanos, en especial aquellos relacionados con los temas de los derechos humanos y el futuro de la democracia en nuestro país.

Desde el punto de vista internacional, la agudización de la crisis política en el Medio Oriente, las dificultades para llegar a un acuerdo nuclear con Irán, el alejamiento de Rusia de Occidente, las situaciones conflictivas en Palestina, Ucrania y Siria, más los problemas de salud mundial y el renovado auge del terrorismo han desplazado sustancialmente el caso de Venezuela en la agenda de la seguridad de EEUU. A su vez, Washington se ha entendido con los gobiernos nacionalistas, populistas y de izquierda en América Latina.

Al Presidente Chávez le encantaba cuestionar y retar a los gobiernos de EEUU en todos los frentes estimulando el trabajo de la izquierda estadounidense, practicando lobby en Washington, tratando de influir en la academia, promocionando la Revolución Bolivariana en los medios de comunicación de ese país y desde luego haciéndose notar en el resto del Hemisferio. 

Hugo Chávez nunca quiso estabilizar las relaciones entre los dos países. A diferencia de su predecesor, el Presidente Maduro sí ha dado muestras de querer normalizar las relaciones que se encuentran en franco deterioro desde el año 2010, en un momento en que ambos países retiraron a sus respectivos embajadores. La diferencia está en que antes era más fácil y menos costoso incomodar a EEUU porque el chavismo tenía más seguidores en el Mundo.

A Venezuela se le hace ahora más difícil lograr -a pesar de su explícito deseo- un modus vivendi con EEUU. Es lo que se puede calificar como "un sueño imposible". 

Publicado originalmente en El Universal