miércoles, 3 de julio de 2013

Foro de Países Exportadores de Gas encara “revolución del esquisto”


Dr. Kenneth Ramírez

El Foro de Países Exportadores de Gas (FPEG) fundado en 2001 para mejorar la cooperación entre los países gasíferos, está conformado por 13 miembros: Argelia, Bolivia, Egipto, Guinea Ecuatorial, Irán, Libia, Nigeria, Omán, Qatar, Rusia, Trinidad y Tobago, Emiratos Árabes Unidos y Venezuela. Kazajstán, Irak, Países Bajos y Noruega tienen la condición de miembros observadores. De todos estos, 8 países también son miembros de la OPEP. Conjuntamente, el FPEG representa 62% de las reservas probadas y 80% de la producción mundiales.

Debido a su peso específico, durante la 6° Reunión Ministerial del FPEG celebrada en Doha (Qatar) en abril de 2007, y bajo liderazgo de Rusia –país que concentra 17,6% de las reservas probadas y 17,6% de la producción mundiales-, fue creado un Grupo Directivo de Alto Nivel para estudiar mecanismos de fijación de precios y comercio administrado sobre una base regional, utilizando empresas nacionales y gasoductos para evitar excesiva competencia por clientes, lo cual transformaría al grupo desde un órgano consultivo en una organización similar a la OPEP. Esto recibió un respaldo muy activo de países como Irán -18% de las reservas y 4,8% de la producción mundiales-, Venezuela -3% de las reservas y 1% producción–, Argelia -2,4% de las reservas y 2,4% producción- y Bolivia -0,2% de las reservas y 0,6% de la producción. De hecho, el Presidente Chávez -junto a Evo Morales y Néstor Kirchner- creó la OPEGASUR (Organización de Países Exportadores de Gas de América del Sur) en agosto de 2007 para impulsar la idea, lo cual fue visto con desagrado en Brasil.

Estas discusiones sobre una posible “OPEP del Gas” encendieron las alarmas en EEUU y Europa; mientras Qatar -13,4% de las reservas y 4,7% de la producción- mostró sus dudas desde el propio FPEG, ya que al ser el principal exportador de gas natural licuado puede comercializar su gas natural con buques metaneros a escala global, con precios más competitivos y con mayor flexibilidad. En la 7° Reunión Ministerial del FPEG celebrada en Moscú en diciembre de 2008, la idea perdió fuerza debido a la destrucción de demanda generada por la crisis económica mundial.

Durante la II Cumbre de Jefes de Estado del FPEG celebrada en el Salón Santa Catalina del Kremlin (Moscú), el 1 y 2 de julio de 2013, los líderes de los países miembros volvieron a discutir este asunto, pero esta vez en medio de un cambio estructural de mercado y con un tono claramente defensivo.

En efecto, el mercado del gas natural está experimentando importantes cambios debido a la llamada revolución del gas de esquisto (shale gas) en EEUU, el “renacimiento del carbón”, el aumento de la competencia por los clientes y la incertidumbre sobre los pronósticos de demanda a largo plazo. En general, una era de precios bajos.

El aumento de la producción de gas de esquisto en EEUU está creando un exceso de oferta en el mercado mundial, reduciendo los precios en ambos lados del Atlántico. Asimismo, en un entorno de precios bajos y aumento de la producción, los productores de gas de EEUU quieren aprovechar los mercados mundiales para aumentar sus expectativas de precios del gas natural. Actualmente, el Departamento de Energía está considerando conceder más de 20 licen­cias de exportación de gas natural licuado para un total de 27.000 MMpc/d que, en caso de que se aprobaran todas, convertirían a EEUU en el mayor exportador de gas natural licuado del Mundo y terminaría de globalizar el mercado.

Por otra parte, la Unión Europea –principal cliente de Rusia- ha aminorado su demanda debido a la crisis económica y hace esfuerzos por diversificar suministros e introducir mecanismos de mercado que desacoplen los precios del gas de los precios del petróleo. Todas estas cuestiones han hecho que las ganancias de la empresa nacional gasífera rusa Gazprom hayan caído desde 360 millardos de dólares en 2008 hasta 78 millardos de dólares en 2012.

Por ello, en la II Cumbre del FPEG, el Presidente Putin buscó un respaldo amplio para mantener los contratos de gas a largo plazo y la indexación de los precios del gas a los precios del petróleo, como los dos mecanismos que darían estabilidad al mercado y mantendrían los ingresos necesarios para continuar su proyección como potencia global reemergente. Además, Gazprom considera que ésta es la única manera de hacer rentable el transporte a través de grandes gasoductos.

La cuestión es que Qatar, como hemos señalado, es menos firme en estos dos puntos; y tanto Irán como Venezuela que respaldan a Rusia y poseen importantes reservas, son importadores netos ya que no tienen grandes desarrollos. Por ello, aunque Nicolás Maduro se unió a Vladimir Putin para exigir precios indexados al petróleo y volvió a proponer crear una “OPEP del Gas”, no tiene peso específico en este asunto. Además, la capacidad de exportación del FPEG en su conjunto ha permanecido estancada en los últimos años, mientras aumenta la competencia de suplidores emergentes -EEUU, Australia y África Oriental-, disminuyendo el poder de mercado del grupo.

Venezuela necesita consolidar sus propios desarrollos gasíferos y pasar a ser un exportador neto para poder pretender influir en el curso del FPEG. Asimismo, debe empezar a internalizar el impacto que el desarrollo de los esquistos en EEUU tiene para el mercado gasista y petrolero en la próxima década. Esperemos que en la III Cumbre del FPEG, que tendrá lugar en Irán en 2015, mostremos avances.

Publicado originalmente en RunRun.es

¿No supo Egipto digerir la democracia?


M.Sc. Belén González

Ya es historia que las protestas de enero de 2011 en Egipto, generaron en apenas 18 días, y en el marco de la llamada Primavera Árabe, un cambio político que se inició con la salida del poder de Hosni Moubarak, quien por 30 años presidió un país donde el 40% de sus 80 millones de habitantes vivía con tan sólo dos dólares o menos al día. Tras la entrega del gobierno al Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas, la Junta Militar disolvió el Parlamento, suspendió la Constitución y se anunció el llamado, por primera vez, a elecciones libres en un plazo de 6 meses, lapso que se cumplió con cierta dificultad.
 
Fue así como, un año después, Mohamed Morsi, llegó al poder con un 51,9% de los votos, al mismo tiempo se instaló formalmente un Parlamento resultado de elecciones libres, una institución de dos Cámaras y 508 integrantes. El Partido Libertad y Justicia que representa a los Hermanos Musulmanes, alcanzó 235 escaños, le siguió el movimiento Al Nur, de lo salafistas, ala radical de los sunies, con 123 parlamentarios, mientras que los liberales del partido Wafd, el más antiguo de Egipto, apenas lograron 38 curules, lo mismo que los independientes y otras fuerzas menores de carácter laico.
 
Ahora bien, el flamante nuevo gobierno, encabezado por Morsi, se encargó de promocionar una reforma constitucional que, en lugar de calmar un país hastiado de una pésima calidad de vida, solo generó nuevas protestas populares y caos en las calles. El nuevo texto favorecía enormemente a los Hermanos Musulmanes y daba poderes ilimitados a las fuerzas militares, que incluían la posibilidad de arrestar civiles por la fuerza y otras prerrogativas, lo que solo generaba más temores, dudas y rechazo. Pero además la propuesta fue aprobada en un referéndum popular con un 64% aunque solo contó con la participación del 32,9% del electorado.
 
No es un secreto que el sectarismo de los Hermanos Musulmanes y su incapacidad más que probada para compartir el poder, se sumaron a la aguda crisis económica, y es que desde finales de 2012 la Libra egipcia se ha devaluado un 10%, el desempleo supera el 20% y las reservas de divisas extranjeras se han desplomado más de un 60% desde principios de 2011. Una sumatoria de desatinos ha sembrado en la población la sensación de que los viejos problemas no desaparecieron con la nueva democracia; la escasez de productos, la inseguridad, el mal funcionamiento de los servicios públicos, la corrupción, el abuso de poder de los aliados islamistas, forman parte del rosario de razones que esgrimen los ciudadanos al manifestar su descontento.
 
Pero además, el componente religioso no ayudó, no en vano siempre se dijo que sería difícil encontrar el equilibrio entre los musulmanes moderados y los salafistas. Ciertamente el nacimiento de la democracia en Egipto generaba enormes expectativas para los países de la región y para el mundo, pero aprender a vivir en un sistema desconocido no resulta sencillo, en especial, cuando millones de ciudadanos se sienten defraudados tras una lucha que costo literalmente sangre, sudor y lágrimas. Esta nación vive hoy una enorme y colectiva decepción, lo peligroso es que aún no se sabe si es de la democracia o de la persona a quien correspondió dar los primeros pasos. Pan, justicia y libertad, principios de la revolución de 2011 no encontraron respuesta en el gobierno de Mohamed Morsi, por eso, a muchos no les extraña el desenlace.
 
Hace ya varias semanas que la emblemática Plaza Thair, en El Cairo, se convirtió de nuevo en el epicentro del descontento, las manifestaciones de calle, dejaban al gobierno un sinsabor y la certeza de que se vivían días frágiles, pero Morsi no daba su brazo a torcer, a pesar de que incluso su gabinete lo estaba dejando solo. Cuando la situación se hizo realmente critica, le tocó de nuevo a los militares un rol protagónico, dieron al mandatario un plazo de 48 horas para responder al clamor popular, pero este lo ignoró, y fue así como con los tanques en las calles, el jefe del Ejército, Abdel Fattah al Sisi, Ministro de Defensa, jefe del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas y antiguo líder de la inteligencia militar del país, anunció a través de la televisión estatal que ya Morsi no era presidente y que se suspendía la Constitución.

Los militares egipcios se han desplegado en las calles para ponerse de lado de los ciudadanos en 1977, 1987 y 2011, y aunque nunca tomaron acciones directas, es un hecho que, en esta oportunidad, estamos ante un Golpe de Estado que se ha justificado como una respuesta a la lucha popular. Abdel Fattah al Sisi anunció además que habrá elecciones presidenciales y parlamentarias a la brevedad posible, y mientras se diseña la arquitectura de un nuevo proceso de consulta popular, el vicepresidente del Tribunal Constitucional, Adly Mansur, nacido en 1945 y graduado en Leyes en 1967, se encargará de la presidencia durante el periodo de transición, a pesar de que un altísimo porcentaje de la población no tiene idea de quién es él.
 
Este miércoles 3 de julio de 2013, con los acontecimientos en desarrollo, ya se cerraron los medios de comunicación de corte religioso, especialmente los manejados por los Hermanos Musulmanes, se suspendieron las garantías, se dieron los primeros enfrentamientos violentos con muertos incluidos, y se prohibió a los más relevantes islamistas, entre ellos al ahora ex mandatario, abandonar el país. Todo esto mientras Morsi, declaraba a través de un comunicado que "Todos los ciudadanos, civiles y militares, líderes y soldados, deben comprometerse con la Constitución y la ley y no deben responder a este golpe de Estado". Sin embargo, los sucesos no parecen respetar el hecho cierto de que él llegó al poder como resultado de un proceso electoral legal y legítimo.
 
En la plaza Tahrir el ambiente es festivo, plagado de banderas, vuvuzelas, tarjetas rojas para decirle adiós a Morsi, láseres y fuegos artificiales, pero en contraparte, en la plaza Rabea al Adauiya, decenas de miles de seguidores del depuesto Morsi llaman a viva voz a la idea de un millón de mártires, insistiendo en que están dispuestos a morir, de allí que entre la celebración y la tensión, el principal temor sea que se desate la violencia, y con ella llegue un nuevo baño de sangre.
 
El futuro democrático del país, cuenta con cierta fortaleza a pesar del crítico momento, considerando que la Hoja de Ruta presentada por las Fuerzas Armadas, que incluye un gobierno provisional de tecnócratas civiles, una nueva Constitución y la convocatoria a nuevas elecciones, cuenta con el apoyo de Mohamed el Baradei, portavoz de la oposición, del máximo representante sunita, el jeque de la institución islámica de Al Azhar, Ahmed al Tayeb, y del Papa copto, Teodoro II. Esta es una historia en desarrollo, la gran pregunta sobre el futuro de la democracia en Egipto es: ¿A quién respaldarán los ciudadanos con su voto?, y no solo hablamos de un hombre, sino de una visión del islam, moderada o radical.