M.Sc. Belén González
Muchos pensamos que difícilmente la Iglesia Católica nos daría una sorpresa más grande que la renuncia de Benedicto XVI, pero nos quedamos cortos. Tras 5 votaciones del cónclave, apareció la fumata blanca y el anuncio de que Habemus papam, eso se esperaba, pero todos quedamos atónitos al saber que, por primera vez en la historia de una institución con más de 2 mil años, un latinoamericano era el nuevo papa. Se trata del cardenal Jorge Mario Bergoglio, de 76 años, nacido en Buenos Aires, Argentina, descendiente de italianos, y quien durante el concilio vaticano de 2005 obtuvo la segunda mayor votación después de Joseph Ratzinger.
Durante los cuatro días de especulaciones sobre quién sería designado sucesor de Benedicto XVI, los nombres más citados por los expertos eran: el italiano arzobispo de Milán, Angelo Scola, el brasileño Odilo Scherer, el canadiense Marc Ouellet, prefecto de la congregación para los Obispos, y del mediático estadounidense Timothy Dolan, arzobispo de Nueva York. Bergoglio, aunque admirado y respetado, era más bien visto por los analistas como un cardenal de gran influencia en la orientación de los votos, pero la mayoría de los cardenales pensó distinto y decidió que el cardenal argentino reunía las condiciones para renovar la cuestionada curia y traer un soplo de aire fresco a la Iglesia, con la modestia, humildad y sencillez que lo caracterizan.
Bergoglio, es un hombre especial en muchos sentidos, siendo cardenal, vivía en un sencillo apartamento, no tenía servicio, ni chofer, iba a su trabajo en autobús y se cocinaba su propia comida. Se le reconoce como un teólogo con valiosos aportes a la iglesia, ordenado, dedicado, defensor de los pobres, de ideas firmes y moralista ortodoxo, y se le reconoce por modernizar la iglesia argentina, una de las más conservadoras en América Latina.
Quien a partir de este 13 de marzo de 2013, será conocido como el Papa Francisco, a quien no hay que llamar primero porque no es indispensable la numeración cuando un nombre santo se toma por primera vez, es además jesuita, y en eso también ha logrado romper paradigmas, pues es el primer miembro de esa congregación que ocupa la silla de San Pedro. La elección del nombre que ostentará como Santo Padre ha generado una enorme intriga, porque escogió a San Francisco y no a San Ignacio de Loyola. Esta elección es personal, y cada decide ser llamado de una determinada manera para homenajear a una figura que lo haya inspirado a lo largo de su vida.
En este caso, si la elección se hizo en honor a la figura de San Francisco de Asís, podría estar inspirando en el hecho de que este santo, por demás especial, enamorado de la pobreza y el servicio, encarna el sacrificio por los demás. Pero además, él fue convocado por el papa Inocencio III, cuando vio en sueños que la Iglesia de Roma estaba a punto de derrumbarse para que lo ayudara a evitarlo. Amigo de la naturaleza, tocaba corazones e inspiraba nuevas vocaciones. Pero la escogencia, también pudo haberse hecho como homenaje al gran misionero jesuita San Francisco Javier.....