Prof.
Eloy Torres
Nietzsche,
popularizó el concepto de los estoicos sobre “el eterno retorno”. El triunfo de
Alexis Tsipras y el movimiento Syriza en
Grecia, lo representa hoy. Una tragedia para
ese país. En la antigüedad, los sofistas
hicieron de las suyas con su retórica y verbo dialéctico al convertir mentiras
en verdades. Su especulación filosófica impulsó el
aliento antropológico. El hombre era el centro de sus reflexiones. Hoy, de
nuevo, Grecia experimenta un reencuentro con esos mismos individuos, cuya
cabeza visible es el citado joven líder de ese aluvión llamado Syriza.
Nietzsche
describió, la dicotomía entre lo apolíneo y lo dionisíaco. Ambos conceptos
nacen de las divinidades helénicas (Apolo y Dionisio) El primero representa: la
perfección, ponderación y racionalidad; en tanto que el segundo, lo contrario:
el éxtasis, disolución de las formas y de todo lo estable. Según Nietzsche éstas
se interponen permanentemente, particularmente en el arte. No obstante, nos
permitimos extenderlo a la historia y la política.
Triunfó el
populismo de izquierda en el país donde nació la democracia ¿Acaso morirá en el
siglo XXI? En Venezuela, cuando
Aristóbulo Isturiz ganó la Alcaldía del Municipio Libertador, Carmelo Lauría le
dijo: “ahora sabrás que no es lo mismo pedir agua que dar agua”. Bueno, el caso
de Syriza es similar. Su fogosidad, juventud y carisma, no serán suficientes
para enfrentar la tarea de dirigir un país en la Unión Europea, pero en crisis.
La historia enseña
que el experimento dionisíaco trae frustración. Venezuela lo confirma. Son más
de 15 años con los efectos de la irresponsabilidad de los votantes por el
oficialismo y de la oposición. Hoy el país, acaricia una salida de proporciones
autoritarias. Grecia, también lo experimentará y aún no lo intuye. El desenlace
será trágico. Una vez que Syriza no pueda brindar la felicidad ofrecida, Grecia abrazará al Partido “Amanecer Dorado”
que logró un impactante y creciente tercer puesto. Es un sentimiento que nunca ha
salido de sus extrañas; es una nación, ortodoxa y atrasada económicamente. En
una ocasión incitamos a leer a Max Weber quien destacó el valor de las naciones
educadas en el protestantismo y de cómo éstas alcanzan elevados niveles de
desarrollo. En tanto que los países de otras religiones, entre ellas la
ortodoxa, son caldo de cultivo para el fascismo. España está a la espera,
mientras, Grecia, toda esperanzada, grita: Proto
forá, aresterá (Por primera vez, la izquierda) y rechaza la salida apolínea
y abraza la dionisíaca. Es el eterno retorno al desastre del cual escribiera
Kazantzakis en su novela Alexis Zorba. Un desastre kataplijticó (extraordinario)
pero, desastre, al fin.
Publicado originalmente en 2001
@eloicito