Embajador (r) Julio César Pineda
Quienes hemos vivido en el Medio Oriente y tratamos
de conocer a profundidad lo laberíntico de ese mundo, observamos con interés y
atención la nueva realidad de Arabia Saudita, con la muerte del rey Abdalá bin
Abdulaziz y el ascenso de su hermano Salman bin Abdulaziz. El nuevo rey, aunque
enfrenta grandes desafíos, ya ha dado pasos en la misma línea tradicional y
conservadora de su hermano fallecido a los 90 años y con quien tiene una
diferencia apenas de 11 años.
Salman nació en 1935 y desde el 2012 su destino
monárquico estaba decidido. Él es uno de los 44 hijos varones del fundador de
la dinastía y primer monarca, Abdelaziz bin Saud. Hasta ahora seis de los hijos
del primer rey han sido monarcas, y ya es seguro que el séptimo, Muqrim bin
Abdelaziz de 69 años, será el próximo.
Para Estados Unidos la relación con Arabia Saudita
es tan importante, que el Presidente Barack Obama y su esposa no demoraron en
cumplir el protocolo del pésame y manifestaron su apoyo al nuevo Rey. Para
Washington no hay otra alternativa, especialmente después de la llegada al
poder de los Ayatolá en Irán y su actitud hostil ante Estados Unidos como ante
Riad. Desde 1945, la alianza entre el Rey Saud y el Presidente Roosevelt
finalizando la II Guerra Mundial, continúa intacta y cada vez más sólida.
En su primer discurso, el Rey Salman insistió en la
necesidad de la unidad entre el pueblo árabe y a su vez entre los árabes y
musulmanes. El arco chiita con epicentro en Teherán se extiende a Siria,
Líbano, Yemen, Irak y Bahréin.
En el conflicto de Siria, Arabia Saudita y sus
aliados árabes e incluso Turquía, se han manifestado por el derrocamiento del
Presidente Bashar al-Assad, mientras que el mayor apoyo del actual Presidente
sirio ha sido el gobierno de Irán, particularmente durante el mandato del Ex-Presidente
Ahmadinejad. Las reservas mil millonarias de Riad, producto de una racional
gestión del petróleo en los buenos tiempos, les permite capear la caída de los
precios de los hidrocarburos y diversificar su economía.
Especialistas de la región afirman que el sacrificio
de Arabia Saudita se justifica frente a adversarios como Irán y en parte Rusia.
Teherán tendrá que reducir toda inversión en el proyecto nuclear con fines
bélicos y Rusia cambiar su actitud, especialmente en el caso sirio, donde posee
su única base militar en el Mediterráneo. Ojalá que el gobierno del Presidente
Maduro pueda comprender esta compleja dinámica, porque entrar en ese laberinto
sin conocer las variables del Medio Oriente puede ser desastroso para la
política petrolera venezolana.
El Presidente Chávez privilegió la relación con
Irán en los tiempos de Ahmadinejad y esto nos alejó de Arabia Saudita y de la
OPEP. Por eso lo infructuoso de la visita del Ex-Canciller y Ex-Ministro de Petróleo,
Rafael Ramírez, y de la difícil tarea del propio Presidente con sus dos viajes
a Riad, incluyendo el último para despedir al Rey Abdalá y relacionarse con el
nuevo monarca.
Debemos volver a la buena relación, pero equidistante
con Riad y Teherán. El Mundo ha cambiado. Existe un nuevo fenómeno en el Medio
Oriente que obliga a la convergencia total entre los principales actores. Lo
que queda de Al-Qaeda y ahora el ISIS, con el ejército de levante y su
califato, es una amenaza para el planeta. Esta es la justificación de la política
común para enfrentar al ISIS, por parte de Arabia Saudita, de Irán, de Turquía,
de Europa y de Estados Unidos. Las exequias del Rey demostraron esta nueva
realidad, allí coincidieron junto al Presidente Obama el Ministro de Relaciones
Exteriores de Irán, Mohamed Jabad Zarif, y el Primer Ministro de Turquía,
Recept Tayyip Erdogan.
Recomiendo, para comprender la realidad del
reino, el libro de Pascal Ménoret "El enigma saudita". El autor demuestra lo extraordinario de este Estado, más
allá de la visión equivocada de los beduinos, los camellos y los integristas religiosos.
Esta nación no es sólo petróleo al servicio de la abundancia. Allí, por el
contrario, nació la filosofía wahabista, que es la primera revolución de los
tiempos modernos y primera expresión del nacionalismo árabe.
Su historia arranca en 1774 con Muhammad ben Saud
como Emir del pequeño Oasis de Diriya, desde donde comenzó la unificación de la
península. Reino destrozado por los ingleses y los egipcios entre 1809 y 1818.
Como segundo Estado, entre 1845 y 1865, alrededor de Riad, su actual capital. Y
la actual realidad entorno a las ciudades santas que en 1932 se transformó en
reino, abierto al mar, impulsando la modernización y la universalidad. El
petróleo ha sido su riqueza pero también su desestabilizador, sin embargo han
sabido sembrar el petróleo, y de él sustentar su gran desarrollo industrial y
financiero. Mucho tenemos que aprender de ello.
Publicado originalmente en El
Universal
@jcpinedap
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