Dr. Kenneth Ramírez
Rusia enfrenta una nueva crisis asociada al mercado petrolero. En 1986,
el desplome de los precios tras el abandono de Arabia Saudita de su rol como
productor de equilibrio –swing producer-
condujo a la caída de la Unión Soviética (URSS). El hundimiento de los precios debido
a la Crisis Asiática y la guerra entre productores –entre ellos Venezuela y Arabia
Saudita-, produjo una fuerte recesión económica y el impago de la deuda -el llamado
“Efecto Vodka”- en 1998, lo cual llevó a renunciar a un enfermo Boris Yeltsin y
trajo a un desconocido Vladimir Putin al poder. Posteriormente, Rusia se vio brevemente
afectada por la corta caída de precios a raíz de la crisis financiera de 2008. Y,
finalmente, la caída de los precios de este último año debido a la débil
demanda petrolera y la guerra de jeques contra esquistos, aunado al efecto de
las sanciones impuestas por el conflicto de Ucrania, han generado pérdidas de
alrededor de 160 millardos de dólares, una dura recesión económica -el FMI
estima una contracción del PIB de 3,8% en 2015 y 1,1% en 2016- y un escollo
para las ambiciones globales de Putin.
La diplomacia petrolera venezolana se esforzó en los últimos meses en materializar
una coordinación entre Rusia y la OPEP para realizar recortes conjuntos y apuntalar
los precios. Esto se tradujo en tres visitas del Presidente Maduro a Moscú, y
cuatro del Ministro de Petróleo, Asdrúbal Chávez, desde diciembre de 2014. Sin
embargo, en lugar de recortes, la producción petrolera rusa ha aumentado en 200
mil barriles diarios (MBD) respecto a 2014, hasta alcanzar 10,7 millones de barriles
diarios (MMBD) en junio de 2015 –récord de la era pos-soviética. Existen varias
razones que explican esta posición de Rusia.
En primer lugar, el rol de las ideas. Cuando los precios empezaron a
caer, la incertidumbre era creciente y Venezuela iniciaba contactos para eventuales
recortes coordinados; el Ministro de Energía ruso, Alexander Novak, contrató un
estudio del centro de pensamiento –think
tank- Instituto Skolkovo liderado por el experto Grigory Vygon. Dicho
informe concluyó que la OPEP no cooperaría debido a la posición saudita de
expulsar del mercado a los productores menos eficientes; agregando que, si
Rusia decidía recortar, Arabia Saudita y Libia tomarían su cuota de mercado en Europa.
Además, esto agravaría los problemas presupuestarios de Rusia. Por ello, el
Ministro Novak y el Presidente de Rosneft, Igor Sechin, optaron por no acordar
recortes en una reunión a puerta cerrada en el Hotel Grand Hyatt de Viena,
donde acudieron el Ex-Canciller Rafael Ramírez; el Ministro saudita Alí
Al-Naimi, y el Ministro de Energía de México, Pedro Joaquín Coldwell, días antes
de la 166° Reunión Ministerial de la OPEP, el 25 de noviembre de 2014.
En segundo lugar, la desconfianza entre Moscú y Riad. Putin considera
que el finado Rey Fahd ayudó a Ronald Reagan a destruir la URSS inundando el
mercado en 1986, y años después lanzó una guerra de precios para frenar la
recuperación de su industria petrolera rusa ocasionando el “Efecto Vodka”.
Tomando en cuenta estos antecedentes, Putin entendió que “hay un elemento
político” en la caída de precios. Es decir, la posición saudita de no defender
los precios también buscaba castigar a Rusia por apoyar a Irán y Assad en Siria,
y ayudar a su aliado Barack Obama en el pulso con Putin por Ucrania. Por su
parte, Riad considera que Moscú jamás ha colaborado con la OPEP, e incluso
cuando ha acordado hacer recortes conjuntos como en 1999 y 2008, realmente no
los ha materializado y ha aprovechado para tomar la cuota de mercado del grupo.
En tercer lugar, consideraciones técnicas y económicas. El 85% de la
producción proviene de campos maduros en zonas con un clima hostil. No resulta
fácil para Rusia realizar recortes y luego recuperar producción. Por lo tanto,
Moscú ha estimado conveniente dejar caer el rublo en 50%, disminuir los impuestos
petroleros y aumentar la producción. Adicionalmente, de su participación en el 6°
Seminario Internacional de la OPEP realizado el 3 de junio de 2015, el Ministro
Novak extrajo un potente argumento: Los precios se han estabilizado en 60 $/Bl y
se recuperarán en los próximos dos o tres años; ergo, Rusia tiene reservas
financieras suficientes -398,9 millardos de dólares- para capear el temporal.
No obstante, estos cálculos parecen estar minusvalorando algunos
elementos. Los productores de esquistos de EEUU están siendo mucho más
resistentes de lo esperado y algunos informes señalan que sin recortes los
precios apenas se recuperarán desde el nivel actual para alcanzar los 75 $/Bl
en 2025. Con precios deprimidos y sanciones, la industria petrolera rusa no va
a ser capaz de repetir el “milagro de Siberia Occidental” que siguió a 1998. Se
han agotado los campos baratos. Las reservas por explotar están en zonas
remotas de Siberia Oriental, en aguas del Ártico, o son yacimientos de esquistos,
que requieren tecnología que ha sido objeto de sanciones. Además, el clima de
inversión se ha deteriorado con el arresto de Vladimir Yevtushenkov y la toma
de su empresa Bashneft –sexto productor ruso con 320 MBD- en 2014, lo cual
recordó el caso de Mikhail Khodorkovsky y la nacionalización de los activos de Yukos
en 2004 –que consolidó a Rosneft como empresa petrolera nacional con 40% de la
producción rusa. En consecuencia, la Agencia Internacional de Energía ha
señalado una caída de producción de 560 MBD en 2020. Antes pronosticaba que
alcanzaría 11 MMBD en 2019, cerca del récord de la URSS de 11,4 MMBD en 1988.
Esta crisis debería estimular a Rusia a introducir reformas para disminuir
su dependencia de los hidrocarburos -68% de sus ingresos por exportaciones-,
cerrar el capítulo de Ucrania a través de los acuerdos de Minsk y coordinarse
con la OPEP para rescatar los precios del petróleo -siendo positiva la reciente
visita del Príncipe heredero Mohamed bin Salman a San Petersburgo. ¿Y usted qué
opina?
Publicado originalmente en El Mundo Economía y
Negocios
@kenopina