Lic. Jonás Estrada Aguilera
El pasado 11 de marzo, en Crimea y Sebastopol, celebraron
el primer aniversario de la polémica reunificación de la República de Crimea
con la Federación de Rusia. Esta reunificación se produjo a raíz de la crisis política
desencadenada por las protestas en Ucrania contra el derrocado Presidente Viktor
Yanukovich; y tuvo como grandes protagonistas a los servicios secretos rusos y la
Flota del Mar Negro que tiene su base en el puerto de Sebastopol.
Hay que tomar en cuenta que desde hace mucho tiempo, tras
la caída de la URSS, los ciudadanos crimeos -incluyendo a los habitantes de
Sebastopol-, querían formar parte de Rusia, y eso se demostró con el referéndum
de 2014.
Vale acotar el factor demográfico de Crimea que es muy
importante a la hora de analizar los resultados de estos comicios que hicieron
posible la reunificación. De acuerdo a las cifras más recientes, la mayoría
étnica de Crimea son rusos, que forman el 60% de la población, la segunda
población étnica con más representantes son los ucranianos, que forman el 25%,
y en el tercer lugar están los tártaros con el 12%. Mientras en Sebastopol, la
ciudad más grande de Crimea, el 70% de la población es rusa; el 22%, ucraniana;
y casi no hay tártaros.
El 97% de la población de Crimea tiene el ruso como
lengua principal. Esto significa que a Crimea le afectó mucho una de las
primeras decisiones del Gobierno interino de Kiev que se formó tras el triunfo
de la “Revolución EuroMaidán”, el cual canceló la ley que permitía que el ruso
(y otros idiomas minoritarios) fuera oficial en las regiones multiculturales.
También es importante estudiar y analizar los
antecedentes históricos. La primera guerra turco-rusa (1768-1774), permitió a
Moscú controlar de facto todo el sur de Ucrania -hasta entonces dominada por el
Imperio Otomano a través de su Estado títere, el Kanato de Crimea (Balta)-,
mediante el Tratado de Küçük Kaynarca. Los otomanos fueron forzados a reconocer
la independencia de Balta bajo influencia rusa, y cedieron a Rusia la parte de
la región Yedisán entre los ríos Dniéper y Bug Meridional. Este territorio
incluía el puerto de Jersón y proveyeron al Imperio ruso de su primer acceso
directo al Mar Negro. Asimismo, el Tratado otorgó a Rusia los puertos crimeos
de Kerch y Enikale y la región de Kabardino-Balkaria en el Cáucaso.
La segunda guerra ruso-turca (1787–1792), se debió al
intento frustrado del Imperio Otomano por reconquistar territorios cedidos a
Rusia en el curso de la anterior guerra, cuyo resultado fue una victoria
definitiva del Imperio Ruso sobre el Imperio Otomano, a través del Tratado de
Iași, que pone punto final al conflicto otomano-ruso y otorga a Moscú el
control sobre toda la costa septentrional del Mar Negro.
Cuando Crimea fue recuperada por la Unión Soviética en la
II Guerra Mundial, la población autóctona de tártaros musulmanes fue víctima de
la represión estalinista, bajo de la acusación de colaboracionismo con la
ocupación alemana. En mayo de 1944, la NKVD (antecesor de la KGB y actual FSB),
deportó cerca de 200.000 tártaros de Crimea a Asia Central, en un proceso
conocido como “Sürgün”. La represión también supuso la abolición de la
autonomía: el 30 de junio de 1945, la República Autónoma fue convertida en el
óblast (provincia) de Crimea, dentro de la República Socialista Soviética de
Rusia. Tres años más tarde la ciudad de Sebastopol, base de la Flota del Mar
Negro, recibió el estatus de centro administrativo y económico independiente de
la óblast de Crimea.
El 19 de febrero de 1954, siendo Nikita Krushchev el
Primer Secretario del PCUS, el Presidium del Sóviet Supremo de la Unión
Soviética aprobó un decreto para transferir el óblast de Crimea de la RSS de
Rusia a la vecina RSS de Ucrania.
Pero Krushchev jamás pensó que esa decisión de que Crimea
fuese a formar parte de Ucrania, la iba a separar totalmente de Moscú, como
ocurrió con la caída de la URSS, y la eclosión de Ucrania y la Federación de
Rusia como Estados separados y enfrentados. Esto ha generado malestar a los
rusos, que siempre han considerado Crimea parte de integral de la Federación de
Rusia. A su vez, tampoco pensó que los mismos rusos que habitan en dicha
península jamás se consideraron ucranianos sino ciudadanos rusos.
En conclusión, más allá de las críticas, podemos decir,
que tomando en cuenta los antecedentes históricos y realidades demográficas, Crimea
y Sebastopol son parte integral de la Federación de Rusia, y sencillamente
Vladimir Putin actuó acorde a su patriotismo y en defensa de sus intereses
nacionales, lo cual le ha granjeado un gran apoyo popular tanto en Rusia como en
Crimea.
No obstante, hay que tener presente que tras la
reunificación de Crimea y Sebastopol, la Federación de Rusia tiene el objetivo
fundamental de dotar a la península de Crimea de todas las infraestructuras
necesarias que ha perdido con la anexión a Rusia. También busca unir la
península a la parte continental rusa a través de un puente que está previsto
construir en el Estrecho de Kerch. Se calcula que todo el proceso, incluido el
cambio de la moneda ucraniana (Grivna) a la moneda rusa (Rublo), le va a costar
a Moscú varios miles de millones de euros.
El Primer Ministro ruso, Dmitri Medvédev anunció que hay
planes para establecer una zona económica especial en la península, con el
objetivo de que Crimea pase de ser una región que depende de los subsidios a
una región contribuyente. Ucrania dotaba a Crimea de dos tercios de su
presupuesto. Pero no se sabe hasta ahora de esos planes y cómo se van a hacer
realidad. Se ha hablado de algún tipo de exención fiscal que ayude a atraer
inversiones. Se considera a Crimea una zona muy prometedora sobre todo por su
privilegiada situación geográfica, y todo el territorio podría convertirse en
una zona económica especial mixta, con diversos ámbitos de desarrollo.
Antes de la reunificación, la principal actividad
económica de Crimea era el turismo, pero no va a ser fácil que se recupere
porque el 80% de los turistas eran ucranianos. Esto supone que Moscú tendrá que
hacer un esfuerzo económico mayor para poder levantar su nuevo miembro federal.
También Rusia tendría que desarrollar los transportes y
renovar los puertos -que son de los más viejos del Mar Negro-, lo que será
necesario si se quiere aumentar su potencial comercial. El objetivo es
conseguir que Crimea sea autosuficiente en un plazo de entre tres y cinco años,
y se espera que a las empresas estatales les sigan las privadas. A largo plazo,
una vez se resuelva el estatus de Crimea a nivel internacional, se espera regresen
los inversionistas extranjeros, sobre todo los de la Unión Europea.
Otro problema que posee Crimea que debe resolverse de
manera inmediata, es el suministro de agua, porque, aunque para el consumo humano
está garantizada, no lo está para la agricultura, ya que procede de Ucrania y
ésta ha limitado el suministro. Esto supone que Rusia debe negociar con Kiev o tomar
otros territorios del Este de Ucrania -para romper el aislamiento de la
península- en el conflicto que mantiene abierto con Kiev.
@jonaspatriota
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