Dr. Kenneth Ramírez
Primavera
en Viena. Buena época para visitar la capital de la renaciente Mitteleuropa, ya que la temperatura
agradable permite recorrer sus vetustos palacios rebosantes de obras de arte y música
clásica, y sus jardines coloridos acariciados por el sol. En el marco de esta
temporada, los vieneses han estado acostumbrados por más de dos décadas, a un
ritual llamativo: el paseo matutino del doyen
del mercado petrolero, el hasta un mes Ministro de Petróleo de Arabia
Saudita, Alí Al-Naimi. Muy temprano docenas de reporteros acompañaban la
caminata del octogenario de baja estatura por la avenida Ringstrasse llena de cerezos en flor y edificios monumentales,
intentando descifrar sus intenciones; lo cual llevaba a algún turista desinformado
a preguntarse si una estrella de Hollywood había llegado a la ciudad. No esta
vez… El sucesor de Naimi, Khalid al-Falih, viene de presidir Saudi Aramco y
tiene un estilo menos histriónico. Tras llegar a Viena días antes de la 169° Reunión
Ministerial de la OPEP celebrada el 2 de junio, ingresó discretamente a través
de una puerta lateral al Hotel Hyatt, donde escogió alojarse en la lujosa suite
del último piso. Al día siguiente, inspeccionó el salón donde se reuniría con
sus homólogos y aseguró al personal de la OPEP que Riad seguía valorando la
organización. Interactuó muy puntualmente con los periodistas en un estilo
cauteloso; y trató de apaciguar con lenguaje diplomático las heridas abiertas
tras el fracaso de la reunión entre países OPEP y No OPEP en Doha el pasado 17 de
abril. De hecho, el Ministro Falih realizó reuniones previas con 6 delegaciones
(Nigeria, Venezuela, Argelia, Qatar, Kuwait y Emiratos Árabes Unidos) y los
invitó a una cena agradable, para evitar que los desacuerdos que bien sabía que
subsisten, tornaran en áspera su primera reunión en la OPEP.
En
efecto, el Ministro Falih mantuvo la estrategia puesta en marcha por su
predecesor en 2014, cuando la OPEP decidió no recortar la producción para
defender cuota de mercado y los precios se desplomaron. Por ello, presentó en
tono conciliatorio una propuesta para fijar un techo de producción colectivo,
la cual fue nuevamente objetada por el Ministro de Petróleo de Irán, Bijan
Zanganeh, quien defendió el regreso al sistema de cuotas de producción abandonado
en 2011 y reclamó para Irán una similar al nivel pre-sanciones de 3,61 millones
de barriles diarios (MMBD), incluso con la posibilidad de alcanzar un nivel de
4,8 MMBD para 2020. No entró en polémicas con su homólogo persa, quien entendió
esto como una aceptación de su postura. En lugar de ello, el Ministro Falih
utilizó la reunión que se prolongó por 3 horas, para señalar que no aumentaría
más la producción saudita, y transmitir un mensaje optimista recogido en el
comunicado final: el mercado se está rebalanceando con la salida de producción
No OPEP y el fortalecimiento de la demanda, generando una recuperación gradual
de los precios del petróleo hasta niveles de 50 $/Bl –un incremento de casi 100%
respecto a los niveles de enero. Además, agregó que este nivel moderado no era
adecuado para fomentar inversiones necesarias para mantener el mercado
abastecido a largo plazo –una afirmación vaga que trocó en un hermoso vals de
Strauss en los oídos de los frágiles de la OPEP como Nigeria, Argelia, Libia y
Venezuela.
Tras
año y medio, la estrategia Naimi destinada a expulsar a los competidores menos
eficientes del mercado, y en concreto a productores de esquistos, muestra
signos de éxito. En EEUU, la producción de petróleo se reducirá este año en 1
MMBD –por primera vez en los últimos 8 años-, 130 pequeñas empresas petroleras
se han declarado en bancarrota y otras están reduciendo sus gastos para hacerse
más eficientes y resistir. Pero la medicina también ha sido dura para Riad, que
ha anunciado reformas ambiciosas con la “Visión Saudita 2030”.
El
Ministro de Petróleo venezolano, Eulogio del Pino, presentó una nueva propuesta
sobre rangos de producción, según la cual los países miembros tendrían bandas
mínimas y máximas para gestionar colectivamente disrupciones de producción. Tal
propuesta fue tan exótica y voluntarista que no tuvo eco alguno, y constituyó una
nueva derrota venezolana tras el fracaso de Doha.
Los
gestos diplomáticos del Ministro Falih, al menos sirvieron para acordar con el
Ministro Zanganeh, la elección de un nuevo Secretario General de la OPEP. El
libio Abdallah El-Badri en el cargo desde 2007, llevaba más de tres años de lo
permitido estatutariamente. Los candidatos eran el nigeriano Mohamed Sanusi Barkindo,
el indonesio Sudirman Said, y el venezolano Alí Rodríguez Araque, quien fue Secretario
General de la organización entre 2001 y 2002. Ni sus credenciales ni las
labores intensas de la diplomacia petrolera venezolana para intentar alcanzar
un esquivo acuerdo OPEP-No OPEP desde 2014, sirvieron para obtener el cargo.
Arabia Saudita mira a Venezuela como aliado de Irán, e Irán apoyó al candidato
nigeriano -finalmente electo- dada su molestia con Caracas por impulsar un
acuerdo de congelamiento de producción ideado por Riad para colocar presión
sobre Teherán. Otra derrota emblemática que denota la pérdida de influencia de
Venezuela en la organización en los últimos años, aparejado al descenso de su
producción y su seguidismo a la geopolítica persa en el Medio Oriente. Todo
esto por no mencionar la improvisación de presentar al candidato venezolano a
última hora. Un manual perfecto de lo que no debe hacerse.
Finalmente,
cabe mencionar, que Gabón ha decidido retornar a la OPEP –ingresó en 1975 y la
abandonó en 1994- siguiendo el ejemplo de Ecuador e Indonesia. Gabón es un
pequeño país africano cuya producción ha declinado desde su pico de 370 mil
barriles diarios en 1997 hasta 240 mil barriles diarios en la actualidad. Su
regreso simbólico permite a la OPEP combatir la matriz de opinión que proclama
su muerte debido a su actual disenso interno. ¿Y usted qué opina?
@kenopina