martes, 30 de agosto de 2016

La paz y sus perspectivas


Prof. Félix Gerardo Arellano

Es muy factible que el próximo 02 de octubre gane el SI en el plebiscito que consulta al pueblo colombiano sobre el acuerdo de paz con las FARC-EP, el bajo nivel del umbral establecido, el 13% del padrón electoral, es una garantía de confianza para el gobierno. Y todos compartimos que, luego de más de cincuenta años de guerra, con unos costos humanos impactantes, la paz es necesaria. Además, la paz en Colombia beneficia a toda la región; empero, existe legítima preocupación sobre las perspectivas de las paz, tanto para Colombia, como para sus vecinos. Varias de las dudas que han presentado los críticos no han sido atendidas y el gobierno moviliza su maquinaria con aires triunfalistas y con la rigidez que le caracteriza.

La paz es necesaria y la negociación ha sido compleja, técnicamente detallada y exhaustiva, un gran esfuerzo; empero, desde sus inicios ha presentado debilidades, que fueron alertadas y no resueltas. La agenda inicial de la negociación representó un triunfo para las FARC, la presentaban como un beligerante, calificación que fue permanentemente rechazada por el gobierno colombiano. Sentarse con un grupo, ayer considerado terrorista y narco guerrilla, a negociar políticas públicas que son competencia de los órganos legislativos, resultaba desproporcionado. Iniciar el proceso de negociación sin el desarme de la guerrilla fortaleció sus posiciones. Adicionalmente, que el Presidente Santos presente la negociación como su proyecto personal, le ha restado confianza y participación nacional.
Cuando el gobierno promueve el acuerdo de 297 páginas, a muchos colombianos preocupa que el tecnicismo de la justicia transicional, se convierta en la práctica en la impunidad de los delitos atroces, crímenes de guerra y de lesa humanidad. El procurador del país lo ha alertado, sin mayores resultados. Los diez curules garantizados en el Congreso para el 2018 y 2022, pueden parecer insignificantes, pero afectan a pequeños grupos políticos colombianos que les resulta difícil lograr representación por la vía democrática, en el rígido juego político colombiano.

También inquieta como el hábil discurso gubernamental ha eliminado las vinculaciones de las FARC con el rentable negocio del narcotráfico y los secuestros. Un marketing subliminal que pareciera promover la “pureza ideológica” de las FARC, ha dejado anonadado al país. En este momento pareciera que el gobierno también trata de ocultar el tema de los disidentes de las FARC que no apoyan las negociaciones, que seguramente aspiran mantener su negocio de guerrilla vinculado al narcotráfico.

Por otra parte, el discurso gubernamental presenta el plebiscito en una polarización maniqueista, entre paz y guerra, lo que es falso y manipulador. Nadie rechaza la paz, pero en democracia se pueden cuestionar algunos de las estrategias y tácticas de negociación y del texto del acuerdo. Dividir el país puede dar resultados a corto plazo, para garantizar el triunfo del plebiscito, por el bajo nivel del umbral del 13%, pero puede dejar una población resentida para las elecciones del 2018.

Las lecturas pedagógicas de algunos puntos débiles de la negociación y del acuerdo resultan delicadas. Una de ellas es que pareciera conveniente promover la guerrilla, para garantizar beneficios procesales en la justicia transicional, subvenciones personales y cargos seguros en el Congreso.

En otro orden de ideas, también preocupa que las FARC no evidencien haber comprendido sus colosales errores, ni superado su anacrónico y falso discurso. Esperemos que el pueblo colombiano, que conoce muy bien lo duro que es prosperar, no se deje engañar con los cantos de sirena que prometen la riqueza fácil, distribuida por un todo poderoso, que aspira llegar al poder por la vía democrática, para luego destruir las instituciones y perpetuarse.

Para los vecinos de Colombia, es preocupante, entre otros, el silencio sobre los disidentes de las FARC, que podrían buscar refugio en las fronteras quienes, armados y con mentalidad guerrera y subversiva, pueden agravar los problemas ya existentes.

El encuentro Putin-Erdogan: implicaciones geopolíticas


Lic. Jonás Estrada Aguilera

El encuentro entre el Presidente de la República de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, y el Presidente de la Federación de Rusia, Vladimir Putin, el pasado 9 de agosto en San Petersburgo, puso fin a 7 meses de congelamiento de las relaciones bilaterales tras el incidente en el que las fuerzas militares turcas derribaron un Su-24 el 24 de noviembre de 2015. Como retaliación, Moscú impuso duras sanciones económicas a Ankara.

Unas de las razones de la reanudación de las relaciones turco-ruso, es que el Estado turco ha estado revisando su política exterior, teniendo en cuenta que Turquía se encuentra ante una situación de distanciamiento con Washington, por el caso del clérigo y multimillonario musulmán e intelectual turco Fethullah Gülen, quien ha sido acusado por Erdogan de apoyar e influenciar desde EEUU donde se encuentra auto-exiliado el intento de golpe de Estado contra el gobierno de Erdogan; y sus complejas relaciones con Bruselas desde la gestión de la crisis de los refugiados y el affaire con el humorista alemán Jan Böhmermann hasta el dilatado y accidentado proceso de adhesión a la UE, por no mencionar el conflicto kurdo. El Presidente Erdogan ha señalado que ya no está interesado en formar parte de la UE, ni la UE no ha tenido real interés en aprobar el ingreso de Turquía dado su peso demográfico, su cultura musulmana y su posición geográfica que arrastraría a Bruselas a involucrarse de manera directa con conflictos del Medio Oriente. Todo esto, ha llevado a Turquía a sopesar un posible pivote hacia el Este, es decir, un “giro euroasiático” en su política exterior.

También vale acotar que Rusia fue uno de los pocos países que se pronunció más claramente en contra del fallido golpe de Estado en contra de Erdogan el pasado 15 de julio, y eso también permite al Estado turco revisar su política exterior que ha sido considerada muy ambivalente e incierta en algunos temas como su lucha contra el grupo terrorista Dáesh y la aceptación de los refugiados del conflicto en Siria e Irak.

Otras de las razones reales del restablecimiento de las relaciones ruso-turcas es que desde el congelamiento de las relaciones ha perjudicado a ambos países, pero más a Turquía, ya que el mismo gobierno turco ha reconocido que pierde 9 millardos de dólares al año a causa de las sanciones económicas, lo que supone 1,2% de su PIB. Las mayores pérdidas se deben a los ingresos procedentes del turismo, más de 5 millardos de dólares, seguidas por el sector textil que suponen 1,2 millardos al año.

Desde la óptica rusa, debemos considerar en primer lugar, que Turquía es el segundo mayor consumidor de gas ruso. En 2015 Gazprom suministró 26.900 millones de metros cúbicos de gas natural a Turquía, solo por detrás de Alemania, y supone el 55% de las necesidades del país. Es más, en diciembre de 2014, Gazprom y la turca Botas firmaron un memorándum para la construcción de un segundo gasoducto por el lecho del Mar Negro, el Turkish Stream, con una capacidad de sesenta y tres millardos de metros cúbicos anuales. Tras la ruptura de relaciones el proyecto quedó aplazado indefinidamente. Sin embargo Turquía fue incapaz de encontrar fuentes de suministro alternativas y continuó comprando gas de los gasoductos existentes. Ahora Turquía va a impulsar junto con Rusia la construcción del gasoducto el Turkish Stream.

En segundo lugar, la parte más significativa de los activos extranjeros del mayor banco de Rusia, el estatal Sberbank, se encuentra en Turquía. En junio de 2012 adquirió el turco Denizbank por 3,5 millardos de dólares. Aunque no ha sido una operación muy exitosa ya que la capitalización del banco turco ha caído de manera constante desde entonces, hasta llegar a los 2,6 millardos en junio de este año. Según el diario ruso Védemosti, Sberbank tenía la intención de vender estos activos, algo que ha sido negado oficialmente.

En tercer lugar, los rusos necesitan los resorts turcos. A pesar del desarrollo del turismo doméstico los agentes turísticos rusos han sido incapaces de encontrar alternativas a los hoteles turcos, uno de los países más visitados. En mayo de 2016, la búsqueda de viajes se redujo en un 15,5% comparado con el mismo período de 2015. Además, muchas personas deciden no viajar tras el cierre de un de los destinos más populares.

En cuarto lugar, tras la ruptura de las relaciones, Moscú impuso un veto a la exportación de productos alimenticios turcos. Durante largo tiempo el país fue uno de los principales suministradores, y esto aumentó tras las sanciones impuestas por EEUU y la UE tras el conflicto en Ucrania. Según datos del Ministerio de Desarrollo Económico ruso, en los primeros cuatro meses del año en comparación con el mismo período del año anterior, se produjo un descenso de 274,6 millones de dólares y se pasó a no importar nada. Por ejemplo, antes de las sanciones, el 53% de todas las importaciones de tomate a Rusia procedían de Turquía, y esto ha encarecido los precios para el consumidor ruso.

En quinto lugar, los constructores turcos han realizado algunos de los proyectos  de construcción más importantes de Moscú. Por ejemplo, la empresa Enka renovó el edificio de la Duma Estatal, mientras que Renaissance Construction construyó la oficina principal de Gazprom en San Petersburgo. Según datos del diario ruso Kommersant, los beneficios anuales de las constructoras turcas en Rusia ascienden a 773 millones de dólares anuales. Tras el deterioro de las relaciones, las empresas solo podían terminar los proyectos que estaban en marcha, afectando proyectos de infraestructura de interés para el Kremlin.

No obstante, vale la pena circunscribir que la reconciliación y reanudación de las relaciones entre Rusia y Turquía alcanzada en la reunión de San Petersburgo, no debe estimular expectativas infundadas ni demasiadas esperanzas. En las relaciones entre Moscú y Ankara aún existen demasiados problemas e importantes contradicciones como para afirmar que se ha puesto la primera piedra de una nueva “alianza estratégica”, porque aún hay temas difíciles que se tienen que tratar entre ambos Estados, aunque la reconciliación actual supone un progreso considerable. Dichos temas son:

1. Las posturas diametralmente opuestas de los dos países en el conflicto sirio. Vladimir Putin apuesta por Bashar el-Assad, mientras que Recep Tayyip Erdogan intenta derrocarlo. Aunque el gobierno turco parece estar revisando su postura respecto al tema sirio, tras la operación “Escudo del Éufrates”.

2. Existe un segundo problema relacionado también con la guerra de Siria: la relación con los kurdos. Para Ankara los guerrilleros kurdos que luchan en Siria contra los radicales islamistas son sus enemigos, separatistas y aliados de los “terroristas” del Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK), en guerra contra el Presidente Erdogan. Para Moscú, los kurdos sirios son sus aliados potenciales. Y sus relaciones con los kurdos turcos siempre han sido especiales, de ningún modo hostiles.

3. El tercer problema está relacionado con el conflicto armenio-azerí. Moscú, pese al tono moderado de sus declaraciones y a su postura equidistante, es considerada por todo el Mundo como un potencial aliado de Armenia, su socio en la OTSC. En lo que respecta a Turquía, este país ni siquiera intenta mostrar objetividad ni imparcialidad. Ankara está del lado de Bakú.

4. El cuarto problema consiste en el hecho de que en Turquía operan sin limitaciones varias organizaciones abiertamente opuestas a Moscú, algunas de ellas procedentes del Cáucaso Norte y otras formadas por tártaros de Crimea. Estas organizaciones cuentan con el apoyo de diásporas influyentes, hasta el punto de que incluso si Erdogan quisiera eliminar este elemento en las relaciones con Rusia, encontraría una firme resistencia dentro del país.

5. El quinto problema es la crisis de confianza. En Moscú ya no se habla en público del incidente del avión, pero no lo han olvidado. Como tampoco han olvidado las declaraciones que hicieron “en caliente” varios políticos turcos, entre ellos el propio Erdogan, cuyas palabras al respecto no fueron nada pacíficas. Sería extraño que después del derribo del Su-24 Moscú no sacara sus propias conclusiones acerca de la fiabilidad y de la previsibilidad de las acciones del gobierno turco.

6. El sexto problema: el actual acercamiento es en cierto modo obligado. Occidente trata con cautela tanto a Moscú como, desde hace un tiempo, a la propia Ankara, y tiende a distanciarse de ellos. En este contexto, el intento de encontrar un socio alternativo, de romper el aislamiento internacional, resulta del todo natural. Al mismo tiempo, no existe ninguna garantía de que, si Turquía logra normalizar sus relaciones con EEUU y la UE, este país siga apostando por Rusia y desarrollando proyectos como el Turkish Stream. La idea de este proyecto es llevar gas ruso por el lecho del Mar Negro y el territorio turco hasta la frontera con Grecia. Para Rusia este proyecto es estratégico para suministrar gas a Europa evitando a Ucrania.

En conclusión, Erdogan está reposicionando internacionalmente a Turquía, posiblemente hacia una suerte de equidistancia entre los intereses del Atlantismo y los intereses de otras potencias vecinas, pero de seguir sus desencuentros con EEUU y la UE puede realizar un “pivote eurasiático” estrechando con lazos con Rusia y fortaleciendo vínculos políticos y culturales con los países del Asia Central y sus pueblos túrquicos. Aunque aún es prematuro, no podemos descartar esto último, teniendo en cuenta que el Presidente Erdogan está implementando de manera progresiva un nacionalismo islamizado turco y por ende desplazando el nacionalismo laico kemalista europeizante y su concomitante alineamiento atlantista.

@jonaspatriota

India: un elefante sediento de petróleo


Dr. Kenneth Ramírez

En medio de una economía mundial que crece moderadamente al 3,1% en 2015 y 2016, y 3,4% en 2017 según el FMI, debido al mal desempeño de las economías avanzadas –ahora con mayor incertidumbre debido al “Brexit”-, la crisis de Brasil y Rusia, y la desaceleración de China, destaca un punto brillante: India. El PIB indio avanzó 7,6% 2015, y lo hará en 7,4% tanto en 2016 como en 2017, siendo la economía más dinámica del G-20. Muchos analistas se refieren a este fenómeno como el “efecto Modi” en referencia al Primer Ministro indio, Narendra Modi, elegido hace dos años con la promesa de revitalizar el crecimiento mediante la reducción de la burocracia, el combate de la corrupción, la mejora del clima de negocios y la inversión en infraestructura. Esto ha disparado el consumo energético de este país de casi 1,3 millardos de habitantes.

Durante la última década, la demanda petrolera india -aunque significativa- fue muy por detrás de la demanda china. Una más lenta expansión industrial y una infraestructura colapsada, así como menores ingresos per cápita, explican este rezago. Pero ahora su economía y población están creciendo más rápido que las de China; y el gobierno de Modi está fomentando una mayor industrialización bajo la iniciativa “Hazlo en India” y construyendo 30 kilómetros de carretera por día para mejorar su red vial. Cabe destacar, que sólo 20 indios por cada mil tienen un automóvil, en comparación con 90 chinos y 800 estadounidenses. Empero, con el aumento de los ingresos, los vehículos que transitan las carreteras se duplicaron entre 2007 y 2014. Maruti Suzuki y Hyundai tuvieron las mejores ventas de su historia en India en 2015. Más de 600 millones de indios tienen menos de 25 años, lo cual significa que India se convertirá en el tercer mercado de automóviles para 2020. Asimismo, en 2030, las 5 ciudades más grandes (Mumbai, Nueva Delhi, Bangalore, Ahmedabad y Hyderabad) tendrán economías del tamaño de países de renta media como Malasia, Filipinas, Vietnam, Marruecos y Eslovaquia.

Por todo esto, India pronto superará a Japón como el segundo mayor consumidor petrolero de Asia, y el tercero más grande del Mundo (después de China y EEUU). La demanda petrolera se situó en 4,1 millones de barriles diarios (MMBD) en 2015, y tendrá un crecimiento de 0,4 MMBD este año –el 30% del crecimiento de la demanda mundial. Además, la demanda de India crecerá más rápido que en cualquier otro país en las próximas décadas, ascendiendo a 10 MMBD en 2040; mientras la dependencia de las importaciones que saltó desde 43% en 1990 hasta 76% en 2015, alcanzará 90% en 2040 según la Agencia Internacional de Energía.

En consecuencia, no es sorprendente que India se haya convertido en un objetivo cada vez más importante para los países exportadores. Dada su proximidad geográfica, más de la mitad de los 3,1 MMBD de petróleo que importa India provienen del Medio Oriente. Saudi ARAMCO ha abierto una oficina de ventas en Nueva Delhi, y ADNOC se ha comprometido a proveer las instalaciones de almacenamiento estratégico en Mangalore. Las importaciones de crudo persa se han triplicado desde el levantamiento de las sanciones a Irán, y la empresa estatal NIOC espera recuperar su posición como segundo proveedor de India. Después de fallidas conversaciones con Saudi ARAMCO, Essar Oil podría vender 49% de su negocio a Rosneft a cambio de 5,5 millardos de dólares y un acuerdo de suministro de 200 mil barriles diarios (MBD) a 10 años. Parte de ese crudo ahora podría venir de las empresas mixtas en las que participa Rosneft en Venezuela.

Por otra parte, el gobierno indio ha animado a las empresas petroleras públicas y privadas a adquirir activos petroleros en el extranjero –desde Rusia y Sudán hasta Venezuela- como una forma de garantizar su seguridad energética. Después de un período de cierto retraimiento tras la crisis económica mundial, las empresas petroleras indias parecen estar mirando de nuevo al extranjero, con ONGC, Indian Oil, Oil India y Bharat Petroleum pagando 4,2 millardos de dólares para adquirir participaciones en campos de Siberia Oriental de Rosneft. Además, estas empresas indias están haciendo una oferta por 22% de ADCO en Abu Dhabi.

Venezuela fue el cuarto proveedor de India (12,9% de las importaciones indias; después de Arabia Saudita, Irak y Nigeria) en 2015. Casi la totalidad de los envíos –alrededor de 400 MBD- se hacen a la empresa privada Reliance en el marco del acuerdo de suministro firmado por PDVSA en 2012 por 15 años. La empresa estatal ONGC tiene 40% en la empresa mixta Petrolera Indovenezolana que opera el campo San Cristóbal desde 2008, y las empresas ONGC, Oil India Limited e Indian Oil, tienen 17% en la empresa mixta PetroCarabobo que opera el bloque Carabobo-1 de la Faja Petrolífera del Orinoco desde 2010. Sin embargo, ONGC señaló en 2014 que “los proyectos de la India en Venezuela enfrentan riesgos operativos, fiscales y legales”, por el impago de dividendos aprobados y retraso de los proyectos. Recientemente, ONGC y PDVSA alcanzaron un acuerdo para buscar crédito por 1 millardo de dólares para pagar dividendos y aumentar la producción de Petrolera Indovenezolana que ha caído desde 38 MBD a 28 MBD. Desde 2014, se ha conversado sobre el interés de Reliance en PetroCarabobo –el 11% que Petronas abandonó en 2013- y otros bloques de la Faja, pero nada de esto se ha concretado. Seguramente pesó lo dicho por ONGC. En junio de 2015, el Ministro Eulogio del Pino se reunió con los Presidentes de Essar Oil y Reliance, mencionando la posibilidad de duplicar el suministro de crudo a sus refinerías.

La India de Modi parece encaminada a un renovado ascenso económico; y con ella, el conductor de Mumbai emerge como factor clave del mercado petrolero mundial. PDVSA deber ir más allá de la ofensiva de encanto y la retórica florida, y precisar sus oportunidades de negocio con el elefante indio. ¿Y usted qué opina?

@kenopina