Victor Hugo Matos
Hace
unas semanas, la ciudad de Toluca en
México fungió como sede de la reunión de líderes del Tratado de Libre Comercio
de América del Norte (TLCAN/NAFTA), o la llamada “Cumbre
de los Three Amigos”: Canadá, México y EEUU.
Para
los círculos políticos y económicos de estos
países, esta reunión reviste
bastante importancia, ya que consideran que se debería enmarcar en una búsqueda
de una revisión profunda de las condiciones dentro del acuerdo para adaptarlas
a un entorno comercial y político cambiante. Esto se debe en parte a las
consideraciones de que pese a ser uno de los acuerdos más importantes firmados
entre los tres países, el paso del tiempo y la aparición de nuevos elementos
han mellado la efectividad de dicho acuerdo,
demostrando que a pesar de que ha reportado beneficios derivados del
comercio; esto no significa, que este
tratado comercial sea la gran solución a los problemas de Norteamérica.
En
este sentido, las principales víctimas
de esta ineficiencia ha sido la innovación y el emprendimiento, cooperación académica, un elemento importante
dados sus impacto en el crecimiento económico y en la creación de nuevas
empresas. A esto se le añade las barreras importantes que aún existen entre los
miembros del TLCAN, sobre todo aquellas relacionadas con el tránsito de
personas y bienes, siendo destacable el caso de la aplicación de programas de
visas para empresarios, minimizando las posibilidades de crecimiento de un
tejido empresarial regional más denso.
Todas
esas variables fortalecen la idea que, aún a 20 años de firmado el tratado, las
fronteras siguen cerradas entre estos tres países, lo cual
no es muy positivo en un momento de recuperación económica y de cambio
en el panorama comercial como el actual, afectando inevitablemente la imagen
del TLCAN dentro y fuera de los países miembros.
Un
ejemplo de esta percepción negativa sobre el tratado es que el país más
beneficiado por los acuerdos derivados del TLCAN ha sido México, pese a lo cual
el acuerdo es criticado dentro de este país; donde muchos dicen que no ha
tenido un impacto muy positivo en la calidad de vida de los mexicanos. En ese
sentido, el Presidente Enrique Peña Nieto planteó como ejes temáticos de la
Cumbre de Toluca: la prosperidad incluyente y compartida, nuevas áreas de
oportunidad, la seguridad ciudadana y, temas regionales y globales; reflejando
así los nuevos elementos con los que se propone lidiar la triada
norteamericana. Quizás el más relevante
de estos elementos es el sector energético,
ya que grandes proyectos como la Reforma Energética mexicana o el oleoducto
Keystone XL -todavía por aprobarse por parte del presidente Barack Obama- pueden convertirse en una palanca importante
para renovar los esfuerzos de integración entre los miembros del TCLAN.
No
obstante, a pesar de estas declaraciones
de intención y buenas posibilidades que se visualizaron en la Cumbre de
Toluca, al final dejó la sensación de
que se hizo poco por estructurar una visión estratégica para la reforma del
TLCAN entre los líderes norteamericanos y que las acciones puntuales se
dejarían a distintas comisiones que podrían tardarse meses en reunirse.
En
este sentido, la conclusión que parece permear de esta reunión refleja que es
necesario adaptar un tratado de esta magnitud a las nuevas tendencias en el
desplazamiento del comercio mundial a nuevas
áreas, como Asia-Pacífico, en la medida
en que este nuevo impulso que se le quiere dar al TCLAN pueda convertirlo en
una herramienta para acercar los intereses comunes y crear una estrategia regional
conjunta para el siglo XXI, siendo incluso valioso para fortalecer la posición
de estos tres países con miras a las negociaciones del Acuerdo de Asociación
Trans-pacífico (por sus siglas en inglés, TPP); con la ventaja añadida para
México, de tener otras conexiones comerciales como la Alianza del Pacífico que
le sirven en la mesa de negociaciones del TPP.
Sólo
en el largo plazo se sabrá si el reimpulso del TLCAN y el TPP tendrán un
impacto importante en América Latina y en el comercio mundial.