Dr.
Kenneth Ramírez
Esta
semana, toda la atención mundial está puesta en la vieja capital imperial de
los Habsburgo. Hoy, lunes 24 de noviembre, es la fecha límite donde el G-5+1
(EEUU, Rusia, China, Francia, Reino Unido y Alemania) e Irán anunciarán en el
Palacio de Coburgo, si han alcanzado o no, un acuerdo nuclear definitivo.
Mientras el jueves 27 de noviembre, se celebrará en el edificio sede de la OPEP ubicado
en la Helferstorferstrasse 17 del Distrito 1, la 166° Reunión Ministerial del grupo, donde se
dará a conocer su respuesta ante la caída de 30% de los precios del petróleo desde
junio pasado – el crudo marcador Brent se ubicó recientemente en 78 $/Bl, el
nivel más bajo desde septiembre de 2010.
Después
de 10 rondas de negociaciones, existen señales de que se ha avanzado hacia un
acuerdo nuclear definitivo. Empero, algunas diferencias subsisten y el reloj
marcha implacablemente, lo cual explica el frenético esfuerzo diplomático que
se está realizando. De hecho, en paralelo a los grupos negociadores en Viena,
se ha abierto un canal de comunicación de alto nivel entre el Presidente Obama
y el Ayatollah Khamenei, a través del Sultán Qaboos bin Said de Omán. De
alcanzarse el acuerdo, le serán levantadas las sanciones a Irán, lo cual le
permitiría colocar alrededor de 1 millón de barriles diarios (MMBD) en el
mercado en 2015.
Bajo
esta espada de Damocles, se desarrollará la Reunión Ministerial de la OPEP, la
cual ya tiene que tomar en cuenta complicadas variables: Débil demanda
petrolera, fortalecimiento del dólar y creciente suministro No-OPEP, y en
concreto, el fuerte aumento de la producción de petróleo de esquistos en EEUU
que ha originado un exceso de oferta de alrededor de 1,5 MMBD.
En este contexto, una respuesta común de la OPEP resulta
difícil, ya que los partidarios de recortes no tienen capacidad para hacerlos,
y los que tienen capacidad, no tienen ni voluntad ni incentivos de pagar los
costos que implican. Arabia Saudita y las petromonarquías están produciendo y
exportando cerca de sus niveles más altos y tienen grandes reservas
internacionales que le permiten resistir un período de precios moderados. En
contraste, Irán, Irak, Libia, Venezuela y Nigeria están afectadas por la
guerra, las sanciones, los disturbios, las expropiaciones y la mala gestión.
Además, no tienen importantes reservas internacionales y la caída de precios tendrá
fuertes impactos financieros y fiscales.
La primera opción es no
hacer nada, lo que permite precios más bajos para forzar un nuevo equilibrio oferta-demanda.
Los precios podrían permanecer en los niveles actuales, o tal vez descender
hasta alrededor de 70 $/Bl. Pero en 2 o 3 años, la demanda aumentaría, ya que
la eficiencia energética pasa a un segundo plano en los países consumidores y
recuperarían dinamismo las economías emergentes. Por otra parte, se frenaría el
crecimiento de la oferta al no ser rentables nuevos proyectos de esquistos. Esta
es la tesis de Arabia Saudita.
La segunda opción es la de
recortar la producción para defender un “nivel de precios justo”, esto es 100
$/Bl, sacrificando cuota de mercado temporalmente para obtener mayores precios
e ingresos, ya que la “revolución de esquistos” en EEUU no durará más allá de
la presente década. Esta es la tesis de Venezuela.
El problema es que si los
precios suben nuevamente hasta 100 $/Bl, continuará la expansión de los
esquistos, y el reequilibrio necesario podría no generarse, dando lugar a la
necesidad de nuevos recortes y a una espiral descendente para la cuota de
mercado de la OPEP. Esta es la preocupación medular de Arabia Saudita.
No
obstante, debido a los llamados de Venezuela y otros países de la OPEP a una reunión
de emergencia, el Ministro de Petróleo saudita Alí Al-Naimi realizó una inusual
visita a la isla de Margarita, en el marco de una reunión diplomática de
segundo nivel. Allí explicó en privado que estaba dispuesto a respaldar
recortes sólo si estos son colectivos, e incluso involucran a países No-OPEP (sobre
todo Rusia), para evitar así una pérdida importante de cuota de mercado. Acto
seguido, se produjo la gira del Canciller Ramírez por Argelia, Qatar, Irán y
Rusia. Empero, el Ministro de Petróleo de Irán, Bijan Zanganeh -con la mente
puesta en un acuerdo nuclear definitivo-, ha dejado claro que no está dispuesto
a recortar “ni un solo barril”, agregando que algunos socios OPEP quieren
fabricar “pretextos” para no recortar producción que aumentaron en detrimento
de otros; esto en clara alusión al aumento de producción saudita para compensar
la caída de producción persa tras las sanciones. Por su parte, el Ministro de
Petróleo de Irak, Adil Abdul Mahdi, anunció a su Parlamento que el petróleo se
ubicará en 80 $/Bl en 2015; mientras el Presidente Putin anunció que Rusia está
preparada para una “caída catastrófica de precios”. Es decir, es una opción que
no luce viable hoy por hoy.
La tercera opción es
ratificar el compromiso con el techo de producción colectivo de 30 MMBD
aprobado en 2011, lo que implicaría recortar alrededor de 0,5 MMBD. Esto
tendría poco impacto sobre los precios, pero enviaría el mensaje de que la OPEP
no se encuentra contra las cuerdas; y podría iniciar negociaciones para un
regreso a las cuotas nacionales. Esta tesis intermedia tomaría fuerza en caso
de un acuerdo nuclear, donde las petromonarquías tendrían que hacerle espacio al
crudo persa; y aunque esto no llevaría los precios de vuelta a 100 $/Bl, al
menos evitaría una severa descoordinación de la OPEP como en 1986 y 1997.
De manera que, no hay buenas
opciones para los Ministros de la OPEP en Viena, sólo la esperanza de acordar la
menos mala. En consecuencia, Venezuela debe empezar a prepararse para vivir con
menores ingresos petroleros.
@kenopina
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