Prof. Carlos
Luna
Hace pocos días se produjo un hecho trascendental
en la historia contemporánea. Barack H. Obama fue el primer Presidente de EEUU
en visitar La Habana en casi 90 años. Así, generó una ruptura de paradigmas,
prejuicios, predisposiciones y profundizó la transición en la relación bilateral
entre EEUU y Cuba que ha estado en proceso desde el 17 de diciembre de 2014, de
la mano de la intermediación del Papa Francisco y de la premisa de Albert
Einstein respecto a que “Si quieres ver
resultados distintos… Pues debes hacer las cosas distintas”.
Este hecho fue prácticamente el equivalente a
las acciones sucedidas entre 1989 y 1991 en una Europa, que casi sosteniendo el
aliento, vio como cayó el funesto Muro de Berlín, así como también fue testigo
de cómo la URSS se disolvía muy a pesar de la Perestroika y el Glasnot, con la
influencia entre muchos otros, del Papa Juan Pablo II. Por esto, y porque
partimos de la idea de que el “Desarrollo Discrónico” –en palabras de la Dra.
Graciela Soriano de García-Pelayo- es una realidad en nuestro continente, es
que pensamos que finalmente América Latina y El Caribe asisten al fin de la
Guerra Fría en 2016; confirmando una vez más que los Estados no tienen ni se
desenvuelven en una dinámica de “Amigos y/o Enemigos”, sino que tienen
“Intereses”, que son variables de acuerdo a las circunstancias y coyunturas de
tiempo y lugar.
Por una parte, Cuba se enfrenta a dos grandes
problemas y de allí que se conviertan en intereses prioritarios en su agenda:
1. Mantener
la Revolución y sus valores vigentes, pero inserta en la Globalización.
De allí que pareciera que Raúl Castro en cierta forma trate de tomar en cuenta
el ejemplo chino y siga en un proceso de apertura económica y modernización. De
acá a que se permitan los créditos para la apertura de micro productores y
comerciantes en la Isla; se invierta en el Puerto de Mariel (de aguas
profundas) para atraer los cruceros, y ahora sean bien recibidas las remesas provenientes
de los EEUU.
2. Avanzar
en el tema de la Transición Política Interna que permita la sostenibilidad en
el poder de la Revolución más allá de los Castro. Esto es un punto
clave, que nos hace pensar que los Castro quieren, mediante un diálogo,
garantizar un tránsito a la democracia que los incluya, bajo una visión
centrista, y no la extremista que pudieran mostrar muchos de los grupos
disidentes dentro y sobre todo fuera –a 90 millas náuticas de la isla-. Si bien
esto no puede representar impunidad, no es menos cierto que en todas las “Transiciones”
pacíficas en el Mundo, quien deja el poder, es parte del proceso y de la
solución (Recuerdese a Daniel Ortega en Nicaragua y a Augusto Pinochet en
Chile, por tan sólo presentar dos casos).
Creemos fervientemente que Raúl Castro está
teniendo clara la necesidad de leer los tiempos que corren, así como también
comprende algo a lo cual se enfrentan todos los líderes de regímenes
personalistas: La necesidad de la transferencia del poder para la
sustentabilidad del proyecto más allá de él a través de instituciones; por
cuanto se es finito en el tiempo. Por ello, asimila y se coloca norte franco
para hacer historia sin abandonar sus principios.
Por su parte, la agenda que llevó Barack H.
Obama cuando el Air ForceOne tocó el
Aeropuerto de La Habana, estuvo marcada por la “Soft Diplomacy” y por el principio de “Leading from Behind”, tanto para la política exterior estadounidense
como para la geopolítica regional.
Obama, como buen líder del siglo XXI, sabe y
comprende el hecho de que “La Política
hoy por hoy es 80%, o quizás más, un hecho de Símbolos y Percepciones”, por
lo que pretende, desmarcarse de los pareceres previos respecto de gobiernos
como por ejemplo el de George W. Bush, y pasar a la historia, no solo de EEUU,
sino del Mundo, bajo la idea de romper esquemas, cambiar la percepción intervencionista y violenta por una “hegemonía benevolente” y con ello,
cambiar la geopolítica regional y reposicionar a los EEUU en su “Backyard” (Patio Trasero) para frenar a
actores extrarregionales como Rusia y China.
Obviamente su agenda también tiene dos
puntos, uno visible, como lo es continuar en el proceso de “Normalización de la Relación Bilateral”, bajo una dinámica
de “Spill Over” (Cascada) que
comienza en los temas económicos-comerciales para ir generando confianza hacia
lo político y principista, aprovechando que Venezuela sufre una grave crisis
económica a raíz de los bajos precios del crudo en el mercado internacional;
abriendo las puertas de un mercado casi virgen a los capitales norteamericanos
–a la espera, claro está, del levantamiento del embargo a Cuba, cosa que es ley
en los EEUU.-
Y el segundo punto, que no es fácilmente
perceptible, es el de utilizar la visita para procurar un “Terremoto de Baja Intensidad respecto a la Hegemonía de la
Democracia en Cuba y en América Latina y
el Caribe como zona de paz”, primero que nada, moviendo los cimientos
de Cuba, generándole compromisos ineludibles que pudieran abrirle las puertas a
un régimen de libertades a sus grupos disidentes y a los presos políticos y en
general a todo el pueblo de la isla; tal y como sucedió en la URSS, durante la
década de los ochenta.
Y ya en cuanto a la región, podemos estar en
presencia de la intención de repetir el escenario de “ajedrez geopolítico” que
jugaron EEUU y la URSS en 1962, luego de la Crisis de los Misiles Cubanos, y
donde Cuba fue la “Moneda de Cambio para evitar la Mutua Destrucción
Asegurada”, que llevó a que se escribieran graffitis en esa época que rezaban: “Mikita, Mariquita… Lo que se da, no se quita”;
pero ahora los jugadores racionales sean EEUU y Cuba y la moneda de cambio sea
la Revolución Bolivariana venezolana, en pos de que el gobierno de la isla
interceda a propiciar una transición pacífica, democrática y constitucional en
nuestro país –ya que Raúl es un interlocutor válido y confiable para Maduro y
la élite gobernante de la Revolución Bolivariana-, como muestra de “Buena
Voluntad” que abone la Cooperación entre Washington y La Habana.
Esta acción es paralela al incremento de la
presión internacional-regional que se puede estar propiciando a partir de la
extensión de los efectos de la orden ejecutiva que declara a Venezuela como una
“Amenaza Inusual y Extraordinaria para la Seguridad de EEUU”; dado que la
situación de la democracia y los Derechos Humanos en nuestro país “más que mejorar, ha empeorado”; para de
ese modo crear las condiciones para la aplicación de la Carta Democrática
Interamericana de la OEA o la Cláusula Democrática de MERCOSUR (prevista en los
Protocolos de Ushuaia y de Montevideo).
No obstante, todo queda en el campo de la
especulación, y será a partir de ahora que veamos cómo se desenvuelven los
acontecimientos.
Eso sí, lo que sí es seguro, es que estamos
en un momento de “Ruptura Histórica, Turbulencia
y Transición”, donde los cambios se producen a un ritmo y a una intensidad,
que si bien no sea con la prontitud que muchos quieren, son indetenibles y
abren una nueva era para Washington, para La Habana, para la región y para el Mundo
entero.
@carlosjrlunar