viernes, 1 de abril de 2016

El ascenso de la derecha populista radical en Europa


Lic. Jonás Estrada

En Europa se están suscitando unas series de fenómenos político-electorales sin precedentes en su historia reciente. Se trata del resurgimiento y ascenso de movimientos y partidos nacionalistas y de derechas radicales al socaire de la dura crisis económica, el cual para algunos analistas, podría cambiar el panorama político tanto en sus respectivos países como de la Unión Europea en general -por su tendencia euroescéptica y anti-OTAN. Según estos líderes nacionalistas y de derechas, sus respectivos países sufren la pérdida de sus soberanías, la descontrolada inmigración, los peligros del multiculturalismo fomentados por el fenómeno de la globalización que atentan contra sus culturas nacionales, el peligro de la islamización de Europa; mientras los partidos tradicionales sólo velan por sus intereses políticos parroquiales y no por los “verdaderos” intereses nacionales.

Empezando por el triunfo en Polonia del partido nacionalista-conservador y católico Ley y Justicia cuyo líder es Jaroslaw Kaczynski, el cual tiene mayoría en el Congreso polaco, y ha generado muchas polémicas para la UE por ciertas decisiones que no están acordes a lo dictado por Bruselas. En Hungría, tenemos el polémico Primer Ministro Viktor Orbán, líder del partido Fidesz-Unión Cívica Húngara de orientación de derecha, el cual ha sido un duro crítico de la actual UE en muchos aspectos y en especial al tema de las vallas que levantó para no permitir el paso de los refugiados musulmanes a territorio húngaro y cuando reformó la constitución húngara basado en los valores cristianos -la UE está en contra de esto, ya que atentaría contra la libertad de cultos. Peor aún, la oposición húngara que son las izquierdas y los liberales no tienen oportunidad de ganar, y la única oposición real frente a Orbán es el partido político de tendencia neofascista JOBBIK, cuyo líder es Vona Gábor.

Asimismo, en Grecia, tenemos a los ultranacionalistas de Amanecer Dorado como tercera fuerza política; en Dinamarca el partido DanskFolkeparti (Partido Popular Danés) como segunda fuerza; en Finlandia el partido ultranacionalista de tendencia conservadora los Perussuomalaiset (Verdaderos Finlandeses), cuyo líder es Timo Soini, que tras las elecciones parlamentarias del 2015, es la tercera fuerza política. En Eslovaquia, se realizaron las elecciones parlamentarias el pasado 6 de marzo, donde el nacionalista Partido Popular Nuestra Eslovaquia (LSNS), cuyo líder es Marian Kotleba que a su vez el gobernador de la región de  Banská Bystrica -bastión original de ese partido-, logró ingresar al parlamento eslovaco con 8% de los votos y 14 escaños -actualmente quinta fuerza política.

Por último, pero si se quiere el caso más importante, se encuentra el Frente Nacional francés, bajo el liderazgo de Marine Le Pen hija del líder fundador del partido Jean Marie Le Pen. En caso de llegar a la Presidencia de Francia puede generar un terremoto político y un mayor auge a los partidos políticos nacionalistas radicales en Europa. Tras asumir la presidencia del partido, Marine Le Pen –quien juega con la imagen de una nueva Juana de Arco salvadora de la Patria- ha conquistado importantes logros electorales. En las elecciones al Parlamento Europeo del 2014, el Frente Nacional francés se consagró como el primer partido de Francia al obtener un 25% de los votos, con 24 eurodiputados superando por más de 4 puntos al UMP (actualmente Los Republicanos) y por 10 al Partido Socialista.

Dentro de los planteamientos fundamentales del Frente Nacional están la anti-inmigración no europea basado en la idea del identitarismo europeo-occidental, que rechaza el universalismo homogeneizador (multiculturalismo auspiciado por el liberalismo globalista y las izquierdas progresistas), en lo económico volver al franco como moneda francesa, promover el pleno empleo y la industria nacional, así como nacionalizar los sectores estratégicos (como el sector bancario) para combatir a la globalización en pro de la soberanía económica de Francia.

En las pasadas elecciones regionales en Francia realizadas el 13 de diciembre de 2015, a pesar que no se impuso en ninguna provincia o región, el Frente Nacional obtuvo una triplicación de los consejeros regionales. Esto le ha convertido en la mayor fuerza opositora en los Consejos Regionales, con el 27,1% y 358 consejeros regionales. Teniendo en cuenta que ahora el Frente Nacional aumentó del 19% al 30% de intención votos en el electorado –mayoritariamente entre jóvenes y obreros que anhelan cambios en la políticas en Francia-, no resulta descabellado considerar una hipotética victoria en las elecciones generales (presidenciales) de Francia en 2017.

Por otro lado, si bien el partido de “centro-derecha”, Los Republicanos, dirigido por el ex-presidente Nicolás Sarkozy, ganó la mayoría de las regiones, esto se debe a que el Partido Socialista francés junto con las otras izquierdas incluyendo a los del Partido Ecológico hicieron declinar a sus respectivos candidatos para darle voto a la “centro-derecha”. Así, esos partidos de izquierda fueron clave para frenar por ahora al Frente Nacional. Cabe entonces la duda si Nicolás Sarkozy se presentará a las elecciones generales en 2017, a pesar de estos resultados.

Mientras tanto, el Partido Socialista bajo el liderazgo del actual Presidente de Francia, François Hollande, se encuentra en franco declive por diversas razones: 1) Hacen declinar sus candidatos para darle apoyo a la “centro-derecha”, lo que muchos han tildado de “suicidio político”; 2) El Partido Socialista es acusado por los electores franceses de ser el responsable de la crisis económica que padecen los franceses y de los altos niveles de desempleo; 3) La falta de carisma y caída en las encuestas de Hollande; 4) Los ataques terroristas de Daesh y los problemas que se está generando por la masiva ola de inmigración al continente europeo proveniente de Medio Oriente y África, hacen al electorado más receptivo a los mensajes nacionalistas y xenófobos del Frente Nacional.

El politólogo francés Jean-Yves Camus, de la Fundación Jean Jaurès, estimó que este resultado “tiende a confirmar que hay una barrera para el Frente Nacional, que se comporta excelentemente en la primera vuelta, pero que no sabe ir más allá”. Pero esto “no soluciona el problema de fondo”, dijo, sosteniendo que la victoria de los “partidos tradicionales” es “una victoria pírrica”, dado que se construye “contra algo o alguien y no por algo”.

Estos comicios son los últimos que se realizan en Francia antes de la elección presidencial de 2017, para cuya primera vuelta los institutos de sondeo colocan actualmente a Marine Le Pen a la cabeza de las intenciones de voto.

¿Será factible tanto corto, mediano y a largo plazo de parte de los partidos tradicionales en Francia seguir con el esquema de alianzas políticas para frenar electoralmente al Frente Nacional?

¿Es posible que el Frente Nacional logre ganar las elecciones generales en Francia del 2017?

@jonaspatriota

Bruselas: La dudas europeas frente a la amenaza del yihadismo


Lic. Victor Hugo Matos

El pasado 22 de marzo se produjo otro ataque terrorista en Europa. Esta vez ha sucedido en el mismísimo corazón de la Unión Europea y la OTAN, consiguiendo detener al menos por unas horas la maquinaria burocrática europea y atlantista. Mientras se realizan operaciones anti-terroristas que parecen ecos de las realizadas posterior a los ataques en París de finales del año pasado, cabe preguntarse si este ataque que ha tomado por sorpresa a las autoridades belgas es del todo inesperado, en la medida en que se produjo apenas días después de la captura del Saleh Abdesalam en el barrio belga de Molenbeek, que ha devenido en epicentro del yihadismo europeo.

Dado el impacto de este nuevo ataque, y considerando los efectos de los anteriores dentro de la sociedad europea, resulta increíble que la estructura  de la Unión Europea se vea incapaz de coordinar esfuerzos para intercambiar información e inteligencia, mucho menos coordinar operaciones conjuntas en capitales europeas destinadas a enfrentarse al yihadismo. Uno de los primeros problemas es que la acusada inefectividad dentro de la seguridad belga sigue estando presente, sin que se observe algún cambio positivo desde los ataques en París e incluso se han revelado nuevas fallas; como la acusación del Ministro de Interior belga hacia la policía belga de negligencia, por haber obviado avisos de la inteligencia turca sobre las intenciones de uno de los terroristas que fue deportado desde la frontera sirio-turca a los Países Bajos y que no fue detenido.

Esta abierta y clara negligencia es un factor de riesgo de nuevos ataques en el futuro dada la cantidad de objetivos potenciales dentro de Bruselas. Esto ha llevado a muchos analistas a plantearse si, ante la clara y repetida inoperancia, no debería la Unión Europea plantearse en conjunto intervenir y asumir la seguridad dentro de la ciudad. No obstante, esto no parece más que un ejercicio intelectual de periodistas europeos, dado que no ha sido sino hasta hace poco, y sólo después de los ataques en Bruselas, que el Presidente de la Comisión Europea Jean-Claude Juncker, ha traído a la palestra el concepto de  “unión de la seguridad”, la cual llega muy tarde si consideramos que los antecedentes del terrorismo yihadista en Europa se puede rastrear hasta los años 70 desde la operación de Septiembre Negro en Munich o la cooperación entre la OLP y el RAF (Ejército Rojo Alemán).

Otro factor que pone en duda la efectividad de cualquier intento unificado de lucha contra el terrorismo yihadista es el de la percepción sobre este fenómeno transnacional y su relación con otros como el desplazamiento de refugiados. En el contexto actual de la política europea, existen dos demostraciones de lo divisivo que se ha vuelto el tema del terrorismo e indirectamente el de los refugiados, dado que algunos de los atacantes o alguno de los miembros de las redes de apoyo de estos gozaban de esta condición especial.

En primer lugar, el surgimiento y éxito  político de partidos populistas emergentes en países como Francia (Frente Nacional), Alemania (AfD) o Reino Unido (Partido de la Indepencia, UKIP), cuyos programas de gobierno tienen como elemento principal el bloqueo a la entrada de nuevos refugiados  y que han recogido un apoyo incipiente de una parte de la población europea, la cual consideran forzada la solidaridad que plantean los líderes europeos. Este fenómeno se complejiza aún más si consideramos que estos partidos populistas tienen una presencia no sólo a nivel nacional sino también dentro del Parlamento Europeo, y la coordinación de políticas entre los grupos de izquierda y derecha se ha estancado en infructuosas batallas conceptuales, dado que los primeros se atrincheran en sus posiciones idealistas, y los segundos, o no quieren ser catalogados como racistas o bien dependen de complicadas alianzas con los populistas emergentes para seguir gobernando en sus respectivos países o endurecen sus posiciones para frenar el trasvase de parte de su electorado hacia estos partidos populistas.

Sumado a esto, también está claro que sobre la Unión Europea todavía pesan los sucesos históricos que llevaron a su creación y que actúan como una atadura sobre muchos políticos europeos a la hora de lidiar con temas de seguridad, sobre todo aquellos que puedan generar dudas sobre el modelo “multicultural” o “solidario”, escudándose muchas veces en declaraciones o discursos que cumplen con las reglas de lo políticamente correcto pero vacios de toda propuesta o que no son correspondidos por acciones prácticas contra la amenaza del terrorismo.

Es difícil saber cómo impactará el terrorismo a la Unión Europea como estructura política y como concepto en el mediano plazo dado los diversos factores que entran en juego. No obstante, al menos las estructuras de integración latinoamericana pueden sacar algunas lecciones de esta situación para lidiar con sus propias amenazas trasnacionales como el crimen organizado o el narcotráfico.

@ViktorRonin