Lic. Victor Hugo Matos
El pasado 22 de marzo se produjo otro ataque terrorista en Europa. Esta
vez ha sucedido en el mismísimo corazón de la Unión Europea y la OTAN, consiguiendo
detener al menos por unas horas la maquinaria burocrática europea y atlantista.
Mientras se realizan operaciones anti-terroristas que parecen ecos de las
realizadas posterior a los ataques en París de finales del año pasado, cabe
preguntarse si este ataque que ha tomado por sorpresa a las autoridades belgas
es del todo inesperado, en la medida en que se produjo apenas días después de
la captura del Saleh Abdesalam en el barrio belga de Molenbeek, que ha devenido
en epicentro del yihadismo europeo.
Dado el impacto de este nuevo ataque, y considerando los efectos de los
anteriores dentro de la sociedad europea, resulta increíble que la
estructura de la Unión Europea se vea
incapaz de coordinar esfuerzos para intercambiar información e inteligencia, mucho
menos coordinar operaciones conjuntas en capitales europeas destinadas a
enfrentarse al yihadismo. Uno de los primeros problemas es que la acusada
inefectividad dentro de la seguridad belga sigue estando presente, sin que se
observe algún cambio positivo desde los ataques en París e incluso se han
revelado nuevas fallas; como la acusación del Ministro de Interior belga hacia
la policía belga de negligencia, por haber obviado avisos de la inteligencia
turca sobre las intenciones de uno de los terroristas que fue deportado desde
la frontera sirio-turca a los Países Bajos y que no fue detenido.
Esta abierta y clara negligencia es un factor de riesgo de nuevos
ataques en el futuro dada la cantidad de objetivos potenciales dentro de
Bruselas. Esto ha llevado a muchos analistas a plantearse si, ante la clara y
repetida inoperancia, no debería la Unión Europea plantearse en conjunto
intervenir y asumir la seguridad dentro de la ciudad. No obstante, esto no
parece más que un ejercicio intelectual de periodistas europeos, dado que no ha
sido sino hasta hace poco, y sólo después de los ataques en Bruselas, que el Presidente
de la Comisión Europea Jean-Claude Juncker, ha traído a la palestra el concepto
de “unión de la seguridad”, la cual
llega muy tarde si consideramos que los antecedentes del terrorismo yihadista
en Europa se puede rastrear hasta los años 70 desde la operación de Septiembre
Negro en Munich o la cooperación entre la OLP y el RAF (Ejército Rojo Alemán).
Otro factor que pone en duda la efectividad de cualquier intento
unificado de lucha contra el terrorismo yihadista es el de la percepción sobre
este fenómeno transnacional y su relación con otros como el desplazamiento de
refugiados. En el contexto actual de la política europea, existen dos demostraciones
de lo divisivo que se ha vuelto el tema del terrorismo e indirectamente el de
los refugiados, dado que algunos de los atacantes o alguno de los miembros de
las redes de apoyo de estos gozaban de esta condición especial.
En primer lugar, el surgimiento y éxito
político de partidos populistas emergentes en países como Francia
(Frente Nacional), Alemania (AfD) o Reino Unido (Partido de la Indepencia, UKIP),
cuyos programas de gobierno tienen como elemento principal el bloqueo a la
entrada de nuevos refugiados y que han
recogido un apoyo incipiente de una parte de la población europea, la cual
consideran forzada la solidaridad que plantean los líderes europeos. Este
fenómeno se complejiza aún más si consideramos que estos partidos populistas tienen
una presencia no sólo a nivel nacional sino también dentro del Parlamento Europeo,
y la coordinación de políticas entre los grupos de izquierda y derecha se ha
estancado en infructuosas batallas conceptuales, dado que los primeros se
atrincheran en sus posiciones idealistas, y los segundos, o no quieren ser catalogados
como racistas o bien dependen de complicadas alianzas con los populistas
emergentes para seguir gobernando en sus respectivos países o endurecen sus
posiciones para frenar el trasvase de parte de su electorado hacia estos
partidos populistas.
Sumado a esto, también está claro que sobre la Unión Europea todavía
pesan los sucesos históricos que llevaron a su creación y que actúan como una
atadura sobre muchos políticos europeos a la hora de lidiar con temas de
seguridad, sobre todo aquellos que puedan generar dudas sobre el modelo
“multicultural” o “solidario”, escudándose muchas veces en declaraciones o
discursos que cumplen con las reglas de lo políticamente correcto pero vacios
de toda propuesta o que no son correspondidos por acciones prácticas contra la
amenaza del terrorismo.
Es difícil saber cómo impactará el terrorismo a la Unión Europea como
estructura política y como concepto en el mediano plazo dado los diversos
factores que entran en juego. No obstante, al menos las estructuras de
integración latinoamericana pueden sacar algunas lecciones de esta situación
para lidiar con sus propias amenazas trasnacionales como el crimen organizado o
el narcotráfico.
@ViktorRonin
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