lunes, 9 de septiembre de 2013

Siria y la primacía de la Realpolitik

 
Victor Hugo Matos

En los últimos días el gobierno de EEUU, junto a otros países como Turquía o Francia, anunció que estaba preparándose ante la posibilidad de realizar un ataque limitado a estructuras del gobierno sirio como respuesta al supuesto uso de Gas Sarín contra población civil, cuya autoría aún es punto de discordia entre los actores interesados dentro del conflicto. En respuesta a esto, varios miembros de esa estructura abstracta que se hace llamar “Opinión Pública Internacional”, que clamaban anteriormente porque se hiciera algo con el caso de Siria, habiendo sido etiquetada esta como una grave crisis humanitaria, ahora rechazan cualquier tipo de intervención en contra de Al-Assad; para lo cual, se han usado argumentos respecto a la primacía del Derecho Internacional como sustento para criticar cualquier intervención, a pesar de que este es un concepto tan abstracto como difícil de aplicar efectivamente en el Mundo real, compuesto por un conjunto de países con una visión de la legalidad tan antagónica y con intereses tan disímiles que difícilmente puede hablarse de la existencia de una “Comunidad Internacional”.
Además, esta misma estructura, en conjunto con algunos actores interesados dentro del conflicto sirio como Rusia o China, ha pedido que haya una salida negociada, a pesar de que el ambiente actual parece haber destruido cualquier posibilidad de alcanzarla.
Esta situación es un reflejo de cómo se ha condicionado el sistema internacional después del 11-S y la Guerra de Irak, donde los gobiernos a pesar de criticar problemáticas internacionales por sus consecuencias humanitarias, recurren a acciones indirectas para lidiar con las mismas,  siendo el caso más claro el de la Unión Europea,  y donde hasta en EEUU, la idea de intervenir directamente  en cualquier tipo de conflicto trae consigo a los fantasmas de la Administración Bush, inmovilizando cualquier toma de decisiones  eficaz al respecto.
Otro punto interesante en este sentido es la situación de la ONU, cuyo papel como organización por excelencia para dirimir controversias y generar salidas pacificas se ha venido diluyendo durante los últimos tiempos, que ha pasado a ser poco más que un foro político.
Estas tendencias en su conjunto reflejan el cumplimiento de la predicción que hizo Ian Bremmer sobre el ingreso en un Mundo G-0, donde nadie estuviera dispuesto a asumir las responsabilidades y cargar con el peso del liderazgo, en un momento donde las crisis económicas, los problemas internos y las políticas nacionales, reduce la predisposición de los Estados a prevenir o detener conflictos de este tipo.
Este es el nuevo sistema internacional, no uno basado en estructuras internacionales donde los Estados dirimen sus problemáticas en grandes foros y las guerras son evitadas o limitadas por la capacidad de organizaciones y foros como la ONU o el G-20 de sumar voluntades de los Estados más capaces para lidiar con problemáticas internacionales como pretendían algunos estudiosos que sería el Mundo después de la caída de la URSS.
Estamos en un Mundo donde las crisis humanitarias o los conflictos, por más terribles que sean, no impulsarán actos altruistas por parte de grandes coaliciones, sino más bien participaciones puntuales motivadas por intereses nacionales. Un Mundo donde la Realpolitik se impone sobre cualquier otro planteamiento como se ha visto en el conflicto sirio, a pesar de que en los discursos ante la ONU se hable de “interés general” y “primacía del Derecho Internacional”. Bienvenidos al G-0. Venezuela debe tomar nota.