Dr. Abraham
Lowenthal
Dr. Sergio Bitar
Patricio Aylwin, abogado constitucionalista y dirigente político, fue
una figura fundamental en la recuperación de la democracia en Chile. Jugó roles
decisivos ante tres encrucijadas: la militar (1973), la lucha contra la
dictadura (1974-88), y la recuperación de la democracia (1989-1994). En cada
fase, reveló una postura firme, sustentada en principios, argumentó sus razones
y buscó el entendimiento.
Durante el gobierno de Salvador Allende (1970-73), Aylwin fue un duro
opositor, encabezando la frontal disputa entre la Democracia Cristiana y la
Unidad Popular al final de ese periodo. Pero también participó en las últimas
conversaciones en casa del presidente Allende para buscar una salida
democrática, las cuales no resultaron exitosas. Aylwin pensaba que la tragedia
de 1973 fue la consecuencia de una estructura política formada por tres tercios
ideológicamente distintos y no dialogantes. Chile terminó siendo gobernado en
minoría, sin el sustento necesario para acometer los cambios que se proponían.
Su lección principal fue que para realizar transformaciones importantes, tales
como profundizar la democracia, reducir la desigualdad, alentar una cultura de
derechos e impulsar una economía con equidad, era indispensable contar con un
respaldo mayoritario.
Contra la dictadura, Aylwin reaccionó temprano. Se opuso con firmeza y
promovió la convergencia política de los demócratas, creando el llamado Grupo
de los 24 es 1979, juristas democráticos de distintos pensamientos políticos,
para preparar un proyecto de Constitución alternativo al que finalmente impuso
Pinochet en 1980. Como opositor a la dictadura estuvo inspirado en la
convicción de sumar y conformar una mayoría. Buscó la unidad de las fuerzas
democráticas.
Como Presidente de la República (1990-94), dio inicio a los gobiernos
democráticos. Durante su mandato quedaron configurados los contornos
estratégicos que encauzarían los 20 años de la Concertación (1990-2010) y en
parte también los de la Nueva Mayoría (2014-18). Supo elegir y confiar en
personas de alta competencia política y técnica, hábiles para enfrentar
situaciones complejas. Fue capaz de interpretar los anhelos del pueblo chileno
y animar a los partidos políticos a actuar con responsabilidad y unidad, con
ello concitando fuerte apoyo ciudadano.
Aylwin debió conducir el reinicio de la democracia conviviendo con el
ex- dictador Pinochet, todavía en la comandancia en jefe del ejército. Esa fase
inicial requirió un liderazgo firme en el objetivo y prudente en la forma. La
coalición se inspiró en convicciones sólidas, en los derechos humanos, la
justicia y en la subordinación de los militares a la autoridad civil.
Para sustentar ese proceso, el gobierno de Aylwin contribuyó a afianzar
la unidad de las fuerzas democráticas y progresistas y alentar el “reencuentro
de los chilenos”. Aún contra la recomendación de sus asesores políticos, dio un
paso decisivo al crear la Comisión de Verdad y Reconciliación en 1990, para dar
a conocer la realidad de los desaparecidos y asesinados por la dictadura. Esta
iniciativa ayudó a que los familiares de las víctimas a encontrar un camino de
justicia en democracia, y provocó un prolongado periodo de procesos judiciales
contra los culpables de violación a los derechos humanos. Posteriormente,
muchos países han creado semejantes Comisiones de Verdad y Reconciliación para
esclarecer los hechos, mitigar el dolor y abrir pasó al reencuentro basado en
la verdad y la justicia.
En el ámbito político, Aylwin realizó una afirmación que ha sido motivo
de debate: avanzar "en la medida de lo posible". Fue un contrapunto
con la afirmación "avanzar sin transar" de sectores partidarios de la
Unidad Popular en el periodo final de aquel gobierno. Algunos de los críticos
le asignaron, y siguen asignando, a esa expresión de Aylwin un ánimo
restrictivo. Para quienes participaron en esa etapa se trataba de conseguir un
avance progresivo, aprovechando cada oportunidad.
En el plano económico, desde 1990 se afianzó el concepto de
"crecimiento con equidad ", que reemplazó al modelo económico de la
dictadura y consiguió simultáneamente crecimiento rápido, fortalecimiento de
las organizaciones sociales y una reducción significativa de la pobreza, que a
la sazón superaba el 40%.
Hoy, Chile y otros países democráticos encaran nuevos desafíos: alcanzar
mayor igualdad y participación, y a la vez superar el desprestigio de la
política y la corrupción, el consumismo y el interés personal, el predominio
del dinero y la pérdida de sentido colectivo. El antídoto es reafirmar con el
ejemplo valores superiores: el humanismo y la austeridad. Aylwin ejemplificó
ambas cualidades.
Tuvimos el honor de realizar una entrevista extensa al Presidente Aylwin
en 2012 sobre la transición hacia la democracia en Chile, solicitando su
consejo para otros países que buscan construir la democracia. Su consejo fue
sabio y pertinente: “buscar más lo que une que lo que divide… No hay que
partir de cero. Es mejor hacer los cambios a partir de lo que hay… Lo posible
va cambiando con el tiempo; no se puede hacer todo a la vez”.
Publicado
originalmente en El País