Dr. Kenneth Ramírez
Debatir es siempre un
ejercicio necesario en democracia; sobre todo cuando los debates se hacen desde
el respeto a la diferencia y con argumentos, en lugar de simples
descalificaciones al adversario. En este sentido, y en una campaña presidencial
tan corta como la actual, los venezolanos merecemos un debate entre los
candidatos Nicolás Maduro y Henrique Capriles sobre los principales aspectos
que interesan al electorado: seguridad ciudadana, economía, asuntos sociales y
política exterior.
Aunque se asume que la
política exterior no genera votos, hoy por hoy, es un tema que se utiliza casi
cotidianamente en el discurso político. Lo peor no solamente es la manera
equívoca en la cual generalmente se utiliza, tratando de subrayar las bondades
de tal o cual país y dividiendo falsamente el Mundo entre buenos y malos a
partir de una determinada ideología; sino la injerencia a la que nuestra
polarización política interna invita a terceros actores.
En este sentido, el video
enviado por el Ex-Presidente brasileño Lula da Silva para la clausura de la
reunión del Foro de Sao Paulo en Caracas que ha sido transmitido por el sistema
de medios públicos, donde después de dar testimonio de sus experiencias con el Ex-Presidente
Chávez y Nicolás Maduro, concluye diciendo “Maduro Presidente es la
Venezuela que Chávez siempre soñó”; constituye una descarada injerencia en
nuestros asuntos internos como quizás no se había visto nunca en una campaña
electoral. Un video hecho específicamente para hacer proselitismo político.
Esto es absolutamente inadmisible, y llama mucho la atención que no haya sido rechazado por ninguna de las autoridades de los poderes públicos. Recordemos que hace quince días, la Presidenta del CNE rechazó por “injerencista” e “irrespetuosas” las declaraciones de la Sub-Secretaria de Estado para el Hemisferio Occidental, Roberta Jacobson, por sólo pedir que las elecciones del 14-A se celebren “con los altos estándares democráticos del Hemisferio”. Sin embargo, en el caso del video de Lula, se apoya abiertamente la candidatura de Nicolás Maduro, lo cual a nuestro juicio es aún más grave, y no ha generado aún reacciones oficiales.
Esto es absolutamente inadmisible, y llama mucho la atención que no haya sido rechazado por ninguna de las autoridades de los poderes públicos. Recordemos que hace quince días, la Presidenta del CNE rechazó por “injerencista” e “irrespetuosas” las declaraciones de la Sub-Secretaria de Estado para el Hemisferio Occidental, Roberta Jacobson, por sólo pedir que las elecciones del 14-A se celebren “con los altos estándares democráticos del Hemisferio”. Sin embargo, en el caso del video de Lula, se apoya abiertamente la candidatura de Nicolás Maduro, lo cual a nuestro juicio es aún más grave, y no ha generado aún reacciones oficiales.
Nuestra soberanía debe
hacerse respetar. Aquí no caben medias tintas ni doble moral. Toda injerencia
es objetable venga de donde venga, ya sea desde Brasil, EEUU, Colombia o Cuba.
El Ex-Presidente Uribe es otro actor que se ha dado a la tarea de emitir
opiniones sobre asuntos que no son de su incumbencia; y debemos hacer memoria
sobre las desafortunadas declaraciones injerencistas emitidas por Raúl Castro
en la Cumbre de la CELAC celebrada a finales de enero pasado en Santiago de
Chile.
La política exterior
venezolana durante la Era Chávez polarizó América Latina, y todas estas
acciones muestran que aún allí se encuentran sus repercusiones. Sin embargo, a
quien compete decidir entre las candidaturas políticas en liza, es a los
venezolanos. La injerencia en nuestros asuntos internos debe cesar.
En lugar de ello, consideramos
de importancia que Nicolás Maduro y Henrique Capriles vayan a un debate de
altura sobre los grandes temas que interesan a los venezolanos, incluyendo la
política exterior. Resulta preferible un debate entre venezolanos que aceptar
un intervencionismo vergonzoso.
Ningún país o actor es ingenuo
ni absolutamente benigno. Todos tienen sus intereses. En este sentido, la injerencia
del Ex-Presidente brasileño y miembros del Foro de Sao Paulo en nuestra campaña
electoral, se ha hecho en función de determinados intereses, no de ninguna
“solidaridad” inocua o principios abstractos. El gobierno de Venezuela en la
última década ha financiado y respaldado a los grupos de este Foro político transnacional.
También ha beneficiado indirectamente a los intereses de Brasil con la política
exterior de corte ideológico que ha desplegado. Nuestra Cancillería no parece
haber caído en cuenta, que mientras los venezolanos nos llevamos los costos de
un enfrentamiento abierto con EEUU en la región, Brasilia ha ido construyendo
un espacio de influencia como potencia emergente y se ha erigido en árbitro
regional, haciendo tratos o discrepando con Washington en función de sus
intereses, no por apriorismos ideológicos. Por otra parte, bien es sabido el
rol del Ex-Presidente Lula como promotor de los intereses de la empresa
brasileña Odebrecht en Venezuela.
Lo más indignante, es que
cuando el Ex-Presidente Chávez intentó reunirse con la actual Presidenta Dilma
Rousseff durante la campaña electoral brasileña en 2010, ésta evitó reunirse
con él a pesar de las simpatías políticas e intereses compartidos. El orgullo
de Brasil no podía ponerse en juego. Además, al electorado brasileño podría no
gustarle que el líder de un “país simple que sólo tiene petróleo” -como se
refirió irrespetuosamente la Presidenta Rousseff respecto a Venezuela en
aquella campaña-, se inmiscuyera en sus asuntos internos.
¡Sí al debate, no a la
injerencia! Venezuela, al igual que Brasil, merece respeto. Es bueno que
nuestros nuevos socios del MERCOSUR lo tomen en cuenta.
Nicolás Maduro fue canciller
del Ex-Presidente Chávez por seis años, así que nadie mejor que él para exponer
y defender su visión, objetivos y acciones en materia de política exterior. Debido
a esta experiencia, y a pesar de su inexistente formación técnica en materia de
Relaciones Internacionales, llevaría teóricamente ventaja frente a Henrique
Capriles en este asunto, y no debería rehuir al debate.
Los venezolanos merecemos un
profundo y rico debate sobre valores, objetivos, intereses, medios, estrategia
y posición de Venezuela en el Mundo, que contribuya a desarrollar una política
exterior de Estado coherente y eficaz a largo plazo, la cual debe tomar en
consideración los cambios extraordinarios que ha experimentado el sistema
internacional en la última década y redundar en beneficios para todos los venezolanos.
Acercar posturas teniendo todo
esto en mente, disminuir la demagogia, combatir el injerencismo y construir paulatinamente
un consenso en materia de política exterior entre los principales actores
políticos y de la sociedad civil, es una tarea de urgencia para Venezuela, la
cual debe empezar con intercambios de ideas desde el respeto y la razón.
En consecuencia, me
pronuncio a favor de un debate y rechazo rotundamente las injerencias vengan desde
donde vengan. Ni Lula, ni el Foro de Sao Paulo, ni EEUU, ni Uribe, ni Cuba,
tienen vela en este entierro; y deben abstenerse de intervenir en nuestra
campaña electoral. Este es un asunto de venezolanos, y es a nosotros mismos a
quien corresponde legítimamente opinar, actuar y decidir.