miércoles, 3 de abril de 2013

¡Debate sí, injerencia no!


Dr. Kenneth Ramírez

Debatir es siempre un ejercicio necesario en democracia; sobre todo cuando los debates se hacen desde el respeto a la diferencia y con argumentos, en lugar de simples descalificaciones al adversario. En este sentido, y en una campaña presidencial tan corta como la actual, los venezolanos merecemos un debate entre los candidatos Nicolás Maduro y Henrique Capriles sobre los principales aspectos que interesan al electorado: seguridad ciudadana, economía, asuntos sociales y política exterior.
Aunque se asume que la política exterior no genera votos, hoy por hoy, es un tema que se utiliza casi cotidianamente en el discurso político. Lo peor no solamente es la manera equívoca en la cual generalmente se utiliza, tratando de subrayar las bondades de tal o cual país y dividiendo falsamente el Mundo entre buenos y malos a partir de una determinada ideología; sino la injerencia a la que nuestra polarización política interna invita a terceros actores.
En este sentido, el video enviado por el Ex-Presidente brasileño Lula da Silva para la clausura de la reunión del Foro de Sao Paulo en Caracas que ha sido transmitido por el sistema de medios públicos, donde después de dar testimonio de sus experiencias con el Ex-Presidente Chávez y Nicolás Maduro, concluye diciendo “Maduro Presidente es la Venezuela que Chávez siempre soñó”; constituye una descarada injerencia en nuestros asuntos internos como quizás no se había visto nunca en una campaña electoral. Un video hecho específicamente para hacer proselitismo político.

Esto es absolutamente inadmisible, y llama mucho la atención que no haya sido rechazado por ninguna de las autoridades de los poderes públicos. Recordemos que hace quince días, la Presidenta del CNE rechazó por “injerencista” e “irrespetuosas” las declaraciones de la Sub-Secretaria de Estado para el Hemisferio Occidental, Roberta Jacobson, por sólo pedir que las elecciones del 14-A se celebren “con los altos estándares democráticos del Hemisferio”. Sin embargo, en el caso del video de Lula, se apoya abiertamente la candidatura de Nicolás Maduro, lo cual a nuestro juicio es aún más grave, y no ha generado aún reacciones oficiales.
Nuestra soberanía debe hacerse respetar. Aquí no caben medias tintas ni doble moral. Toda injerencia es objetable venga de donde venga, ya sea desde Brasil, EEUU, Colombia o Cuba. El Ex-Presidente Uribe es otro actor que se ha dado a la tarea de emitir opiniones sobre asuntos que no son de su incumbencia; y debemos hacer memoria sobre las desafortunadas declaraciones injerencistas emitidas por Raúl Castro en la Cumbre de la CELAC celebrada a finales de enero pasado en Santiago de Chile.
La política exterior venezolana durante la Era Chávez polarizó América Latina, y todas estas acciones muestran que aún allí se encuentran sus repercusiones. Sin embargo, a quien compete decidir entre las candidaturas políticas en liza, es a los venezolanos. La injerencia en nuestros asuntos internos debe cesar.
En lugar de ello, consideramos de importancia que Nicolás Maduro y Henrique Capriles vayan a un debate de altura sobre los grandes temas que interesan a los venezolanos, incluyendo la política exterior. Resulta preferible un debate entre venezolanos que aceptar un intervencionismo vergonzoso.
Ningún país o actor es ingenuo ni absolutamente benigno. Todos tienen sus intereses. En este sentido, la injerencia del Ex-Presidente brasileño y miembros del Foro de Sao Paulo en nuestra campaña electoral, se ha hecho en función de determinados intereses, no de ninguna “solidaridad” inocua o principios abstractos. El gobierno de Venezuela en la última década ha financiado y respaldado a los grupos de este Foro político transnacional. También ha beneficiado indirectamente a los intereses de Brasil con la política exterior de corte ideológico que ha desplegado. Nuestra Cancillería no parece haber caído en cuenta, que mientras los venezolanos nos llevamos los costos de un enfrentamiento abierto con EEUU en la región, Brasilia ha ido construyendo un espacio de influencia como potencia emergente y se ha erigido en árbitro regional, haciendo tratos o discrepando con Washington en función de sus intereses, no por apriorismos ideológicos. Por otra parte, bien es sabido el rol del Ex-Presidente Lula como promotor de los intereses de la empresa brasileña Odebrecht en Venezuela.
Lo más indignante, es que cuando el Ex-Presidente Chávez intentó reunirse con la actual Presidenta Dilma Rousseff durante la campaña electoral brasileña en 2010, ésta evitó reunirse con él a pesar de las simpatías políticas e intereses compartidos. El orgullo de Brasil no podía ponerse en juego. Además, al electorado brasileño podría no gustarle que el líder de un “país simple que sólo tiene petróleo” -como se refirió irrespetuosamente la Presidenta Rousseff respecto a Venezuela en aquella campaña-, se inmiscuyera en sus asuntos internos.
¡Sí al debate, no a la injerencia! Venezuela, al igual que Brasil, merece respeto. Es bueno que nuestros nuevos socios del MERCOSUR lo tomen en cuenta.
Nicolás Maduro fue canciller del Ex-Presidente Chávez por seis años, así que nadie mejor que él para exponer y defender su visión, objetivos y acciones en materia de política exterior. Debido a esta experiencia, y a pesar de su inexistente formación técnica en materia de Relaciones Internacionales, llevaría teóricamente ventaja frente a Henrique Capriles en este asunto, y no debería rehuir al debate.
Los venezolanos merecemos un profundo y rico debate sobre valores, objetivos, intereses, medios, estrategia y posición de Venezuela en el Mundo, que contribuya a desarrollar una política exterior de Estado coherente y eficaz a largo plazo, la cual debe tomar en consideración los cambios extraordinarios que ha experimentado el sistema internacional en la última década y redundar en beneficios para todos los venezolanos.
Acercar posturas teniendo todo esto en mente, disminuir la demagogia, combatir el injerencismo y construir paulatinamente un consenso en materia de política exterior entre los principales actores políticos y de la sociedad civil, es una tarea de urgencia para Venezuela, la cual debe empezar con intercambios de ideas desde el respeto y la razón.
En consecuencia, me pronuncio a favor de un debate y rechazo rotundamente las injerencias vengan desde donde vengan. Ni Lula, ni el Foro de Sao Paulo, ni EEUU, ni Uribe, ni Cuba, tienen vela en este entierro; y deben abstenerse de intervenir en nuestra campaña electoral. Este es un asunto de venezolanos, y es a nosotros mismos a quien corresponde legítimamente opinar, actuar y decidir.