Prof. Eloy Torres
Diálogo y diplomacia van de la mano. Ambos abordan la comunicación. Es
esencial. Por lo que no debemos desechar los instrumentos tecnológicos de
comunicación. Con la aparición de las nuevas tecnologías se ve un “nuevo
diplomático”. El siglo XX fue el escenario de los gobiernos para comunicar sus
“problemas” con los instrumentos que disponían, más allá de sus fronteras. El
siglo XXI es más complejo. La difusión de información a través de los medios de comunicación y
redes sociales como Twitter, Facebook, YouTube, Instagram, WordPress, WhatsApp
y otros, gracias a la innovación tecnológica, supera obviamente, la tradición. Esa
innovación tecnológica socializadora, pone al hombre frente al hombre. Por
supuesto, la tecnología por sí sola, no ofrecerá, las respuestas, pues es pura
información. La solución la encontraremos en el conocimiento.
Los medios de comunicación influyen de manera conspicua en las
Relaciones Internacionales, por supuesto, no al estilo de William Randolph
Hearst y sus mentirosos artículos del New
Journal, durante la guerra de los EEUU contra España; empero, no generan
conocimiento. En el Mundo real del poder lo que importa es la superioridad militar, económica y política.
Las decisiones de los países en materia de política exterior deben apuntar al
crecimiento de su poder. Nunca a compartirlo con otros.
Los avances técnico-científicos alcanzan las comunicaciones. Los
gobiernos sacan provecho de éstas y construyen “historias” contra los sectores
que les adversan, sobre la base de informaciones fácilmente digeribles. Nunca
en el conocimiento. La guerra del Vietnam, las revoluciones árabes, la caída
del Muro de Berlín, la guerra contra Irak son ejemplos de cómo se utiliza la TV
para transmitir imágenes, es decir, información. El conocimiento que explica
las cosas no estuvo presente en ellas.
El sistema internacional se modificó con la bomba atómica en 1945. Se
impuso la Guerra Fría hasta que uno de los contendientes tiró la toalla. Fue la
tecnología y el conocimiento los elementos utilizados por una sociedad abierta para
derrotarlos. Los satélites, radios, celulares, televisión, internet, todos
productos del conocimiento. Lo que permite hoy prefigurar a un nuevo
diplomático como un mediador apoyado en la tecnología, distinto a la vieja
concepción del diplomático tradicional. Esa profesión es observada, gracias a
la tecnología y al conocimiento, mejor y más consustanciada con el hombre y no
el Estado. La imprenta acabó con la cultura oral, hoy las redes sociales
acercan el diálogo. Pero, eso sí, hay que buscar en el futuro: en la
computadora y no en el nostálgico
pasado, en espadas liberadoras de antaño. Es en el conocimiento y no en la
ideología trasnochada del siglo XIX. Hoy la diplomacia es conocimiento y no
gritos revolucionarios. Estamos en el siglo XXI.
@eloicito
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