Prof. Rafael Quiroz Serrano
Economista petrolero
Hablar del legado en
términos de política petrolera, que deja a su paso por la Presidencia el
fallecido Comandante Hugo Chávez, pareciera un tanto prematuro, pues es el
tiempo el que sabrá macerar y juzgar inexorablemente todo hecho y a sus
protagonistas.
Sin embargo, hay un elemento
insoslayable que, a manera de prefacio, sí podríamos adelantar para el análisis
sobre lo que ha sido la política petrolera venezolana en el período 1999-2013.
No hay duda que el arribo de
Hugo Chávez Frías a la Presidencia de la República trajo consigo un cambio
favorable para Venezuela en materia de hidrocarburos, que se tradujo de
inmediato en mayores ingresos petroleros para nuestra economía, gracias a la
recuperación del precio del petróleo. El día que el Presidente Chávez llega a
Miraflores, el 2 de febrero de 1999, el petróleo se cotizó a $7,57 el barril,
debido a que la sobreoferta había superado a la demanda y los precios habían
caído al nivel más bajo de los últimos 25 años. Venezuela, acompañada de Arabia
Saudita, Irán, Kuwait y Emiratos Árabes Unidos, venía violando reiteradamente,
desde 1988, las cuotas de producción de petróleo que se aprobaban en el seno de
la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP).
Con esta conducta el país
daba así cátedra de mal ejemplo y en el sector petrolero era visto como poco
serio, pues no honraba para nada los compromisos acordados en la OPEP. De esta
manera concluyó el año 1998: un precio promedio anual de $10,37 el barril y un
déficit presupuestario que superó los $9 millardos, y dejó el país en una de las
crisis económica-financieras más profundas de su historia.
El viraje dado a la política
petrolera por el nuevo gobierno (1999), en el sentido de cumplir con los
recortes de producción de petróleo y de comprometerse a honrar la palabra,
permitió que Venezuela recuperara su prestigio en el mundo de los
hidrocarburos. Esta señal fue suficiente para que los demás países miembros de
la OPEP, también animados por algunos de los llamados productores
independientes como México, Rusia, Noruega, Egipto, Holanda, Malasia y Omán, se
sintieran estimulados a cumplir con los recortes de producción y, de esta
forma, recuperar los precios.
En este sentido, hay que
reconocer que el actual gobierno tuvo la visión clara de la cooperación
comercial entre los países productores de crudo, entendió la empatía que
debemos tener con nuestros pares de la causa petrolera, comprendió la afinidad
natural que sentimos por los países árabes, y también discernió que nuestros
intereses, los de la OPEP y de los países emergentes, por lo general no
coinciden con los intereses del grupo de los desarrollados, que son los grandes
consumidores de petróleo. Pero, sobre todo, y esto es lo más importante, Hugo
Chávez les enseñó a los economistas neoliberales que al mercado no hay por qué
santificarlo y a los precios satanizarlos, cuando esto va en contra de los
intereses de la Nación.
Soslayar en la actual
política petrolera venezolana este acierto, es simplemente cegarse y permitir
que la obcecación política prive a la hora de un balance serio y objetivo. No
se puede regatear ni mucho menos ser mezquino, cuando los aciertos son
evidentes, vengan de donde vengan.
El viraje, desde 1999, en
nuestra política petrolera colocó al país, y también a la OPEP, en una posición
privilegiada en la Comunidad Internacional, y sobre todo en el mercado mundial
del petróleo; recurso que sigue siendo –hoy por hoy- la savia vital del mundo
desarrollado.
Este aspecto será uno de los
muchos que tendrá que analizarse con responsabilidad, a la hora de hacer un
balance objetivo y justo sobre lo que fue la política petrolera del Presidente
Chávez, cuya desaparición está muy reciente para ser evaluada en su conjunto
con seriedad y objetividad. El tiempo, supremo esclarecedor de la verdad y la
razón, dictaminará el juicio serio y certero que la historia depara a sus
acontecimientos.
Publicado
originalmente en El Mundo Economía y Negocios, el 20 de marzo de 2013.
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