Laura
Guzmán
Varias son las opiniones
emitidas respecto al polémico ingreso de Venezuela al MERCOSUR durante la ausencia
temporal paraguaya tras la suspensión realizada por parte del resto de los
mandatarios que integran el acuerdo, alegando que el juicio político que
acarreó la destitución del entonces Presidente Fernando Lugo en junio de 2012,
fue contraria a lo establecido en el Tratado de Asunción.
Hoy nos encontramos ante una realidad totalmente distinta a la vivida hace
un año en ambos países. En Venezuela, el Presidente Hugo Chávez (aliado de
Lugo), ha fallecido tras una dura batalla contra el cáncer, siendo elegido como
su sucesor el Ex-Vicepresidente y Ex-Canciller, Nicolás Maduro; mientras que en
Paraguay, luego de un duro proceso político, finalmente cuentan con un nuevo Presidente.
En conclusión dos mandatarios diferentes, con dos corrientes políticas nada
parecidas -aunque aún está por ver cuál será el estilo de gobierno de Horacio Cartes.
La indudable interrogante
para el futuro del MERCOSUR, es si Paraguay y Venezuela lograrán resolver sus
diferencias y pasar página de lo ocurrido, cerrando un capítulo difícil para la
integración latinoamericana.
Una de las condiciones
exigidas por Horacio Cartes desde que era candidato presidencial para regresar
a MERCOSUR, era que se le otorgara la Presidencia pro témpore del bloque a Paraguay,
pero en la reciente Cumbre de Montevideo esta pasó a manos de Venezuela. Si
bien muchos opinan que acceder a esta petición constituía la perfecta
oportunidad para Venezuela de subsanar sus problemas con Paraguay, lo cierto es
que esto no ocurrió. Es un secreto a voces que el Presidente Maduro busca desesperadamente
llenar los zapatos que dejó el Ex-Presidente Chávez en Latinoamérica luego de
su muerte, por lo cual parece haber considerado más importante ostentar la
Presidencia pro témpore de MERCOSUR que resolver los problemas con Paraguay en
el corto plazo, para así demostrar que es capaz de continuar impulsando el
proyecto del “Socialismo del siglo XXI” en la región. Además, esta posición le
permitió a Maduro continuar recabando legitimidad internacional después de las
polémicas elecciones del 14-A.
Entre las asperezas que
deben limarse con el ahora Presidente Cartes, figuran en primer lugar lo
concerniente al apoyo brindado por el difunto Chávez al caso de Lugo y la
injerencia que pretendió ejercer Venezuela en este asunto a través del propio
Nicolás Maduro, y en segundo lugar el cierre de la Embajada venezolana en la
Asunción y la suspensión de suministro de petróleo en 2012. Será sin duda
interesante observar si Maduro optará por acercarse al mandatario paraguayo de
turno o si atacará las políticas que despliegue de aquí a futuro, cuestión que seguramente
no se hará esperar por mucho tiempo, puesto que hasta ahora hemos estado
acostumbrados a un discurso de Venezuela catalogado de “intervencionista” por parte
de muchos, donde las opiniones sobre la forma de negociar y actuar de otros
países son públicamente criticadas.
La atención pública fue
invocada una vez más hacia esta situación, cuando el
Presidente Maduro manifestó no haber sido invitado a la ceremonia de
investidura de Horacio Cartes, mientras que el Presidente ecuatoriano Rafael
Correa -quien también busca ocupar el lugar vacío de Chávez dentro de
Latinoamérica-, declaró que a pesar de ser invitado no asistiría en solidaridad
con Venezuela.
Las expectativas sobre un período de negociación
se hacen cada vez más fuertes, sobre todo ahora que con la toma de posesión del
Presidente Cartes del pasado jueves 15 de agosto, se levanta la suspensión
contra Paraguay significando su acceso al lugar que ocupaba dentro del MERCOSUR
y la UNASUR.
Cartes por su parte no ha
dejado claro si desea o no retornar al MERCOSUR, pero al asegurar haber
discutido abiertamente con sus homólogos suramericanos la preocupación que
existe por resolver el conflicto y la invitación al resto de los países que
integran el bloque a la ceremonia de investidura, pareciera dar señales de un
interés en reconciliar a Paraguay con el MERCOSUR, e insiste en que su país no
tiene ninguna intención política en permitir la entrada de Venezuela al bloque,
señalando que “el problema es jurídico” en alusión a la falta de aprobación
paraguaya.
Pareciera entonces que la
mejor forma de abordar un proceso de diálogo es bilateralmente para luego
llevar los resultados de esta negociación a nivel del bloque regional, y sobre
todo evaluar las opiniones que emita Cartes con respecto a las decisiones que
como Presidente pro témpore, Nicolás Maduro haga dentro del MERCOSUR. Además, se
espera que ambos mandatarios se encuentren cara a cara en la VII Cumbre Ordinaria
de la UNASUR que se celebrará en Surinam el próximo 30 de agosto, lo cual
supone una nueva y magnífica oportunidad para empezar a resolver este impasse.
La Presidencia venezolana del
MERCOSUR se da en un momento crucial para la integración latinoamericana. La novedosa
Alianza del Pacífico con una visión estrictamente comercial y en vinculación a
EEUU, está buscado frenar el liderazgo e influencia de los gobiernos
izquierdistas suramericanos -principalmente los de Brasil y Venezuela-, así
como contrapesar sus proyectos de integración –de la ALBA al MERCOSUR y UNASUR.
De hecho, en mayo pasado durante la VII Cumbre de la Alianza del Pacífico
celebrada en Cali, el Ex–Presidente paraguayo Franco buscando romper el
aislamiento internacional, propició la incorporación del país guaraní como
observador de este nuevo esquema de integración, lo cual puso en tela de juicio
la cohesión del MERCOSUR.
En consecuencia, los intereses
de Venezuela empujan al Presidente Maduro a utilizar su posición al frente del
bloque suramericano para cerrar cuanto antes el impasse con Paraguay y
consolidar el MERCOSUR ampliado.
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