Dr.
Luis Daniel Álvarez V.
Hoy domingo 18 de enero se
estaría celebrando el centenario del nacimiento de Santiago Carrillo, líder
primordial del comunismo europeo y polémico actor político por sus posturas
radicales y propuestas agresivas demostradas durante distintos períodos de la
historia.
Sin embargo, Carrillo merece
ser recordado por una enorme capacidad valorativa que permitió anteponer los
intereses españoles a los de su propio partido, asumiendo que si se soñaba con
la democratización de España, era pertinente sacrificar algunas banderas
particulares y enarbolar los estandartes del consenso.
Las fuerzas proscritas
deseaban participar, lo cual representaba una ardua tarea y el compromiso
de Carrillo por respetar la institucionalidad y ayudar a edificar un nuevo
país, tuvo como fruto a un decidido Adolfo Suárez, que ante el amenazante
militarismo y la altanería de los que añoraban el régimen anterior impuso el
derecho y legalizó al Partido Comunista.
A partir de allí Carrillo se
erigió como un líder de la transición, incluso condenando el golpe de Estado de
Tejero en 1981 con un valiente gesto en el que él y Adolfo Suárez permanecieron
en sus escaños y el general Gutiérrez Mellado increpaba a los insurrectos,
mientras a través de las armas los sublevados obligaban a los parlamentarios a
tirarse al suelo. Esa imagen representa el respaldo al sistema y la decidida
actitud de algunos a no bajar la frente ante los atropellos de la violencia.
Afortunadamente la
democracia superaba las horas aciagas. Empezando por el Rey Juan Carlos, la
sociedad condenó los nubarrones del pasado y fortaleció la libertad. En cuanto
a Carrillo, su vida política siguió siendo polémica y algunos sectores
intentaron mantener viejos reclamos que el tiempo aún no ha borrado. Sin
embargo, la historia debe recordar a Santiago Carrillo como el hombre que fue
capaz de sacrificar muchas de sus propuestas para que la unidad y la democracia
española pudieran triunfar.
Publicado
originalmente en El Universal
@luisdalvarezva
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